Hace ya varios meses que los 11 Estados miembros del Grupo de Londres (antes denominado como los «Amigos de Siria», cuando contaba 114 países) venían denunciando la elección presidencial siria del 3 de junio como una «farsa». Según esos 11 Estados, resultaría grotesco realizar una elección presidencial en un país que está viviendo una «guerra civil» y, por otro lado, el presidente saliente Bachar al-Assad es para ellos un tirano que tortura a montones de gente y bombardea a su propio pueblo, lo cual lo convierte en un gobernante ilegítimo. También según esos 11 Estados, la única manea de poner fin a una guerra que ya arroja un balance de «al menos 160 000 muertos sirios» sería instaurar un «órgano de transición» designado no por los sirios sino por esos 11 Estados.
Así que los grandes medios de prensa de los países miembros de la OTAN y del Consejo de Cooperación del Golfo ya tenían previsto de antemano ignorar lo que el secretario de Estado John Kerry acaba de calificar de «no elección». Sin embargo, como el voto anticipado de los sirios residentes en el exterior ya había dado lugar a verdaderas manifestaciones multitudinarias de sirios deseosos de votar en Líbano y en Jordania, se hizo evidente que la casi totalidad de los sirios del interior también iban a querer votar. Y los grandes medios de prensa se vieron obligados a enviar in extremis sus equipos a Siria para cubrir la elección presidencial.
Hasta aquel momento, lo que decían los medios –con excepción de la Red Voltaire– era que los sirios residentes en el exterior estaban en contra de la República Árabe Siria y que si se hallaban en el extranjero era porque habían huido de su país para escapar a la «represión política».
Lo sucedido en Beirut y en Amman durante el escrutinio adelantado demostró que, en realidad, la gran mayoría huyeron de los crímenes que cometen los mercenarios extranjeros que están atacando Siria. Tan sorprendido como el propio embajador de Siria en Líbano, el ministro libanés del Interior incluso llegó a denunciar la presencia en territorio libanés de sirios que se hacen pasar refugiados pero que en realidad respaldan al gobierno de Damasco, declaración que equivale a ignorar la agresión exterior desatada contra Siria desde hace 3 años y la destrucción de las casas de esos sirios por parte de más de 250 000 mercenarios extranjeros.
La República Árabe Siria se esforzó por aplicar concienzudamente las normas occidentales de la democracia. El Parlamento sirio adoptó un nuevo Código Electoral que establece los derechos de todos los candidatos en materia de propaganda electoral, tanto en lo tocante al acceso de los candidatos a la televisión y la prensa escrita como en lo concerniente a la cantidad de escoltas encargados de garantizar la seguridad de cada uno de esos candidatos en la actual situación de guerra.
Al adoptar la Constitución del 26 de febrero de 2012, la República Árabe Siria abandonó el sistema de partido único para adoptar el multipartidismo y tuvo por consiguiente 2 años para concretar la formación de numerosos partidos y poner en práctica el debate político público.
La República Árabe Siria, que desde noviembre de 2011 está aceptando la presencia de periodistas occidentales, aprendió en 2 años y medio a satisfacer las exigencias profesionales de los reporteros. Incluso se establecieron poco a poco contactos positivos con muchos de ellos, principalmente a partir de la realización de la conferencia internacional Ginebra 2. Así que más de 360 medios de la prensa extranjera se acreditaron para cubrir la elección presidencial siria, con la mayor libertad para circular por todo el país, a pesar de la guerra.
Los argumentos políticos
Según el Grupo de Londres no es concebible que se organice una elección en un país en guerra. No podemos olvidar que esos mismos países acaban de dar su aval a las elecciones presidenciales organizadas en Afganistán y en Ucrania.
En Afganistán, la primera vuelta de la elección presidencial se efectuó el 5 de abril bajo la vigilancia de las tropas de la OTAN. Un elector afgano de cada 3 ha huido del país, pero tenía la posibilidad de votar desde el extranjero. Según los países miembros del Grupo de Londres, para ser electo en la primera vuelta había que obtener el 50% de los votos válidos (el 14 de junio habrá una segunda vuelta). En ese caso, dado el hecho que la tasa de abstención registrada en la elección afgana fue del 67%, el nuevo presidente de Afganistán habría sido electo por sólo un 16,5% de los electores.
En Ucrania, los golpistas de Kiev anunciaron –el 25 de mayo– una tasa de participación del 60%. Pero no contabilizaron a los electores de Crimea, aunque afirman que esa región sigue siendo parte de Ucrania. El presidente electo, Petro Porochenko, obtuvo el 54% de los sufragios. Sin embargo, al relacionar esa cifra con la cantidad de electores registrados en todo el territorio que el régimen de Kiev reivindica, resulta que sólo un 27% de los electores apoyó al señor Porochenko.
Pero no debe sorprendernos que los países del Grupo de Londres sean tan poco exigentes. Basta con recordar que en la más reciente elección para el Parlamento Europeo, el pasado 25 de mayo, el por ciento de participación fue particularmente bajo (13% en el caso de la República Checa). Lo cual no impidió que esa elección sin participación de los electores fuese considerada «democrática» (sic).
El belicoso papel de la prensa atlantista en 2011 – 2012
La agresión contra Siria se inició, en 2011, como una guerra de 4ª generación. Ello quiere decir que la OTAN esperaba derrocar el Estado sirio, pero no mediante una guerra convencional sino convenciendo al pueblo sirio de que era inútil defender sus instituciones. Los grandes medios de prensa internacionales –como las televisiones Al-Arabiya, Al-Jazeera, BBC, CNN, France24, Sky–, trabajando bajo la coordinación de la OTAN, tenían que hacer creer a los sirios y al mundo que en Siria estaba produciéndose una «revolución» y que el derrocamiento de su gobierno era simplemente inevitable. La guerra habría tenido que culminar, a inicios de 2012, con una operación mediática en la que falsos canales de televisión transmitirían en las frecuencias de la verdadera televisión siria para hacer creer a la población que el presidente Assad había huido y que se había instaurado un «gobierno de transición». Pero la operación fue descubierta y denunciada a tiempo. En junio de 2012, Rusia y Estados Unidos llegaron a un acuerdo que preveía la paz para Siria y un reparto de la región entre ambas potencias.
Sin embargo, Francia, Israel y la oposición demócrata interna en la administración Obama (la señora Hillary Clinton y los generales David Petraeus y James Stavridis) reactivaron la guerra contra Siria dándole otras características. El nuevo objetivo era atacar Siria recurriendo a fuerzas no estatales, según el modelo aplicado a mediados de los años 1980 contra el gobierno sandinista de Nicaragua, donde las bandas de Contras sembraron la muerte y la destrucción.
Durante esa segunda fase de la guerra contra Siria, los medios de prensa atlantistas y los de las monarquías del Golfo se obstinaron en seguir describiendo una revolución imaginaria que se enfrentaba a una cruel dictadura, a pesar de que la opinión pública siria estaba cada vez más decididamente del lado del gobierno. El resultado de ello es que, al iniciarse la campaña con vista a la elección presidencial siria, esos medios seguían repitiendo una narración completamente diferente de la situación real, narración que variaba por demás en función de que el medio en cuestión estuviese situado en un país de la OTAN, en un país miembro del Consejo de Cooperación del Golfo o en otra parte del mundo.
Entonces, ¿cómo iban a enfocar los medios atlantistas la elección presidencial siria?
La estrategia de escarnio que los medios atlantistas aplicaron en 2014
Durante los días que precedieron el escrutinio recurrieron a varios argumentos para tratar de desacreditar el proceso electoral
• «El resultado se sabe de antemano», repetían. En efecto, no había dudas de que el presidente saliente Bachar al-Assad resultaría reelecto para un tercer mandato de 7 años. La afirmación daba por sentado que el escrutinio no sería honesto.
Pero, si los europeos se tomaran el trabajo de hacer comparaciones totalmente pertinentes, se darían cuenta de que la actual situación en Siria recuerda la que vivió Europa a finales de la Segunda Guerra Mundial. El 26 de agosto de 1944, el presidente del Gobierno Provisional de la República Francesa (GPRF) creado en Argel unos días antes del desembarco en Normandía, general Charles De Gaulle, recorría en París los Campos Elíseos escoltado por una enorme multitud. Y no hubo elección alguna. La legitimidad del general De Gaulle era indiscutible porque había sido la primera personalidad francesa en rechazar de plano la colaboración con el III Reich en 1940 y proclamar la Resistencia contra la ocupación alemana. Los franceses veían en De Gaulle al hombre que había sabido enfrentarse a la fatalidad y conducirlos a la victoria. Exactamente de esa misma manera, los sirios ven hoy en Bachar al-Assad al hombre que ha sabido oponerse a la recolonización de su país y llevarlos a la victoria.
• «Los otros dos candidatos sólo están para dar más relevancia [a Assad]», afirman los medios atlantistas sugiriendo así que el país sigue en la época del partido único y que la elección es un simple montaje.
Olvidan que lo que caracteriza al multipartidismo es precisamente que el elector pueda votar por el candidato que mejor le parece. En todo el mundo se organizan innumerables elecciones en las que los electores no se sienten identificados con ninguno de los candidatos y siempre les queda la posibilidad de optar por la abstención, si consideran que el sistema está viciado; o de votar en blanco, si quieren expresar su apoyo a las instituciones sin pronunciarse por ningún candidato; o de votar por algún candidato marginal para reducir el resultado del candidato principal, en lo que se conoce como «voto de protesta».
Todo lo anterior nos lleva a concluir que, antes de entrar a analizar los resultados de los candidatos, lo más importante es el nivel de participación en la elección. En el caso de la Siria en guerra, donde una parte del territorio está actualmente bajo la ocupación de al menos unos 90 000 mercenarios extranjeros, y a pesar del llamado de la Coalición Nacional de la oposición exterior a boicotear la consulta, resulta que el 73,42% de los electores acudió a las urnas. Para hacer una comparación rápida esa tasa de participación es mucho más alta que las registradas en Francia en todas las elecciones para el Parlamento Europeo (desde 1979). Es también mucho más alta que las registradas en todas las elecciones legislativas francesas (desde 1986). Pero es menos alta que el 80,34% de participación de los electores franceses en la última elección presidencial. La diferencia, evidentemente, es que en Francia no hay guerra.
• «El país está ampliamente destruido y se mantienen los bombardeos», aseguran los medios atlantistas. O sea, para la gente la elección no sería más que una cuestión secundaria ante la omnipresente realidad de la guerra. Abundando en ese sentido, la AFP asegura que el gobierno sirio sólo controla un 40% del territorio nacional, donde vive el 60% de la población siria.
El hecho que la participación registrada es superior al 60% indica que las cifras de la AFP son imaginarias. Las zonas bajo control del Ejército Árabe Sirio son mucho más amplias desde que sus fuerzas reconquistaron el litoral. Los mercenarios aún están presentes a lo largo de la frontera con Turquía y en bolsones dispersos. En el distrito de Damasco, que cuenta 18 000 km², los Contras sólo controlan 75 km² pero la AFP afirma que todo el distrito está en manos de los «revolucionarios». Además, en ciertas zonas que no cuentan con presencia del Ejército Árabe Sirio se mantiene, a pesar de ello, la presencia de los funcionarios del Estado sirio. En ese caso se encuentran las zonas donde la población kurda garantiza su propia seguridad mientras sigue reconociendo las autoridades de la República Árabe Siria. Y no está de más recordar que la mayor parte del territorio sirio es un desierto inhabitable e inhabitado. Cualquiera puede afirmar que lo controla, pero cada vez que los Contras tratan de atravesarlo caen bajo el fuego de la aviación siria.
Por otro lado, mostrar imágenes de devastación en la ciudad de Homs no quiere decir que el gobierno sirio «bombardea a su propio pueblo». Si nos remitimos nuevamente al ejemplo de la Segunda Guerra Mundial veremos que son imágenes comparables a las de Stalingrado porque los Contras recurren a los métodos de los nazis, como el de los «huecos de rata». Para no exponerse al fuego de las fuerzas sirias, los francotiradores extranjeros abren huecos en las paredes de las casas para poder pasar de un edificio a otro sin tener que salir a la calle.
Finalmente, al bombardear las posiciones enemigas, el Ejército Árabe Sirio puede llegar a provocar víctimas civiles, exactamente como sucedió cuando los Aliados bombardearon las ciudades francesas de Lisieux, Vire, Le Havre, Tilly, Villers-Bocage, Saint-Lô, Caen, y otras más durante el desembarco en Normandía. Cuando conversamos hoy en día sobre las acciones bélicas de los Aliados a nadie se le ocurre acusarlos de haber matado deliberadamente 20 000 franceses.
Consecuencias de la elección presidencial siria
Para sorpresa de todos, la participación fue masiva en todos los lugares donde era posible votar, incluso en las zonas pobladas por los kurdos, a pesar de que los medios atlantistas se hicieron eco de incesantes llamados al boicot dirigidos a la población kurda.
Todo lo anterior permite llegar a las siguientes conclusiones:
Las acusaciones de dictadura y de torturas son imaginarias.
En ningún país del mundo se ha visto que un pueblo vote por un dictador que lo oprime. En Alemania, el partido nazi nunca llegó a obtener más de un 43,9% de los sufragios (en marzo de 1933) y suprimió inmediatamente las elecciones pluralistas.
Los sirios que viven en Siria saben lo que pasa en el país mucho mejor que los miembros de la Coalición Nacional de la oposición externa, quienes en su mayoría viven en el extranjero desde hace al menos 20 años. Los sirios que viven en Siria ya no creen la narrativa estadounidense sobre el inicio de los acontecimientos (la historia de los niños supuestamente torturados por la policía en Deraa) y nunca creyeron la reciente fábula sobre las 10 000 personas torturadas y dejadas morir de hambre en las cárceles del «régimen».
La Coalición Nacional Siria no representa al pueblo sirio
La Coalición Nacional, órgano creado por los servicios de inteligencia franceses y actualmente controlado por Arabia Saudita después de haber estado bajo control de Qatar, ha sido reconocida por el Grupo de Londres como «único representante del pueblo sirio». A pesar de su llamado a boicotear la elección presidencial, la abstención sólo alcanzó un 26,58% de los electores inscritos, cifra que parecer corresponder ante todo a la cantidad de electores que no pudieron votar a causa de la ocupación de una parte del territorio por parte de los Contras.
Incluso resulta difícil imaginar cómo podría el pueblo sirio simpatizar con un grupo de gente que se identifica con la bandera de las franjas verde, blanca y negra y de las tres estrellas, que es precisamente la bandera de la colonización francesa impuesta a los sirios entre las dos guerras mundiales.
Los colaboradores de las potencias están desacreditados
Miembros de la Coalición Nacional han explicado en debates televisivos que la falta de un líder capaz de rivalizar con Bachar al-Assad es culpa de la dictadura que, según ellos, ahoga el país desde hace años. Sin embargo, como hemos podido comprobar, en Siria no hay dictadura en estos momentos.
Volviendo a la comparación con la Segunda Guerra Mundial, la ausencia de rival ante Charles De Gaulle en 1944 no significaba que el general había impuesto una dictadura a los franceses sino que los políticos franceses se habían desprestigiado al colaborar con los nazis. Y es por eso que ninguno de los personajes que han participado en la Coalición Nacional puede esperar hoy desempeñar un papel político en el futuro de Siria.