Ganó Evo con más del 60% y hundió estrepitosamente a esa derecha racista y oligárquica que en varias oportunidades, en estos años de gobierno revolucionario, intentó hacer un golpe de Estado violento. Hoy hasta Santa Cruz se desbordó de banderas azules del MAS festejando el triunfo.
Ganó Evo exactamente un emblemático 12 de octubre, que es como darle una soberana patada en el trasero a todos los colonialistas que desde 1492 con el genocida Cristóbal Colón a la cabeza, intentaron ‑pero no pudieron- humillar, aniquilar y hacer desaparecer a las comunidades originarias.
Ganó Evo, con las consignas históricas de Tupak Katari y Bartolina Sisa, y la del Che heroico que sembraron su sangre en esa Bolivia que los devuelve hechos millones.
Gano Evo, y la coca pudo reivindicarse como lo que siempre fue para los pueblos indígenas de todo el continente, y no en lo que los narcos imperiales han querido transformarla.
Ganó Evo, y sin titubeos le dedicó el triunfo a ese “abuelo sabio”, como él denomina al comandante revolucionario Fidel Castro y al comandante Supremo, Hugo Chávez. Pero también priorizó “a todos los pueblos que luchan contra el capitalismo y el imperialismo”.
Ganó Evo y su triunfo nos ilumina a todos los que seguimos insistiendo en el continente que las soluciones a nuestros males no pasan por esgrimir discursos vacilantes y más bien claudicantes en el plano ideológico. Al pan, pan y al vino, vino. Revolución Plurinacional y Socialismo.
Ganó Evo porque con su pueblo hecho vanguardia, sabe muy bien hacia dónde caminar, tiene una meta y no la resigna por nada. Se llama socialismo y no de otra manera. Los demás rótulos (capitalismo “serio”, “humano”, y otras bobería de poco calado) son atajos para seguir consolidando la dependencia.
Ganó Evo porque llevó adelante una política de nacionalizaciones necesarias, y con las regalías obtenidas impulsó decenas de proyectos sociales.
Ganó Evo porque no fue oportunista ni mentiroso y cuando habló de inclusión de los más pobres, los incluyó en todos los niveles del Estado. Por primera vez las mujeres “con polleras” (al decir boliviano), los indígenas con ojotas, los mineros con casco y los trabajadores del campo y la ciudad, se vieron dignificados. La wilphala dejó de ser un símbolo clandestino y se convirtió en bandera de liberación en esta Abya Yala irredenta.
Ganó Evo porque con el apoyo de Cuba alfabetizó a toda Bolivia, que es como haberle impuesto el sol a las sombras de siglos.
Ganó Evo porque le dio luz verde a los movimientos sociales y los empoderó de tal manera junto a su ministro Alfredo Rada, que se hizo realidad esa consigna zapatista de “mandar obedeciendo” que es la señal más clara de que jamás en sus dos mandatos dejó de escuchar la voz del pueblo.
Ganó Evo porque en una decisión de plena soberanía decidió expulsar de Bolivia a los gringos de la USAID y al embajador yanqui, y en un hecho de valentía incalculable declaró como terroristas de Estado a los gobernantes israelíes y exigirles a sus ciudadanos una visa de entrada al país.
Ganó Evo porque no se calló la boca ante el discurso fascistoide del ex presidente chileno Sebastián Piñera ni ante el comportamiento claudicante de Michelle Bachelet frente al reclamo legítimo de Bolivia de salida al mar.
Ganó Evo porque no le falló a su pueblo, y cuando cometió algunos errores y sintió el reclamo de los de abajo, supo rectificar y ejercer una autocrítica profunda, como pocos gobernantes acostumbran a hacer frente a circunstancias similares.
Ganó Evo porque siempre apostó a la integración latinoamericana y caribeña, se integró al ALBA y brega desde allí en todo momento por un planteo de independencia plena frente al discurso imperial. En ese aspecto, no dudó en denunciar a la Alianza del Pacífico como la nueva amenaza contra nuestros pueblos.
Ganó Evo y más allá de que seguramente mañana o pasado tengamos que seguir apretando los puños frente a los sicarios de todo el continente que asesinan a nuestros hermanos luchadores, o los repriman en las bloqueos de rutas, o los encarcelen por no ceder ante los poderosos, quien nos quita esta alegría de que en ese rinconcito del planeta llamado Bolivia, la dignidad y el coraje se vistan con el rostro de Evo Morales Ayma.