Actua­li­dad del mani­fies­to comu­nis­ta- Miguel Urbano

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Releí hace unos días el “Mani­fies­to Comu­nis­ta”. Han trans­cu­rri­do 165 años des­de que Marx y Engels divul­ga­ran ese explo­si­vo docu­men­to revolucionario.

El mun­do actual es muy dife­ren­te de aquel que ins­pi­ró el “Mani­fies­to”. En la épo­ca, la Revo­lu­ción de 1848 las­tra­ba por Euro­pa. El «espec­tro» del comu­nis­mo alar­ma­ba a las cla­ses domi­nan­tes, del Atlán­ti­co a los Ura­les. Pero sola­men­te en 1917, casi medio siglo tras la Comu­na de París, una revo­lu­ción vic­to­rio­sa y un par­ti­do comu­nis­ta crea­ron el pri­mer Esta­do socia­lis­ta en Rusia.

Más de sie­te déca­das duró la pri­me­ra expe­rien­cia socia­lis­ta triun­fan­te. Fina­li­zó con la trá­gi­ca desin­te­gra­ción de la Unión Sovié­ti­ca y el regre­so del capi­ta­lis­mo a Rusia.

Hoy, en Euro­pa, el poder es ejer­ci­do por las cla­ses domi­nan­tes. Ta vez con una úni­ca excep­ción, bur­gue­sías arro­gan­tes con­tro­lan los gobier­nos. Los polí­ti­cos que las repre­sen­tan son neo­li­be­ra­les, social­de­mó­cra­tas domes­ti­ca­dos, o nos­tál­gi­cos del fascismo.

En este con­tex­to his­tó­ri­co tan som­brío, fue con sor­pre­sa que, al releer el “Mani­fies­to Comu­nis­ta”, lle­gué a la con­clu­sión que no per­dió actua­li­dad. Con­ti­nua car­ga­do de ense­ñan­zas para comu­nis­tas y no comu­nis­tas. Sien­to que en Por­tu­gal, seña­la­da­men­te, es actualísimo.

LA ESCUELA DE LA REVOLUCIÓN DE 1848

La Revo­lu­ción de 1848 en Ale­ma­nia, en aquel momen­to un con­glo­me­ra­do hete­ro­gé­neo de rei­nos y prin­ci­pa­dos casi feu­da­les, fue una gran escue­la de polí­ti­ca para Marx y Engels.

Ambos sabían que la teo­ría sin la prác­ti­ca no abre el camino para vic­to­rias revo­lu­cio­na­rias. La Revo­lu­ción de febre­ro en Fran­cia pro­vo­ca­rá el páni­co en la Euro­pa de las monar­quías cuan­do Lamar­ti­ne pro­cla­mó la Repú­bli­ca en París.

Pero fue sola­men­te cuan­do regre­sa­ron a Ale­ma­nia que Marx y Engels repa­ra­ron, en dos dra­má­ti­cos años, en el mar­co de la revo­lu­ción que abra­sa­ba Euro­pa, en las difi­cul­ta­des insu­pe­ra­bles que en la épo­ca impe­dían la con­cre­ción en pla­zo pre­vi­si­ble del pro­yec­to comu­nis­ta del que la “Nue­va Gaze­ta Rena­na” era el men­sa­je­ro más prestigioso.

Engels afir­mó en la vejez que el Mani­fies­to era «el pro­duc­to más amplia­men­te divul­ga­do, más inter­na­cio­nal, de toda la lite­ra­tu­ra socia­lis­ta, el pro­gra­ma común de muchos millo­nes de obre­ros de todos los paí­ses, des­de Sibe­ria a California».

«Este peque­ño libri­to ‑escri­bió Lenin- vale por tomos ente­ros: ins­pi­ra y ani­ma has­ta hoy el pro­le­ta­ria­do orga­ni­za­do y com­ba­tien­te del mun­do civi­li­za­do». Según el gran revo­lu­cio­na­rio ruso, el “Mani­fies­to” «expo­ne, con una cla­ri­dad y un vigor genia­les, la nue­va con­cep­ción del mun­do, el mate­ria­lis­mo con­se­cuen­te, apli­ca­do tam­bién al domi­nio de la vida social, la dia­léc­ti­ca como la doc­tri­na más vas­ta y más pro­fun­da del desa­rro­llo, la teo­ría de la lucha de cla­ses y el papel revo­lu­cio­na­rio his­tó­ri­co uni­ver­sal del pro­le­ta­ria­do, crea­dor de una socie­dad nue­va, la socie­dad comunista».

Inno­va­dor, el “Mani­fies­to” esbo­zó el mar­co del desa­rro­llo del capi­ta­lis­mo e ilu­mi­nó las con­tra­dic­cio­nes inter­nas que con­du­ci­rán a su final.

Marx y Engels eran cons­cien­tes de que era indis­pen­sa­ble para la con­quis­ta del poder crear un par­ti­do capaz de asu­mir el papel de van­guar­dia de la cla­se obre­ra. Inter­na­cio­na­lis­tas, sin embar­go habían adver­ti­do que la lucha de la cla­se obre­ra ten­dría que desa­rro­llar­se en pri­mer lugar en cada nación.

Ambos con­si­de­ra­ban extre­ma­men­te peli­gro­sas a las orga­ni­za­cio­nes refor­mis­tas y con­tra ellas lucha­ron siem­pre con tenacidad.

Pen­san­do en la Unión Euro­pea y más espe­cí­fi­ca­men­te en Por­tu­gal, impre­sio­na veri­fi­car cómo esas preo­cu­pa­cio­nes y adver­ten­cias per­ma­ne­cen actua­les y faci­li­tan la com­pren­sión de gran­des desa­fíos del presente.

En Ale­ma­nia, la ausen­cia de con­di­cio­nes sub­je­ti­vas favo­ra­bles fue deter­mi­nan­te para la alte­ra­ción de la rela­ción de fuer­zas, abrien­do camino a la repre­sión diri­gi­da por Prusia.

Los auto­res del “Mani­fies­to” tro­pie­zan con obs­tácu­los inven­ci­bles en la ten­ta­ti­va de crear el par­ti­do revo­lu­cio­na­rio de nue­vo tipo. Sería Lenin su crea­dor en Rusia, muchas déca­das después.

Asi­mis­mo en Colo­nia, sede del núcleo duro de la Liga de los Comu­nis­tas, los con­flic­tos entre frac­cio­nes y per­so­na­li­da­des fue­ron per­ma­nen­tes, inclu­yen­do algu­nos diri­gen­tes polí­ti­cos que pre­ten­dían ser comu­nis­tas, pero actua­ban como oportunistas.

Marx y Engels tuvie­ron que enfren­tar pro­ble­mas en la pro­pia redac­ción de la “Nue­va Gaze­ta Rena­na”. Has­ta en el deba­te sobre la lega­li­dad o ile­ga­li­dad de la Liga de los Comu­nis­tas. La inma­du­rez del movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio ale­mán con­tri­bu­yó deci­si­va­men­te a la derro­ta de la revo­lu­ción demo­crá­ti­co bur­gue­sa. Pero la prác­ti­ca de la lucha revo­lu­cio­na­ria, como sub­ra­yó Marx, fue una exce­len­te escue­la para la edu­ca­ción polí­ti­ca de los obreros.

La refle­xión de Marx y Engels sobre los acon­te­ci­mien­tos de 184849 es iden­ti­fi­ca­ble en tra­ba­jos que escri­bie­ron sobre la com­ple­men­ta­ri­dad teoría-práctica.

La derro­ta del pro­le­ta­ria­do fran­cés en junio del 48 fue el pró­lo­go de la ola de repre­sión que barrió a Euro­pa. La revo­lu­ción demo­crá­ti­ca bur­gue­sa fué aplas­ta­da en Aus­tria, en Bohe­mia, en Ita­lia, en Ale­ma­nia, en Hun­gría (en Buda­pest con la ayu­da mili­tar de la auto­cra­cia rusa).

Pero, a pesar de derro­ta­das, esas Revo­lu­cio­nes con­fir­ma­ron la opi­nión de los auto­res del “Mani­fies­to” sobre el papel deci­si­vo que la lucha de cla­ses desem­pe­ña en el cho­que entre opre­so­res y oprimidos.

En su obra “La Lucha de Cla­ses en Fran­cia”, Marx demues­tra haber asi­mi­la­do las lec­cio­nes del fias­co de la insu­rrec­ción del pro­le­ta­ria­do fran­cés en la insu­rrec­ción de junio.

LECCIONES PARA PORTUGAL

Al releer el “Mani­fies­to”, con­clu­yo que este hoy fun­cio­na como un manual para la lucha con­tra la tira­nía que opri­me al pue­blo por­tu­gués. El actual gobierno con­si­gue ser más noci­vo por su pro­yec­to y por su obra des­truc­to­ra que los peo­res de la monar­quía abso­lu­ta. Tas una lumi­no­sa revo­lu­ción pro­gre­sis­ta, trae de vuel­ta el pasado.

En el “Mani­fies­to” hay párra­fos, en la denun­cia del des­pre­cio por los tra­ba­ja­do­res, de la sobre­ex­plo­ta­ción de la fuer­za de tra­ba­jo y de la des­hu­ma­ni­za­ción y arro­gan­cia del capi­tal, que se ajus­tan como un guan­te a la estra­te­gia devas­ta­do­ra del gobierno por­tu­gués. Este se dife­ren­cia de dic­ta­du­ras tra­di­cio­na­les por­que actúa bajo la facha­da de una demo­cra­cia for­mal. Pero la más­ca­ra ins­ti­tu­cio­nal no enga­ña a las víc­ti­mas de una polí­ti­ca cri­mi­nal, ya ni siquie­ra a per­so­na­li­da­des y esta­men­tos socia­les que lo apo­ya­ran inicialmente.

Algu­nos dis­cur­sos de Pas­sos Coelho, con leves adap­ta­cio­nes (por­que su ora­to­ria es tos­ca y sim­plo­na), traen a la memo­ria, por su fari­seis­mo, los de Sala­zar, no obs­tan­te ser ape­nas un ins­tru­men­to del capi­tal. Cre­ce cada día el repu­dio a la polí­ti­ca del pri­mer-minis­tro y su gen­te. El pre­si­den­te de la Repú­bli­ca la apo­ya lla­ma­ti­va­men­te, sin res­pe­tar la Cons­ti­tu­ción que juró cum­plir. Los tra­ba­ja­do­res la con­de­nan dia­ria­men­te en las calles, inva­den minis­te­rios, se mani­fies­tan fren­te al Parlamento.

Hay un lími­te para que los enemi­gos del pue­blo gobier­nen con­tra éste. Marx y Engels recuer­dan esa evi­den­cia en su actua­lí­si­mo ‑repito‑, “Mani­fies­to Comu­nis­ta”. El dere­cho de rebe­lión con­tra la tira­nía es inhe­ren­te a la con­di­ción humana.

Vila Nova de Gaia, 10 de abril de 2014
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