Botín de gue­rra- Iña­ki Egaña

La recien­te sen­ten­cia de la Audien­cia Nacio­nal en el Suma­rio 352002 por la que 111 sedes socia­les de una deter­mi­na­da corrien­te polí­ti­ca (izquier­da aber­tza­le) van a ser con­fis­ca­das, recuer­da que esta prác­ti­ca ha teni­do un lar­go reco­rri­do en el sis­te­ma judi­cial espa­ñol. Incau­ta­cio­nes, con­fis­ca­cio­nes, embar­go de bie­nes, expo­lios… han sido sinó­ni­mos de una prác­ti­ca habi­tual sos­te­ni­da en cues­tio­nes estric­ta­men­te políticas.

En los últi­mos años, el expo­lio ha esta­do inte­gra­do en esa doc­tri­na que los exper­tos die­ron en lla­mar Códi­go Penal del Enemi­go, siguien­do las refle­xio­nes del pena­lis­ta ale­mán Günther Jakobs: «cabe anti­ci­par poten­cial­men­te el comien­zo del peli­gro». El juez Gar­zón, en su auto de octu­bre de 2002, mar­có la pau­ta de for­ma anto­ló­gi­ca: “Aun­que ETA no exis­tie­ra, ni tam­po­co la Kale Borro­ka, o ésta no se hubie­ra pro­du­ci­do nun­ca, Bata­su­na cons­ti­tu­ye des­de el pun­to jurí­di­co-penal una aso­cia­ción ilícita”.

En esta línea, la con­fis­ca­ción no sólo de bie­nes, sino tam­bién de docu­men­ta­ción, archi­vos o la per­ma­nen­te espa­da de Damo­cles sobre el rela­to, obe­de­ce, al mar­gen de lucro del recep­tor que se sobren­tien­de, a una moti­va­ción más cruel, la de borrar la memo­ria his­tó­ri­ca del gru­po, de la izquier­da aber­tza­le, sus raí­ces y, en con­se­cuen­cia, el desa­rro­llo de su futuro.

Una ins­truc­ción ya avan­za­da, entre otros, por Mikel Cabie­ces, pre­cur­sor de Car­los Urqui­jo en el pues­to de dele­ga­do de Gobierno y hoy patrono ban­ca­rio en BBK, que en 2011 decía en El País: «Un final con ven­ce­do­res y ven­ci­dos. La Cons­ti­tu­ción, el Esta­tu­to y las leyes segui­rán ahí».

Y así, recha­zo a la exis­ten­cia polí­ti­ca, al con­tex­to, deco­mi­sos e incau­ta­cio­nes pro­lon­gan la ile­gi­ti­mi­dad de toda una corrien­te ideo­ló­gi­ca cuya lega­li­dad jurí­di­ca pen­de de la estra­te­gia del Esta­do, des­ple­ga­da, en esta oca­sión, por jue­ces. Con la pre­sión de los sec­to­res más beli­ge­ran­tes. Como aque­lla edi­to­rial de El Correo: «Sería tor­pe y teme­ra­rio que sólo con la con­de­na del terror se les per­mi­tie­ra recu­pe­rar la lega­li­dad». Refle­xión del dia­rio de Vocen­to ape­nas hace diez años.

Hace muchos más, y con ello recu­pe­ro esa ten­den­cia que cita­ba, ese mis­mo El Correo (hoy sin el ape­la­ti­vo «espa­ñol» de enton­ces), reci­bía en 1937, sin arren­da­mien­to alguno por cier­to, sede y rota­ti­va del dia­rio jel­tza­le Euz­ka­di, incau­ta­do o «roba­do» según denun­cia­ron sus legí­ti­mos dueños.

Fue enton­ces, a par­tir de 1936, cuan­do las incau­ta­cio­nes, ava­la­das tam­bién por orde­na­mien­to jurí­di­co, abrie­ron la puer­ta a un expo­lio escan­da­lo­so. Si hoy, las bases jurí­di­cas par­ten de la apli­ca­ción del Códi­go Penal del Enemi­go y su exten­sión por la inter­pre­ta­ción de Gar­zón, con la inclu­sión en el apar­ta­do 127 del Códi­go Penal espa­ñol vigen­te, enton­ces fue el decre­to 181936, del mis­mo día que los fran­quis­tas «recon­quis­ta­ban» Donostia.

El tex­to no deja­ba lugar a la duda: «Se decla­ran fue­ra de la Ley todos los par­ti­dos y agru­pa­cio­nes polí­ti­cas o socia­les que han inte­gra­do el lla­ma­do Fren­te Popu­lar y se decre­ta la incau­ta­ción de cuan­tos bie­nes mue­bles, inmue­bles, efec­tos y docu­men­tos per­te­ne­cie­ren a los refe­ri­dos par­ti­dos o agru­pa­cio­nes, pasan­do todos ellos a la pro­pie­dad del Esta­do». Botín de gue­rra. Ven­ce­do­res y vencidos.

No quie­ro zam­bu­llir­me en la his­to­ria más leja­na, pero sí haré una peque­ña inmer­sión para jus­ti­fi­car pre­ci­sa­men­te el títu­lo de este artícu­lo. La incau­ta­ción jurí­di­ca sus­ti­tu­yó al botín de gue­rra. Los bie­nes de quie­nes se opu­sie­ron a la con­quis­ta de Nafa­rroa y se refu­gia­ron en la Sex­ta Merin­dad fue­ron embar­ga­dos, los de los lapur­ta­nos que depor­ta­dos no enten­die­ron la cen­tra­li­dad de la Revo­lu­ción fran­ce­sa, los de los car­lis­tas que no acep­ta­ron el Con­ve­nio de Ber­ga­ra y huye­ron a Amé­ri­ca, los de los judíos y resis­ten­tes vas­cos de Bia­rritz y Baio­na gasea­dos en Ausch­witz o Mauthau­sen. Tam­bién sus fami­lias fue­ron expo­lia­das. Y todo ello sobre una base jurídica.

En su ini­cio, el Gobierno de Fran­co esta­ble­ció la Comi­sión sobre la Ile­gi­ti­mi­dad de Pode­res Actuan­tes, una jun­ta fran­quis­ta des­ti­na­da a «demos­trar la inmo­ra­li­dad» de la Repú­bli­ca. Este orga­nis­mo que­dó com­ple­ta­do con dele­ga­cio­nes de incau­ta­ción pro­vin­cia­les que se esta­ble­cie­ron, en el caso vas­co, en las cua­tro capi­ta­les, depen­dien­do de juz­ga­dos especiales.

Las incau­ta­cio­nes afec­ta­ron no sólo a bie­nes polí­ti­cos o sin­di­ca­les, sino tam­bién a par­ti­cu­la­res. En Ara­ba, por ejem­plo, la Comi­sión pro­vin­cial encau­só a 749 per­so­nas. En Gipuz­koa, 529 pro­pie­ta­rios fue­ron des­po­ja­dos por com­ple­to de sus vivien­das, terre­nos o caseríos.

A los par­ti­cu­la­res les eran incau­ta­das sus pro­pie­da­des, esta­ble­cién­do­se en ellas nue­vos inqui­li­nos. El dine­ro apor­ta­do por los arren­da­dos era envia­do, por medio de un admi­nis­tra­dor que se que­da­ba con el tres por cien­to por su labor, a la Comi­sión de Incau­ta­ción de Bie­nes de cada provincia.

Esta fue la teo­ría jurí­di­ca, por­que en la prác­ti­ca las des­via­cio­nes que cono­ce­mos son sólo la pun­ta del ice­berg. Museos vas­cos de carác­ter públi­co guar­dan en sus fon­dos obras requi­sa­das enton­ces, así como par­ti­cu­la­res. A Teles­fo­ro Mon­zon le des­va­li­ja­ron la Torre Ola­so que sir­vió para amue­blar el Pala­cio de Aie­te en el que vera­nea­ba Fran­co. Cuan­do el dic­ta­dor falle­ció, su viu­da tras­la­dó las pro­pie­da­des de Mon­zón a su resi­den­cia en el Pazo de Mei­rás (A Coru­ña). Joyas y valo­res deco­mi­sa­dos o apor­ta­dos «volun­ta­ria­men­te» en Nafa­rroa fue­ron depo­si­ta­dos en cajas de segu­ri­dad de la sucur­sal de un cono­ci­do ban­co de la Pla­za del Cas­ti­llo de Iru­ñea. Cuan­do se cum­plie­ron 50 años del des­po­jo, al comien­zo de la lla­ma­da Tran­si­ción, las cajas fue­ron vacia­das y su des­tino aún hoy desconocido.

A esta lis­ta habría que aña­dir orga­ni­za­cio­nes cul­tu­ra­les, ate­neos o medios de comu­ni­ca­ción. En Donos­tia, por ejem­plo, la sede de Eus­ko Ikas­kun­tza fue ocu­pa­da por la dele­ga­ción de la Ban­ca Pri­va­da de Madrid. En Bil­bo, la sede de ELA y de los dia­rios jel­tza­les Euz­ka­di, La Tar­deExcel­sius, fue­ron incau­ta­das, entre otras. En Iru­ñea, el Cen­tro Vas­co fue ocu­pa­do por Falan­ge. La lis­ta interminable.

La mayo­ría de las sedes de las for­ma­cio­nes polí­ti­cas esta­ban hipo­te­ca­das en ban­cos o cajas de aho­rro vas­cas, ya que, por lo gene­ral, habían sido adqui­ri­das en épo­ca repu­bli­ca­na, com­pra­das con gran esfuer­zo eco­nó­mi­co y popu­lar. Las comi­sio­nes pro­vin­cia­les rene­go­cia­ron, en cada caso, los cam­bios de titu­la­ri­dad y el pago de las cuo­tas con las cajas de aho­rro y ban­cos vas­cos res­pec­ti­vos, que se impli­ca­ron en el expolio.

El prin­ci­pal bene­fi­cia­rio de la incau­ta­ción fue el par­ti­do de Falan­ge. De las 51 incau­ta­cio­nes a sedes cen­tra­les de par­ti­dos polí­ti­cos y orga­ni­za­cio­nes sin­di­ca­les de Biz­kaia, 23 fue­ron a parar a Falan­ge que esta­ble­ció en los loca­les requi­sa­dos las sedes de su orga­ni­za­ción y de sus sub­si­dia­rias como Fle­chas o Sec­ción Femenina.

El últi­mo caso de expro­pia­ción fue el que afec­tó a la sede del Gobierno vas­co de París, ubi­ca­do en el núme­ro 11 de la Ave­nue Mar­ceau. Con la inva­sión ale­ma­na de París, la Ges­ta­po y los ser­vi­cios secre­tos espa­ño­les se hicie­ron car­go de la dele­ga­ción vas­ca. En nom­bre de la emba­ja­da espa­ño­la, el fun­cio­na­rio Pedro Urra­ca. Pre­ci­sa­men­te, el 15 de octu­bre de 1947 Urra­ca fue con­de­na­do a muer­te, en rebel­día, por un tri­bu­nal fran­cés que lo acu­só de espio­na­je en favor de la Ale­ma­nia de Hitler. Con iden­ti­dad fal­sa, Urra­ca fue envia­do por Madrid a Bél­gi­ca en la déca­da de 1960 para infor­mar de los pri­me­ros refu­gia­dos de ETA.

En abril de 1951, la Cor­te de Ape­la­ción fran­ce­sa daba la razón al Gobierno espa­ñol fran­quis­ta, apo­yán­do­se, entre otras, en la dis­po­si­ción de incau­ta­ción pro­mul­ga­da por Fran­co el 13 de sep­tiem­bre de 1936. Aque­lla sede fue, des­de enton­ces, la Emba­ja­da espa­ño­la en París y en 2014 es patri­mo­nio del Ins­ti­tu­to Cer­van­tes en la capi­tal francesa.

Cie­rre en falso

El Gobierno espa­ñol pro­mo­vió en épo­ca recien­te dos ini­cia­ti­vas para la devo­lu­ción del patri­mo­nio incau­ta­do tan­to a sin­di­ca­tos como a par­ti­dos polí­ti­cos. La pri­me­ra de las ini­cia­ti­vas se pro­du­jo bajo Gobierno de Feli­pe Gon­zá­lez, en 1986, y la segun­da, en 1998, duran­te man­da­to de Aznar. Entre los sin­di­ca­tos, UGT reci­bió la com­pen­sa­ción de 431 loca­les y CNT de 46, 148 millo­nes de euros en la segun­da con­vo­ca­to­ria para el sin­di­ca­to socia­lis­ta, fren­te a los 2,4 millo­nes de euros para el anar­quis­ta. Entre los par­ti­dos, el mejor para­do fue el PSOE, con casi 11 millo­nes de euros, del total de 28 millo­nes que ambos gobier­nos repar­tie­ron entre todas las for­ma­cio­nes. La CNT pre­sen­tó, en 2007, 5.191 expe­dien­tes de los que se des­es­ti­ma­ron 4.652 y se admi­tie­ron 386. Recla­ma­ba 10 millo­nes de euros.

Sobre las devo­lu­cio­nes de lo incau­ta­do a par­ti­cu­la­res jamás hubo una vuel­ta atrás. Hubo algu­na excep­ción, pero siem­pre bajo el para­guas del orde­na­mien­to jurí­di­co fran­quis­ta. Los here­de­ros de Ramón de la Sota tuvie­ron que pagar, en 1982, 62 millo­nes de pese­tas, res­to de la mul­ta impues­ta en 1938, para poder liti­gar sobre par­te de su patrimonio.

Algu­nas de las for­ma­cio­nes, sin embar­go, ya hicie­ron públi­co su dis­con­for­mi­dad con los repar­tos acor­da­dos por los gobier­nos. El PNV, por ejem­plo, recu­pe­ró más de 9 millo­nes de euros a tra­vés no ya de los acuer­dos con el Eje­cu­ti­vo cen­tral, sino por la vía judi­cial. El Supre­mo espa­ñol le dio la razón en temas que el Gobierno le había dene­ga­do. No así al Gobierno vas­co, cuya sede de París aún se encuen­tra en litigio.

En la mis­ma tesi­tu­ra, aun­que con menor éxi­to, se encon­tra­ba ANV, que vio recha­za­das la mayo­ría de sus recla­ma­cio­nes y las lle­vó al Supre­mo que en abril de 2003 le dio la razón par­cial­men­te y le negó la pro­pie­dad de 89 loca­les. En sep­tiem­bre de 2008, cuan­do el Tri­bu­nal Supre­mo espa­ñol decla­ró la ile­ga­li­za­ción de ANV, dis­pu­so que todos sus bie­nes, inclui­dos los recu­pe­ra­dos de la épo­ca de la Segun­da Repú­bli­ca, pasa­ran a dis­po­si­ción del era­rio público.

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