Daniel Trenado afirma que el rap como cultura musical no está exento de la influencia de los movimientos sociales ni de la crisis económica, más bien al contrario. En los últimos años su politización ha servido para que mucha gente vea en él un vehículo para difundir las ideas anticapitalistas.
El rap en castellano nunca ha permanecido aislado en su burbuja, precisamente es una música surgida de los barrios más humildes y de la juventud más claramente identificada con la clase obrera del extrarradio, lo que le ha aportado mayores facilidades para llevar siempre impreso un fuerte mensaje social y político. Evitaremos profundizar en los orígenes del movimiento hip hop en el Estado español, como referencia bastarán unas breves líneas. El rap se introduce a mediados de los 80, por influencia del panorama estadounidense principalmente, publicándose en 1989 los dos primeros discos que se consideran la apertura del movimiento, Madrid hip hop y ‘Rapin’ Madrid, recopilatorios muy conocidos en el panorama de entonces.
Los 90 son la época de la primera gran ola del rap político, o mejor dicho politizado. Durante todo este tiempo surgen gran cantidad de grupos, la facilidad de grabar maquetas en cintas de casete abre todo un horizonte de posibilidades, chavales de los barrios que rapeaban en los parques y eran conocidos sólo por sus colegas empiezan a poder grabar y distribuir sus maquetas, el rap empieza a salir del barrio y traspasar ciudades, algo impensable poco antes. Precisamente esto es lo que abre el panorama a toda una nueva generación que ha tenido que convivir con la precariedad laboral, con el paro, la (in)migración –la comunidad senegalesa en Madrid ha sido siempre especialmente prolífica en el rap‑, y que hacen bastante fácil encontrar referencias antifascistas, anticapitalistas y antirracistas en MCs1 que no tenían formación política, pero que tenían muy claro de dónde venían y lo que querían denunciar.
A principios del nuevo siglo, se vive una época bastante extraña, en la que ya no existe el casete aunque empieza la circulación de maquetas y comienzan las primeras webs sobre hip hop. Éstas no tienen aún una implantación importante en el mundo musical, ya que la distribución depende ahora casi exclusivamente de las discográficas. Solo destacan grandes bandas y el mensaje social está tremendamente diluido. Sin duda es la época de la gran ausencia del rap político, la que nos demuestra el gran peligro de dejar una música con un fuerte arraigo en la juventud de las clases populares en manos de unas discográficas que sólo buscan el beneficio económico. Como siempre la censura no es directa: lo “político” no es lo bastante comercial, y los grandes artistas que venían de un panorama más politizado van adaptando su discurso conscientemente para amoldarse a la gran industria musical.
En los últimos años, con la extensión de internet y de nuevas tecnologías, las cosas cambian. Si la cinta ya había abierto todo un horizonte de posibilidades, sólo hay que imaginar que ahora puedes grabarte a ti mismo en casa y subir tus temas a la red. Las fronteras y las barreras económicas desaparecen, lo que supone un cambio de paradigma, más en lo ideológico que en lo musical. La superación de la férrea dictadura de la discográfica, donde el mercado decide que es o no apto para ser escuchado, donde el mensaje social se contiene al máximo, se hace realidad. Ahora grandes páginas webs como Hip Hop Groups se convierten en un almacén digital de maquetas y discos gratuitos, donde cualquiera sube su trabajo y miles de personas entran a diario a por material nuevo. Muchas más plataformas están ayudando a la promoción de la nueva música, desde Youtube a Badcamp o las webs de crowdfunding que implican a los y las seguidoras del grupo con la financiación de los discos, saltándose todos los trámites que hasta hace poco parecían inevitables para editar en formato físico.
Rap contra el racismo y el fascismo
Como hemos dicho el rap siempre había tenido un elemento de resistencia, en el mismo ‘Rapin’ Madrid salía un tema de Mc Randy llamado “¡Hey, pijo!” (1990) que ya dejaba bastante claras las intenciones, pero con el aumento de la libertad para poder autoeditar esto se dispara. En el Estado español uno de los primeros discos de gran relevancia fue Madrid Zona Bruta (1994) del Club de los Poetas Violentos (CPV), un disco cargado de violencia verbal, sonidos oscuros y un profundo mensaje antifascista y antirracista, en respuesta a los grupos skins que atacaban a los grupos con una fuerte presencia de personas negras. De hecho, esa lucha contra el fascismo siempre ha destacado en el panorama. Sirva de claro ejemplo uno de los máximos exponentes que lleva activo desde los 90, El Chojín, que en 1999 publicaba un tema llamado “Mami el negro está rabioso”, seguido de otra genialidad en 2003 llamada “Cara sucia”, ambas de fuerte contenido autobiográfico. Siguiendo con El Chojín una buena perspectiva de lo que pasaba en el panorama es “El Hip-Hop y las camisas remetidas” (1999), que tan solo unos años después se consideraría un tema profético. Este mismo artista editaba junto a Nach en Hemos creado un monstruo (2003), un tema que deja bastante claro las potencialidades del rap, su estribillo canta: “Hemos creado un monstruo y vemos el miedo en sus rostros/la histeria de aquellos que no son como nosotros/saben que con historias se pueden crear imperios/ la euforia en las calles, la fobia en los ministerios”. En 2005 Los Chikos del Maíz publican Miedo y Asco en Valencia, disco que contiene el mítico tema “Trabajador@s”, el cual podemos considerar el pistoletazo de salida para el rap abiertamente político, aunque ya en paralelo o incluso anteriormente estaban activos Arma X, Pablo Hasél o Metro (Geronación, La Técnika).
A partir de aquí podemos distinguir dos corrientes: por un lado el rap político, hecho por militantes activos formados, la mayoría del ámbito del estalinismo clásico (aquellos grupos que aún defienden los principios políticos que identifican con el comunismo); por otro lado, el rap underground social que es un rap popular, de los barrios, que contiene un mensaje político más diluido, influido por las vivencias de quienes lo escriben y que a partir de 2008 se hace cada vez más presente y casi omnipresente tras el estallido del 15‑M.
Del primer estilo ya hemos dicho nombres, pero cabe destacar algunos temas. De Arma X sin duda “Santa Bárbara bendita” (2009), una oda al trabajo de los mineros desde la cuenca del Nalón; de Pablo Hasél “Odio Justificado” (2013), reflejo de la rabia que mucha gente siente en estos momentos; y de La Técnika “Ecos” (2011), un temazo que repasa la historia de las revoluciones y la lucha de los y las revolucionarias, a partir de una óptica predominantemente libertaria. El rap social, por otro lado, es mucho más amplio y abarca prácticamente todo el rap underground que se hace actualmente, excepto el gangsta rap. Sin duda el gran logro de la gente que ha apostado por imprimir una visión política consciente al rap no es el surgimiento del rap político, cuyo público está mas o menos delimitado, si no la extensión de las ideas del mismo al resto del panorama, lo que está permitiendo llevar el mensaje mucho más allá. No pensemos que es casualidad que no tengamos rap de derechas, rap neoliberal o rap fascista; las condiciones en las que este se desarrolla propician una politización creciente del mismo.
La crisis como politización del rap
Si ha habido una influencia relevante para el rap en el Estado español esta ha provenido de la irrupción de los movimientos sociales, en especial, del 15‑M. Las temáticas más claramente políticas se integraron con toda la naturalidad esperable, pudiendo afirmar que no existe un sólo disco de rap que no contenga reivindicaciones de lucha. Esto es importante destacarlo. Si Creadores de la Memoria tenía un tema en 2010 llamado “Otro Mundo es Posible”, en un disco plagado de interludios con extractos de la película V de Vendetta, en 2012 pasan a canciones como “Conciencia de clase” con un discurso político más definido. Dakaneh, que mezcla dance-hall y rap para crear un producto bailable en clubs, en 2008 saca “Tengo mi negocio” dentro del disco Mi Negocio, que supone una especie de gangsta rap con ritmos suaves vendible, en 2012 y sin cambiar el estilo musical saca el tema “Rise Up” dentro de su nuevo disco Ritmología, donde anima a rebelarse ante gobiernos, a combatir las injusticias y a denunciar el papel de los mercados y la explotación del capitalismo. Gransan en 2008 publica “Revolución” dentro de su trabajo Metropolitano, ridiculizando y generalizando lo que él considera los falsos revolucionarios, mientras que en su último disco “Skyline” tiene temas como “Pelotas de goma” con Kako M, una visión satírica de la policía y una crítica a las actuaciones de ésta. Precisamente Kako M supone otro buen ejemplo, centrado principalmente en hacer rap totalmente satírico y de humor, en su último disco encontramos la canción “Yo caminaba tranquilo” que alude a la pasividad de parte de la población ante los problemas políticos. El tema del antifascismo y el antirracismo no ha dejado de estar presente, como demuestra el tema “Mi guerra interna” (2013) de Bako y Dj Pache, mezclando esta temática con la superación personal, algo muy presente en los barrios, donde salir adelante es una prioridad. También en esta última temática encontramos “Hell of fame” (2009) de The Louk, grupo que sale de una barriada totalmente marginal y consigue una buena repercusión gracias a unas letras directas y potentes.
Si algo nos ha enseñado la crisis capitalista en estos últimos años es que los movimientos sociales no se quedan en una pura reivindicación político-civil, su influencia trasciende a muchos más aspectos, entre ellos la música, destacando el rap por su mensaje fuertemente social y la extracción obrera de los intérpretes. No podemos desechar la importancia que la cultura tiene en los procesos revolucionarios, especialmente en la ruptura con la ideología dominante. Ahora mismo, estamos en posición de afirmar que el rap podría ser uno de los mejores vehículos para difundir las ideas anticapitalistas en el Estado español.
Las contradicciones: el gangsta rap
Por otra parte, el b‑boy, antropólogo y militante cultural Quiman, nos da claves para comprender el ascenso del llamado gangsta rap.
Los años 90 fueron complicados para el hip hop, fue la década de su difusión global, pero también la de su mercantilización y el nacimiento de su gran contradicción: el gangsta rap, la capacidad del cual para generar ingresos para la industria es directamente proporcional a la destrucción de las raíces de labor social y cultural del movimiento. El hip hop con conciencia no pudo impedir esta mercantilización, no solo porque el negocio era demasiado apetitoso, sino porque el gangsta rap, en toda su crudeza, sedujo especialmente a los b‑boys/b‑girls (persona inmersa en la cultura del hip hop) de origen más humilde. ¿Qué es lo que pudo llevar a la juventud de un barrio deprimido a escoger el gangsta por delante de la conciencia social? Las claves para entender esta seducción son de orden cultural, con implicaciones políticas, y su comprensión puede contribuir a una poética más eficaz desde el punto de vista de los intereses del común.
Es verdad que la libido sexista, la glorificación del dinero (el blingbling), la violencia y el culto al ego de los que hace gala el gangsta son inaceptables para un b‑boy/b‑girls con un mínimo de conciencia social, pero el gangsta rap puso tres enmiendas a lo que hasta entonces había sido el hip hop. En primer lugar, el gangsta consiguió cabrear a la derecha, la ultraderecha, la izquierda bienpensante y los fundamentalistas puritanos religiosos; la obscenidad gangsta fue leída por dichas élites como una cruda caricatura del reverso inconfesable de sus propios valores. En segundo lugar, mientras el rap combativo hablaba de luchas globales de una manera abstracta, el gangsta supo articular una poética que le confirió un plus de realismo que acercó al hip hop a la lírica popular y al realismo social. Por último, la exacerbación del Yo que el gangsta adoptó como rasgo genérico fue interpretada por muchos jóvenes del gueto como una tabla de salvación de la propia individualidad, asediada por un sistema capitalista que aún hoy en día sigue negándoles la subjetividad política, social y cultural.
El hip hop sobrevivió a la sacudida que representó el gangsta adoptando sus aportaciones aprovechables y reconstruyendo aquello que un día tuvo sentido, a saber, la fidelidad a una conciencia social y a una actitud vanguardista respecto a la música, dejando claro que lo que separa el mainstream del underground no son tanto las copias vendidas como la actitud.
El balance, después de diez años de realness, es más dulce que agrio, los b‑boys/b‑girls más veteranos tenemos pendiente la asignatura de trabajar tanto la conciencia como la inconsciencia de las personas más jóvenes.
Allí donde el agitprop anquilosado quedó mudo ante el reto del gangsta, la ola de creatividad y la actitud de heterodoxia estética que aportó el hip hop real goza de buena salud y, más que nunca, sigue siendo una herramienta indispensable de expresión cultural (estética y política) en el presente contexto de desposesión global.
Notas:
1 MCs (master of ceremonies). En los orígenes se encargaba de animar a la gente mientras el DJ ponía la música, actualmente se utiliza para referirse al cantante de rap.