Diario Octubre
El Mundial de Brasil comienza hoy entre fuertes protestas populares. Hoy en la ciudad de la inauguración, Sao Paulo, se han producido fuertes enfrentamientos entre la policía militarizada brasileña y trabajadores que protestan contra el desorbitado gasto que ha supuesto el espectáculo futbolístico, mientras la sanidad, la educación y la vivienda siguen siendo un titánico problema para millones de brasileños.
No sólo ha habido manifestaciones en Sao Paulo. También hoy han salido a la calle manifestantes en Río de Janeiro y en Copacabana.
En Salvador de Bahía hay también protestas. Los lemas de todas son, entre otros, “Copa sin el pueblo” o “Resistencia contra las injusticias de la Copa FIFA”. Se prevén, en fin, varias manifestaciones más durante todo el día en otros lugares del país.
Mientras la mafia FIFA y las grandes multinacionales que se van a repartir los jugosos beneficios del circo futbolístico se frotan las manos, los brasileños no van a sentir apenas mejora alguna tras el elitista jolgorio; al contrario, el gobierno de Dilma Roussef, supuestamente afín al socialismo del siglo XXI y procedente ella misma del Partido del Trabajo, como su antecesor Lula, siguen sin solucionar las enormes desigualdades sociales entre ricos y pobres, sin resolver el problema de la vivienda de millones de brasileños y sin mejorar la vida de los habitantes de las favelas, de los indígenas del Amazonas (agredidos constantemente por las madereras y otras corporaciones), o de los trabajadores sociales o educativos, que siguen cobrando una miseria mientras niñatos vestidos de pantalón corto hacen el payaso con un balón y se meten por ello en el bolsillo miles de millones de euros.
Precisamente uno de esos analfabetos niñatos faranduleros, el español Iniesta , que por muy buen jugador de fútbol que sea ha demostrado, como el 99% de los niños pijos que juegan en el balonpié de élite, que tan solo es un cabezahueca farandulero, ha afirmado que no entiende las protestas de los brasileños y que, por supuesto, “deberían estar festejándolo” y no manifestándose.
No tenemos que extrañarnos de eso; un tipo que vive de dar patadas al balón y al que los medios de propaganda del régimen endiosan y convierten en modelo para que sea un referente de las masas, de niños, estudiantes o trabajadores, y que entre algodones no ha trabajado en su puta vida, ¿cómo va a entender que algunos protesten porque pasen hambre?, ¿cómo va a imaginar cómo se vive en unas favelas de los alrededores de Sao Paulo? Y lo mismo podemos decir de otros de la calaña de Iniesta, como Neymar, Ronaldo, Sergio Ramos, Van Persie o tantos otros bufones como ellos.
A ver si los trabajadores y excluidos brasileños nos dan una alegría y dejan sin fiesta a los grande delincuentes que la organizan y que se van a apropiar en exclusividad de los beneficios, y de paso, también a la alelada clase obrera mundial que, hipnotizada por los cantos de sirena de la propaganda burguesa, espera ansiosa, a pesar de los constantes ataques que están soportando por parte de los capitalistas, que los histriones de polichinela salgan a dar el espectáculo en los carísimos estadios de ciencia ficción, dando patadas al esférico mientra pisotean la injusticia, la marginación, la desigualdad y la miseria de todo un pueblo (y, cómo no, también del suyo propio).