Agu­je­ro negro- Borro­ka Garaia

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Es una ley de la natu­ra­le­za que un mis­mo obje­to pue­da estar en dos sitios dife­ren­tes al mis­mo tiem­po. Cla­ro que a nivel sub-ató­mi­co. En algo visi­ble, como por ejem­plo una per­so­na, sería en prin­ci­pio una locu­ra pen­sar que pudie­ra suce­der algo así.

La cien­cia por aho­ra ha lle­ga­do a un tope que no ha podi­do sobre­pa­sar. Encon­trar una teo­ría uni­fi­ca­da (si es que exis­te) que expli­que todos los fenó­me­nos físi­cos cono­ci­dos. Esto hace que no se sepa por­que a esca­la micros­có­pi­ca las leyes de la natu­ra­le­za son dife­ren­tes a las de la físi­ca clá­si­ca pese a que el fun­cio­na­mien­to a ambas esca­las sea cohe­ren­te en sí mismo.

Duran­te las últi­mas déca­das de vida de Eins­tein se dedi­có a inten­tar bus­car esa teo­ría del todo pero sin resul­ta­do. Así que se sigue buscando.

Este tope está rela­cio­na­do tam­bién con dos de los mayo­res mis­te­rios exis­ten­tes. ¿Qué es lo que pro­du­jo el big bang? que dio ori­gen a nues­tro uni­ver­so, con la pre­gun­ta para­le­la de ¿Qué había antes del big bang?. Y ¿qué son en reali­dad los agu­je­ros negros?

Es decir, pre­gun­tas que lle­van has­ta sin­gu­la­ri­da­des don­de las leyes físi­cas y la capa­ci­dad de pre­dic­ción fallan. Que tra­du­ci­do sig­ni­fi­ca: no tene­mos ni idea.

Según ecua­cio­nes de Eins­tein la exis­ten­cia de agu­je­ros negros podía dar­se. Sin embar­go, equi­vo­ca­da­men­te cre­yó que no podían exis­tir por­que pen­sa­ba que serían una mons­truo­si­dad que la natu­ra­le­za no permitiría.

Se sabe como sur­gen, cuan­do una estre­lla de deter­mi­na­das carac­te­rís­ti­cas sufre un colap­so gra­vi­ta­to­rio, pero lo cier­to es que no hay nin­gu­na foto­gra­fía don­de se vea un agu­je­ro negro pero es pre­ci­sa­men­te por­que son negros, indis­tin­gui­bles en el espa­cio y ade­más ni siquie­ra la luz pue­de esca­par de ellos.

¿Enton­ces cómo se sabe que pue­da haber uno en un lugar deter­mi­na­do? Por los efec­tos que gene­ra en la mate­ria que lo rodea debi­do a la bru­tal gra­ve­dad que pro­du­ce. Por ejem­plo, cuan­do los astró­no­mos ven obje­tos orbi­tan­do a algo invi­si­ble o movién­do­se a una velo­ci­dad muy inusual.

Inde­pen­dien­te­men­te de las inter­pre­ta­cio­nes en cuan­to a estra­te­gias, coyun­tu­ra polí­ti­ca, pro­ce­sos y suce­sos que se van desa­rro­llan­do en Eus­kal Herria, lla­mé­mos­le sin­gu­la­ri­dad vas­ca, hay algo increí­ble­men­te per­tur­ba­dor. Esto es, la mili­tan­cia de barrio y pue­blo, la lucha local, que ver­da­de­ra­men­te ha sido duran­te déca­das el “secre­to” de la izquier­da aber­tza­le, lle­va un pro­ce­so de pasar a segun­do plano con las con­si­guien­tes reper­cu­sio­nes que tie­ne para el movi­mien­to popu­lar, la vive­za de los pue­blos y para en gene­ral sus­ten­tar con ener­gía cual­quier tipo de diná­mi­ca. Se está per­dien­do garra y fres­cu­ra al nivel más bási­co y vital. Esto es un efec­to de algo qui­zás no dis­tin­gui­ble pero que está ahí.

Ese algo no dis­tin­gui­ble pue­de ser el resul­ta­do del final de un ciclo revo­lu­cio­na­rio de déca­das con una tipo­lo­gía de mili­tan­cia que ha crea­do, asen­ta­do y pues­to en acti­vo una masa popu­lar hoy en pro­ce­so de des­in­fle local por no haber­se rein­ven­ta­do ade­cua­da­men­te y hoy difí­cil de inflar por las carac­te­rís­ti­cas de muchas nue­vas diná­mi­cas que suplan­tan ad hoc la ener­gía popu­lar. Y al igual que has­ta entra­dos los 90 que no se pudo empe­zar a des­atar esa ener­gía en la cons­truc­ción nacio­nal y social debi­do a a la depen­den­cia que crea­ba espec­ta­do­res del enfren­ta­mien­to arma­do, hoy los espec­ta­do­res lo son del pro­ce­so de paz que no exis­te y del institucionalismo.

La aper­tu­ra de un nue­vo ciclo revo­lu­cio­na­rio rup­tu­ris­ta, corri­gien­do los múl­ti­ples erro­res pro­du­ci­dos los últi­mos tiem­pos e inten­ta­do con­ser­var los bene­fi­cios será lo úni­co que pue­da insu­flar una revi­ta­li­za­ción del orga­nis­mo popu­lar a su nivel mas vital, esto es, el pue­blo y el barrio. Sin el cual no podrá haber un avan­ce deci­di­do hacia los obje­ti­vos por fal­tar la base que sus­ten­ta todo o en el peor de los casos aca­bar suc­cio­na­do por el pro­pio agu­je­ro negro.

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