Nece­sa­ria y urgen­te lucha con­tra el poder adul­to- Iña­ki Gil de San Vicente



«Se sobre­en­tien­de que aún no hay cla­ri­dad teó­ri­ca ni fir­me­za en el órgano juve­nil y qui­zá nun­ca la haya, pre­ci­sa­men­te por­que es un órgano de la juven­tud impe­tuo­sa, bur­bu­jean­te, inda­ga­do­ra. (…) Una cosa son los adul­tos que con­fun­den al pro­le­ta­ria­do, que pre­ten­den guiar y ense­ñar a los demás; con­tra ellos hay que luchar des­pia­da­da­men­te. Otra cosa son las orga­ni­za­cio­nes de la juven­tud, que decla­ran de for­ma abier­ta que aún están apren­dien­do, que su tarea fun­da­men­tal es pre­pa­rar cua­dros de los par­ti­dos socia­lis­tas. A esta gen­te hay que ayu­dar­la por todos los medios, enca­ran­do con la mayor pacien­cia sus erro­res, tra­tan­do de corre­gir­los poco a poco, sobre todo con la per­sua­sión y no con la lucha. No pocas veces suce­de que los repre­sen­tan­tes de las gene­ra­cio­nes madu­ras y vie­jas no saben acer­car­se como corres­pon­de a la juven­tud que, nece­sa­ria­men­te, está obli­ga­da a apro­xi­mar­se al socia­lis­mo de una mane­ra dis­tin­ta, no por el mis­mo camino, ni en la mis­ma for­ma, ni en las mis­mas cir­cuns­tan­cias en que lo han hecho sus padres. Por lo tan­to, entre otras cosas, debe­mos estar incon­di­cio­nal­men­te a favor de la inde­pen­den­cia orgá­ni­ca de la unión juve­nil, y no sólo por­que esta inde­pen­den­cia sea temi­da por los opor­tu­nis­tas, sino por la esen­cia mis­ma del asun­to. Por­que sin una total inde­pen­den­cia, la juven­tud no podrá for­mar de sí mis­ma bue­nos socia­lis­tas ni pre­pa­rar­se para lle­var el socia­lis­mo hacia delante»
Lenin: La Inter­na­cio­nal de la juven­tud, diciem­bre 1916
1. Presentación
2. Bre­ve his­to­ria del poder adulto
3. Sur­gi­mien­to del con­cep­to de poder adulto
4. Qué es el poder adulto
5. Cómo fun­cio­na el poder adulto
6. Juven­tud revo­lu­cio­na­ria e izquier­da adulta
1. Pre­sen­ta­ción
Asis­ti­mos a una nue­va olea­da de luchas y movi­li­za­cio­nes de la juven­tud. Pero tam­bién asis­ti­mos a un endu­re­ci­mien­to del poder adul­to, y lo que es un mal pre­sa­gio, vemos cómo la izquier­da revo­lu­cio­na­ria ape­nas dedi­ca esfuer­zo alguno a su crí­ti­ca radi­cal, a su terri­ble efi­ca­cia en el con­trol, vigi­lan­cia y repre­sión de las ansias de liber­tad de la juven­tud en gene­ral y muy espe­cial­men­te de la tra­ba­ja­do­ra. Movi­dos por esta situa­ción recien­te­men­te se han cele­bra­do deba­tes en varios luga­res, como en la Uni­ver­si­dad de Filo­so­fía de Valen­cia y en la Uni­ver­si­dad Públi­ca de Nafa­rroa, ambos orga­ni­za­dos por la juven­tud inde­pen­den­tis­ta y socia­lis­ta, así como tam­bién se ha recu­pe­ra­do esta refle­xión en otros colec­ti­vos de deba­te teó­ri­co y polí­ti­co de Eus­kal Herria.
Hay que decir bien cla­ro que si com­pa­ra­mos el esfuer­zo teó­ri­co y polí­ti­co de la izquier­da euro­pea actual en rela­ción a la explo­ta­ción juve­nil con el rea­li­za­do por esta izquier­da entre fina­les de la déca­da de 1960 – 1970, si hace­mos esta com­pa­ra­ción, la actual que­da ridi­cu­li­za­da en extre­mo, sobre todo con­si­de­ran­do que la juven­tud tra­ba­ja­do­ra actual se enfren­ta a un ata­que capi­ta­lis­ta más devas­ta­dor que el de hace medio siglo.
Y la izquier­da actual sale toda­vía peor para­da si la com­pa­ra­mos con la de fina­les del siglo XIX y comien­zos del XX, sobre todo duran­te la explo­sión de crea­ti­vi­dad crí­ti­ca en lo rela­cio­na­do con la lla­ma­da vida pri­va­da, fami­liar y matri­mo­nial, con la eman­ci­pa­ción sexual de la mujer y de la juven­tud, con la crí­ti­ca inmi­se­ri­cor­de de la fami­lia auto­ri­ta­ria, con el desa­rro­llo de una peda­go­gía revo­lu­cio­na­ria, etc., entre 1917 y 1933. Recor­de­mos que fue este año en el que el nazis­mo tomó el poder y endu­re­ció al máxi­mo la repre­sión des­en­ca­de­na­da una déca­da antes por el fas­cis­mo, y ase­gu­ró defi­ni­ti­va­men­te el pos­te­rior exter­mi­nio fran­quis­ta de todas las con­quis­tas socia­les en estas cues­tio­nes. De hecho, la izquier­da de 1960 – 1970 se basó en los logros de este perío­do ante­rior para sus­ten­tar los suyos.
Pero pase­mos de la crí­ti­ca a la izquier­da en gene­ral en este aspec­to tan deci­si­vo, a la crí­ti­ca de la izquier­da inde­pen­den­tis­ta vas­ca. En efec­to, si la izquier­da en gene­ral ha sufri­do un retro­ce­so alar­man­te en la lucha con­tra el poder adul­to, mayor ha sido el retro­ce­so de la izquier­da aber­tza­le en esta cues­tión. Aun­que la juven­tud vas­ca está recu­pe­rán­do­se rápi­da­men­te de los duros maza­zos repre­si­vos sufri­dos duran­te los últi­mos años, demos­tran­do una muy enco­mia­ble capa­ci­dad de reac­ción, debe­mos reco­no­cer que glo­bal­men­te se encuen­tra toda­vía lejos de desa­rro­llar una impla­ca­ble lucha de libe­ra­ción con­tra el poder adulto.
2. His­to­ria del poder adulto
El poder adul­to es tan vie­jo como el poder en sí en toda socie­dad basa­da en la explo­ta­ción, opre­sión y domi­na­ción nece­sa­rias para man­te­ner la pro­pie­dad pri­va­da de las fuer­zas pro­duc­ti­vas. Dado que la pri­me­ra y prin­ci­pal fuer­za pro­duc­ti­va es el ser humano, la for­ma­ción de un ser humano dócil y obe­dien­te, que se deje explo­tar y que, a poder ser, faci­li­te la explo­ta­ción de otros seres huma­nos, crear seme­jan­te cho­llo para la mino­ría pro­pie­ta­ria, es una nece­si­dad impe­rio­sa. Dos son las ins­ti­tu­cio­nes fun­da­men­ta­les pre­ca­pi­ta­lis­tas que han car­ga­do sobre sí la mayor par­te de la tarea de pro­du­cir doci­li­dad: el poder patriar­cal y el poder adulto.
Aun­que el grue­so de la inves­ti­ga­ción del libro coor­di­na­do por Ll. deMau­se (His­to­ria de la infan­cia, Alian­za Uni­ver­sal, Madrid 1991), tra­ta sobre el duro, ava­sa­lla­dor y vio­len­to tra­to dado a la infan­cia en la civi­li­za­ción occi­den­tal has­ta el siglo XIX, tam­bién es cier­to que los diez auto­res que expo­nen sus inves­ti­ga­cio­nes ofre­cen sufi­cien­tes datos o indi­cios sóli­dos que mues­tran fre­cuen­te­men­te el insu­fri­ble tra­to adul­to pade­ci­do por la juven­tud des­de que exis­ten fuen­tes his­tó­ri­cas fia­bles. Las inves­ti­ga­cio­nes mues­tran que, en con­tra de quie­nes sos­tie­nen la tesis del buen com­por­ta­mien­to de los adul­tos hacia la infan­cia, en reali­dad fue un com­por­ta­mien­to muy estric­to, cruel y has­ta ase­sino con fre­cuen­tes casos de infan­ti­ci­dio. Todo indi­ca, ade­más, que ape­nas había mejo­ra sus­tan­cial en el tra­to cuan­do se pasa­ba de la infan­cia a la ado­les­cen­cia y de aquí a la juventud.
Tam­bién que­da esta­ble­ci­do de mane­ra irre­fu­ta­ble que «en todas par­tes, en todo tiem­po» han sido las niñas, las ado­les­cen­tes y las jóve­nes las que peo­res tra­tos han sufri­do en com­pa­ra­ción con los niños, los ado­les­cen­tes y los jóve­nes. Ello es debi­do a la fusión entre el poder patriar­cal y el poder adul­to, fusión de pode­res que debe­mos des­com­po­ner ana­lí­ti­ca­men­te en cada situa­ción con­cre­ta para pro­ce­der lue­go a su sín­te­sis. De entre los miles de ejem­plos que con­fir­man lo reve­la­do por este libro, pode­mos citar el de la radi­cal denun­cia que en 1879 hizo A. Bebel (La mujer y el socia­lis­mo, Akal, Madrid 1977) con­tra el sis­te­ma edu­ca­ti­vo bur­gués no sólo por­que su obje­ti­vo es pro­du­cir «tra­ba­ja­do­res ton­tos» a par­tir de una juven­tud some­ti­da a la igno­ran­cia, sino tam­bién por los con­ti­nuos abu­sos físi­cos en escue­las y cole­gios. Abu­sos físi­cos que no han des­apa­re­ci­do en modo alguno.
J. L. Mur­ga (Rebel­des a la repú­bli­ca, Ariel, Bar­ce­lo­na 1979) ha estu­dia­do «las pos­tu­ras rebel­des pací­fi­cas y vio­len­tas» de la juven­tud en la Anti­güe­dad gre­co-roma­na, rebel­días que se daban inclu­so en los perío­dos de flo­re­ci­mien­to eco­nó­mi­co por­que: «bajo el bar­niz bri­llan­te de la rique­za y del poder, el espí­ri­tu joven intu­ye el dolor y la injus­ti­cia». A pesar de las repre­sio­nes que sufren los jóve­nes tem­prano o tar­de rena­ce­rá la semi­lla rebel­de: «Mori­rán los jóve­nes con­tes­ta­ta­rios, se aplas­ta­rá qui­zá el des­ca­be­lla­do movi­mien­to rebel­de, pero la semi­lla vol­ve­rá a apa­re­cer repen­ti­na­men­te – tras­va­sa­da en otra reli­gión, en una escue­la filo­só­fi­ca o, inclu­so, en una mera pos­tu­ra repu­bli­ca­na arcai­zan­te- como una espe­ran­za que rebro­ta cuan­do menos se espe­ra­ba: en los poe­tas, en los sabios, en los espí­ri­tus elevados».
Uno de los epi­so­dios de rebe­lión juve­nil más impla­ca­ble­men­te repri­mi­do fue el movi­mien­to báqui­co en la Roma repu­bli­ca­na el siglo –II, minu­cio­sa­men­te inves­ti­ga­do por J. L. Mur­ga. M. I. Fin­ley (El naci­mien­to de la polí­ti­ca, Crí­ti­ca, Bar­ce­lo­na 1986), tam­bién ha estu­dia­do este movi­mien­to juve­nil, que en sí es un impre­sio­nan­te y terro­rí­fi­co ejem­plo de lo que es el poder adul­to en fun­cio­na­mien­to: la eje­cu­ción de varios miles de jóve­nes del movi­mien­to báqui­co en la Roma del ‑186, la mayor par­te de ellos per­te­ne­cien­tes a las cla­ses tra­ba­ja­do­ras; las muje­res fue­ron ase­si­na­das en el escon­di­do secre­tis­mo de sus fami­lias. M. L. Fin­ley mues­tra cómo actuó al uní­sono el con­jun­to de pode­res par­cia­les roma­nos has­ta des­cu­brir y matar a miles de per­so­nas en defen­sa del orden esta­ble­ci­do. Roma no dis­po­nía de un apa­ra­to poli­cial en el sen­ti­do bur­gués, pero su sis­te­ma repre­si­vo era muy efi­cien­te, sobre todo con­tra la mujer joven vigi­la­da en todo momento.
Comen­zan­do sus inves­ti­ga­cio­nes des­de la Edad Media, R. Muchem­bled (Una his­to­ria de la vio­len­cia, Pai­dós, Bar­ce­lo­na 2010) des­me­nu­za el con­jun­to de méto­dos, sis­te­mas, ame­na­zas, cas­ti­gos y recom­pen­sas median­te los cua­les los pode­res bur­gue­ses en ascen­so fue­ron apla­can­do, des­vian­do, repri­mien­do e inte­gran­do las múl­ti­ples for­mas de vio­len­cia juve­nil, de resis­ten­cia pasi­va o acti­va, mate­rial o sim­bó­li­ca de la juven­tud has­ta comien­zos del siglo XXI en las barria­das empo­bre­ci­das. Sin recu­rrir al con­cep­to de poder adul­to, el autor mues­tra cómo en cada épo­ca el poder pre­sio­na­ba a las fami­lias cam­pe­si­nas, arte­sa­nas, tra­ba­ja­do­ras y obre­ras para que inter­vi­nie­ran acti­va­men­te en la repre­sión de las com­ple­jas resis­ten­cias juve­ni­les y de sus for­mas vio­len­tas. El autor expli­ca la des­apa­ri­ción casi total de los ase­si­na­tos come­ti­dos por jóve­nes des­de 1945, pero sos­tie­ne que cre­cen las for­mas de resis­ten­cia median­te ban­das juve­ni­les: «cons­ti­tu­yen la for­ma moder­na de expre­sión de un pode­ro­so des­con­ten­to juve­nil fren­te al mun­do de los adul­tos y de la socie­dad establecida».
Fue en este lar­go perío­do cuan­do se gene­ra­li­zó el mito del «ins­tin­to mater­nal», mito bási­co de la fami­lia auto­ri­ta­ria. Entre otras muchas inves­ti­ga­do­ras, Eli­za­beth. Badin­ter (¿Exis­te el amor mater­nal?, Pai­dós, Bar­ce­lo­na 1981) ha demos­tra­do que el tal «ins­tin­to» es una cons­truc­ción ideo­ló­gi­ca de la fami­lia bur­gue­sa en ascen­so y Nor­ma Ferro (El ins­tin­to mater­nal o la nece­si­dad de un mito, Siglo XXI, Madrid 1991) ha demos­tra­do cómo fue crea­do duran­te la géne­sis de la domi­na­ción social y psi­co­ló­gi­ca de la mujer por el hom­bre. El supues­to «ins­tin­to mater­nal» es incul­ca­do en las muje­res des­de su naci­mien­to y refor­za­do siem­pre median­te toda cla­se de tri­qui­ñue­las, arti­ma­ñas y enga­ños. Que no exis­ta ese «ins­tin­to» en cuan­to tal no sig­ni­fi­ca que no exis­ta amor materno-filial, sino que este debe ser eva­lua­do des­de cri­te­rios no patriar­co-bur­gue­ses sino socia­lis­tas. El poder adul­to uti­li­za el «ins­tin­to mater­nal» para fusio­nar la domi­na­ción sexo-afec­ti­va de las jóve­nes con la repro­duc­ción del capi­ta­lis­mo. Del mis­mo modo que el len­gua­je machis­ta abu­sa de la pala­bra «Amor» que «encu­bre un con­glo­me­ra­do hete­ró­cli­to» según Rosa María Rodrí­guez Mag­da (Feme­nino fin de siglo, Anth­ro­pos, Bar­ce­lo­na 1994), para mani­pu­lar y con­fun­dir los sen­ti­mien­tos sexo-afectivos.
En el con­tex­to de resis­ten­cia juve­nil recien­te, lo máxi­mo a que lle­ga la peda­go­gía «pro­gre­sis­ta» en lo que con­cier­ne al papel de la ins­ti­tu­ción fami­liar «no auto­ri­ta­ria» en la edu­ca­ción de la juven­tud es a los con­se­jos que ofre­cía a fina­les de la déca­da de 1960 A. S. Neill (Hijos en liber­tad, Alta­ya, Madrid 1999) a los atri­bu­la­dos padres y madres sobre los actos de «rebel­día de la ado­les­cen­cia», con­se­jos des­ti­na­dos a evi­tar que sus hijas e hijos no caye­ran en la delin­cuen­cia y en las dro­gas, pero en abso­lu­to para ayu­dar­les a que desa­rro­lla­ran una con­cien­cia crí­ti­ca y soli­da­ria, libre, sufi­cien­te­men­te for­ma­da para que tuvie­sen una visión polí­ti­co-juve­nil de sus pro­ble­mas y pers­pec­ti­vas de vida futu­ra. La peda­go­gía mos­tra­da en este tex­to pue­de ins­cri­bir­se ple­na­men­te en la muy valio­sa apor­ta­ción rea­li­za en aque­llos mis­mos años por P. Brück­ner («Sobre la pato­lo­gía de la des­obe­dien­cia», Psi­co­lo­gía polí­ti­ca, Barral Edi­to­res, Bar­ce­lo­na 1971) cuan­do se pre­gun­tó: «¿Qué es lo que real­men­te pre­ten­den nues­tros esfuer­zos peda­gó­gi­cos y polí­ti­cos: tran­qui­li­dad o libertad?».
Cons­ta­ta­mos con alar­ma­da tris­te­za la capa­ci­dad de recu­pe­ra­ción del poder adul­to para con­tra­ata­car y ven­cer a la eman­ci­pa­ción revo­lu­cio­na­ria de la juven­tud rele­yen­do aho­ra a R. Vanei­gem en su clá­si­co tex­to edi­ta­do en 1967, jus­to antes de las barri­ca­das del mayo fran­cés (Tra­ta­do del saber vivir para uso de las jóve­nes gene­ra­cio­nes, Ana­gra­ma, Bar­ce­lo­na 1977), cuan­do al final del libro repro­du­ce un tro­ci­to de la car­ta de los Sans-Coulot­tes a la Con­ven­ción, del 9 de diciem­bre de 1892: «¿Os reís de noso­tros? No os reiréis por mucho tiem­po». Pues bien, el poder adul­to pudo recu­pe­rar­se de los ata­ques de la juven­tud revo­lu­cio­na­ria de 1960 – 1970 y ter­mi­nar rién­do­se de ella.
Recor­de­mos que estos tres últi­mos tex­tos fue­ron escri­tos a fina­les de los años 60 cuan­do aún no se había ini­cia­do el sis­te­má­ti­co ata­que mone­ta­ris­ta y neo­li­be­ral con­tra la juven­tud tra­ba­ja­do­ra y popu­lar, ata­que que se ini­cia­ría en su glo­ba­li­dad en 1973, aun­que con sig­ni­fi­ca­ti­vos ade­lan­tos par­cia­les en algu­nos paí­ses. La recu­pe­ra­ción del poder adul­to, la derro­ta de la olea­da de luchas juve­ni­les a las que se refe­ría R. Vanei­gem fue faci­li­ta­da por la nue­va estra­te­gia repre­so­ra del neo­li­be­ra­lis­mo, uno de cuyos obje­ti­vos cen­tra­les era y sigue sien­do el de gene­ra­li­zar la pasi­vi­dad, la indi­fe­ren­cia y el desin­te­rés polí­ti­co de las masas explo­tas y de su juven­tud. Fue en este mis­mo 1973 cuan­do D. Sibony («De la indi­fe­ren­cia en mate­ria de polí­ti­ca», Locu­ra y socie­dad segre­ga­ti­va, Ana­gra­ma, Bar­ce­lo­na 1976) recu­rrió a la expre­sión «figu­ra del Amo» para mos­trar cómo la nega­ción de la dia­léc­ti­ca entre deseo y polí­ti­ca sólo aca­rrea el desin­te­rés pasi­vo de las masas. Dos déca­das des­pués la figu­ra del Amo toma­ba for­ma en Ber­lus­co­ni, pre­si­den­te elec­to de Ita­lia gra­cias al apo­yo adul­to y en medio de una con­tes­ta­ción juve­nil muy fuerte.
La figu­ra del Amo, la depen­den­cia incons­cien­te hacia la auto­ri­dad pro­tec­to­ra, es tan­to más fuer­te y está más arrai­ga­da en lo pro­fun­do de la estruc­tu­ra psí­qui­ca de masas, en la medi­da en que estas sufren una pre­ca­ri­za­ción cre­cien­te de su exis­ten­cia. Pre­ca­rie­dad y fra­gi­li­dad emo­cio­nal van uni­das. Por esto, el neo­li­be­ra­lis­mo se lan­zó a fra­gi­li­zar los suje­tos socia­les para que no pudie­ran opo­ner resis­ten­cias cohe­ren­tes y estra­té­gi­cas, como demos­tra­ron Julia Vare­la y F. Álva­rez-Uría (Suje­tos frá­gi­les, FCE, Méxi­co 1989). El dile­ma entre tran­qui­li­dad o liber­tad se ha agu­di­za­do con la fra­gi­li­dad cre­cien­te de la vida social. Un ser social frá­gil opta­rá por la tran­qui­li­dad en detri­men­to de la liber­tad. La fra­gi­li­dad es inse­pa­ra­ble de la inse­gu­ri­dad exis­ten­cial, del mie­do, de la ansie­dad y de la angus­tia coti­dia­na, y es por esto que amplias fran­jas socia­les sacri­fi­can sus liber­ta­des para dis­po­ner de mayor segu­ri­dad poli­cial y judi­cial que tran­qui­li­ce su vida y expul­se de ella la inse­gu­ri­dad y todas las for­mas de temor.
G. Kess­ler (El sen­ti­mien­to de inse­gu­ri­dad, Siglo XXI, Argen­ti­na 2009) ha estu­dia­do el pro­ce­so de cons­truc­ción des­de el poder de la inse­gu­ri­dad colec­ti­va en Argen­ti­na, aun­que sus tesis son de apli­ca­ción gene­ral en lo bási­co, des­cu­brien­do que «los jóve­nes apa­re­cen en gene­ral como el gru­po más vic­ti­mi­za­do y el que menos temor expre­sa, mien­tras que con los adul­tos mayo­res suce­de lo con­tra­rio». El autor sos­tie­ne que el con­cep­to de vul­ne­ra­bi­li­dad es deci­si­vo para com­pren­der la inse­gu­ri­dad adul­ta, y en espe­cial la de las muje­res jóve­nes ante el ries­go de vio­len­cia sexual en cual­quie­ra de sus for­mas y ante el tra­to que reci­bi­rán si la denun­cian. Fra­gi­li­dad, inse­gu­ri­dad y vul­ne­ra­bi­li­dad pre­sio­nan fuer­te­men­te para sacri­fi­car la liber­tad a favor de la dura ley tran­qui­li­za­do­ra. En la medi­da en que la juven­tud opta por la liber­tad es mar­gi­na­li­za­da, per­se­gui­da y criminalizada.
La fra­gi­li­dad del suje­to juve­nil obre­ro y popu­lar es una nece­si­dad impe­rio­sa de todo capi­ta­lis­mo y en espe­cial del con­tem­po­rá­neo. O. Jones (CHAVS. La demo­ni­za­ción de la cla­se obre­ra, Capi­tán Swing, Madrid 2012) ha estu­dia­do cómo la demo­ni­za­ción del pro­le­ta­ria­do pasa inevi­ta­ble­men­te por el ata­que a su juven­tud, cri­mi­na­li­zán­do­la y mar­gi­na­li­zán­do­la lo más posi­ble, con­de­nán­do­la al paro y al sub­em­pleo estruc­tu­ral en barria­das des­in­dus­tria­li­za­das podri­das por el nar­co­ca­pi­ta­lis­mo sos­pe­cho­sa­men­te intro­du­ci­do en masa y ape­nas per­se­gui­do por la poli­cía. Y en medio de este con­tex­to, echán­do­la de sus zonas de vida coti­dia­na, de don­de ha cre­ci­do y en don­de se ha for­ma­do colec­ti­va­men­te: es decir, des­arrai­gán­do­la inter­na y exter­na­men­te, con­de­nán­do­la al noma­dis­mo urbano a la bús­que­da de un empre­sa­rio que les explo­te en un trabajo-basura.
El tér­mino de noma­dis­mo urbano juve­nil tam­bién es emplea­do por G. Stan­ding (El pre­ca­ria­do, Pasado&Presente, Bar­ce­lo­na 2013), cuan­do ana­li­za quie­nes son los colec­ti­vos con­cre­tos que sufren con mayor daño la pre­ca­ri­za­ción cre­cien­te. Sos­tie­ne con razón que en pri­mer lugar son las muje­res y en gene­ral todas las per­so­nas que de un modo u otro ven pro­fun­da­men­te cam­bia­das sus con­di­cio­nes de exis­ten­cia coti­dia­na, inclui­das las sexua­les y afec­ti­vas, la mas­cu­li­ni­dad en el caso de los hom­bres. Sobre la juven­tud dice que si bien siem­pre se ha incor­po­ra­do al tra­ba­jo en una situa­ción pre­ca­ria, en la actual fase capi­ta­lis­ta la pre­ca­ri­za­ción y la fle­xi­bi­li­za­ción son mucho más lar­gas que lo reque­ri­do para for­mar­se en el tra­ba­jo, yen­do uni­das a peo­res con­di­cio­nes sala­ria­les y socia­les: «los jóve­nes se resien­ten de la inse­gu­ri­dad», de la fra­gi­li­dad de sus con­di­cio­nes de malvivencia.
3. Sur­gi­mien­to del con­cep­to de poder adulto
Una de las pri­me­ras veces en las que se uti­li­zó de mane­ra no sis­te­má­ti­ca el tér­mino de «poder adul­to», que noso­tros sepa­mos, fue jus­to a fina­les de los años 90 y comien­zos del siglo XXI duran­te unas refle­xio­nes en sec­to­res de la izquier­da inde­pen­den­tis­ta vas­ca, sien­do a fina­les de febre­ro de 2001 cuan­do este con­cep­to apa­re­ce ya explí­ci­ta­men­te teo­ri­za­do en un lar­go tex­to sobre Poder adul­to, pren­sa de ocu­pa­ción e inde­pen­den­cia juve­nil a libre dis­po­si­ción en inter­net. En esta épo­ca se deba­tía sobre un con­jun­to de pro­ble­mas que afec­ta­ban cada vez más a la juven­tud vas­ca, como fue el ata­que a la juven­tud gas­teiz­ta­rra ana­li­za­do en el tex­to Gaz­tetxe de Gas­teiz y poder adul­to, de agos­to de 2001, tam­bién dis­po­ni­ble en internet.
Al final de los años 90 se endu­re­ció aún más la repre­sión, el Esta­do adap­tó su doc­tri­na repre­si­va para «movi­li­zar a la socie­dad civil», a la «ciu­da­da­nía demo­crá­ti­ca» con­tra la izquier­da inde­pen­den­tis­ta, reac­ti­van­do gru­pos fas­cis­tas; eran tiem­pos en los que nue­vas for­mas de dro­ga­dic­ción gol­pea­ban a la juven­tud a la vez que la recien­te implo­sión de la URSS y el auge eco­nó­mi­co espu­rio del ladri­lla­zo, el dine­ro bara­to y la espe­cu­la­ción finan­cie­ra pare­cían haber aca­ba­do defi­ni­ti­va­men­te con lo «peor» del capi­ta­lis­mo para que­dar defi­ni­ti­va­men­te sólo lo supues­ta­men­te «bueno» de este sis­te­ma explo­ta­dor. Todo ello en un con­tex­to ideo­ló­gi­co de fla­tui­dad inte­lec­tual, de bana­li­dad y sno­bis­mo super­fi­cia­les aupa­dos sobre las modas post, sobre la fácil pala­bre­ría post-moder­nis­ta, post-mar­xis­ta, post-estructuralista.
Den­tro de esta coyun­tu­ra que muchos creían que era el defi­ni­ti­vo con­tex­to de lo que se empe­za­ba a deno­mi­nar «post-capi­ta­lis­mo» basa­do en la «eco­no­mía cog­ni­ti­va» e «inma­te­rial», pare­cía de locu­ra alu­ci­na­da empe­zar a estu­diar qué era el poder adul­to y qué fun­ción cla­ve juga­ba en la explo­ta­ción capi­ta­lis­ta. Con­vie­ne recor­dar lo que suce­dió des­pués, a comien­zos del siglo XXI, con la arre­me­ti­da impe­ria­lis­ta tras el 11‑S de 2001 – dise­ña­da con ante­rio­ri­dad a esta fecha, no hay que olvidarlo‑, con las ile­ga­li­za­cio­nes de los movi­mien­tos y par­ti­dos aber­tza­les, con la pro­lon­ga­da eufo­ria bur­gue­sa por las sobre­ga­nan­cias finan­cie­ras, con la vic­to­ria de Zapa­te­ro en 2004, con la heca­tom­be defi­ni­ti­va­men­te des­en­ca­de­na­da en 2007, etcétera.
Mien­tras que en sec­to­res del inde­pen­den­tis­mo vas­co se debi­li­ta­ba la lar­ga y fruc­tí­fe­ra tra­di­ción del deba­te orga­ni­za­do, fuer­zas revo­lu­cio­na­rias inter­na­cio­na­les, algu­nas de ellas inte­gra­das en el Movi­mien­to Con­ti­nen­tal Boli­va­riano bajo la influen­cia de pen­sa­do­res como Nar­ci­so Isa Con­de y otros, recu­pe­ra­ron este impres­cin­di­ble con­cep­to. Tam­bién fue deba­ti­do en pue­blos opri­mi­dos por el Esta­do espa­ñol como Gali­za y Paï­sos Cata­lans, lo que hizo que en 2010 se redac­ta­se un resu­men de lo refle­xio­na­do has­ta enton­ces, Poder adul­to y eman­ci­pa­ción juve­nil dis­po­ni­ble en inter­net, tex­to que fue la base para otro encuen­tro en 2014. Por fin, des­pués de tre­ce años ha vuel­to a deba­tir­se en Iru­ñea, la capi­tal de Eus­kal Herria, en mar­zo pasa­do, y sólo muy recien­te­men­te un pres­ti­gio­so colec­ti­vo dedi­ca­do a la inves­ti­ga­ción y deba­te teó­ri­co-polí­ti­co, y a la divul­ga­ción peda­gó­gi­ca de sus con­clu­sio­nes, ha deci­di­do vol­ver sobre la actua­li­dad del poder adul­to. Algo es algo.
Era nece­sa­rio este rápi­do repa­so por­que no es lo mis­mo hablar del poder adul­to en la Eus­kal Herria de 1998 – 2001 que en la actual, y menos aún es lo mis­mo hacer­lo en las nacio­nes y cla­ses explo­ta­das aho­ra por la bur­gue­sía espa­ño­la. Los tres lus­tros trans­cu­rri­dos se carac­te­ri­zan por un empeo­ra­mien­to bru­tal, inmi­se­ri­cor­de, de las con­di­cio­nes de vida de la juven­tud tra­ba­ja­do­ra y popu­lar. Sien­do el mis­mo poder adul­to en su natu­ra­le­za, algu­nas de sus carac­te­rís­ti­cas inter­nas y muchas de sus for­mas exter­nas se están trans­for­man­do rápi­da­men­te para rea­li­zar mejor su función.
Sin embar­go, como hemos dicho arri­ba, la mayor par­te de la izquier­da aber­tza­le, su gran mayo­ría, no es cons­cien­te del poder real con­tro­la­dor y repre­sor del poder adul­to-bur­gués. Hoy por hoy, la izquier­da aber­tza­le ape­nas lucha con­tra este ins­tru­men­to de opre­sión por­que des­co­no­ce no solo lo que es el poder adul­to en sí mis­mo a lo lar­go de la his­to­ria, sino que ni siquie­ra tie­ne con­cien­cia de que exis­te como tal. Sola­men­te colec­ti­vos y movi­mien­tos muy loca­li­za­dos y rela­ti­va­men­te peque­ños man­tie­nen la lucha teó­ri­ca y prác­ti­ca con­tra par­tes pre­ci­sas del poder adul­to, como la sexua­li­dad patriar­co-bur­gue­sa y su vio­len­cia terro­ris­ta, pero ape­nas con­tra la fami­lia auto­ri­ta­ria, pie­za cla­ve del poder adul­to; tam­po­co se man­tie­ne una lucha radi­cal con­tra el sis­te­ma edu­ca­ti­vo adul­to, y menos aún con­tra la ideo­lo­gía patro­nal que, según vere­mos, en el com­po­nen­te deci­si­vo del cemen­to ideo­ló­gi­co del poder adulto.
Hemos de insis­tir en que a pesar de haber trans­cu­rri­do muchos siglos des­de las luchas juve­ni­les en la Anti­güe­dad, y de que aho­ra esta­mos en otro modo de pro­duc­ción muy dife­ren­te al escla­vis­ta, sien­do esto cier­to no lo es menos que exis­ten tres gran­des cons­tan­tes bási­cas que se man­tie­nen a pesar de los cam­bios: una, la efi­caz per­vi­ven­cia adap­ta­ti­va del poder adul­to; dos, sus cone­xio­nes con el poder patriar­cal, dota­do de la mis­ma capa­ci­dad adap­ta­ti­va; y tres, la efi­ca­cia de ambos para movi­li­zar gran­des fuer­zas reac­cio­na­rias y repre­si­vas vol­ca­das en pri­me­ra ins­tan­cia con­tra la juven­tud y con­tra la mujer, pero tam­bién con­tra el con­jun­to de las cla­ses tra­ba­ja­do­ras. A lo lar­go de los suce­si­vos modos de pro­duc­ción, tan­to el patriar­ca­do como el poder adul­to han sabi­do recu­pe­rar­se de sus derro­tas par­cia­les, inclu­so han sabi­do adap­tar­se a y sub­su­mir­se en los nue­vos modos de pro­duc­ción. De hecho dos de los más fia­bles indi­ca­do­res de que un pro­ce­so revo­lu­cio­na­rio empie­za a pudrir­se en sus pro­pias entra­ñas es la recu­pe­ra­ción del poder patriar­cal y adulto.
4. Qué es el poder adulto
En el tex­to cita­do arri­ba ‑Poder adul­to, pren­sa de ocu­pa­ción e inde­pen­den­cia juve­nil- se ofre­ce una defi­ni­ción que sigue sien­do váli­da y que vamos a inten­tar com­ple­tar con este aña­di­do: el poder adul­to es el con­jun­to vas­to, ten­ta­cu­lar y gene­ral­men­te invi­si­ble de rela­cio­nes de poder median­te el cual la cla­se domi­nan­te, geron­to­crá­ti­ca por lo común, cas­tra el poten­cial eman­ci­pa­dor y crea­ti­vo que late en la juven­tud, con­vir­tién­do­la en una masa amor­fa, mani­pu­la­da y pasi­va en su gran mayo­ría, mar­gi­nan­do y cri­mi­na­li­zan­do a la mino­ría no manipulable.
La mar­gi­na­ción de esta mino­ría se logra median­te deter­mi­na­das tác­ti­cas como el empo­bre­ci­mien­to y la pre­ca­ri­za­ción, con el paro juve­nil per­ma­nen­te; con la dro­go­de­pen­den­cia como arma de exter­mi­nio bio­ló­gi­co y enclaus­tra­mien­to car­ce­la­rio, lo que ofi­cial­men­te se deno­mi­na «delin­cuen­cia social»; con la poten­cia­ción de modas, cos­tum­bres y «tri­bus» que bus­can que­dar­se fue­ra de la vida social bur­gue­sa, modas a las que se les tole­ran sus gue­tos por­que en reali­dad son fun­cio­na­les a la repro­duc­ción del sis­te­ma adul­to capitalista.
La cri­mi­na­li­za­ción tam­bién afec­ta a áreas de la mar­gi­na­li­dad juve­nil, y cada vez más, pero ope­ra sobre todo con­tra los colec­ti­vos juve­ni­les que avan­zan en su con­cien­cia revo­lu­cio­na­ria y en su auto­or­ga­ni­za­ción al mar­gen de la «izquier­da» refor­mis­ta que ha inte­rio­ri­za­do bue­na par­te de los fun­da­men­tos adul­tos. El poder adul­to va amplian­do el pro­ce­so que va des­de el con­trol social a la repre­sión pasan­do por la vigi­lan­cia en la medi­da en que más y más sec­to­res juve­ni­les se eman­ci­pan de la alie­na­ción que sufren, se orga­ni­zan y se suman a las luchas exis­ten­tes, y muy espe­cial­men­te abren fren­tes de lucha espe­cí­fi­ca­men­te juve­ni­les. Como vere­mos, el poder adul­to dis­po­ne de sofis­ti­ca­dos medios de con­trol social para detec­tar lo antes posi­ble los pri­me­ros sig­nos de males­tar y rebel­día juvenil.
La mar­gi­na­ción y cri­mi­na­li­za­ción de la juven­tud tra­ba­ja­do­ra y popu­lar van en aumen­to por­que es el úni­co recur­so que tie­ne el capi­ta­lis­mo para impe­dir que el males­tar juve­nil obje­ti­vo que nace del impre­sio­nan­te des­em­pleo, sub­em­pleo, empo­bre­ci­mien­to, pre­ca­ri­za­ción, fal­ta de pers­pec­ti­vas de futu­ro, pro­lon­ga­ción de la vida en el domi­ci­lio pater­nal en estas con­di­cio­nes con los efec­tos que ello aca­rrea, incre­men­to de la repre­sión sexual, etcé­te­ra, avan­ce has­ta plas­mar­se en con­cien­cia sub­je­ti­va, revo­lu­cio­na­ria. En estas con­di­cio­nes, el poder adul­to acti­va todos sus ins­tru­men­tos de con­trol, vigi­lan­cia y repre­sión, de alie­na­ción e inclu­so de ofer­ta de fal­sas alter­na­ti­vas que úni­ca­men­te favo­re­cen al sistema.
Come­te­mos un serio error con gra­ves con­se­cuen­cias polí­ti­cas si menos­pre­cia­mos la capa­ci­dad de con­trol y alie­na­ción del poder adul­to sobre todo en situa­cio­nes de cri­sis, su capa­ci­dad de adap­tar­se en algu­nas cues­tio­nes mien­tras que en otras prac­ti­ca una repre­sión selec­ti­va con­tra los sec­to­res más con­cien­cia­dos o inclu­so más amplia como en las repre­sio­nes de mani­fes­ta­cio­nes y actos y las deten­cio­nes inten­cio­na­das o alea­to­rias de par­ti­ci­pan­tes, o en la dis­ci­pli­na labo­ral con el des­pi­do ful­mi­nan­te en el tra­ba­jo sub­mer­gi­do, o en el tra­ba­jo legal con sus con­tra­tos-basu­ra que el explo­ta­dor pue­de res­cin­dir con cual­quie­ra de las miles de excu­sas que le per­mi­te la ley.
El poder adul­to ha crea­do una espe­cie de bur­bu­ja fle­xi­ble en gra­do sumo que impi­de a la mayo­ría de la juven­tud crear por ella mis­ma una visión de futu­ro que no sea la bur­gue­sa, de for­ma que muchos jóve­nes enve­je­cen socio­po­lí­ti­ca y éti­ca­men­te antes de ser adul­tos por­que ha sido cas­tra­do su poten­cial para auto­or­ga­ni­zar­se y crear una visión no adul­ta. El adul­to, dicho a gran­des ras­gos, no se carac­te­ri­za por su edad sino por su apa­tía e indi­fe­ren­cia inte­lec­tual y crea­ti­va, por su inca­pa­ci­dad siquie­ra de ima­gi­nar el poten­cial de la heu­rís­ti­ca, cua­li­dad impres­cin­di­ble para la eman­ci­pa­ción huma­na. El adul­to no pien­sa en base a la rela­ción pre­sen­te-futu­ro sino sólo en la de pasa­do-pre­sen­te, a lo sumo lle­ga a ima­gi­nar el futu­ro como el pre­sen­te con­ti­nuo mejo­ra­do en sus for­mas pero into­ca­ble en su iden­ti­dad eter­na. Lo nue­vo des­qui­cia y ate­mo­ri­za al adul­to por­que lo vie­jo es la esen­cia de su presente.
La malea­ble fle­xi­bi­li­dad de la bur­bu­ja que enve­je­ce en vida a la juven­tud adquie­re tan­tas for­mas como nece­si­da­des ten­ga el poder adul­to para repro­du­cir­se. Des­de las amplias liber­ta­des con­su­mis­tas de la juven­tud bur­gue­sa has­ta las modas inte­lec­tua­les que dis­traen a la juven­tud «inquie­ta», pasan­do por la gris y ano­di­na vida dia­ria de la masa juve­nil tra­ba­ja­do­ra que deam­bu­la como un zom­bi en un mun­do que no entien­de pero que lo ve como el úni­co posi­ble pese a sufrir­lo. Atra­pa­da en este uni­ver­so cerra­do, asfi­xian­te e incom­pren­si­ble el grue­so de la juven­tud cree que las alter­na­ti­vas posi­bles son las que el sis­te­ma adul­to le ofre­ce, sean lega­les, ale­ga­les o ile­ga­les. Por si fue­ra poco, en muchos casos el sis­te­ma sue­le mos­trar com­pren­sión y tole­ran­cia con los «des­li­ces juve­ni­les» pro­du­ci­dos de esa «enfer­me­dad que se cura con el tiem­po» que se iden­ti­fi­ca con «el acné juve­nil» de la juven­tud «fogo­sa e inex­per­ta», que «sen­ta­rá cabe­za» con los años, pues todos los adul­tos la hemos sufri­do inclu­so con algu­na «año­ran­za»: «¡si tuvie­ra trein­ta años menos!».
Aho­ra bien, en la medi­da en que las con­tra­dic­cio­nes del capi­ta­lis­mo des­tro­zan la nor­ma­li­dad idí­li­ca y fic­ti­cia, mul­ti­pli­can­do las ten­sio­nes e injus­ti­cias, en esta medi­da tien­den a aumen­tar los gru­pos juve­ni­les crí­ti­cos. Sola­men­te cuan­do se lle­ga a este pun­to de ebu­lli­ción social pode­mos estu­diar seria­men­te cómo fun­cio­na el poder adul­to por­que del mis­mo modo en que solo la cri­sis sis­té­mi­ca des­cu­bre qué es el capi­ta­lis­mo, tam­bién solo la crí­ti­ca prác­ti­ca juve­nil des­cu­bre qué es el poder adul­to. En reali­dad, el nivel de mal­vi­ven­cia de la juven­tud obre­ra y popu­lar empe­zó a dete­rio­rar­se bas­tan­te antes de la cri­sis de 2007, pero era un empeo­ra­mien­to ape­nas visi­ble aun­que real, por lo que muy pocos colec­ti­vos juve­ni­les y toda­vía menos de los adul­tos de izquier­da, levan­ta­ron la voz con­tra el ata­que capitalista.
5. Cómo fun­cio­na el poder adulto
El poder adul­to capi­ta­lis­ta fun­cio­na en estre­cha cone­xión con otros pode­res bur­gue­ses, y man­tie­ne rela­cio­nes de auto­no­mía rela­ti­va con res­pec­to al Esta­do. Sin­te­ti­zán­do­lo mucho, los otros pode­res que refuer­zan al adul­to son: el patriar­cal, el edu­ca­ti­vo e ideo­ló­gi­co, el reli­gio­so, el labo­ral-empre­sa­rial y el esta­tal, que es en reali­dad el cen­tra­li­za­dor estra­té­gi­co de todos ellos. El Esta­do es a la vez el pun­to de bóve­da y la pie­dra basal del sis­te­ma en su conjunto.
Hay que decir que estos pode­res o sub-pode­res con­cre­tos están inte­gra­dos en el sis­te­ma total de domi­na­ción, opre­sión y explo­ta­ción capi­ta­lis­ta, un sis­te­ma cua­li­ta­ti­va­men­te supe­rior que englo­ba y dota de sen­ti­do a los sub-pode­res cita­dos, inte­gra­dos en el poder de cla­se del capi­tal. No son, ni pue­den ser­lo, sis­te­mas de explo­ta­ción inde­pen­dien­tes y aje­nos a la lógi­ca de la acu­mu­la­ción amplia­da del capi­tal: es esta la que le deter­mi­na estruc­tu­ral­men­te en las gran­des líneas de evo­lu­ción, y nun­ca a la inversa.
En sen­ti­do gene­ral, la inter­ac­ción per­ma­nen­te entre poder adul­to capi­ta­lis­ta y sis­te­ma patriar­co-bur­gués es deci­si­va para garan­ti­zar la pro­duc­ción de fuer­za de tra­ba­jo ade­cua­da a las nece­si­da­des pro­duc­ti­vas. Inclu­so cuan­do se rom­pen las uni­da­des fami­lia­res por divor­cio de los padres, o por cual­quier otra razón, que­dán­do­se hijas e hijos bajo la auto­ri­dad de las madres, inclu­so en estos casos no des­apa­re­ce del todo el poder patriar­cal den­tro del poder adul­to al ser sus­ti­tui­do por el poder mater­nal libre ya de la inso­por­ta­ble pre­sen­cia del padre. Y no des­apa­re­ce del todo por­que el sis­te­ma patriar­co-bur­gués es una fuer­za social obje­ti­va pro­fun­da­men­te ancla­da en la estruc­tu­ra psí­qui­ca domi­nan­te, en la ideo­lo­gía y en la cul­tu­ra domi­nan­tes, y por des­gra­cia tam­bién en muchas muje­res. Tam­po­co debe­mos olvi­dar que alre­de­dor de esas «nue­vas fami­lias» uni­pa­ren­ta­les feme­ni­nas, en su círcu­lo envol­ven­te, domi­na abru­ma­do­ra­men­te el sis­te­ma patriarcal.
La ins­ti­tu­ción fami­liar no pue­de ser defi­ni­da al mar­gen del modo de pro­duc­ción exis­ten­te en ese momen­to, y al mar­gen de las ideas polí­ti­cas, socia­les, reli­gio­sas, eco­nó­mi­cas de los padres y madres que diri­gen esa fami­lia en la medi­da de sus posi­bi­li­da­des. La fami­lia del comu­nis­mo pri­mi­ti­vo era total­men­te dife­ren­te a la fami­lia capi­ta­lis­ta, lo mis­mo que lo han sido las de los modos tri­bu­ta­rios, escla­vis­ta y feu­dal. En las socie­da­des basa­das en la pro­pie­dad pri­va­da de las fuer­zas pro­duc­ti­vas, la fami­lia es uno de los ele­men­tos cla­ves en la repro­duc­ción de esa for­ma injus­ta de pro­pie­dad, injus­ta y opro­bio­sa; pero en estos modos de pro­duc­ción explo­ta­do­res tam­bién exis­ten algu­nas fami­lias no auto­ri­ta­rias, fami­lias que se enfren­tan a la opre­sión, que inten­tar edu­car una juven­tud pro­gre­sis­ta y revolucionaria.
Aun­que el poder edu­ca­ti­vo e ideo­ló­gi­co está dado en la esen­cia mis­ma del poder adul­to y patriar­cal en todas las épo­cas, aho­ra nos refe­ri­mos tan­to a los apa­ra­tos esta­ta­les y para­es­ta­ta­les, con todas sus gamas inter­me­dias, de edu­ca­ción e ideo­lo­gía, como a las empre­sas peque­ñas o gran­des de la indus­tria cul­tu­ral con sus intere­ses empre­sa­ria­les pro­pios, inclui­dos los nego­cios reli­gio­sos de dro­ga­dic­ción espi­ri­tual. En este mar­co de aná­li­sis, por edu­ca­ción enten­de­mos el pro­ce­so inaca­ba­ble de adoc­tri­na­mien­to en los valo­res de la civi­li­za­ción del capi­tal, que es más que en los valo­res del modo de pro­duc­ción capi­ta­lis­ta. Dado que la civi­li­za­ción es la sín­te­sis social de un modo de pro­duc­ción, los valo­res de los sub-pode­res que faci­li­tan su repro­duc­ción amplia­da ‑adul­to, patriar­cal, edu­ca­ti­vo, reli­gio­so, etcé­te­ra,- son tam­bién com­po­nen­tes de esa sín­te­sis, de esa civi­li­za­ción. Aho­ra bien, lo fun­da­men­tal des­de la pers­pec­ti­va his­tó­ri­ca no es la civi­li­za­ción en sí sino la matriz social que ase­gu­ra inter­na­men­te la repro­duc­ción del modo de pro­duc­ción, en nues­tro caso el capi­ta­lis­ta. Pues bien, el sis­te­ma edu­ca­ti­vo-ideo­ló­gi­co bur­gués se entron­ca en la matriz social capi­ta­lis­ta median­te la dia­ria e invi­si­ble efec­ti­vi­dad del poder adul­to refor­za­do por el poder patriarcal.
Patriar­ca­do, edu­ca­ción e ideo­lo­gía faci­li­tan sobre­ma­ne­ra el ágil desa­rro­llo de la explo­ta­ción empre­sa­rial. El poder adul­to no solo garan­ti­za que la impron­ta de la sumi­sión incons­cien­te al capi­tal arrai­gue férrea­men­te en la estruc­tu­ra psí­qui­ca de las cla­ses y nacio­nes explo­ta­das en los deci­si­vos tiem­pos de la socia­li­za­ción pri­ma­ria, sino que ade­más garan­ti­za lue­go que el orden adul­to tal como lo hemos defi­ni­do arri­ba sea acep­ta­do acrí­ti­ca­men­te como el úni­co posi­ble y razo­na­ble, no como el menos malo de entre varios, sino como el úni­co posi­ble y por tan­to nece­sa­rio e incues­tio­na­ble. La ideo­lo­gía que miti­fi­ca al empre­sa­ria­do y deni­gra al pue­blo tra­ba­ja­dor es uti­li­za­da duran­te la edu­ca­ción infan­til, ado­les­cen­te, juve­nil y adul­ta como la vir­tud en sí mis­ma den­tro de la sín­te­sis social capi­ta­lis­ta, acom­pa­ña­da en esca­lo­nes más bajos por valo­res pre­ca­pi­ta­lis­tas como el sacer­do­cio, la carre­ra mili­tar, la noble­za, hono­res y car­gos de toda índo­le dados con litur­gias feu­da­les y tri­bu­ta­rias, etcétera.
El poder adul­to, ade­más de edu­car a la juven­tud en la supre­ma vir­tud bur­gue­sa, el empre­sa­rio triun­fa­dor, tam­bién se sos­tie­ne en este man­da­to éti­co y axio­ló­gi­co en cuan­to que su exis­ten­cia mis­ma depen­de de la acep­ta­ción de la dic­ta­du­ra del sala­rio, es decir, el poder adul­to sabe que su super­vi­ven­cia depen­de de la explo­ta­ción asa­la­ria­da pre­sen­te y futu­ra, cuan­do la juven­tud deba dejar­se explo­tar o deba bus­car un empre­sa­rio que lo explo­te, acep­tan­do sus leo­ni­nas con­di­cio­nes. Para ase­gu­rar su super­vi­ven­cia, el poder adul­to ha de com­por­tar­se con sus hijos e hijas como un empre­sa­rio espe­cial: exi­gien­do la máxi­ma pro­duc­ti­vi­dad cul­tu­ral y sim­bó­li­ca en los estu­dios y en la vida coti­dia­na para obte­ner más ade­lan­te el máxi­mo sala­rio posible.
Aun­que las hijas e hijos se «inde­pen­di­cen» for­mal­men­te de la uni­dad fami­liar, en la mayo­ría inmen­sa de los casos los lazos de obe­dien­cia paterno-filial per­vi­ven dis­fra­za­dos de «amor filial» capi­ta­lis­ta a los padres. Estos lazos de depen­den­cia afec­ti­va pre­sio­nan para que la hija y el hijo ansíen «triun­far en la vida» y padez­can una sen­sa­ción de «fra­ca­so vital» si no lo logra­ron. La sen­sa­ción de fra­ca­so les lle­va a estos a mul­ti­pli­car las pre­sio­nes sobre sus corres­pon­dien­tes hijos e hijas para que al menos «triun­fen» ellos. Se esta­ble­ce así una cade­na inter­ge­ne­ra­cio­nal de domi­na­ción ideo­ló­gi­ca bur­gue­sa basa­da en la exi­gen­cia de «triun­far en la vida» según el mode­lo empre­sa­rial, o al menos de no «fra­ca­sar».
Mien­tras que los ser­vi­cios públi­cos, los sala­rios dife­ri­dos, la asis­ten­cia social para redu­cir la pobre­za o man­te­ner­la con­ge­la­da, y los sala­rios menos injus­tos, es decir, el key­ne­sia­nis­mo y el mal lla­ma­do Esta­do del bien­es­tar (¿?) han esta­do vigen­tes, en estos dece­nios el poder adul­to ha redu­ci­do el con­te­ni­do eco­nó­mi­co de la fami­lia tra­ba­ja­do­ra, que es una de las tres for­mas de la fami­lia patriar­co-bur­gue­sa como ins­ti­tu­ción cen­tral en la repro­duc­ción capi­ta­lis­ta. Pero con los ata­ques a las con­quis­tas socia­les des­cri­tas, con la pri­va­ti­za­ción gene­ra­li­za­da, la fami­lia tra­ba­ja­do­ra ha de vol­ver a car­gar sobre sí fun­cio­nes eco­nó­mi­cas direc­tas e indi­rec­tas. Lo mis­mo suce­de con la fami­lia peque­ño­bur­gue­sa y de «cla­se media» que deben suplir con su tra­ba­jo domés­ti­co los recor­tes eco­nó­mi­cos y socia­les. Sola­men­te la fami­lia bur­gue­sa pue­de man­te­ner­se libre de estas cargas.
Del mis­mo modo, las nue­vas tareas cul­tu­ra­les, for­ma­ti­vas, de reci­cla­je téc­ni­co y cien­tí­fi­co, de sumi­de­ro y col­chón de las cre­cien­tes frus­tra­cio­nes psi­co­ló­gi­cas, afec­ti­vas y sexua­les cau­sa­das por las for­mas de vida inhe­ren­tes a la finan­cia­ri­za­ción de la socie­dad, estas y otras fun­cio­nes no solo no han des­apa­re­ci­do ni debi­li­ta­do por la cri­sis, sino que se han incre­men­ta­do y en las peo­res con­di­cio­nes ima­gi­na­bles al no dis­po­ner de los recur­sos socia­les públi­cos del key­ne­sia­nis­mo, al aumen­tar la pre­ca­ri­za­ción de la vida, el empo­bre­ci­mien­to, etcé­te­ra. Las fami­lias tra­ba­ja­do­ras son las más gol­pea­das por estos cam­bios que mul­ti­pli­can las ten­sio­nes intra­fa­mi­lia­res tra­di­cio­na­les de una ins­ti­tu­ción como la fami­lia patriar­co-bur­gue­sa, y a la vez aña­den ten­sio­nes nue­vas que sur­gen de las nue­vas for­mas de explo­ta­ción fle­xi­ble gene­ra­li­za­da y muy en espe­cial de la pre­ca­ri­za­ción defi­ni­ti­va de la existencia.
El cris­tia­nis­mo, en su ver­sión cató­li­ca, es un sóli­do ancla­je sim­bó­li­co del poder adul­to. Deci­mos sim­bó­li­co más que mate­rial por­que la len­ta lai­ci­za­ción de la socie­dad va pene­tran­do con ener­van­te len­ti­tud en la vida coti­dia­na de la fami­lia auto­ri­ta­ria, en la que el poder mate­rial de la dro­ga­dic­ción reli­gio­sa va cedien­do. Sin embar­go no des­apa­re­ce su poder sim­bó­li­co que es per­ma­nen­te­men­te refor­za­do por la alian­za Igle­sia-Esta­do. La reli­gión cris­tia­na tie­ne uno de sus mitos más irra­cio­na­les en la Sagra­da Fami­lia patriar­cal, auto­ri­ta­ria, racis­ta y ase­xua­da. Este mito está pro­fun­da­men­te enrai­za­do inclu­so en per­so­nas lai­cas y has­ta agnós­ti­cas con cier­ta cul­tu­ra euro­cén­tri­ca por­que expo­ne uno de los prin­ci­pios fun­da­do­res que la civi­li­za­ción del capi­tal adap­tó y sub­su­mió pro­ce­den­tes de civi­li­za­cio­nes pre­ca­pi­ta­lis­tas, lo que demues­tra su efec­ti­vi­dad en el man­te­ni­mien­to del orden sim­bó­li­co de la fami­lia patriar­cal en la his­to­ria. Sin embar­go en la matriz social capi­ta­lis­ta este mito, como el irra­cio­nal dog­ma de la Vir­gen María, sólo coad­yu­va muy super­fi­cial­men­te a la repro­duc­ción ampliada.
Un ejem­plo de la efec­ti­vi­dad sim­bó­li­ca­men­te cas­tra­do­ra de la irra­cio­na­li­dad de la Sagra­da Fami­lia y de la Vir­gen María lo tene­mos en las resis­ten­cias tena­ces y has­ta faná­ti­cas del poder adul­to y del sis­te­ma patriar­cal a per­mi­tir la libre prác­ti­ca de la sexua­li­dad eman­ci­pa­da de las jóve­nes, infi­ni­ta­men­te más con­tro­la­da que la de los jóve­nes. Las reac­cio­na­rias «aso­cia­cio­nes de padres de fami­lia», apo­ya­das por la alian­za Igle­sia-Esta­do, son sub-pode­res obse­sio­na­dos por mul­ti­pli­car la infe­li­ci­dad y la mise­ria sexo-afec­ti­va de la juven­tud median­te el terror éti­co-moral inhe­ren­te a la liber­ti­ci­da polí­ti­ca anti­se­xual del cris­tia­nis­mo. Y eso que solo nos hemos limi­ta­do a la par­te del con­sen­ti­mien­to por el poder adul­to del ejer­ci­cio segu­ro y libre, cons­cien­te, de la sexua­li­dad juve­nil. La siem­pre tris­te y fre­cuen­te­men­te trá­gi­ca mise­ria sexual y afec­ti­va de la juven­tud ‑abor­tos ile­ga­les, naci­mien­tos no desea­dos, enfer­me­da­des vené­reas, igno­ran­cia del poder libe­ra­dor de la sexua­li­dad, mie­dos pro­fun­dos, cre­cien­te machis­mo juve­nil con tópi­cos falo­cén­tri­cos vio­len­tos y racis­tas, etcé­te­ra- exi­ge de una inten­sa peda­go­gía sexo-afec­ti­va que tam­bién debe rea­li­zar­se en el inte­rior de las fami­lias: ¿cómo reac­cio­na­rá el poder adul­to cuan­do se empie­ce a exi­gir la prác­ti­ca que esta impres­cin­di­ble pedagogía?
6. Juven­tud revo­lu­cio­na­ria e izquier­da adulta
Como adver­tía Lenin, la juven­tud ha de apren­der por sí mis­ma, ha de des­cu­brir ella mis­ma su camino al socia­lis­mo. Los adul­tos sólo pode­mos acon­se­jar­les para que no come­tan los erro­res que noso­tros come­ti­mos, para que los evi­ten y no los repi­tan. Siguien­do este pre­mo­ni­tor y sabio con­se­jo leni­nis­ta, cuyo des­pre­cio ha aca­rrea­do funes­tas con­se­cuen­cias a las izquier­das en sus rela­cio­nes con la juven­tud revo­lu­cio­na­ria, aquí solo ade­lan­ta­mos algu­nas refle­xio­nes crí­ti­cas sobre las rela­cio­nes entre la izquier­da adul­ta y la juven­tud revolucionaria.
Pri­me­ra: la juven­tud ha de pedir cuen­tas al poder adul­to por sus erro­res, cobar­días y pasi­vi­dad, por sus trai­cio­nes en los momen­tos deci­si­vos de lucha en los que los adul­tos aban­do­na­ron, se rin­die­ron o inclu­so cola­bo­ra­ron con el sis­te­ma explo­ta­dor. La juven­tud obre­ra y popu­lar mal­vi­ve hoy debi­do en gran medi­da a la cobar­día, egoís­mo y pasi­vi­dad de sus padres, que no se enfren­ta­ron al sis­te­ma cuan­do este les ata­có, que no lucha­ron por ellos ni por sus hijas e hijos has­ta ven­cer. En los casos en los que sí hubo resis­ten­cia, y fue­ron muchos aun­que des­co­no­ci­dos, la juven­tud ha de saber por qué ape­nas les han con­ta­do aque­llas luchas, sus lec­cio­nes nega­ti­vas y posi­ti­vas, por qué no les han trans­mi­ti­do la memo­ria de lucha y de heroís­mo, y la con­cien­cia que a ella va uni­da. La juven­tud ha de saber que sus madres y padres sufrie­ron derro­tas hon­ro­sas, las que a pesar de todo gene­ran ilu­sión y áni­mo de seguir luchan­do, de trans­mi­tir dig­ni­dad y orgu­llo; mien­tras que las derro­tas des­hon­ro­sas son aque­llas que se pro­du­cen por cobar­día, por egoísmo.
Segun­da: la juven­tud debe gene­rar una con­cien­cia polí­ti­ca y debe luchar con­tra todo apo­li­ti­cis­mo. La polí­ti­ca, en su sen­ti­do revo­lu­cio­na­rio, es la sín­te­sis de la con­cien­cia de liber­tad y de los medios nece­sa­rios para lograr­la. Hay que saber que son las per­so­nas lla­ma­das apo­lí­ti­cas las que deci­den el resul­ta­do últi­mo de todo con­flic­to social, des­de los más peque­ños a los más gran­des, por­que el apo­li­ti­cis­mo es la expre­sión más sibi­li­na e invi­si­ble del poder alie­nan­te de la polí­ti­ca con­tra­rre­vo­lu­cio­na­ria. Pero poli­ti­zar la vida juve­nil es abrir un per­ma­nen­te cam­po de bata­lla en el inte­rior de la coti­dia­nei­dad fami­liar, labo­ral, estu­dian­til, social en su con­jun­to, ya que es cho­car fron­tal­men­te con la polí­ti­ca adul­ta y con su care­ta apo­li­ti­cis­ta. Más tem­prano que tar­de la poli­ti­za­ción juve­nil se enfren­ta­rá a las reac­cio­nes de las fuer­zas «pro­gre­sis­tas» y «sobe­ra­nis­tas» alia­das con la izquier­da revo­lu­cio­na­ria, con la excu­sa de que el radi­ca­lis­mo juve­nil «espan­ta votos», «ale­ja a sec­to­res menos con­cien­cia­dos», divi­de con rei­vin­di­ca­cio­nes «no urgen­tes», etcétera.
Ter­ce­ra: la poli­ti­za­ción de la vida juve­nil ha de girar alre­de­dor de tres ejes bási­cos, como míni­mo: la pro­pie­dad, el poder y el deseo. Los tres con­flu­yen en el cri­te­rio deci­si­vo de inde­pen­den­cia juve­nil del poder adul­to. En la medi­da en que la juven­tud no asu­ma la nece­si­dad de esta inde­pen­den­cia, en esta medi­da nun­ca podrá eman­ci­par­se. Pero lle­va­das a su radi­cal cohe­ren­cia, las tres cues­tio­nan lo esen­cial del poder adul­to: la pro­pie­dad colec­ti­va de la juven­tud sobre sí mis­ma nie­ga la pro­pie­dad capi­ta­lis­ta, adul­ta y patriar­cal; el poder juve­nil revo­lu­cio­na­rio nie­ga el poder esta­tal reac­cio­na­rio que es la for­ma más con­cen­tra­da y deci­si­va del poder adul­to-bur­gués; y el deseo, es decir, la con­cien­cia de liber­tad como nece­si­dad desea­da vital­men­te en pleno sen­ti­do, como deseo de feli­ci­dad y auto­rrea­li­za­ción ple­na, nie­ga el deseo bur­gués basa­do en la renun­cia abier­ta o encu­bier­ta de la feli­ci­dad como ideal de lucha. La polí­ti­ca del deseo juve­nil es el deseo juve­nil de la polí­ti­ca, algo inacep­ta­ble por cual­quier poder adul­to, tam­bién de la izquier­da bio­ló­gi­ca y men­tal­men­te envejecida.
Cuar­ta: la inde­pen­den­cia juve­nil sólo pue­de pen­sar­se, sen­tir­se y desear­se en la lucha mis­ma por con­se­guir­la, pero ello obli­ga a la izquier­da adul­ta a reabrir anti­guos cam­pos de lucha aban­do­na­dos hace tiem­po por­que sólo así pue­de ayu­dar a la juven­tud median­te dos avan­ces: uno, al reabrir aque­llas luchas aban­do­na­das recu­pe­ra una memo­ria teó­ri­ca impres­cin­di­ble que la juven­tud ha de actua­li­zar y enri­que­cer; y otro, hace un nece­sa­rio ejer­ci­cio de auto­crí­ti­ca fren­te a la juven­tud revo­lu­cio­na­ria al reco­no­cer que ella, la izquier­da adul­ta, los ha deja­do de lado por diver­sas razo­nes que debe expli­car. La inago­ta­ble capa­ci­dad juve­nil no pue­de desa­rro­llar­se si des­co­no­ce el pasa­do de lucha de otras orga­ni­za­cio­nes juve­ni­les ante­rio­res, de sus logros, con­quis­tas y derro­tas hon­ro­sas. Los silen­cios y olvi­dos de la izquier­da adul­ta con res­pec­to a lo que hizo cuan­do fue joven for­ta­le­cen al sis­te­ma opre­sor. El silen­cio es reac­cio­na­rio, la ver­dad es revolucionaria.
Quin­ta: la izquier­da adul­ta tie­ne mie­do a la ver­dad en todo lo rela­cio­na­do con la lucha juve­nil aun­que diga apo­yar­la. Lo hace en la medi­da en que esa juven­tud renun­cia a su inde­pen­den­cia y acep­ta una sim­ple auto­no­mía tole­ra­da por la izquier­da adul­ta, cuyo afán ocul­to o abier­to es atar­la a su «apa­ra­to juve­nil» interno, supe­di­ta­do no solo a su buro­cra­cia sino sobre todo a la men­ta­li­dad adul­ta de esa izquier­da. Un pun­to deci­si­va­men­te crí­ti­co en el afán buro­crá­ti­co de suje­ción de la juven­tud es el de la peda­go­gía del dere­cho humano ele­men­tal a la rebe­lión con­tra la injus­ti­cia. Una cons­tan­te de la izquier­da adul­ta es la rela­ti­vi­za­ción de ese dere­cho, o su nega­ción prác­ti­ca con la excu­sa de que ya no es nece­sa­rio el ejer­ci­cio de la rebe­lión, de que la «des­obe­dien­cia civil pací­fi­ca» y las «vías demo­crá­ti­cas» no son las mejo­res vías sino las úni­cas acep­ta­bles. El poder adul­to siem­pre ha nega­do el derecho/​necesidad juve­nil a la rebe­lión, y la izquier­da paci­fis­ta no hace sino refor­zar los efec­tos demo­le­do­res que la renun­cia al dere­cho ele­men­tal a la rebe­lión cau­sa en la con­cien­cia juvenil.
Sex­ta: la izquier­da en pro­ce­so de enve­je­ci­mien­to men­tal y polí­ti­co ha de acep­tar que la insur­gen­cia juve­nil es un nece­sa­rio pro­ce­so com­ple­jo, múl­ti­ple e inter­ac­ti­vo en sus tác­ti­cas varia­das, prác­ti­ca nece­sa­ria para la for­ma­ción de cua­dros revo­lu­cio­na­rios de edad adul­ta pero de men­ta­li­dad joven. Sin insur­gen­cia juve­nil nun­ca se reju­ve­ne­ce­rá la izquier­da que se dice revo­lu­cio­na­ria. Una juven­tud obe­dien­te y men­tal­men­te enve­je­ci­da repro­du­ci­rá los valo­res adul­tos aun­que en su for­ma «demo­cra­ti­cis­ta» pero nun­ca revo­lu­cio­na­ria. La izquier­da debe ayu­dar a la rebel­de eman­ci­pa­ción juve­nil impul­san­do todas aque­llas con­quis­tas socia­les que ace­le­ren su inde­pen­di­za­ción: domi­ci­lios o casas sub­ven­cio­na­das para que las y los jóve­nes rom­pan con la cár­cel de la fami­lia auto­ri­ta­ria y vivan colec­ti­va­men­te, en comu­nas o de cual­quier otra mane­ra. El espa­cio con­vi­ven­cial libre de inge­ren­cias con­tro­la­do­ras siem­pre ha sido una nece­si­dad radi­cal de todas las juven­tu­des ya que es en ese espa­cio libre en el que ella apren­de de sus erro­res y de sus aciertos.
Sép­ti­ma: nun­ca la izquier­da adul­ta ha com­pren­di­do la impor­tan­cia cen­tral de los espa­cios juve­ni­les libres. Una señal alar­man­te de estan­ca­mien­to y retro­ce­so de las revo­lu­cio­nes es la del aumen­to de las res­tric­cio­nes lega­les para crear comu­nas juve­ni­les, o peor la de su clau­su­ra. Estas res­tric­cio­nes van uni­das al len­to o rápi­do res­ta­ble­ci­mien­to del poder patriar­cal y de su fami­lia tra­di­cio­nal, al estan­ca­mien­to o retro­ce­so de las liber­ta­des sexo-afec­ti­vas, artís­ti­cas, cul­tu­ra­les, peda­gó­gi­cas, etc., polí­ti­cas en suma. En la socie­dad capi­ta­lis­ta, la pasi­vi­dad de la izquier­da adul­ta en la con­quis­ta de espa­cios con­vi­ven­cia­les libres se mues­tra en la muy tími­da polí­ti­ca urba­nís­ti­ca, sobre la vivien­da, sobre la pro­pie­dad del sue­lo, sobre la ayu­da a la ini­cia­ti­va juve­nil, etc. La izquier­da ape­nas se atre­ve a inter­ve­nir sobre las vivien­das des­ocu­pa­das con cri­te­rios demo­crá­ti­co-radi­ca­les en bene­fi­cio de la juven­tud y de cual­quier fami­lia o per­so­na nece­si­ta­da. La izquier­da sien­te páni­co cuan­do se le plan­tea racio­na­li­zar con vare­mos demo­crá­ti­co-radi­ca­les el irra­cio­nal mer­ca­do de la vivien­da y el poder de las cons­truc­to­ras y de la banca.

Octa­va:
pero la con­quis­ta de espa­cios con­vi­ven­cia­les libres del poder adul­to direc­to, ade­más de una nece­si­dad impe­rio­sa en sí mis­ma, debe ir acom­pa­ña­da de otra serie de con­quis­tas socio­eco­nó­mi­cas que garan­ti­cen mate­rial­men­te la inde­pen­den­cia juve­nil para poder embar­car­se en expe­rien­cias comu­na­les o de vida en pare­ja, o indi­vi­dual. La dis­po­ni­bi­li­dad de un sala­rio lo menos injus­to posi­ble, segu­ro, etcé­te­ra, es un requi­si­to pre­vio o para­le­lo a la vida colec­ti­va. Del mis­mo modo, la demo­cra­ti­za­ción edu­ca­ti­va y cul­tu­ral, la for­ma­ción sexo-afec­ti­va libre y res­pon­sa­ble, el res­ta­ble­ci­mien­to de las liber­ta­des aho­ra repri­mi­das, los medios de pren­sa juve­nil inter­ac­ti­va y crí­ti­ca, estas y otras nece­si­da­des juve­ni­les urgen­tes deben ser impul­sa­das por la izquier­da. Debe hacer­lo res­pe­tan­do la inde­pen­den­cia juve­nil, pro­po­nien­do y argu­men­tan­do pacien­te­men­te y sobre todo median­te la peda­go­gía del ejem­plo, nun­ca bus­can­do impo­ner y menos aún uti­li­zan­do esas pro­pues­tas como anzue­los para atra­par a jóve­nes intro­du­cién­do­los en el ces­to del «apa­ra­to juve­nil del partido».
Nove­na: la izquier­da debe asu­mir que seme­jan­te cam­bio radi­cal en la inter­ven­ción estra­té­gi­ca le gene­ra­rá ten­sio­nes con fuer­zas «pro­gre­sis­tas» alia­das con las que tie­ne pac­tos elec­to-ins­ti­tu­cio­na­les que, según se dice, exi­gen cier­ta «mode­ra­ción en el dis­cur­so». Lle­ga­dos a un nivel pre­ci­so de acción polí­ti­ca sis­te­má­ti­ca en ayu­da a la lucha juve­nil, la izquier­da debe ser cons­cien­te del dile­ma al que se enfren­ta: o eman­ci­pa­ción juve­nil o votos adul­tos. Del mis­mo modo toda opción incon­di­cio­nal por el gra­dua­lis­mo elec­to-ins­ti­tu­cio­nal y pací­fi­co siem­pre ter­mi­na ante el dile­ma entre lucha de cla­ses o voto refor­mis­ta, lucha inde­pen­den­tis­ta o voto auto­no­mis­ta, lucha anti­pa­triar­cal o voto patriar­cal, lucha de masas en la calle o voto ins­ti­tu­cio­na­lis­ta, etcé­te­ra, del mis­mo modo en que este dile­ma ter­mi­na sur­gien­do, otro tan­to ocu­rre en el apo­yo a la eman­ci­pa­ción juve­nil. La izquier­da pue­de inten­tar torear, sor­tear el dile­ma con opor­tu­nas manio­bras tác­ti­cas pero al final le será impo­si­ble man­te­ner esa cal­cu­la­da ambigüedad.
Y déci­ma, la juven­tud revo­lu­cio­na­ria tie­ne la vir­tud de la cohe­ren­cia, de la sin­ce­ri­dad y de la ver­dad. Cual­quier izquier­da que mani­pu­le, ter­gi­ver­se, pos­pon­ga u ocul­te el ejer­ci­cio prác­ti­co de la ver­dad abri­rá un abis­mo inson­da­ble entre ella y la juven­tud mili­tan­te. Algu­nas lo hicie­ron hace tiem­po y por eso han des­apa­re­ci­do o están en pro­ce­so de des­gua­ce. Otras lo aca­ban de abrir y no pare­cen dis­pues­tas a corre­gir ese error suicida.

Iña­ki Gil de San Vicente

Eus­kal Herria, 31 de mar­zo de 2014 

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