El feminismo entendido como un movimiento contra la dominación del patriarcado y por la completa igualdad y emancipación social, constituye una gran amenaza para el capitalismo y las clases dominantes de todo el mundo.
Es por ello que organismos de la burguesía y el patriarcado internacional representados en la ONU, han fichado a Emma Watson- popularmente conocida por interpretar a Hermione Granger en la saga Harry Potter – como embajadora de buena voluntad de la ONU y rostro principal de HeForShe (Él por ella), campaña que se estrenó el pasado sábado 20 de septiembre en la sede de Naciones Unidas de New York, mediante un vitoreado discurso protagonizado por la conocida actriz que se propagó fulminantemente por las redes sociales.
El discurso de Emma Watson
Emma Watson luego de saludar a sus excelencias, al presidente de la asamblea y a los distinguidos invitados, presenta la campaña HeForShe, dirigiéndose especialmente a los hombres pero con la intención de que todos y todas nos unamos. Acto seguido, desarrolla el discurso manifestando que durante los últimos seis meses como embajadora de buena voluntad de la ONU, ha observado que existe la errónea idea de que el feminismo es sinónimo de odiar a los hombres. Emma acierta en dicho apunte. Lamentablemente, muchas personas piensan que el feminismo significa odiar a los hombres, y no solo eso, también una parte importante de la sociedad cree equivocadamente que el feminismo consiste en una especie de machismo desde el campo femenino, cuando el feminismo, como bien apunta Emma Watson, es, entre otras cosas, una teoría política, económica y social de la igualdad de sexos. Sin embargo, Emma Watson en ningún momento del discurso critica profundamente la desigualdad y la dominación contra las mujeres.
Emma erige el discurso sobre la siguiente premisa: el feminismo es, por definición, ‑afirma- creer que tanto hombres como mujeres deben tener igualdad de derechos y oportunidades. Es así como la ONU inteligentemente promociona, a través de la popular actriz, la ética meritocrática de igualdad de oportunidades, característica fundamental de las sociedades neoliberales, que en otras palabras significa que todas y todos debemos tener las mismas oportunidades para ‘surgir’ y ‘triunfar’, aplastando a los y las demás a través de relaciones de competencia y dominación.
La igualdad de oportunidades, piedra angular en el discurso de Emma Watson, está en sintonía con el liberalismo criminal dominante en la ONU. Es la “igualdad” liberal de ser igualmente dominados por el capitalismo y el Estado. Es la igualdad jurídica de las revoluciones burguesas, es decir, la misma falsa igualdad que han criticado millones de feministas desde la época en que se viera a la luz el libro Vindicación de los derechos de la mujer (1792) de Mary Wolstonecraft.
El discurso de Emma Watson ha sido previamente diseñado por un grupo de representantes de las clases dominantes a través de la ONU. No es casualidad que la actriz británica considere la igualdad de género como un derecho humano, lógica burguesa para con el Estado y en sintonía con el capitalismo y el reformismo gubernamental, como bien advierte la feminista Silvia Federici en el libro Revolución en punto cero:
Existe [en las conferencias sobre materia de género de la ONU] una clara tendencia a considerar los problemas a los que se enfrentan las mujeres como un asunto de «derechos humanos» y a intentar priorizar las reformas legales como las herramientas básicas de la intervención gubernamental.
Dicha discursiva, propicia – siguiendo con Federici- (…) al abrigo de las conferencias internacionales promovidas por las Naciones Unidas, (…) una perspectiva [que] no consigue desafiar el orden económico mundial que es la raíz de las nuevas formas de explotación que sufren las mujeres. También la campaña de denuncia de la violencia contra las mujeres, que ha despegado en los últimos años, se ha centrado en la violencia física y la violación en el entorno doméstico en línea con las directrices de la ONU. Pero ha ignorado la violencia inherente al proceso de acumulación capitalista, la violencia de las hambrunas, las guerras y los programas de contrainsurgencia, que han allanado a lo largo de los años ochenta y noventa el camino para la globalización económica.
En este contexto, mi primer objetivo es mostrar que la globalización del mundo económico ha causado una enorme crisis dentro de la reproducción social de las poblaciones de África, Asia y Latinoamérica, y que sobre estas bases se ha asentado una nueva división internacional del trabajo que se aprovecha del trabajo de las mujeres de estas regiones en beneficio de la reproducción de la mano de obra «metropolitana».
Esto significa,- continuando con Silvia Federici- que las mujeres de todo el mundo están siendo «integradas» en la economía mundial como productoras de mano de obra no solo a nivel local sino también para los países industrializados, además de producir mercancías baratas para la exportación global. Defiendo que esta reestructuración global del trabajo reproductivo abre una crisis dentro de las políticas feministas, ya que introduce una nueva división entre las mujeres que debilita la posibilidad de una solidaridad feminista global y amenaza con reducir el feminismo a un mero vehículo para la racionalización del orden económico mundial.
Por si quedaban dudas de la complicidad del discurso de Emma Watson con el capitalismo criminal, la actriz queda en absoluta evidencia cuando cita a la genocida Hillary Clinton como ejemplo para el desarrollo de las ideas feministas en la ONU. ¿Sabrá Emma Watson que Hillary Clinton es una criminal cuyo feminismo consiste básicamente en bombardear a todos por igual, hombres y mujeres sin discriminación, para imponer regímenes funcionales a los intereses de la burguesía internacional? También resulta bastante decidor que Emma Watson, además de nombrar a la líder criminal de EEUU, cita al padre del conservadurismo británico, Edmund Burke, a quien llama ‘estatista’ como sinónimo de buen hombre.
Emma Watson y el feminismo heteropatriarcal
Emma Watson, después de levantar ante el auditorio en New York y para el mundo, las ideas funcionales a las clases dominantes de falsa igualdad, prosigue hábilmente intentando sanear y adornar su discurso paseándose por lugares comunes de la sociedad patriarcal: Que los hombres tienen miedo a parecer femeninos y que las mujeres son rechazadas por realizar tareas consideradas masculinas. Y que tanto los hombres como las mujeres sufrimos producto de las relaciones de desigualdad de género. Sin embargo, Emma Watson ‘olvida’ un punto fundamental en la construcción histórica de la crítica feminista: que las mujeres de clases explotadas son doblemente oprimidas, tanto por el patriarcado como por el capitalismo. También olvida que el patriarcado no es meramente un problema de índole cultural en la convivencia sino que las desigualdades de sexo se agudizan y fortalecen a la vez que se desarrolla el capitalismo y la expansión del Estado contra las sociedades. A pesar de lo anterior, Emma Watson acierta cuando dice que:
Yo creo que es correcto que yo pueda ser capaz de tomar decisiones sobre mi propio cuerpo, tras lo cual recibe una justa ovación.
Emma también acierta cuando exclama:
¡Hombres!, me gustaría aprovechar esta oportunidad para hacerles llegar una invitación formal: La igualdad de género también es vuestro problema.
Sin embargo a lo largo del discurso, Emma Watson en ningún momento cuestiona la heteronorma propia de las sociedades patriarcales. Tampoco menciona la igualdad para gais y lesbianas ni para lo considerado trans. Emma Watson se mantuvo siempre acorde con las posturas tradicionales de la familia patriarcal, defendiendo el rol del padre y la madre dentro de una relación heterosexual. ¿Qué igualdad es aquella donde no se reconoce ni con un mínimo guiño a las millones de personas que se relacionan fuera de los cánones de la pureza mariana matrimonial hombre/mujer?
También considero un punto interesante en la conversación de Emma cuando afirma que:
Es hora de que veamos a los géneros como un espectro en vez de como un juego de polos opuestos. Debemos parar de desafiarnos los unos a los otros.
De esto podemos pensar varias cosas pero destaco dos: Por un lado, considero un aporte al debate imaginar los géneros como un ‘espectro’, si es que por espectro entendemos una gama de múltiples colores, un espacio multiforme, no limitado ni sometido a imposiciones. Por otra parte, si entendemos el sentido de la palabra ‘espectro’ como un conjunto de colores que se complementan entre sí, Emma Watson no se estaría apartando mucho de la visión heteronormalizada de las relaciones entre las personas. Y, lamentablemente, la segunda opción es la que más toma peso si es que consideramos el total del discurso de la actriz de la saga Harry Potter, y si a eso le sumamos que el nombre de la campaña es Él por ella, me atrevo a afirmar que el discurso de Emma Watson está profunda y completamente contaminado por la falacia patriarcal de la complementariedad entre los géneros.
A modo de conclusión
El feminismo de Emma Watson es el sueño americano, la búsqueda del dorado, el colonialismo, la sociedad de las mercancías, el egoísmo sistémico, el sálvate si puedes, el darwinismo social: La lucha por la sobrevivencia, el rechazo al apoyo mutuo y la negación de la autogestión. Dicho de otro modo, el feminismo de los salones del poder de la ONU, que promociona Emma Watson, es el no-feminismo, ya que aboga por la “igualdad” de ser igualmente dominados y explotados por el Estado, el patriarcado y el capital, y no por la igualdad social entendida como una relación horizontal en libertad.
Emma Watson con su angelical rostro ‑según los cánones de belleza de la cultura occidental‑, humaniza las intenciones de las clases dominantes para extender el capitalismo por el planeta y la mercantilización de las relaciones sociales bajo la excusa de “progreso y libertad”. No es casualidad que Emma critique la escasa escolarización en África. Allí irá la ONU, pero no con escuelitas feministas ni películas de Harry Potter sino que con bombas y ejércitos coordinados por el Consejo de Seguridad para imponer una democracia “libre”, mercantil y sangrienta, y por supuesto, liberal, y con ello, extender el desarrollo del capitalismo en la faz de la tierra.
En resumen, la ONU a través de la actriz Emma Watson, defiende espectacularmente el feminismo liberal-burgués de toda la vida: aquel que defiende la igualdad jurídica ante Estado sin cuestionar las diferencias de clase, raza y sexo. Es el feminismo de la paridad en los puestos de Poder en las instituciones burguesas como ministerios y parlamentos. Es el feminismo de la mayor participación de mujeres en las gerencias de empresas capitalistas. Es el feminismo por la inclusión de mujeres en los ejércitos y las policías, entre otras estructuras de dominación del capitalismo y el patriarcado.
Para finalizar, creo muy oportuno recordar estos importantes apuntes de la compañera Silvia Federici:
El poder de las mujeres no proviene de arriba, no lo otorgan las instituciones globales como las Naciones Unidas, sino que debe construirse desde abajo y que solo a través de la autoorganización podrán las mujeres revolucionar sus vidas. De hecho, las feministas harían bien en tener en cuenta que las iniciativas de las Naciones Unidas en favor de las mujeres han coincidido con los ataques más devastadores contra ellas en todo el planeta, y que la responsabilidad de los mismos recae sobre las agencias miembro de las Naciones Unidas: el Banco Mundial, el FMI, la OIT y, por encima de todo, el Consejo de Seguridad de la ONU. Frente al feminismo fabricado por la ONU, con sus ONG, sus proyectos «generadores de ingresos» y sus relaciones paternalistas con los movimientos locales, se levantan las organizaciones de base que las mujeres han construido en África, Asia y Latinoamérica, para luchar por servicios básicos (carreteras, escuelas, clínicas), para resistir los ataques gubernamentales contra la venta callejera―uno de los modos primordiales de subsistencia de las mujeres― y para defenderse mutuamente de los abusos de sus maridos. (Silvia Federici- Revolución en punto cero)
Silvia Federici es profundamente consciente de la necesidad de la autogestión y concluye:
Como cualquier otra forma de autodeterminación, el movimiento de liberación de las mujeres requiere de condiciones materiales específicas, que comienzan por el control de los medios de producción y subsistencia.