Otra vez el mismo titular y las mismas imágenes. Da igual la fecha, siempre las mismas detenciones, la desproporción en los efectivos policiales, sus excesos en la represión…Siempre es el mismo escenario.
¿Acabaremos todos los ciudadanos en la Brigada de Información de la Comisaria de Moratalaz? Probablemente sea una cuestión de tiempo.
Afortunadamente aún quedan algunos periodistas que se atreven a grabar, con gran riesgo, con golpes, con amenazas, con la negativa de los antidisturbios a dar su número de identificación cuando agreden a un periodista. Pero las imágenes gritan la verdad, una verdad ineludible.
Es aterrador contemplar en vivo y en directo o en los videos cómo se detiene a una menor, de dieciséis años, que grita rodeada de al menos 10 policías entre secretas y antidisturbios. ¿Qué terror sentiría al oír la explosión de la escopeta antidisturbios a menos de medio metro de ella? ¿En qué mundo imaginará que está?
¡Qué no se hubiera metido! Dirán algunos. ¿Es que no hay que meterse? ¿Hay que asistir al derrumbe de la libertad impasiblemente y con la cabeza gacha?
¿Cómo aceptar una ley que tiene el contradictorio nombre de “Seguridad Ciudadana” que es prácticamente inconstitucional pues restringe nuestros derechos hasta un límite que rebasa lo imaginable, lo tolerable, lo razonable en un estado de derecho?
¿Cómo será esa ley que incluso la Unión Europa, tan distante siempre de las realidades de los ciudadanos de a pié, ha señalado sus excesos?
Y mientras tanto la represión más injusta, la persecución violenta de unos participantes que en muchas ocasiones se están retirando pacíficamente, las acusaciones absurdas y falsas, el apaleamiento de ancianos, niños, adultos maduros que ya no arriesgan pero que quieren manifestar su descontento, su gran desilusión y desesperanza.
Cuando se han visto ciertas detenciones, ciertas calles que cortan la retirada a los manifestantes que se disuelven, la violencia desmesurada y ciega contra gente indefensa de colectivos muy dispares y de edades muy diversas. Cuando uno ve con sus propios ojos todo esto, se pierde la inocencia y se pierde la fe y ya no se puede callar más y ya no se puede tolerar más.
¿Cuántos más 8 de febrero, cuántos más Gamonales, cuántos más detenidos y apaleados?
¿No hay nadie que se plantee que no es posible que todos estemos equivocados, que nuestro malestar tenga justificación, el aumento de los suicidios, que los jóvenes se desesperen, que sus madres asistan a su falta de futuro y a su indefensión ante un poder que les machaca porque se protestan ante el Holocausto al que se les está sometiendo?
¿Dónde están los partidos, los políticos, los sindicalistas cuando nos detienen, cuando nos multan por salir a la calle?
La intención del poder es clara. Solo tienen la fuerza y la prepotencia que dan las armas y las legislaciones contra el pueblo, pero no tienen la razón.
Tienen miedo porque somos más y cada vez tenemos menos que perder porque nos lo están quitando todo. Su error estratégico es que no están contando con la gente y la gente somos mayoría y de ahí emana nuestro poder que será imparable.
Cuestión también de tiempo, de que no quepamos ya más en los calabozos, de que necesiten estadios de fútbol como en las peores dictaduras
Pero para entonces el clamor de la injusticia será ya un estruendo que recorrerá el mundo y no habrá marcha atrás porque los pobres del mundo están creciendo y serán una fuerza irreductible.
¡No más represión! ¡Devolved a nuestros jóvenes el futuro!
Libertad sin cargos para los ocho detenidos del 8 de Febrero