- Escrito por Libe Irisarri Bidarte y Joseba Telletxea Jaio Padres de Jon
Este es el testimonio de una pesadilla. Una pesadilla muy real que cualquiera que tenga hijos o una mínima sensibilidad solidaria comprenderá.
Todo empezó hace dos años y seis meses, en la huelga general llevada a cabo en todo el estado contra la reforma laboral. Aquel día, dos jóvenes vecinos de Deusto, en concreto Jon Telletxea, de la Ribera de Deusto, y Urtzi Martínez, de Arangoiti, participaron junto a otras miles y miles de personas en la masiva manifestación que tuvo lugar por las calles de Bilbao. Tres meses más tarde, fueron detenidos y puestos en libertad el mismo día. Nosotros, sus padres, nos llevamos un susto de muerte. Desgraciadamente, la pesadilla no había hecho más que comenzar.
Aunque libres, salieron de aquel juzgado imputados por un delito que no habían cometido. Se les acusaba de atentado a la autoridad como consecuencia de un altercado en el que no habían participado. Durante todo este tiempo han tenido que presentarse regularmente en el juzgado. El año pasado fueron juzgados y condenados a un año y tres meses de prisión por desórdenes públicos, no por los altercados, sino por hacer unas pintadas que reivindicaban la lucha contra el capitalismo. Al menos, al no tener antecedentes penales, no ingresaban en prisión. Pero la acusación no se quedó conforme y, del Juzgado de lo Penal nº 1 de Bilbo, el caso pasó al provincial. Este consideró efectivamente no probada la participación de los jóvenes en el ataque a los ertzainas, pero devolvió el caso al de lo Penal nº 1 para que se posicionara sobre si podía ser agravante de disfraz llevar una sudadera con capucha (con la que se veía perfectamente el rostro). Finalmente, hace tres meses y medio, como pedía la fiscalía, la señora jueza dictaminó que sí. Al año y tres meses le sumaron otro tanto, por lo que Jon y Urtzi se ven privados de libertad, condenados y encarcelados.
¿No les parece desmesurada la medida… por unas pintadas?
A nadie en su sano juicio le entra en la cabeza condenar a dos jóvenes a dos años y medio de prisión por hacer unas pintadas. Solo a ellos. Porque lo único que quieren es venganza. Decimos venganza, aunque suene terrible, y nos reafirmamos: nuestros hijos serán su chivo expiatorio. ¿Qué pasa con el caso Cabacas? Iñigo Cabacas, muerto a consecuencia de un pelotazo de goma disparado a corta distancia. El caso está todavía sin resolver. ¿Dónde están los que lo ejecutaron y sus responsables? ¿Por qué no se les castiga como a nuestros jóvenes? Es curioso, porque cada vez que saltaba alguna noticia de Iñigo, saltaba la nuestra. Estas son las dos caras de una misma moneda, señores. A buen entendedor, pocas palabras.
Justicia le llaman, y nos dan ganas de llorar. ¿Y qué nos dicen de Alfon? Este tenía que haber sido juzgado esta semana en Madrid por un caso similar al de Jon y Urtzi, y resulta que los tres agentes de la acusación están de vacaciones, por lo que se pospone el caso hasta noviembre. ¿Se imaginan qué habría pasado si hubiera sido al revés? También queremos acordarnos de los de Granada, juzgados en circunstancias parecidas. Y más casos que existen, algunos que conocemos y más que nos gustaría saber.
Estos tres últimos meses nos han tenido yendo al buzón todos los días con el corazón en un puño, para ver si llegaba una maldita hoja… La hoja que ordena el ingreso en prisión de nuestro hijo Jon y de su compañero de pesadilla Urtzi. Tres malditos meses como puntilla a casi tres años de algo a lo que sólo le podemos dar un nombre: tortura psicológica.
Estamos indignados y angustiados, sí, pero también agradecidos. Agradecidos sobre todo a la plataforma solidaria creada en 2012 Grebalariak Aske, a sindicatos, asociaciones vecinales y culturales… Agradecidos a los jóvenes y no tan jóvenes que han mostrado su apoyo, trabajo y solidaridad incansable con estos dos jóvenes y con nosotros sus padres.
Solo esperamos que, gracias a gente solidaria como esta, esta locura que nos ha tocado vivir no vuelva a suceder y que a nuestros jóvenes no se les acuse y castigue tan injusta e impunemente.