“Vene­zue­la: el socia­lis­mo sigue sien­do una posi­bi­li­dad real que nos ins­pi­ra”- Chris Gilbert

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En uno de sus últi­mos dis­cur­sos públi­cos, cono­ci­do como el Gol­pe de Timón, el Pre­si­den­te Hugo Chá­vez echó un cuen­to sobre un sacer­do­te evan­ge­li­za­dor. El sacer­do­te bau­ti­zó a un pue­blo indí­ge­na, les dio nom­bres cris­tia­nos, les impar­tió la comu­nión y les dijo que no debían comer car­ne los vier­nes, que ese día solo debían comer pes­ca­do o chi­güi­re. El sacer­do­te regre­só al tiem­po y se encon­tró a la comu­ni­dad asan­do un cer­do un día vier­nes. “¿Qué está pasan­do aquí?” pre­gun­tó el sacer­do­te, a lo cual la gen­te le res­pon­dió: “No se preo­cu­pe, le echa­mos agua a la cabe­za del cochino y diji­mos: Tú que fuis­te cochino, aho­ra te bau­ti­za­mos chi­güi­re”.

Chá­vez advir­tió que lo mis­mo esta­ba ocu­rrien­do con el capi­ta­lis­mo en Vene­zue­la: lo que antes se cono­cía como tal está sien­do rebau­ti­za­do “socia­lis­mo”. Esta his­to­ria sobre un pue­blo indí­ge­na y un sacer­do­te no sólo ilus­tra el pun­to, sino que tam­bién plan­tea una serie de inte­rro­gan­tes intere­san­tes sobre el des­tino del socia­lis­mo en el pro­ce­so boli­va­riano. ¿En Vene­zue­la se per­ci­be el socia­lis­mo como algo impues­to des­de afue­ra? ¿Las tra­di­cio­nes y hábi­tos here­da­dos de la cul­tu­ra de resis­ten­cia, de la lucha con­tra el colo­nia­lis­mo, ope­ran en con­tra de la tran­si­ción al socia­lis­mo en la Repú­bli­ca Bolivariana?

Según Bolí­var Eche­ve­rría, las socie­da­des lati­no­ame­ri­ca­nas están regi­das por el barro­co. Más que un sim­ple perío­do de la his­to­ria del arte euro­peo, el barro­co cons­ti­tu­ye un ethos cul­tu­ral que carac­te­ri­za a las socie­da­des sin­cré­ti­cas como las de la Euro­pa medi­te­rrá­nea y Amé­ri­ca Lati­na. Cuan­do se intro­du­ce un ele­men­to ajeno (como el cris­tia­nis­mo y su sim­bo­lo­gía), en lugar de ser recha­za­do, éste es esce­ni­fi­ca­do, tea­tra­li­za­do. El ele­men­to forá­neo es incor­po­ra­do pero tam­bién media­do e inclu­so sub­ver­ti­do en su tea­tra­li­za­ción. (Recor­de­mos aquí la rica deco­ra­ción flo­ral y la mis en scè­ne de la Vir­gen de Gua­da­lu­pe, la sen­sua­li­dad y el exceso que apun­tan a una reco­di­fi­ca­ción sofis­ti­ca­da de la figu­ra.)

De acuer­do con esta lógi­ca, el socia­lis­mo se con­vier­te en “el socia­lis­mo”. La repe­ti­ción y mul­ti­pli­ca­ción en el uso del tér­mino en for­mu­la­cio­nes como moto­ci­cle­tas socia­lis­tas, pana­de­rías socia­lis­tas, far­ma­cias socia­listas, etc., da una bien­ve­ni­da apa­ren­te al pro­yec­to, pero al mis­mo tiem­po reafir­ma fun­da­men­tal­men­te la rica cul­tu­ra popu­lar crio­lla. Pode­mos decir que esta cul­tura local es en par­te pro­duc­to del capi­ta­lis­mo, pero también repre­sen­ta (a con­tra­pe­lo) una afir­ma­ción de valo­res espe­cí­fi­ca­men­te loca­les y popu­la­res como la soli­da­ri­dad, la socia­bi­li­dad y la gene­ro­si­dad. Esta cul­tu­ra tie­ne de por sí muchas vir­tu­des y es de hecho una cul­tu­ra de resis­ten­cia, pero tras su encuen­tro con la pro­pues­ta del socia­lis­mo no ha avan­za­do (ni retro­ce­di­do) sus­tan­ti­va­men­te hacia el socia­lis­mo; en otras pala­bras, no ha cam­bia­do la rela­ción mate­rialde la socie­dad con el capitalismo.

Es pre­ci­sa­men­te ésto sobre lo que adver­tía Chá­vez en el Gol­pe de Timón. Evi­den­te­men­te esta no es razón para renun­ciar al socia­lis­mo como pro­yec­to en Vene­zue­la. Por el con­tra­rio, el pro­ble­ma es que “socia­lis­mo”, “capi­ta­lis­mo” y “cla­ses socia­les” se han con­ver­ti­do en ente­le­quias abs­trac­tas. (Aun­que muchos mar­xis­tas han par­ti­ci­pa­do en esto, el tra­to con ente­le­quias no carac­te­ri­za el pen­sa­mien­to de Marx en abso­lu­to.) El capi­ta­lis­mo crio­llo, al igual que la cla­se obre­ra crio­lla, son pro­duc­tos his­tó­ri­cos. Como argu­men­ta Ellen Meik­sins Wood, una cla­se no es con­se­cuen­cia mecá­ni­ca del apa­ra­to pro­duc­ti­vo, sino que es un pro­duc­to his­tó­ri­co: se cons­tru­ye, y en par­te se auto­cons­tru­ye en un pro­ce­so his­tó­ri­co. E.P. Thom­pson, el mar­xis­ta más cono­ci­do por seguir esta línea de pen­sa­mien­to, le puso como títu­lo a su obra maes­tra La for­ma­ciónde la cla­se obre­ra en Ingla­te­rra.

Así pues, una tarea fun­da­men­tal para quie­nes esta­mos com­pro­me­ti­dos con el socia­lis­mo es enten­der el desa­rro­llo his­tó­ri­co y las par­ti­cu­la­ri­da­des de las cla­ses en lucha en Vene­zue­la: ¿cuál es su cul­tu­ra, su for­ma de vida y cuál es su expe­rien­cia viven­cial? Sólo enten­dien­do cómo se cons­ti­tu­ye y con­fi­gu­ra la cla­se tra­ba­ja­do­ra se podrá comen­zar a pen­sar en las medi­das con­cre­tas a tomar en el trán­si­to a un socia­lis­mo no des­car­ga­do cual ente­le­quia abs­trac­ta, sino como pro­yec­to his­tó­ri­co con sus pro­pias espe­ci­fi­ci­da­des cul­tu­ra­les y expe­rien­cia­les, aun­que cier­ta­men­te esta­rá con­di­cio­na­do por un apa­ra­to pro­duc­ti­vo bajo el régi­men de pro­pie­dad social (con­di­cio­na­dodeter­mi­na­do en el sen­ti­do de pro­por­cio­nar los lími­tes –o el cam­po– en el que una serie de posi­bi­li­da­des abier­tas podrían concretarse) .

Tal vez el caso cubano nos ofre­ce un para­le­lis­mo intere­san­te. Des­de prin­ci­pios de 1960 y has­ta fina­les de esa déca­da los revo­lu­cio­na­rios cuba­nos expe­ri­men­ta­ron con un pro­yec­to socia­lis­ta endó­geno en el que José Mar­tí, el patrio­tis­mo radi­cal, el anti­im­pe­ria­lis­mo y el ter­cer­mun­dis­mo eran ele­men­tos cen­tra­les. Por una serie de razo­nes –inclu­yen­do la muer­te del Che Gue­va­ra y el no alcan­zar la zafra de los diez millo­nes el pro­yec­to entró en cri­sis a fina­les de los 60. En lugar de aban­do­nar el socia­lis­mo (o “acep­tar­lo y aban­do­nar­lo”, que podría ser un peli­gro en Vene­zue­la) los cuba­nos opta­ron por des­car­gar el mode­lo sovié­ti­co. Enton­ces comen­za­ron los “años gri­ses” en los que, a pesar del dog­ma­tis­mo, la homo­fo­bia y otros erro­res gra­ves, los cuba­nos con­ti­nua­ron avan­zan­do en muchos aspec­tos como la edu­ca­ción, la salud y el inter­na­cio­na­lis­mo heroico.

La eva­lua­ción de este perío­do no es una cues­tión de mera espe­cu­la­ción aca­dé­mica. La his­to­ria mis­ma dic­tó la sen­ten­cia cuan­do la URSS comen­zó a des­mo­ro­nar­se trá­gi­ca­men­te. Fidel y el pue­blo cubano regre­sa­ron a su pro­yec­to endó­geno. Citan­do a Anto­nio Maceo, Fidel dijo: ¡El futu­ro de Cuba será un eterno Bara­guá! Enton­ces el pue­blo hizo de tri­pas cora­zón y hacien­do suyo el pro­fun­do lega­do mar­tiano, lle­vó a cabo una de las más heroi­cas (y menos cono­ci­das) luchas en los últi­mos tiem­pos: el Perío­do Espe­cial. El escri­tor Fer­nan­do Mar­tí­nez Here­dia, qui­zás el mar­xis­ta cubano más cer­cano a E.P. Thom­pson por su con­vic­ción de que el socia­lis­mo ha de ser una cons­truc­ción pro­fun­da­men­te popu­lar, fue res­ca­ta­do de su mar­gi­na­li­za­ción y vol­vió a hacer vida publi­ca a fina­les de los ochen­ta. Hoy pode­mos decir que en algu­nos sec­to­res (aun­que toda­vía no son hege­mó­ni­cos), la cues­tión de cómo cons­truir el socia­lis­mo des­de lo exis­ten­te, inclu­yen­do la socie­dad y las cla­ses en movi­mien­to, se ha pues­to sobre el tapete.

Creo que este es el úni­co camino para Vene­zue­la, la úni­ca mane­ra de res­pon­der a la idea –implí­ci­ta­men­te inte­rio­ri­za­da inclu­so entre algu­nos mili­tan­tes del pro­ce­so– de que “el socia­lis­mo ha fra­ca­sa­do” (y que por lo tan­to es nece­sa­rio un pac­to con la bur­gue­sía). El socia­lis­mo no pue­de fra­ca­sar o dejar de fun­cio­nar como si fue­ra una maqui­ni­lla de afei­tar u otro cacha­rro com­pra­do en la Web. Tam­po­co pue­de decre­tar­se, como nos recor­dó Chá­vez con su cuen­to. La ver­dad es que el pro­yec­to de cons­truc­ción de la futu­ra socie­dad des­de lo que tene­mos podría estar pasan­do un mal momen­to, pero el reto de cons­truir el socia­lis­mo con los ele­men­tos pro­pios y las fuer­zas de esta socie­dad en movi­mien­to –inclu­yen­do el espí­ri­tu de lucha Boli­va­riano y su resur­gi­mien­to Cha­vis­ta, el carác­ter pro­gre­sis­ta de la cul­tu­ra lati­no­ame­ri­ca­na, y la resis­ten­cia y crea­ti­vi­dad de sus pobla­do­res urba­nos– sigue pre­sen­te. Por eso deci­mos que un socia­lis­mo cons­trui­do a par­tir de la car­ne y la san­gre de esta socie­dad sigue sien­do una posi­bi­li­dad que nos ins­pira.

Chris Gil­bert es pro­fe­sor de Estu­dios Polí­ti­cos en la Uni­ver­si­dad Boli­va­ria­na de Venezuela. 
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