Observando hacia donde se encamina el panorama internacional sólo nos queda constatar que se avecinan tiempos difíciles para la clase trabajadora y los pueblos. Lo que está emergiendo en el horizonte es un mundo que vive una decisiva redistribución de poder, el surgimiento de un régimen internacional diferente que reconozca las nuevas realidades económicas, culturales y político-militares. Retorna la geopolítica, los intereses estratégicos de los Estados y las transnacionales, el dominio financiero, la competencia entre ellos y los durísimos conflictos para ganar influencia y ocupar espacios. La verdad es que no será fácil situarse bien ante lo que viene, sobre todo, para los que estamos del lado de las clases subalternas y de la liberación de los pueblos.
En términos de correlación de fuerzas, el capital aventaja sin duda a la clase trabajadora y esto va a seguir así durante bastante tiempo. Esta supremacía del capital durante tantos años ha facilitado la integración del movimiento obrero y los sectores populares en el sistema con su apoyo a partidos políticos y sindicatos ligados estructuralmente a los marcos de dominación de los propios estados cada vez más dependientes de las deudas acumuladas. La sumisión, el desgaste y debilitamiento ideológico de la izquierda además ha agudizado los procesos de fragmentación, alienación y pérdida de conciencia de clase trabajadora y los sectores populares, de manera cualitativamente distinta a situaciones pasadas.
Por lo tanto, la realidad objetiva demuestra que la actual crisis económica no va a generar, por sí misma, movimiento revolucionario aunque pueden ser un contexto adecuado para el desarrollo de la lucha de clases, porque ciertamente tensionan las contradicciones de sociales. Pero ese mismo tensionamiento sostiene y alimenta también a la representación política más extremista del capitalismo, el fascismo, ahora camuflado bajo parámetros “más aceptables”. Resulta más razonable actualmente, atendiendo a la correlación de fuerzas mencionada, concebir una suerte de populismo de derechas, sobre todo en Europa, que ya anuncia un nuevo totalitarismo político como sucediera a partir de 1929.
En Euskal Herria
Al calor de los acontecimientos internacionales y bajo la perspectiva de nuestro proceso emancipatorio, si hablamos de correlación de fuerzas entre clases en nuestro País y de cara a afrontar lo que se avecina, inevitablemente tenemos que hablar de cómo se ha re-estructurado en estos últimos tiempos nuestra Izquierda Abertzale y el cambio en su estrategia.
La cancelación definitiva del MLNV es un hecho incontestable. Pero no sólo porque así lo ha decidido quien protagonizara la dirección del Movimiento de Liberación, sino que la misma realidad objetiva marca un antes y un después. Los acontecimientos mandan. El MLNV fue la respuesta de resistencia a un momento concreto de una realidad concreta. La pregunta es si lo que ha sustituído al MLNV no sólo responde al aquí y al ahora sinó también al futuro.
Digamos que, a grandes rasgos, la vuelta a la legalidad de la Izquierda Abertzale ha sido acompañada por un nuevo liderazgo encuadrado en una estructura partidista clásica, Sortu, y que desecha de momento la estrategia tercermundista de “doble poder” sustituyéndola por otra que intenta la conquista de la hegemonía, aparentemente gramchiana, pero que evita la confrontación con los estados español y francés y camina por la soledad de la unilateralidad en base a promover hechos consumados irreversibles con el fin de alcanzar las premisas que componen la denominada “Revolución Democrática”.
Para hacer exitosa la estrategia hegemonista de la Izquierda Abertzale liderada por Sortu, se ha necesitado abrazar a compañeros de viaje que caminaban por su derecha, algo lógico si se observaba que a la izquierda del viejo MLNV no había apenas referencias sólidas. Una decisión táctica acertada (aunque Sortu lo defina como estratégica y aquí está el problema) que consolida una política de alianzas preparada para arrebatar al tamden PNV-UPN, el dominio de la polítia local.
Los pilares básicos sobre los que se asienta la estrategia hegemonista de la Izquierda Abertzale y sus aliados se sostiene en dos puntos básicos como son el derecho a la autodeterminación y la defensa del estado del bienestar, este último golpeado fuertemente por el neoliberalismo pero que a su vez, pone en jake al propio entramado jurídico-político heredado de los Pactos de la Moncloa.
Y en esta coyuntura.. ¿hasta dónde puede caminar Sortu asumiendo la unilateralidad?, ¿acaso cuando complete el ciclo de conquista hegemónica? o ¿introduzca al PNV en una dinámica soberanista presionado por la Izquierda Abertzale?.
Ningún estado va a ceder a la presión de las mayorías democráticas. Mayorías por otra parte que se centran en la inmediatez de los acontecimientos y que son un Poder blando frente a un enemigo nacional y de clase bragado en la negación democrática. La unilateralidad por tanto tocará los límites cuando el sistema lo considere oportuno y no es posible, tras años de combate contra los estados español y frances, que en la filosofía política de la Izquierda Abertzale domine una especie de corriente que pretenda sacar provecho de la postmodernidad en un sentido opuesto al fin de la historia de Fukuyama y del neoliberalismo mundializado señalando que el magma social indeterminado de inquietudes y sensibilidades (¿la multitud de Toni Negri en un envase actualizado?) acumuladas alrededor de Bildu, se hagan automáticamente actores políticos y sujetos activos en la propia acción social, parando una incineradora o extendiendo el puerta a puerta. El precio de esta lectura política es la exclusión de las organizaciones revolucionarias socialistas que formaban parte del antiguo Bloque dirigente.
La autodisolución del MLNV, ha llevado consigo un peligroso desarme ideológico de los factores estratégicos de independencia y socialismo liderados por la clase trabajadora y los sectores populares pues en ellos se encuentra el Poder duro, la Masa Crítica que empuja a la cantidad acumulada, al Poder blando, o acaso la dirección de Sortu piensa que ¿sólo con voluntad ética y principios morales puede hacerse una transformación radical de la sociedad capitalista?
La Izquierda Abertzale no es ajena a la lucha de clases. Se da dentro de ella también. La lucha por los espacios ideológicos y políticos es parte del mismo proceso que se mueve por el contexto de una crisis económica y reestructuración política general y particular.
Por necesidades del proceso emancipatorio es inevitable la constitución de organizaciones que reclamen un espacio por la izquierda de Sortu, formación dominante en la Izquierda Abertzale que no puede o no debe cubrir el amplio espectro de sensibilidades internas tradicionales, debido a los límites que le impone su propia estrategia sin que ello suponga que lo nuevo que aparezca deba encontrarse al margen del proceso hegemonista o estar fuera de la Izquierda Abertzale. Es el ala izquierda, revolucionaria, de la propia Izquierda Abertzale, la que va a ir reclamando su lugar bajo el sol en una Euskal Herria aún pendiente por conquistar su libertad nacional y social.