Recientemente el actor y activista político Willy Toledo ha abierto una polémica en las redes sociales al cuestionar abiertamente el proyecto político en el que se está convirtiendo Podemos. Aprovechando la polémica creo interesante señalar algunas cuestiones.
La primera es como muchísimas personas, muchas de ellas activistas concienciados, se han sentido atacados asumiendo como propia toda la entidad de Podemos. Para quien escribe este artículo toda la gente trabajadora que participa o apoya de alguna forma Podemos no es ni mucho menos parte del problema, como tampoco sería capaz de estructurar Podemos más allá de los que todos y todas conocemos: A sus caras visibles.
Unas caras visibles que se han encargado de estar hasta en la sopa gracias a aquellos quienes antes de ayer eran la columna vertebral de régimen. Si antes no creíamos en la pluralidad informativa, ahora mucho menos. La crisis de los capitalistas precisamente lo que genera es todo lo contrario, los consorcios de comunicación se han reducido, las alianzas comerciales se han convertido en absorciones y fusiones, se han cerrado canales, periódicos y radios a la par que se mantienen otros de forma artificial para seguir simulando un abanico de oferta.
Mientras nos entretienen con mesas redondas muy plurales para hablar de lo que ocurre en los ayuntamientos, seguimos escuchando la misma canción para lo que realmente importa: la cuestión nacional, la tropas en el extranjero, el papel de los monopolios españoles en el mundo, la estrategia represiva del estado, las agresiones del imperialismo, la propiedad privada o la constitución.
Es por ello que Willy Toledo hace un paralelismo con el papel que jugó el PSOE en la transición como partido político creado de la nada para mitigar un proceso revolucionario. Aquí tengo que decir que Willy sobreestima a Podemos, ya que el PSOE se creó con una cantidad ingente de dinero y de compra masiva de cuadros obreros –fundamentalmente del PCE y otras organizaciones de carácter comunista- a través de las instituciones públicas y gracias a ello el PSOE sigue siendo el primer partido en intención de voto en la clase obrera.
Podemos surge al calor de diferentes luchas sociales y articula su discurso en la defensa fundamental de un sector de la clase trabajadora que está perdiendo sus “privilegios” a pasos agigantados, a menudo la TV nos señala que el rostro de la crisis es ese joven arquitecto que se va a Alemania a cobrar 3.000€ al mes o la joven investigadora con cuatro máster que ya no llega ni a mileurista, mientras en nuestros barrios la clase obrera no enciende la calefacción en invierno desde hace siete largos años.
Lo que nadie dice es que dicho “bienestar” ha sido mantenido a sangre y fuego al calor de la explotación de medio mundo, del piso patera y de la camarera sin papeles, del nigeriano recogiendo la fresa y del rumano esquilando ovejas, del ejército de becarios y de los autónomos dependientes, de la prejubilación y la deslocalización, del taller de Bangladesh y de las bombas en Gaza. Y que la duquesa neofascista Esperanza Aguirre acierta al mofarse preguntando que cómo Podemos va a hacer efectivas sus propuestas económicas. Ya la digo yo también que se equivoca diciendo que como en Venezuela, aquí no hay rentas petroleras para basar un desarrollo de las fuerzas productivas. Quizá sea aumentando la cuota bélica que nos exijan las estructuras del imperialismo mundial BM, FMI, OTAN, UE a las que el estado español pertenece y sobre cuya salida inmediata no parece que nadie de Podemos se haya pronunciado.
Ciertamente los cuadros del PSOE-IU-CCOO-UGT, cada vez más envejecidos y fuera de juego necesitan un recambio después de 35 años de farsa democrática. El problema que tiene la clase dominante es que no hay pan para tanta comparsa, sencillamente no hay dinero para financiar una compra masiva de correas de transmisión y están a ver si pueden sustituir su ejército de funcionarios a sueldo por un par de canales de TV.
Los y las revolucionarias lo tenemos muy claro, del circo electoral no van a solucionarse los problemas de la clase obrera. La salida capitalista a la crisis sigue por seguir aumentando la explotación y acelerar el empobrecimiento absoluto de los y las trabajadoras del estado español. Toda medida que pase por colaborar con el sistema pasa por chocar con el contundente muro de la realidad económica, que no son astros a los que debemos limitarnos a observar sino monopolios con intereses en todo el mundo, capital acumulándose en cantidades ingentes, ejércitos de personas administrando y protegiendo sus intereses y todo el aparato del estado detrás para mantener su dominio.
La salida revolucionaria a la crisis también pasa por la economía y con el enfrentamiento directo entre las y los poseedores y los desposeídos. En expropiar y administrar la riqueza que nosotras y nosotros mismos hemos creado. En defender mediante todos los medios posibles lo que es nuestro y sobretodo en no respetar unas reglas del juego diseñadas para volver a la casilla de salida cada vez que parezca que se avanza.
Es hora de construir un nuevo proceso, un proceso revolucionario.
Nuestra propuesta se resume en tres necesidades básicas: Organización, revolución, socialismo.