El grupo de “Euskal Herria Sozialista” –EHS- (http://euskalherriasozialista.blogspot.fr/) lleva tiempo publicando documentos sobre la historia de ETA y de la Izquierda Abertzale. Ahora mismo anuncia la publicación ordenada de una serie de trabajos para desenmascarar al nacionalismo pequeño-burgués. Dejarán claro lo siguiente (cito):
“Sus tesis son muy básicas y primarias aunque efectistas entre la juventud luchadora:
1) Euskera, como única lengua del país y como base étnica de la recuperación “nacional”,
2) Euskadi ocupada e invadida, euskadi vista como un conjunto monolítico e indivisible, sin matices y colonizada por los españoles, es la falsa tesis Colonialista inaplicable en euskadi.
3) Euskadi como un mito a‑historico, como la nación del señorio e hidalguía universal, tocada por tubal, igualitaria sin clases y cerrada a los extranjeros, es el falso mito maniqueo de los buenos y los malos (destrozado por los hechos, ¿eran vascos los liberales, la oligarquía vizcaina, los carlistas en la guerra civil, los Beamonteses y oñacinos, espoz y mina o los colonizadores vascos en America), confunden siempre sus deseos actuales con la verdad historica, tan complicada y tan atravesada de intereses y contradicciones.”
De esas “tesis”, la mayoría de los “mitos históricos” habían sido comentados en la Izquierda Abertzale ya en los años de 1970 y evidentemente rechazados. Son tesis identificadas más bien con el aranismo y las teorías del nacionalismo jelkide, y ETA, que en su origen nace donde nace, les había hecho una crítica profunda, compartida por muchos. Específicamente, nadie creía en el “tubalismo”, nadie sostenía que no había habido lucha de clases entre vascos, la gente tenía más vergüenza que otra cosa de la “obra” de los colonizadores vascos en América y prefería identificarse con los piratas, y, en general, al hablar de las clases dominantes vascas el sentimiento primero era el de Arturo Campion: “Que los mayores enemigos que los navarros han tenido y tiene, son navarros”. Siendo como soy uno de los mayores responsables de las “disparatadas” tesis colonialistas, permítaseme recordar que esa frase, que culmina un análisis centrado sobre las responsabilidades de las clases dominantes vascas, aparece, por ejemplo, en la contraportada de un libro mío de 1974 sobre el nacionalismo vasco.
Con respecto al segundo punto, la distinción entre, de una parte, el Estado español al servicio de la oligarquía y el imperialismo y, de otra, los pueblos peninsulares explotados por la misma oligarquía y aliados naturales de la clase trabajadora vasca en la lucha de liberación nacional y social, es algo constante y machacado en las publicaciones y manifestaciones públicas de la Izquierda Abertzale (lo que no excluye la denuncia y la desconfianza para con el “social-imperialismo”, o sea los partidos que consideran que la afirmación de la nacionalidad vasca es enemiga de la unidad de clase, ni tampoco manifestaciones individuales contrarias a la unidad de clase).
De las “tesis” citadas por EHS sólo queda como “verdadera” la primera, la del euskara como base étnica de la construcción nacional (y parcialmente, porque no se considera como lengua única), cosa que a ellos les parece muy mal y a mí, por ejemplo, muy bien. A la edad que tienen los redactores, cada uno es responsable de las lenguas que ha querido o no ha querido aprender; aprender y practicar el euskara en nuestro País es fácil y quien teniendo responsabilidades políticas no quiera, él sabrá por qué.
El procedimiento “crítico” es asombroso. Se trata de elaborar un “golem” racista y esencialista, que no es la auténtica Izquierda Abertzale sino lo que sus críticos le atribuyen. Luego no hay más que comentar las barbaridades que se le atribuyen al fantasma y resulta facilísimo destruir, demoler y “desenmascarar” todo lo que se quiera.
Las bases documentales para obra tan meritoria son los escritos de todos los que rompen con la línea abertzale favorable a la lucha armada. “Totum revolutum”, vienen uno detrás de otro ETA-Berri en 1966, ETA-VI y Saioak en 1970 y la línea Euzkadiko Ezkerra desde la aceptación en el Congreso de Zegama (1977) de la reforma democrática y autonomista.
La mayoría son textos complejos, muy ligados a los acontecimientos de la época y sobre todo a las luchas por el poder y la legitimidad dentro de ETA y de la Izquierda Abertzale. Muchos tuvieron respuesta en la época por parte de ETA (Zutik 59, Gatazka 2, por ejemplo).
Dar en bruto escritos de más de 40 años sin un análisis crítico del contexto, de las argumentaciones y de las respuestas, es hacerles un flaco servicio a los lectores y ese error no se arregla con la repetición motivadora de que las “tesis” pequeño-burguesas hay desenmascararlas. La evolución bastante rápida de algunos “críticos” (pocos, pero significativos) en dirección “normalizadora” merecería igualmente un sitio en la contextualización de los textos.
Ahora bien, hay una unidad metodológica entre los textos “críticos” de época y las formulaciones actuales de muchos “especialistas”: se trata de agarrarse a citas troncadas para atribuir a los adversarios tesis disparatadas. Por ejemplo, afirmar que una tesis básica de la Izquierda Abertzale es que “nuestra lucha no es contra la oligarquía capitalista sino contra todos los españoles”, cosa repetida entonces y reciclada nuevamente por EHS. Una vez “probado” mediante una cita inventada el carácter racista del enemigo, es facilísimo indignarse y “desenmascararlo”.
Si ese procedimiento en una bajeza sectaria, hay otro error, ahora conceptual, que es centrar la crítica en la fidelidad o no al marxismo-leninismo (reducido muchas veces por EHS a los trabajos de Stalin sobre la nación, un poco de Lenin y los conceptos revisionistas del marxismo soviético sobre las nacionalidades).
En ETA y en la izquierda abertzale no nos encontramos con un grupo marxista-leninista que, dentro de la revolución social, tiene que dar además respuesta a problemas nacionales. Se trata de organizaciones patrióticas vascas que evolucionan y deciden trabajar por la liberación integral en un contexto universal, el de la revolución comunista (que en aquellos años se identifica con la revolución proletaria). En el contexto del Estado español esa evolución plantea el problema de la unidad de clase de todos los trabajadores del estado y es ahí donde se plantea la base de todas las escisiones entre revolucionarios.
Los que priorizan la unidad orgánica y estratégica en todo el Estado, evolucionarán hacia estrategias estatalistas que incluyen el derecho de autodeterminación. Los que dan prioridad al “marco autónomo de lucha de clases” seguirán con estrategias independentistas que incluyen el internacionalismo. Son dos visiones discutibles, ambas dentro de una misma afirmación revolucionaria socialista, que, por poca buena voluntad que se ponga, pueden juntarse en una colaboración estrecha contra el enemigo común (alguien se acordara del “Herrikoi Batzarra” y otras cosas así).
Pero la lucha por la legitimidad y el poder llevó pronto a descalificaciones (“pequeño-burgueses racistas” por aquí y “españolistas liquidacionistas” por allá) que en vez de orientar el debate trajeron daños sin cuento. Yo no puedo acordarme sin vergüenza, propia y ajena.
Hoy en día y ya dentro de la “normalización democrática” (las escisiones entre revolucionarios han quedado muy lejos) se prioriza un relato donde todo lo que va unido a la resistencia armada tiene que ser irracional y racista. Lástima que EHS cite con tanto gusto, juntitos y sin la mínima contextualización honesta, tanto a los demócratas reconvertidos de hogaño como a los revolucionarios de antaño. Fue una lástima que, partiendo de una voluntad revolucionaria y una estrategia estatalista, se dejaran llevar por el demonio del sectarismo y se dedicaran primero a deformar y luego a “demoler” a los partidarios de una estrategia independentista, revolucionaria e internacionalista. No son alternativas enfrentadas a muerte y presentarlas como si lo fueran ni era ni es el camino para plantear el marco estatal y el marco autónomo como bases complementarias de una práctica común internacionalista. Queda mucho trabajo y hacer, con respeto, una revisión honesta de nuestra historia no haría daño.