Estos días la hipocresía yanqui anda rebosante en los medios de intoxicación mediática. Fieles a su plan de acaparar y hegemonizar la opinión pública y convencer de lo buenos que son sus proyectos “pacificadores” y de lo malos que son los del resto, se atribuyen una especie de autoridad paternalista de alcance mundial para criticar airadamente las maniobras rusas en la península de Crimea, a la par que hablan de sancionar al país de Putin por su atrevimiento injerencista contra la soberanía de Ucrania.
Como si no fuera público que la secretaria adjunta de Estado, Victoria Nuland, afirmara que su gobierno ha estado subvencionando las actividades golpistas de varias organizaciones ucranianas con 5000 millones de dólares, incluyendo el partido neonazi Svoboda, o que en las protestas de Kiev hubiera mercenarios alemanes y yanquis, la maquinaria de manipulación del imperio se empeña en hacernos tragar su sesgada visión de la historia del conflicto ucraniano para que la gente de a pie mostremos admiración por esos “manifestantes” que consiguieron derrocar al “terribilísimo dictador” y saludemos la legitimidad del actual gobierno de Kiev, aunque solo sea por reconocer el enorme esfuerzo realizado por el bien de los intereses geoestratégicos y económicos de los USA y la OTAN.
Sin plantear un alegato prorruso, y reivindicando, esto sí, la legitimidad del derecho del pueblo ucraniano a rebelarse contra oligarquías putrefactas aferradas al poder, es importante notar que lo ocurrido en Ucrania es un golpe de Estado que evidentemente no sale de unos cuantos manifestantes en una plaza. No es tan fácil derrocar a un gobierno en apenas tres meses.
Digan lo que digan algunxs, cuando la manifestación se convierte en un asentamiento armado, con personajes que forman militarmente, con francotiradores, etcétera, no es una manifestación como tal. Eso es una guerra. Y cuando el bando atrincherado, el que se supone que representa al pueblo trabajador, es apoyado y magnificado por personajes de la talla del Nobel de la Paz Barack Obama, Angela Merkel y demás criminalidades de la corte imperialista de tan demostradísima reputación antipopular, se torna cuando menos sospechosa la naturaleza de la batalla.
En este caso se planteó una guerra entre el poder vigente en aquel momento, el de la “Familia” del señor Yanukovich, y grupos armados y organizados de extrema derecha orquestados desde la UE y los USA. ¿Quiere decir esto que el principio de la historia, cuando se reclamaba el apoyo al acuerdo de libre comercio entre la UE y Ucrania no estuviera también en la calle también el pueblo trabajador? Claro que no.
En todo sistema de dominación de clase, cuando una oligarquía se dedica a manejar a sus anchas a costa del pueblo, cualquier reivindicación que sea vivida como liberadora (aunque en casos como este del conflicto ucranio esté lejos de serlo) será secundada por aquellos sectores del pueblo descontentos e incapaces de profundizar suficientemente en el análisis socio-político como para organizarse para trabajar de forma colectiva por un camino realmente emancipador, aquellos sectores ya organizados que analicen y consideren la situación como provechosa para el desarrollo de sus proyectos colectivos y, evidentemente, los sectores propulsores de dicha reivindicación (sea en clave popular o populista).
Partiendo de ahí, tildar de revolucionarias y legítimas para el pueblo cualquier tipo de protestas por mucho malestar que pueda haber, es un poco arriesgado. Quién plantea, qué plantea y a qué intereses responde son preguntas obligadas para intenar enmarcar correctamente cualquier proceso deslegitimador de un sistema. Hay mucho camino previo necesario de acumulación de conciencia colectiva a partir del descontento y mucho trabajo de organización para plantear un proceso revolucionario que sea capaz de cambiar un sistema. Este trabajo no hay que menospreciarlo ni olvidarlo en el caso del Gope de Ucrania, aunque se haya hecho por grupos de extrema derecha y no por sectores populares, como han dejado entender muchos gandes medios de comunicación y manipulación informativa.
Por seguir enmarcando. Ahora, sin ni siquiera dejar unos días de luto, la planificación de todo el proceso va ganando en matices de caracterización: después de la caída del anterior gobierno y a la espera de solucionar el conflicto con Rusia en Crimea, los rumores sobre la entrada en la OTAN ya sobrevuelan Kiev y han hecho aparición los buitres del FMI llamados por las autoridades provisionales para pedirles unos cuantos milloncejos. Ay del país que cae en las garras de FMI….
Como bien saben muchísimos paises estas ayudas nunca son gratis y tampoco se hacen por el bien de la humanidad. El hecho de recibir ayudas multimillonarias de las potencias occidentales implica una deuda, lo cual genera intereses, que para pagarse requerirán de más ayudas, y por tanto más deudas, y así sucesivamente. Al final esto siempre termina, por un lado, en la eternización de las deudas, y por otro en una imposición del pago las mismas que se antepone al bienestar de la población, recortes sociales, privatización de los sectores públicos, mayores tasas de explotación, etcétera. ¿A quién le suena esto? Hay unos pocos que ya se frotan las manos…