Euskal Herria y concretamente la lucha por la liberación nacional y social si bien ha contado con amplias dosis de criminalización, censura, ocultamiento y persecución en el ámbito internacional también ha contado con un crédito importante. Un respeto labrado en décadas de lucha que ha despertado solidaridad internacionalista y anti-represiva en muchos lugares del mundo por parte de los y las de abajo.
El conflicto en Euskal Herria, por mucho que nos lo repitieran, no es el último conflicto armado en Europa (Europa misma exporta conflictos armados sin parar a través de la OTAN y todos sus estados están perfectamente armados) sino que el movimiento de liberación vasco era el último movimiento revolucionario europeo con influencia suficiente como para llamar la atención internacional. No sin cierto temor en las élites económicas y políticas más que simpatía debido a los objetivos estratégicos de independencia y socialismo en pleno centro de Europa.
Euskal Herria como proyecto nacional independiente debido a la existencia de un proyecto rupturista de izquierda de un potencial y fuerza inédito en Europa además de una sociedad contraria a la OTAN no recibe el apoyo directo ni indirecto de ninguna fuerza de peso occidental. Un estado vasco construido por la izquierda entre otras cosas podría ser un elemento de “contagio” no deseado.
De esta manera, para los centros de contra-insurgencia internacional centralizados en el imperialismo estadounidense y todos sus tentáculos, el proyecto de liberación nacional y social vasco era y es enemigo. No es diferente para la UE, al ser un órgano dependiente de ese imperialismo.
Digo que era el último movimiento revolucionario europeo con influencia suficiente como para llamar la atención internacional. Porque ante la inoperancia y fracaso de la socialdemocracia europea unida a las consecuencias durísimas de la crisis implantadas por el capital, a lo largo y ancho de Europa (y en otras partes del mundo) ha eclosionado un movimiento en ascenso de lucha de clases comandado principalmente por el movimiento popular.
Euskal Herria pese a que contaba (y sigue contando en gran medida) con elementos suficientes para seguir siendo punta de lanza en Europa del movimiento anti-sistémico y por una alternativa anti-capitalista pudiendo aprovechar de esta manera los vientos favorables que corren de confrontación contra el capital se ha caído en cierta manera de la agenda de los y las de abajo que están siendo protagonistas en sus marcos de lucha. Dándose por tanto una desconexión con las nuevas sinergias que se están produciendo y que podrían ser de gran utilidad de cara al proceso de liberación. El movimiento internacionalista y el juvenil han contrarestado a duras penas esta tendencia que cada vez se hace más evidente.
El origen de esta desconexión viene dado por el cambio de paradigma en relación a las prioridades con las que se encara el marco internacional, donde se ha pasado del internacionalismo a la “comunidad internacional” institucionalizada y oficial. De esta forma, perfiles contra-insurgentes pragmáticos, figuras políticas de cierta relevancia pero alejadas del movimiento popular, personalidades de la industria de la paz, y elementos pro-sistema están cogiendo relevancia y promoción en relación a Euskal Herria. Aumentándose por tanto las distancias y el entendimiento con los y las de abajo a escala internacional.
En vez de subirse a la ola de la disidencia mundial, parece ser que los baremos se mueven en relación a la búsqueda de perfiles que pidan al estado español que acepte un desarme de ETA. Lo cual a parte de no dar resultado, no tiene absolutamente ninguna relevancia e incidencia de cara al proceso de liberación si no es más que incidir en el bucle de las exigencias del estado, ganar “credibilidad” en los órganos de poder mundial y perderla en los que a nivel internacional más cerca han estado. El estado no tiene mas que entroncarse en la inmovilidad, y así conseguir indirectamente uno de sus objetivos, la disolución, a la que ya ha puesto supuesto premio, el fin de la dispersión carcelaria. Disolución que será pedida por el oprimido para supuestamente “desbloquear”.
Unido a ello el carácter extremadamente institucional que está tomando el proceso, la incomprensión y rechazo oficial a dinámicas que se van extendiendo por el mundo a manos de los y las de abajo, un análisis como mínimo buenista de los estamentos de poder del capital y no en clave de ruptura genera una dependencia hacia elementos contra-insurgentes pragmáticos y estamentos capitalistas como la UE en vez de colocarnos en un internacionalismo en clave ofensiva donde poder influir a esos y otros elementos pero desde la independencia de clase y postura revolucionaria.
La pérdida de referencia a escala internacional avanza y un ejemplo de ello ha sido la imposibilidad de poder generar una candidatura óptima de cara a las europeas. Nos estamos quedando atrás.
Por todo ello, invertir el nivel de prioridades, colocando el internacionalismo en primera plana para crear sinergias que sean eficaces de cara al enfrentamiento y presión contra el capital y los estados, que verdaderamente hagan fuerza para llegar a hacer inasumible la ocupación española y francesa en el camino de la independencia y el socialismo. Desinversiones, boicot, presión política en ayuda de un pueblo oprimido deberían ser términos no ajenos en un futuro en el marco internacional si verdaderamente vamos hacia la ruptura caminando de la mano de los y las de abajo del mundo entero y no de las industrias de la paz. Eso, o confiar que Clinton mediante el twitter y la UE van a procurar democracia y soberanía económica.