Parece que se ha puesto de moda otra vez decir que Euskal Herria no es Vietnam. Últimamente en artículos, discursos y demás. Lo cierto es que no he visto por ahora ningún Viet Cong por muy pequeño que sea que pueda levantar temores, así que básicamente puede ser debido a un acto reflejo ante la creciente necesidad popular de radicalización política en el buen sentido de la palabra, el ir a la raíz y acelerar las contradicciones, ante un panorama de crisis que está golpeando como nunca y una situación política cada vez más normalizada, en el mal sentido de la palabra.
Y es que eso de que “Euskal Herria no es Vietnam” me recuerda al histórico discurso jeltzale cuando afirman que no hay condiciones para la independencia. Claro que eso lo dicen a posteriori y por lo bajini, no situándose en el sujeto que haga posible la independencia. Es como poner bote en la cuadrilla y decir que no llega para la ronda. Normal, el que lo dice es el que no ha puesto pasta.
A veces, situaciones similares entran en los terrenos de Kafka cuando repetida y machaconamente se nos advierte que el enemigo puede instrumentalizar iniciativas y que no se hable de lo importante. Si la mitad de las personas que nos han advertido de ello hablaran de lo importante en esas ocasiones el supuesto problema estoy seguro que no sería tal.
Es legítimo que cada cual tenga su opinión, formas de actuar, manías, cosmovisiones y prioridades. Pero en realidad lo que ocurre aquí es otra cosa. Lo de antes son pantallas.
¿Euskal Herria no es Vietnam? Claro que no, Euskal Herria es Euskal Herria y con eso tenemos bastante y de sobra. En cualquier caso, que nadie piense que eso de equiparar Euskal Herria con Vietnam es nuevo. Casi todas las nuevas generaciones de luchadores lo han tenido que oir en Euskal Herria en un intento de contenerlas. Aun recuerdo al hilo de ésto, porque me hizo bastante gracia en su día, haber leído en un documento de Jarrai hace 20 años el título “Euskal Herria no es Vietnam , pero tampoco es Hawai”. Y posiblemente no estén muy lejos algunos de los que lo compartieron entonces de los que ahora suprimen la segunda parte para reclamar moderación, o hacer utópico lo viable y posible.
Y es que aunque hayan pasado 20 años, y hayan salido ya algunas canas, y muchas cosas hayan cambiado (precisamente porque creímos que Euskal Herria no era Vietnam pero tampoco Hawai), otros seguimos pensando lo mismo. Que aún hoy Euskal Herria no es Vietnam pero tampoco Hawai.
La juventud si a algo tiene derecho es a equivocarse o acertar libremente. A poder ser sin la influencia de prejuicios y vicios adquiridos en el proceso de vejez de los que ya hemos dejado atrás la juventud. Al fin y al cabo, va a tener que ser sobre todo la juventud la que verdaderamente produzca un cambio de paradigma que actualice el socialismo revolucionario abertzale, algo en extinción, y regenere el movimiento de liberación nacional, estancado en ese sentido por la sabia vieja que no supo reinventarse trayendo un colapso ideológico ramificado en muchas vertientes, del cual algunos de los problemas actuales son ejemplo.
Los periodos de crisis también lo son de oportunidad. ¡Queda mucho por hacer! Y lo haremos juntos porque los que no ven los topes, chocarán contra ellos.