Viniendo hacia este foro, en el aeropuerto de Tocumen, en Panamá, vi una escena que me llamó poderosamente la atención. Un grupo de pasajeros estaban cercados por las mismas cintas que se utilizan para organizar las colas en las terminales aéreas, varias guardias de seguridad los vigilaban y quienes entraban al espacio aislado debían volver a atravesar el control de rayos X por el que ya habían pasado todos los pasajeros al terminar de chequear su boleto o al abordar un vuelo anterior.
Preocupado por el destino de los habitantes temporales de aquel estabulamiento, vi las cinco letras que hicieron para mi claro y divertido a la vez aquel performance. “Miami”, decía en el monitor colocado junto a la puerta cuasi celestial que debían atravesar los elegidos. Para confirmar mis sospechas pregunté a una de las personas que vigilaba, si como yo pensaba esos pasajeros eran tratados así porque viajaban a Estados Unidos y ante la respuesta afirmativa, yo reí, reí sonora y retadoramente, con una risa tal vez comprensible sólo para un cubano.
Es que es desde Miami de donde procedían cuatro personas que hace apenas dos semanas fueron detenidos en Cuba mientras preparaban actos terroristas, en la continuación de una saga que ha costado miles de vidas pero que los medios suelen ignorar cuando anuncian que es el gobierno de Estados Unidos el que declara al de La Habana patrocinador del terrorismo.
Pero eso no existe ni como información ni como ficción. Cuando, ya en vuelo, el estabulamiento sea convertido en adoctrinamiento, las películas serán como Jack Ryan: Operación sombra que nos cuenta cómo la CIA salva al mundo de una conspiración terrorista para destruir el dólar, orquestada por rusos tan torpes y alcohólicos que hasta se dejan robar la billetera, u Operación monumento, donde el ejército que hace pocos años destruyó el Museo de Bagdad protagoniza el rescate de joyas del arte universal en manos de los nazis.
Con propaganda, vigilancia redoblada y guerras de cuarta generación el imperio quiere tener a los bárbaros controlados y lejos de sus fronteras. Lo que hemos visto suceder en Ucrania, lo que es buscado insistentemente en Venezuela, ha sido y es intentado en Cuba por el gobierno de Estados Unidos, con el desplifarro de miles de millones de dólares, desde hace más de cincuenta y cinco años. El entrenamiento y financiamiento de terroristas, las transmisiones ilegales de radio y televisión, y la construcción con dinero de una “oposición” interna ha antecedido al uso de Internet con el mismo objetivo y a recientes operaciones ‑dadas a conocer por la prensa estadounidense- que utilizan las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones en su estrategia de “cambio de régimen” para Cuba.
Para un cubano pudiera parecer demasiado insistir en ello pero el desconocimiento y asombro que he encontrado aquí sobre el tema me obligan a narrar las últimas noticias de una guerra aparentemente interminable.
Justo cuando las revelaciones del ex analista de inteligencia Edward Snowden siguen desenmascarando el uso que hace Estados Unidos de las comunicaciones globales con fines de espionaje y control, la agencia de noticias Associated Press (AP) sacó a la luz un programa conocido como ZunZuneo y financiado por la Agencia de Estados Unidos para la Ayuda al Desarrollo (USAID), que creó una red de usuarios en Cuba a través de telefonía móvil con el objetivo de provocar una situación similar a las llamadas “primaveras árabes” Aunque tanto los portavoces de la Casa Blanca como del Departamento de Estado y el director de la USAID han negado el carácter ilegal, secreto y político de ZunZuneo, sucesivas revelaciones de AP han dado a conocer la creación de empresas pantallas en terceros países para gestionar ZunZuneo, el robo de la base de datos de usuarios de la operadora de telecomunicaciones cubana ETECSA, la clasificación de los usuarios por sus actitudes políticas y una reunión del Vice Presidente Joe Biden con varias personas vinculadas al programa.
A raíz de estas revelaciones, salieron a la luz otros programas similares contra Cuba como Piramideo y Commotion –este último revelado por The New York Times- que la USAID ensayó en Túnez. El escándalo ha sido grande, pero con la excepción de TeleSUR, el diario mexicano La Jornada y el argentino Página 12, pocos medios de prensa latinoamericanos han profundizado o publicado análisis sobre el tema.
Lo que sí abunda en los grandes medios del continente son textos atacando a Cuba, en consonancia con otra revelación del periodista estadounidense Tracey Eaton, probando que entre el 2012 y el 2014 EE.UU. destinó más de medio millón de dólares a pagar periodistas en América Latina y España con ese fin.
Un dinero que se suma al que la gran prensa dedica a pagar columnistas o blogueros que, desde dentro de Cuba, sean coherentes con la campaña que interesa a Washington. Estos tienen la misión de dar color, con su testimonio interesado, a la realidad que el bloqueo económico, la persecución y multas a los bancos y empresas que negocian con la Isla buscan crear, siempre presentada en sus efectos pero jamás en sus causas.
Así, ninguno de los informadores asesinados en el último medio siglo en América Latina es cubano pero es a muy selectos nacidos en la Isla, a quienes medios del continente dan el privilegio ‑muy bien pagado- de explicar lo que ocurre a su alrededor. Y para que no haya casualidad un ex oficial de la CIA, nombrado Dan Gabriel, con experiencia en Iraq y Afganistán, fue contratado para organizar periodistas en Cuba que le deben suministrar cinco noticias semanales que coincidan con la visión que Washington necesita imponer.
Gleen Greewald ‑poseedor de los materiales obtenidos por Snowden- denunció, a raíz de conocerse ZunZuneo cómo Estados Unidos y sus aliados están utilizando Internet para la “elaboración de campañas de mensajes para convertirlos en virales”. Greenwald reveló ‑a raíz del escándalo desatado por lo que los medios han denominado “Twitter cubano”- documentos top secret del Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno británico que muestran su trabajo conjunto con otros gobiernos del Norte que “amenazan la integridad de la propia Internet, utilizada como espacio para la propaganda difundida por Estados que disfrazan su voz en línea, y la presentan como libre expresión y organización”. Aun conociendo esto, o tal vez por eso mismo, la corporación británica BBC no ha vacilado en sacar adelante un blog destinado exclusivamente a Cuba.
Una mirada a nuestro continente muestra una contraofensiva contra los procesos de cambio en el continente, la gran prensa concerta acciones ya no solo para imponer sus candidatos, como hizo O Globo con Collor de Melo en Brasil, o Televisa con Enrique Peña Nieto en México, sino para derrocar a aquellos que han logrado sostenerse e impulsar beneficios para la mayorías.
Cuando por primera vez se legisla en el continente para modificar el control oligárquico sobre la prensa, y especialmente la televisión, la Sociedad Interamericana de Prensa, Reporteros Sin Fronteras y Freedom House, se rasgan las vestiduras porque se abren grietas en el cumplimiento de la misión que a estas organizaciones le han asignado los poderosos intereses que las crearon décadas atrás. Los preocupados porque existan medios progubernamentales, no ocultan su deseo de tener gobiernos promediáticos, aspiración ya realizada en algunos de nuestros países y que encuentra su non plus ultra en un personaje como Silvio Berlusconi. El ciclo termodinámico cerrado con que funciona la política en la llamada democracia representativa (corporación – dinero – campaña mediática – gobierno para los ricos) empieza a ser quebrado en algunos escenarios y la alarma cunde entre los que hasta hace poco decidían quién debe gobernar.
“…yo voy a terminar mi mandato sin haber comido con el dueño de un diario, el dueño de una televisora, el dueño de una revista”, decía el presidente Lula en una entrevista. ¿Cuántos pueden decir lo mismo cuando hay no solo presidentes, sino hasta blogueros y escritores, “alternativos” e “independientes”, devenidos voceros de las grandes corporaciones mediáticas?
Sólo la información sobre terremotos y huracanes es espontánea, todo lo demás nace de una agenda. Como en el corral del aeropuerto, unos ponen las reglas y otros las cumplen. En los medios, unos pocos colocan la agenda, algunos son contratados para reproducirla y muchos la consumen o incluso la critican sin ver lo esencial: el ordenamiento económico que decide quién puede ser dueño e invitar a comer y quién debe dormir en la calle sin saber leer ni escribir la palabra Internet.
El problema no son los medios ni Internet sino la desigualdad económica y social que estos pueden contribuir a amplificar o a reducir como parte de un sistema donde sólo la acción colectiva organizada de los que hasta ahora han sido excluidos ‑los “bárbaros” de siempre– hará que se avance en el sentido de la justicia y la libertad, y en eso es un ejemplo el empeño de los blogueros brasileños y sus Encuentros BlogPro, de su gobierno que ha acogido un foro mundial sobre la necesidad de democratizar la gobernanza de Internet y ha denunciado ante las Naciones Unidas el uso de la tecnología como instrumento de espionaje e injerencia.
Denunciar siempre es más fácil que construir. Como en el poema de Cavafis y la novela de Coetzee el imperio está esperando a los bárbaros y quiere mover sus fronteras. Internet ‑donde las fronteras parecen desaparecer- puede ser un instrumento de liberación o de domesticación, pudiera servir para avanzar hacia más justicia o como ampliación de las desigualdades y dominaciones preexistentes.
Convertir la red de redes en una vía para la construcción de alternativas, es sólo posible con la acción colectiva organizada y la inclusión de los excluidos, como participantes activos, no como consumidores, en el mundo real que es el que, en definitiva, debe ser transformado.