Conferencia en el Cuartel de la Montaña
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“Europea, ha de ser nuestra cultura”, escribe Rómulo Gallegos a principios del siglo pasado en uno de sus artículos para “La Alborada”. Y a pesar de que el novelista posteriormente corrige en algo el axioma al volver su atención hacia la realidad, venezolana, la frase se torna consigna de varias generaciones intelectuales. La inmigración europea, que nos traiga su civilizada cultura y nos eleve desde la bajeza de la barbarie al pináculo de la civilización, se convertirá en programa de las clases dominantes, en recurrente receta de los positivistas Laureano Vallenilla Lanz, Gil Fortoul, Alberto Adriani y Laureano Vallenilla Planchart, en panacea que por igual invocan gomecistas y postgomecistas, perezjimenistas, accióndemocratistas y socialcristianos. La cultura petrolera descubre una nueva Meca. Estadounidense ha de ser nuestra cultura, dicen los medios de comunicación. Nuestra cultura es una elipse trazada alrededor de los dos puntos focales de Europa y de Miami. Importada, reducida a inepta mímesis de los modelos superiores, contemplativa, reservada para las minorías y lucida como signo de consumo ostensible habría de ser nuestra cultura.
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Frente a esta tesis la izquierda cultural planteó una antítesis. Americana, hija de nuestra contradictoria fusión histórica había de ser nuestra cultura. Original, vale decir única y novedosa en sus valores y soluciones. Viviente, como proceso continuo surgido de la totalidad del pueblo y de su cotidiana experiencia. Crítica, nacida de la incesante destrucción de lo caduco. Liberadora, instrumento de ruptura del orden de la dependencia impuesto en lo internacional y de la estratificación clasista implantada en el orden interno. Así debe de ser nuestra cultura.
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La cultura es el ser de una sociedad. El ser es ante todo conciencia, y conciencia de sí. Las sociedades existen desde que adquieren conciencia de sí mismas. La cultura es a la vez la inmortalidad personal y la del colectivo. El hombre y las comunidades siguen existiendo en las obras y las ideas perdurables. La cultura, como el trabajo, surge del esfuerzo conjunto de la colectividad. Pero el trabajo, como la cultura, puede ser apropiado por la clase dominante. Decía Marx que las ideas dominantes han sido en todos los tiempos las de las clases dominantes, porque así como éstas poseen los medios de producción material, son propietarias de los medios de producción intelectual: imprentas, periódicos, academias. Del mismo modo que la producción capitalista se manufactura en empresas y fábricas, la ideología del capital se factura en aparatos ideológicos. De la misma forma en que todo modo de producción lleva en sus entrañas el que ha de sucederle, la cultura hegemónica no puede impedir el surgimiento de la que la seguirá. Inevitablemente, a la cultura colonial hegemónica se contrapuso una cultura venezolana revolucionaria. Sin aparatos ideológicos, sin instituciones, más bien a contrapelo de las del sistema y en lucha contra éstas y a veces contra la policía política y académica, la insurgencia cultural logró sin embargo una indiscutible hegemonía. Durante la última mitad del siglo pasado casi no hay obra, tendencia, ensayo o manifiesto relevante que no revista una inspiración progresista.
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El pensamiento de Hugo Chávez Frías es río caudaloso del cual apenas comenzamos a cursar las etapas y vertientes. Pocos mandatarios han pensado hablado, dispuesto y ordenado tanto sobre cultura. Mucho antes de llegar al poder, Chávez comprende que un proyecto político es un proyecto cultural. Ya en el Libro Azul, primer esbozo de su programa de gobierno, sitúa las raíces de su pensamiento en el de Simón Rodríguez, el de Simón Bolívar y el de Ezequiel Zamora. Y al proponer una nueva Carta Magna, afirma que “La Constitución Nacional del modelo de sociedad original debe ser pertinente y perfectamente compatible con los demás componentes de la estructura estatal y social, especialmente en el orden económico, social, cultural y geopolítico”. Sin el conocimiento de un pasado común carecerían de sentido un presente compartido y un futuro en proyecto. Sin una conciencia de nacionalidad no tendrían base los movimientos de defensa de nuestros recursos. Sin un sentimiento de pertenencia regional no funcionarían los planes de integración. Sin una tabla igualitaria de valores no sería posible el igualitarismo socialista.
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Confiere el pueblo el poder a Hugo Chávez Frías para que el pueblo lo ejerza. La Constitución de la República Bolivarianade Venezuela de 1999 es una de las pocas del mundo sancionada por referendo popular. Según lo prometido, intenta ser compatible con el orden cultural; es una de las leyes fundamentales que más disposiciones dedica al tema. Muchísimas mentes colaboran en el proyecto de Constitución; Chávez mantiene la distancia, pero podemos inferir que las disposiciones más resaltantes no difieren de su pensamiento. Para no ser prolijos, citemos sólo parte de las culminantes: “Artículo 98.La creación cultural es libre. Esta libertad comprende el derecho a la inversión, producción y divulgación de la obra creativa, científica, tecnológica y humanística, incluyendo la protección legal de los derechos del autor o de la autora sobre sus obras (…).Artículo 99. Los valores de la cultura constituyen un bien irrenunciable del pueblo venezolano y un derecho fundamental que el Estado fomentará y garantizará, procurando las condiciones, instrumentos legales, medios y presupuestos necesarios. Se reconoce la autonomía de la administración cultural pública en los términos que establezca la ley (…).Artículo 100. Las culturas populares constitutivas de la venezolanidad gozan de atención especial, reconociéndose y respetándose la interculturalidad bajo el principio de igualdad de las culturas. La ley establecerá incentivos y estímulos para las personas, instituciones y comunidades que promuevan, apoyen, desarrollen o financien planes, programas y actividades culturales en el país, así como la cultura venezolana en el exterior (…).Artículo 101. El Estado garantizará la emisión, recepción y circulación de la información cultural. Los medios de comunicación tienen el deber de coadyuvar a la difusión de los valores de la tradición popular y la obra de los artistas, escritores, escritoras, compositores, compositoras, cineastas, científicos, científicas y demás creadores y creadoras culturales del país (…)”. La cultura es libre, es bien irrenunciable del pueblo que el Estado fomentará y garantizará, las culturas populares gozan de protección especial. El Estado y los medios de comunicación garantizarán la emisión, recepción y circulación de la producción cultural.
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Entra en vigencia la nueva Constitución. Se da el hecho insólito de que desde el poder Hugo Chávez Frías disuelva sucesivamente varias organizaciones revolucionarias, para constituir a partir de ellas otras en su concepto menos imperfectas. En abril de 2010 aprueba sus estatutos el Partido Socialista Unido de Venezuela “bajo la dirección del Presidente Comandante Hugo Chávez Frías”. Su declaración de Principios, en el artículo 37, pauta que “La revolución es un cambio cultural que debe construirse todos los días en el seno del partido; individual y colectivamente; en nuestras prácticas sociales, valores y formas de relacionarnos con el pueblo; debe significar una ruptura radical con la forma de hacer política y los valores inherentes a la sociedad capitalista; debe aproximarnos al ideal del nuevo hombre y la nueva mujer plenos en sabiduría, bondad, solidaridad, igualdad, dignidad y coherencia”. Revolución es cambio, es ruptura, es cambio de valores, es el ideal del nuevo hombre y la nueva mujer, es sabiduría, bondad, solidaridad, igualdad, dignidad, coherencia. Es cultura.
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En 2013 es sancionado el Plan de la Patria, Programa de Gobierno Bolivariano 2013 – 2019 y Testamento Político de Hugo Chávez Frías. Monumental legado que toca el tema de la cultura en decenas de sus disposiciones. Citemos apenas algunas a título de muestra:
“Objetivo Nacional
5.3. Defender y protegerel patrimonio histórico y cultural venezolano y nuestroamericano.
Objetivos Estratégicos y Generales
5.3.1. Contrarrestar la producción y valorización de elementos culturales y relatos históricos generados desde la óptica neocolonial dominante, que circulan a través de los medios de comunicación e instituciones educativas y culturales, entre otras.
5.3.1.1. Involucrar a las instituciones públicas y al Poder Popular en la producción de críticas contundentes a las formas culturales y a las reconstrucciones históricas dominantes.
5.3.1.2. Promover la producción de contenido educativo, tales como textos escolares, para generar consciencia histórica y formar críticamente las nuevas generaciones.
5.3.2.Fortalecer y visibilizar los espacios de expresión y fomentar mecanismos de registro e interpretación de las culturas populares y de la memoria histórica venezolana y nuestroamericana.
5.3.2.1. Fortalecer los procesos que visibilicen la identidad histórico comunitaria, identificando los espacios de expresión y formas populares de reproducción de la memoria histórica, y fomentando la expresión de las diversas manifestaciones culturales tradicionales.
5.3.2.2. Promover la organización del Poder Popular para el registro e interpretación de la memoria histórica y la difusión y expresión de las culturas populares.
5.3.2.3. Garantizar la protección del patrimonio cultural popular y de la memoria histórica, a través de la formación integral permanente y continua de los promotores culturales del Poder Popular.
5.3.2.4. Involucrar a los museos y otras instituciones de interés histórico y cultural, en el plan de conservación y valorización del Patrimonio cultural e histórico popular.
5.3.2.5. Impulsar la creación de espacios históricos culturales comunitarios en toda la geografía nacional.
5.3.3.Promover una cultura ecosocialista, que revalorice el patrimonio histórico cultural venezolano y nuestroamericano.
5.3.3.1. Impulsar debates dentro de las organizaciones del Poder Popular sobre la vivencia cultural y las identidades, para el análisis de la situación actual y los cambios que se necesitan en la construcción del ecosocialismo.
5.3.3.2. Incorporar a las organizaciones populares en el diseño de las políticas culturales, impulsando iniciativas como los comités de cultura de los consejos comunales entre otras.
5.3.3.3. Desarrollar estrategias de liberación y emancipación cultural , poniendo especial énfasis en grupos sociales especialmente vulnerables, tales como los grupos sexodiversos, mujeres, estudiantes, niños y niñas, afrodescendientes, entre otros, con la finalidad de garantizar el respeto de sus derechos e identidades.
5.3.4. Elaborar estrategias de mantenimiento y difusión de las características culturales y de la memoria histórica del pueblo venezolano.
5.3.4.1. Producir y difundir materiales sobre la historia de los grupos históricamente invisibilizados y la memoria histórica y cultural de Nuestra América, especialmente en las bibliotecas públicas y escolares, así como en los medios masivos de comunicación.
5.3.4.2. Ejecutar un plan nacional e internacional de difusión de la cultura tradicional y de la memoria histórica y contemporánea.
5.3.4.3. Fomentar y garantizar la producción independiente y comunitaria de las artes”.
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Excedería de los límites de la presente exposición apenas esbozar el conjunto de instituciones, organizaciones, obras y eventos desarrollados para materializar estos principios en escasos catorce años de poder. Citemos una vez más indicadores de esta acción cultural. Desaparece el analfabetismo. Venezuela se convierte en el tercer país lector de América Latina. Uno de cada tres venezolanos estudia. Uno de cada diez lo hace en educación superior. Más de las tres cuartas partes lo hacen en instituciones gratuitas. Se crean 16 nuevas universidades. Los medios de servicio público pasan, de una radio y una televisora, a 6 televisoras, una decena de radios y más de tres centenares de emisoras comunitarias y alternativas. Se crean Telesur, nuevas y poderosas editoriales del Estado, una Villa del Cine, una Universidad de las Artes. Se crean sistemas de protección para artistas y creadores y para el patrimonio cultural. Apenas son el marco adecuado para el desarrollo de las tareas que hasta hace poco los venezolanos cumplíamos en forma no institucional, subversiva, desamparada y casi salvaje: conocernos, comprendernos, criticarnos y sin embargo transformarnos y celebrarnos por las vías poderosas de la invención, la creación y el amor. Todo lo que hoy se busca eliminar mediante el terrorismo que invoca para Venezuela el Golpe de Estado, la secesión territorial y la intervención extranjera.