Este pasado martes, el diario EL CORREO llevaba a primera página la noticia de que los agentes de la Ertzaintza de la comisaría de Sestao, al que pertenecen los policías que operan en Barakaldo, habían recibido una circular interna en la que se les insta a identificar entre otros a «jóvenes magrebíes» con el fin de prevenir delitos en espacios relacionados con el ocio. Ya era de sobra conocido que la actividad institucional estaba cargada de prácticas racistas, como la propia sociedad a las que pertenecen, pero el hecho de que la institución fomente prácticas racistas de manera intencionada a través de pautas concretas, constituye un hecho de lo suficientemente grave como para que alguien asuma las responsabilidades de este hecho. Charlamos con Brígida Ridruejo, militante antirracista del colectivo SOS Racismo Bizkaia para conocer algo más a cerca de estas prácticas y cómo el racismo institucional afecta a las personas inmigrantes en el día a día.
Práctica habitual
La noticia de la existencia de esta circular racista vuelve a poner sobre la mesa una práctica que ya había sido denunciada previamente por los colectivos antirracistas como son las redadas masivas y las identificaciones «preventivas» generalizadas contra el colectivo de «jóvenes magrebíes». Brígida Ridruejo, lleva años desarrollando su labor militante en el colectivo SOS Racismo, impulsando redes de apoyo para el colectivo inmigrante entre obrigidatras tareas.
Por ello explica abiertamente que «estos jóvenes están habituados a tener que sufrir este tipo de identificaciones en cualquier lugar». «Esta práctica policial no se limita a un barrio, pueblo o espacio geográfico concreto» explica. Ridruejo elude a la empatía para entender cómo una persona puede sentirse siendo identificada de manera indiscriminada mientras acude con su cuadrilla a pasar una noche de fiesta, o a dar un paseo a un espacio de ocio.
El estereotipo marca
Según explica Ridruejo, el estereotipo de los jóvenes magrebíes está establecido de una manera férrea en nuestra sociedad aunque no existe una base estadística para afirmar que las personas de determinada procedencia delinquen más que otras, esta manera de pensar persiste intacta. «En muchos casos, si los mismos hechos los llevaran a cabo chavales de aquí, el suceso sería considerado como una gamberrada y ni siquiera llegaría a producirse una denuncia» explica esta activista antirracista. «Además, si en algún lugar se produce un hurto y está presente algún magrebí, todas las miradas se dirigirán hacia esta persona» asegura.
Según explica Ridruejo los jóvenes magrebíes «sufren bastante» con esta práctica de las identificaciones por sentirse humillados. «Cuando se están identificando se da lugar a auténticos abusos policiales». Esta manera de ser «contemplados» por la sociedad tiene un impacto directo en la construcción de la identidad de los jóvenes magrebíes según Ridruejo. «Han llegado aquí siendo menores, ahora algunos tienen cerca de 20 años. Es mucho tiempo debajo de esa mirada tan destructiva por lo que ellos mismos acaban por crsoseer estos prejuicios».
Supervivientes
A pesar de todo «se trata de gente valiente» según explica esta joven antirracista. Para ello pone el ejemplo de los jóvenes magrebies que viven en Bilbao. «Durante el invierno pasado sufrieron 5 redadas de diferentes policías además de las inclemencias del tiempo. Se produjeron expulsiones masivas, la policía entraba en los pabellones de Zorrozaurre en los que trataban de vivir y allí mismo les han hecho verdaderas atrocidades».
Pronunciamientos del Ararteko
El Ararteko no ha permanecido al margen de esta situación y hasta la fecha ya ha emitido a las instituciones varias recomendaciones. Ya en 1998 el Ararteko elevó a la Consejería del Interior del Gobierno Vasco y al Ayuntamiento de Bilbao una serie de recomendaciones como: utilizar criterios claros y no discriminatorios en la selección de los agentes, formar a los agentes específicamente sobre cuestiones relacionadas con la interculturalidad y la no discriminación racial, reforzar los mecanismos de control independiente de la actuación policial, evitar cualquier tipo de práctica policial que atente contra los derechos de las personas y tener especial cuidado sobre los datos policiales que se facilitan a la prensa o a particulares, así como el posible contenido racista de algunos de esos datos.
En noviembre de 2012, el propio Ararteko, explicó que el informe de 1998 sigue en «plena vigencia» y criticaba especialmente “las actuaciones policiales y las prácticas en las identificaciones policiales, tiempos de detención más largos, insultos y comentarios con connotaciones racistas y homófobas durante las detenciones”.