La cole­ta y la cor­ba­ta- Car­lo Frabetti

En 2002 escri­bí un artícu­lo titu­la­do “El velo y la cor­ba­ta” en el que decía:

El velo que las muje­res tie­nen que lle­var obli­ga­to­ria­men­te en algu­nos paí­ses islá­mi­cos, es lamen­ta­ble, des­de lue­go. Pero aún más lamen­ta­ble es la acti­tud de muchos occi­den­ta­les que se creen supe­rio­res o más civi­li­za­dos por­que nues­tras muje­res pue­den poner­se o qui­tar­se lo que les ven­ga en gana (o casi: muy pocas se atre­ve­rían a ir por la calle con el tor­so des­nu­do). Esos bobos occi­den­to­cén­tri­cos se olvi­dan de varias cosas. Por ejem­plo, de la corbata.

En Occi­den­te, la mayo­ría de los hom­bres se ven obli­ga­dos a lle­var cor­ba­ta en su tra­ba­jo y en muchos luga­res y situa­cio­nes. Y la cor­ba­ta, amén de anti­fun­cio­nal y ridí­cu­la, es tan lamen­ta­ble como el velo. Es cla­sis­ta y es, sobre todo, machis­ta: es el estan­dar­te (o el pen­dón, más bien) del “señor”, que tra­di­cio­nal­men­te lo dis­tin­gue tan­to de la mujer como del obre­ro, y, jun­to con su inse­pa­ra­ble cha­que­ta, cons­ti­tu­ye el uni­for­me del macho dominante.

La mujer, cuan­do se pone “ele­gan­te” (es decir, cuan­do reafir­ma su esta­tu­to social median­te la indu­men­ta­ria), tie­ne innu­me­ra­bles opcio­nes. El varón, solo una: el uni­for­me. ¿Y quié­nes lle­van uni­for­me? Los mili­ta­res, los poli­cías, los curas… Es decir, las per­so­nas cuya per­te­nen­cia a un cuer­po o esta­men­to deter­mi­na­do les con­fie­re algún tipo de autoridad.

La cor­ba­ta es un sím­bo­lo (uno de los más rele­van­tes, a pesar de su ino­fen­si­va apa­rien­cia orna­men­tal) de nues­tra cul­tu­ra patriar­cal y cla­sis­ta. La cor­ba­ta es vani­do­sa­men­te reac­cio­na­ria, chi­llo­na­men­te falo­crá­ti­ca. Des­con­fie­mos de los que la eli­gen. Y com­ba­ta­mos a los que la impo­nen: no son mejo­res que quie­nes obli­gan a lle­var velo o cuel­gan cru­ci­fi­jos en las aulas don­de las niñas y niños debe­rían apren­der a pensar.

Des­con­fie­mos de los que eli­gen la cor­ba­ta, insis­to doce años des­pués, sobre todo si lle­van cole­ta. Por­que unir la cole­ta a la cor­ba­ta es una bur­da esce­ni­fi­ca­ción de esa “fusión de con­tra­rios” que solo es posi­ble en los sue­ños y en los dis­cur­sos dema­gó­gi­cos. “Soy pro­gre, pero den­tro de un orden”, inten­ta decir­nos el cole­tu­do encor­ba­ta­do; pero en reali­dad lo que está dicien­do es: “Soy ton­to u os tomo por tontos”.

Algu­nos, des­de la izquier­da des­pis­ta­da, pien­san que es un ton­to útil o un buen recla­mo elec­to­ral para los millo­nes de ton­tos que sue­ñan con trans­for­mar la socie­dad sin sacar los pies del ties­to; pero, en con­tra de lo que pien­san algu­nos mar­xis­tas de nean­der­tal (que nun­ca leye­ron a Marx o nun­ca lo enten­die­ron), los ton­tos solo son úti­les para la cla­se dominante.

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