Tras la abdicación del Rey de España las muestras de repulsa contra la monarquía van in crescendo en esa cárcel de Pueblos que se llama España y en la cual uno de sus símbolos principales es la monarquía.
Hay puntos de la historia que pueden llegar a ser determinantes, por eso desde el movimiento popular vasco, el mismo que en su día y prácticamente en solitario fue capaz denunciar la falacia de la “transición”, no podemos dejar pasar este tren. Es por ello, que ante la euforia popular tenemos que tener un discurso claro.
La monarquía Española es uno de los últimos vestigios del régimen feudal que se ha adaptado al régimen liberal burgués. Es la adaptación y la alianza de las diferentes élites económicas a lo largo de la historia. Siglo tras siglo la monarquía Española ha sabido adaptarse a los cambios de régimen siempre que éstos han salvaguardado sus privilegios económicos y políticos. El régimen del 78 no ha sido menos y la figura del Jefe del Estado es el fiel reflejo de ello. Así como tras la figura del rey y su familia se reflejan las vidas de esas élites económicas que desde la sombra nos Gobiernan, controlan los medios de comunicación, los poderes financieros o la educación, intentan regular nuestra vida moral y nos imponen por la gracia de dios un modelo económico déspota y cruel, llamado capitalismo.
Pero la monarquía Española es mucho mas que eso, es la punta de lanza del proceso de creación de lo que hoy conocemos como el Estado Nacional Español. Es decir, no es mas que la imposición cultural, territorial, organizativa y lingüística de los diferentes pueblos que lo conforman. Separar monarquía y España sin tener en cuenta que mediante ella, entre otra cosas, se ha creado su Estado Nación es como separar la gallina del huevo pero en este caso hay una que vino primero.
Ante la euforia popular que se ha creado y ante el discurso jacobino español de izquierdas, desde la izquierda independentistas vasca es necesario hacer un acto de deconstrucción de los constructos sociales y nacionales, valga la redundancia. Dejar claro, que tras es el discurso de la tercera república se esconde un discurso de asimilación nacional que tiene su origen en la ideología del opresor. Desde la izquierda independentista tenemos que ser la “pedagogía del oprimido”. Debemos conseguir que nuestro discurso adquiera centralidad en el debate político, no pensar que el debate de la monarquía es un debate de los españoles y al pueblo vasco no le compete.
Desde un punto de vista internacionalista, en este contexto, también es importante tejer alianzas con otro pueblos oprimidos del Estado y, es importante dejar claro que nuestro proceso constituyente republicano sera desde el pueblo y para el pueblo de Euskal Herria, nuestra relaciones serán de igual a igual con los diferentes pueblos de la península y del mundo, pero no desde el centro a la periferia, ya sea social como nacionalmente. Tejer alianzas para que el régimen del 78 se resquebraje totalmente es imprescindible. Por que nuestra república no es la tercera, Gora Euskal Herrietako Errepublika Sozialista!!!