¿Gue­rra, o con­flic­to social arma­do en Colombia?

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La Insur­gen­cia colom­bia­na, como es fácil de com­pro­bar en sus múl­ti­ples y nume­ro­sos comu­ni­ca­dos, siem­pre ha teni­do como refe­ren­te jurí­di­co-polí­ti­co para la carac­te­ri­za­ción del lla­ma­do ofi­cial­men­te por el gobierno “con­flic­to colom­biano”, la doc­tri­na pro­du­ci­da por la Con­ven­ción de Gine­bra, espe­cial­men­te el artícu­lo 1 del Pro­to­co­lo Adi­cio­nal II, que el Comi­té Inter­na­cio­nal de la Cruz Roja rati­fi­có escue­ta­men­te en su dic­ta­men del 2008 así:

Con­clu­sión: Sobre la base de este aná­li­sis (Con­ven­ción de Gine­bra 1949. Articu­lo 1 Pro­to­co­lo Adi­cio­nal II, y el DIH) el Comi­té Inter­na­cio­nal de la Cruz Roja CICR pro­po­ne las siguien­tes defi­ni­cio­nes, que refle­jan La fir­me opi­nión jurí­di­ca que pre­do­mi­na actualmente:

1- Exis­te un con­flic­to arma­do inter­na­cio­nal cuan­do se recu­rre a la fuer­za arma­da entre dos o más Estados.

2- Los con­flic­tos arma­dos no inter­na­cio­na­les son enfren­ta­mien­tos arma­dos pro­lon­ga­dos que ocu­rren entre fuer­zas arma­das guber­na­men­ta­les y las fuer­zas de uno o más gru­pos arma­dos, o entre estos gru­pos, que sur­gen en el terri­to­rio de un Esta­do [Par­te en los Con­ve­nios de Gine­bra]. El enfren­ta­mien­to arma­do debe alcan­zar un nivel míni­mo de inten­si­dad y las par­tes que par­ti­ci­pan en el con­flic­to deben poseer una orga­ni­za­ción míni­ma”. Dic­ta­men del CICR, mar­zo de 2008.

Ade­más, para mayor cla­ri­dad y com­pren­sión de la situa­ción colom­bia­na, la Insur­gen­cia le agre­gó a esta carac­te­ri­za­ción un com­po­nen­te “his­tó­ri­co” (que está en pro­ce­so de cla­ri­fi­ca­ción) y una cua­li­dad defi­ni­to­ria: es un con­flic­to arma­do pero al mis­mo tiem­po social.

Sin embar­go, esta uni­dad de cri­te­rio no ha sido la mis­ma por par­te del Esta­do colom­biano, en don­de abun­da la con­fu­sión con­cep­tual y se da un ver­da­de­ro gali­ma­tías teó­ri­co estruc­tu­ral-fun­cio­na­lis­ta, que ha dado pre­la­ción al aspec­to mili­tar, en detri­men­to de su con­tra­rio jurí­di­co-polí­ti­co aca­ba­do de men­cio­nar, que por su peso e iner­cia de tan­tos años, aho­ra está car­gan­do nega­ti­va­men­te el avan­ce de los actua­les diá­lo­gos de la Haba­na en don­de se está bus­can­do ter­mi­nar­lo, como un todo.

No es el momen­to de hablar de la “obse­si­vi­dad anti­co­mu­nis­ta” de la Oli­gar­quía mili­ta­ris­ta colom­bia­na y su aci­ca­te esta­dou­ni­den­se para eli­mi­nar, “vía mili­tar”, la Insur­gen­cia sur­gi­da de su afi­ción al uso de la vio­len­cia polí­ti­ca sec­ta­ria des­de el Poder cen­tral, y, a su inca­pa­ci­dad (como cla­se hege­mó­ni­ca domi­nan­te) para resol­ver por medios polí­ti­cos el “Con­flic­to Social” sur­gi­do de la inevi­ta­ble y omni­pre­sen­te lucha de cla­ses, motor de las socie­da­des y de la Historia.

Bás­te­nos aquí sola­men­te men­cio­nar el mons­truo­so apa­ra­to mili­tar, con su corres­pon­dien­te mons­truo jurí­di­co de códi­gos, edi­fi­ca­dos en Colom­bia en las últi­mas déca­das con más de medio millón de sol­da­dos y poli­cías, dota­dos con la últi­ma tec­no­lo­gía para la muer­te por los EEUU, Ingla­te­rra, e Israel, jun­to con los mul­ti­mi­llo­na­rios recur­sos finan­cie­ros para su fun­cio­na­mien­to (por ejem­plo el 6% del PIB cono­ci­do) diz­que para enfren­tar una Insur­gen­cia que el mis­mo minis­te­rio de gue­rra colom­biano cifra en no más de 10 mil gue­rri­lle­ros solamente.

En su tena­ci­dad por pri­va­ti­zar el Esta­do colom­biano, demos­tra­da a lo lar­go de toda la his­to­ria patria, es decir uti­li­zar para fines pri­va­dos las ins­ti­tu­cio­nes públi­cas, la Oli­gar­quía domi­nan­te no ha podi­do resol­ver una segun­da con­tra­dic­ción his­tó­ri­ca que le ha depa­ra­do su domi­nio vio­len­to y sec­ta­rio, que actual­men­te está las­tran­do aún más los avan­ces en la mesa de la Haba­na: La con­tra­dic­ción entre lo públi­co y lo pri­va­do. Y por eso tene­mos no solo una lla­ma­da “Fuer­za Públi­ca”, gua­chi­mán de los intere­ses de un peque­ño gru­po oli­gár­qui­co gober­nan­te que se com­por­ta en el terri­to­rio de Colom­bia como una fuer­za de ocu­pa­ción extran­je­ra que para lle­var a cabo el obje­ti­vo de derro­tar mili­tar­men­te a la Insur­gen­cia, ha teni­do que crear una “Fuer­za Pri­va­da” cola­te­ral como son los Para­mi­li­ta­res de la fami­lia Cas­ta­ño y la fami­lia Man­cu­so, quien pri­va­da­men­te hoy como en el año 2000 en el Caguán, pide ser “un ter­cer actor en la negociación”.

¿Qué se resuel­ve en la Haba­na: La lla­ma­da gue­rra en Colom­bia, o el con­flic­to social que es arma­do? La res­pues­ta a esta sim­ple e inge­nua pre­gun­ta mar­ca nues­tro ingre­so como colom­bia­nos al mun­do civi­li­za­do y tan anhe­la­do de la modernidad.

Los mili­ta­res colom­bia­nos (ojo, en su mayo­ría) ya no están intere­sa­dos como en la déca­da de los 70 del siglo pasa­do en el refor­mis­mo mili­tar de la Alian­za para el Pro­gre­so del pre­si­den­te Ken­nedy. Están muy intere­sa­dos, eso sí, en los aspec­tos lla­ma­dos “téc­ni­cos” de la con­fron­ta­ción mili­tar actual y eso es lo que ha ido a dis­cu­tir (a muy bue­na hora) el “gue­rre­ro” gene­ral Fló­rez con su comi­sión de Inte­li­gen­cia militar.

El pro­ble­ma sur­ge cuan­do se habla del Par­ti­do Comu­nis­ta Clan­des­tino (PC tres) que es una fuer­za social clan­des­ti­na pero exis­ten­te y real, no un actor del con­flic­to como lo lla­ma el gali­ma­tías ofi­cial, que obse­sio­nó al defe­nes­tra­do gene­ral Puya­na y que él iden­ti­fi­ca­ba con su cegue­ra anti­co­mu­nis­ta con el movi­mien­to social y polí­ti­co “Mar­cha Patrió­ti­ca”, a la que el Esta­do colom­biano le ha cau­sa­do has­ta la fecha más de 40 “bajas” de diri­gen­tes socia­les y populares.

Y es tal la con­fu­sión que el gali­ma­tías teó­ri­co ofi­cial (bis) ha crea­do que, has­ta el mis­mo apa­ra­to mediá­ti­co de pro­pa­gan­da del régi­men le pide a la lla­ma­da Fuer­za Públi­ca una voca­ción refor­mis­ta, de la que care­ce, para enfren­tar lo que lla­man el Post-con­flic­to ¿Cuál es la razón por la cual el apa­ra­to de pro­pa­gan­da del régi­men le pide peras al olmo, sino la con­fu­sión teórica?

Sería ideal que la lla­ma­da Fuer­za Públi­ca de Colom­bia ayu­da­ra a la solu­ción del aspec­to social del con­flic­to colom­biano, no con los robots poli­cía­cos de la ESMAD y las bom­bas mili­ta­res raci­mo arro­ja­das indis­cri­mi­na­da­men­te sobre la pobla­ción civil en los cam­pos y vere­das colom­bia­nas; sino como una fuer­za (no actor del con­flic­to como lo lla­ma el gali­ma­tías ofi­cial. Bis) que con sus expe­rien­cias de pla­ni­fi­ca­ción y eje­cu­ción de pro­yec­tos, cola­bo­ra­se con el Depar­ta­men­to Nacio­nal de Pla­nea­ción, en lo que el gali­ma­tías ofi­cial (bis) ha dado en lla­mar gené­ri­ca­men­te como Post-conflicto

¿Post-con­flic­to mili­tar, post-con­flic­to social, o, ambos? He ahí el dile­ma que se debe resol­ver pron­to, acla­ran­do el gali­ma­tías ofi­cial (bis) exis­ten­te, con el fin de con­ti­nuar avan­zan­do en la mesa de la Haba­na has­ta el acuer­do final, no la paz nego­cia­da o nego­cia­ción con la gue­rri­lla, como lo lla­ma el gali­ma­tías ofi­cial (bis).

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