Donbass, el epicentro de la masacre contra los civiles, un genocidio silencioso perpetrado con la anuencia de la “Comunidad Internacional” de gangsters
No por esperado, resulta menos insultante e indecente como los medios de los banqueros están ocultando lo que es ya una verdadera limpieza étnica en el Este de Ucrania, en concreto en Slavyansk, donde las tropas del dictador chocolatero Poroshenko (aupado al poder por EEUU y Europa, mediante unas elecciones-farsa que fueron precedidas por un golpe de Estado) están perpetrando matanzas indiscriminadas contra civiles y las propias milicias antinazis. Este controlado apagón informativo es la continuación de la legitimación del nuevo orden imperial acontecido en Kiev meses atrás con el ya mencionado golpe de Estado y el magnificado “levantamiento de Maidan”.
Desde que se produjo el pucherazo-golpe de de Kiev, organizado por la CIA, se empezó a organizar la resistencia en el sudeste de Ucrania, sobre todo en las regiones de Donetsk y Lugansk, para hacer frente al naciente autoritarismo golpista anti-ruso de Kiev. Revueltas espoleadas, sobre todo, por la adhesión de Crimea a Rusia. La consecuencia de todo ello fue la respuesta militar inmediata de Kiev, desatando una razzia contra milicianos y población civil de resultados todavía por determinar pero que, en cualquier caso, llevan caracteres indubitados de crimen de guerra. Entregada la cuchara de Slavyansk (uno de los bastiones de las autodefensas rusas) al ejército de mercenarios de Poroshenko, ante la impotencia de las milicias de saberse inferiores y también de comprobar como el líder ruso Vladimir Putin se ha escondido miserablemente en las alcantarillas del Kremlin, (abandonando a su suerte a los suyos), queda por cuantificar, provisionalmente, el saldo de la represión golpista.
La llamada operación militar “antiterrorista” (terrorista en toda su extensión) en el Sureste de Ucrania ha mostrado gravísimas violaciones del derecho humanitario, incluidas las de la Convención de Ginebra, por parte del régimen neofascista de Kiev. Los ataques contra la población civil han sido inhumanos, bárbaros…y se ha utilizado contra ellos armamento de guerra como balas explosivas, bombas de racimo y artillería pesada sin reparar si en instalaciones o viviendas de Slaviansk o Donbass había refugiados civiles. Nada les ha importado, salvo perpetrar una atrocidad mundial sin supervisión de las “democracias de casino”, sabiendo que éstas iban a hacer la vista gorda. Conviene reseñar que las declaraciones, tanto del dictador ucraniano, como de miembros de su gabinete, se han referido siempre en tono despectivo y racista a los habitantes rusos del Este (infrahumanos o insectos son algunas de las perlas que les adjudicaron desde el repugnante gobierno títere de Washington).
MAPA DE LA RESISTENCIA ANTIFASCISTA
No es de extrañar que tras esta campaña orquestada de denigración sobre la población rusa de Ucrania se haya traido consigo la subsecuente campaña de limpieza étnica. El desplazamiento forzoso de más de 100.000 ciudadanos a Rusia, procedentes de la zona en conflicto, es buena prueba de ello. El silencio ha sido la norma en los medios que están a la orden de EEUU. La asepsia informativa de las brunetes mediáticas de USAEUROPA ha sido escalofriante, además de mentir como bellacos sobre el propio conflicto en sí, sin capacidad crítica para dejar en evidencia las continuas mascaradas que ha protagonizado el dictador chocolatero de Kiev con sus declaraciones sobre “alto el fuego”, que resultaron ser un recrudecimiento de la ofensiva terrorista contra los rebeldes.
LA CARNICERÍA DE SLAVIANSK: PROGRAMADA LIMPIEZA ETNICA PARA EL GAS QUE QUIERE LA MULTINACIONAL SHELL
Hay un hecho incontestable y es que el uso de artillería pesada por las tropas ucranianas, asesoradas sin lugar a dudas por la OTAN, ha supuesto que los resultados sean más favorables para el régimen títere de EEUU y se liquide más rápidamente, y a cualquier precio, la revuelta. Sin tener remordimiento alguno en el coste que supone diezmar brutalmente a la población civil. Slavyansk ha sido, en este sentido, el paradigma de las atrocidades de Kiev, con decenas de miles de personas huyendo de una ciudad sitiada y bombardeada sin piedad. No se trata tanto de aplastar cruentamente a los resistentes como de dejar sus ciudades inhabitables a golpe indiscriminado de bombas, vaciándolas de población ruso-hablante (el caso más sangrante, el de la ciudad de Donbass). Ha sido una meditada operación de limpieza étnica.
Olga Chetverikova, de Strategic Culture Foundation analiza las causas ocultas de esta política de tierra quemada de los genocidas de Kiev en torno a la región de Slavyansk. Señala nuestra analista: A finales de enero de 2013, todavía con Yanukovich en el poder, el gobierno de Ucrania y Royal Dutch Shell firmaron un gran acuerdo para la explotación de gas de esquisto en la región de Slavyansk. Shell planea desarrollar el llamado campo de extracciones Yuzov en las regiones de Donetsk y Kharkov. En Junio de este año (2014) la empresa ya ha dicho que tiene intención de seguir adelante con el acuerdo en cuanto la situación se estabilice (ya se sabe –añado yo- que la sangre por petróleo o, en este caso, gas, sale muy rentable). La información sobre el acuerdo, dice Chetverikova, está considerada como “clasificada”. El territorio a utilizar para efectuar las prospecciones-extracciones abarcaría 7.886 kilómetros cuadrados, incluyendo Slavkyansk (donde estaría situado exactamente el centro neurálgico del depósito). Los residentes deberían vender tierras y propiedades y, en caso contrario, se procedería a utilizar medios coactivos por parte del Estado ucraniano para asegurar los intereses de la multinacional petrolífera Shell.
Pero no sólo está en juego la apetitosa voracidad de Shell por conquistar los recursos estratégicos de Ucrania. Chetverikova afirma que hay otros actores en juego que estarían detrás del codiciado gas de esquisto. Y cita algunos: Eurogas Ucrania, cuyas acciones son propiedad de British Macallan Oil & Gas Ltd (Reino Unido), la cual pertenece, a su vez, a la multinacional norteamericana US Euro Gas y Burisma Holdings, uno de cuyos miembros directivos es Hunter Biden, el hijo del vicepresidente de EEUU Joe Biden. Decir que en esta multinacional también figura como directivo principalAleksander Kwaśniewski, quien fue presidente de Polonia de 1995 a 2005. Kwasniewski fue otro ex comunista pasado a las filas del capitalismo, que vio la oportunidad de medrar y hacerse rico como “novísimo demócrata”. Después llegó el retiro dorado en una gran multinacional petroquímica. Las famosas “puertas giratorias” de las que habla nuestro amigo el Coletas (P. Iglesias).
Cheretkova dice que el negocio del gas esquisto es el objetivo principal que motivó la puesta en marcha de la “operación antiterrorista” contra los rebeldes del Este de Ucrania, en concreto en la región de Slavyansk, así como también habría sido una de las “razones” para perpetrar la masacre de Donbass. Evidentemente, así sería mucho más sencillo establecer un control total sobre las regiones de Donetsk y Lugansk para despejar el camino a la extracción del gas de esquisto. De ahí que no hayan querido dejar rastro de movimiento contestatario alguno, y menos armado.
EL SILENCIO CÓMPLICE DE LA ‘COMUNIDAD INTERNACIONAL’ POR EL POSIBLE USO DE ARMAS QUÍMICAS O BIOLÓGICAS DEL RÉGIMEN GENOCIDA UCRANIANO CONTRA LA POBLACIÓN CIVIL
Los crímenes que pesan sobre los hombros del gobierno salido del golpe de Estado podrían alcanzar, inclusive, al uso de armas químicas o biológicas. Sin estar confirmado este punto con más datos en mano, salvo los testimonios deducidos por los combatientes rusos y algunos habitantes de las poblaciones asediadas (que no hay por qué no creerles, lógicamente), se trataría de un salto cualitativo al vacío por parte de los que habrían ideado este otro crimen de lesa humanidad. Según la resistencia de Slavyansk algunas bajas entre sus filas habrían mostrado síntomas de intoxicación por cloro, lo que avalaría la tesis de que el ejército ucraniano habría podido utilizar cloropicrina en sus ataques.
En Mariupol, los líderes antifascistas de la República de Donetsk, afirmaron que los grupos mercenarios de Kiev “utilizaron armas químicas no identificadas que provocaron daños en el sistema respiratorio como consecuencia de la inhalación de un gas tóxico venenoso”. En pueblos como Semyonovka, en las afueras de Slavyansk, testimonios de residentes civiles indican que “se utilizaron lanzacohetes y bombas incendiarias contra nosotros. El suelo estuvo en llamas cuarenta minutos. ¿Cómo es posible que el suelo se queme “así mismo”? Todas las personas con las que he hablado, dijo Roman Litvinov, un ciudadano de Semyonovka, tienen dolor de garganta y están tosiendo todo el tiempo. Creo que se debe al suelo quemado”.
Ante la más mínima sospecha de armas químicas en sentido contrario, esto es, en contra de los intereses de ese Occidente homicida que se inventa bulos en Siria contra el régimen de Asad, el conglomerado de gangsters euroamericanos hubiera puesto el grito en el cielo y habría desplegado todo un arsenal mediático para propagarlo por todo el planeta. En Slavyansk y en Donbass censura y silencio ensordecedor, cómplice y criminal. Tanto o más que el de las organizaciones que se autotitulan de “desechos humanos” (tipo Human Rights Watch), quienes habitualmente levantan la voz al son de su amo para denunciar a Venezuela o Siria. ¿Dónde están los mentirosos criminales que tanto vociferaban contra Siria, Libia o Sadam Hussein?
Putin nos dio esperanzas y luego nos abandonó. Esta es la frase lapidaria de uno de los líderes de la República Popular de Donetsk, Dennís Pushilin, quien amargamente reprocha al presidente ruso no haber enviado tropas para impedir la masacre de Slavyansk. Pero es que Putin, después del merecido botín de Crimea pensó que tal vez era la hora de contemporizar con los imperios de Occidente y no tensar la cuerda más de lo necesario. Al fin y al cabo, Putin no es un aventurerista militar, dirán algunos. Ni tampoco iba a jugarse el pescuezo en una guerra abierta con su vecino, de consecuencias imprevisibles y con la OTAN al acecho. Pero a veces hay que dejarse la diplomacia de cabaret en los salones del Kremlin, enseñar las garras y salir de las alcantarillas de la Plaza Roja para defender a los tuyos. Más que nada porque otra “robolución” de colores, o desteñida, podría estar larvándose a las puertas de Moscú. Y es que Putin ya empieza a dar síntomas de ser un trapacero de la “realpolitik”.