Feminismo, cuerpo y sexualidad
El feminismo se hace y no hay otro lugar desde donde hacerlo que no sea el cuerpo. Los símbolos se construyen luego de, para justificar cosas, pero las opresiones que nosotras vivimos son en el cuerpo mismo, en el propio sentir corporal, que no eres suficientemente bonita, flaca, blanca, alta… es la opresión cotidiana que se metió como si fueras tu misma. No se puede hacer feminismo sin hacerlo desde desarmar lo que ocurre en el propio cuerpo, que no pasa sólo por la mente ya que no existe dicha separación, está pasando por todo el cuerpo, desde las sensaciones, emociones, la forma de vestir, las expresiones corporales hasta la forma en que interactúas con las demás, todo tiene que ver con lo que se está viviendo, por lo tanto no hay posibilidades de revelarse frente a eso si no es con el propio cuerpo.
No hay feminismo sin el cuerpo. Los discursos aguantan demasiado, dónde realmente pasan cosas es cuando se siente y se piensa, es un proceso completo, no separado como se nos enseña. Las mujeres muchas veces hacen feminismo sin saberlo, y cuando se dan cuenta que lo hacen entienden que no han descubierto nada sino que se han encontrado consigo mismas, porque en el fondo el feminismo es eso, es el encuentro colectivo. El desarme de la violencia estructural y del colonialismo interno sólo es posible desde lo colectivo, distinto a las resistencias individuales que en la vida son muchas, las que pueden ser beneficiosas o dañinas para el propio cuerpo, pero que se transforman en rebeldía sólo cuando se hacen colectivas.
Feminismo y perspectiva de clase
No es posible hacer un feminismo revolucionario, de cambio profundo, sin asumir la clase en la que se está. Las mujeres somos género, somos parte de un territorio, somos una memoria ancestral y estamos en un lugar social que se nos ha asignado que no es precisamente la burguesía. Las mujeres feministas no podrian no asumir un lugar de clase; yo no conozco un feminismo burgués excepto el feminismo liberal, que por cierto es bastante ambiguo, mujeres de clase media, tes blanca, occidental, etc…
La mirada de clase en el feminismo es tan importante como la mirada feminista misma.
«Feminismo» institucional
No basta ser mujer para ser radicalmente feminista, tampoco para querer revolucionar el mundo. Cuando se asume una lógica estructural política como es el estado y sus intituciones, se sabe lo que se esta eligiendo.
Se van modificando y suavizando los discursos en la medida en que se depende de las instituciones, se pierde toda autonomía, entonces ya no hay denuncia, rebeldía ni resistencia real. Cuando las mujeres asumen ese lugar saben en que estan, y lo que estan haciendo es claramente apoyar y fortalecer el sistema patriarcal.
Feminismo latinoamericano
Está habiendo un despertar feminista en américa latina bastante interesante, mujeres con la idea de poder reconocerse a sí mismas como parte de un territorio que tiene historia y memoria, que ha llegado a este lugar no por generación espontánea sino porque se ha vivido de una manera determinada. Los feminismos que hablan desde una mirada que, si bien es cierto convive con un feminismo blanco que nos mostró muchos mapas pero que no es territorio, son profundamente importantes ya que son una muestra más de autonomía en este continente, que se opone al estado, asume la devolución de los territorios a los pueblos, no es arribista ni quiere ser como el feminismo occidental, es un feminismo que tiene mucho que desarmar del colonialismo interno. Esos son los feminismos que hoy día me inspiran más.
Feminismo y autonomía
Ser autónoma es lo único que puede ser feminista. La autonomía ha sido la manera ancestral de organización entre mujeres, es el único espacio político posible. Cuando nos juntamos con otras mujeres se busca en el fondo trabajar contigo misma, siempre experimentando el goce con las otras, pensando juntas, trabajando juntas, sin depender de otros, dándonos cuenta de las opresiones que se viven día a día y eso es profundamente político. En la coyuntura de la posmodernidad, la autonomía es fundamental. Si no hay autonomía no hay política feminista radical. Cuando se depende de los fondos, por ejemplo, se está dependiendo de su mirada ética, además de el lugar de clase en el mundo que tiene aquel que otorga la plata. Con esto no quiero decir que no sea posible fisurar aquellos espacios, robarles un poco de eso, yo creo que es posible, de hecho todas las trabajadoras asalariadas lo hacemos, por lo que podemos quitarle un poco al sistema, sin embargo es verdad que puede cooptarnos profundamente y eso es lo que ha hecho con gran parte del feminismo: aterrizarlo con su mirada política y llevarlo incluso al estado. Cuando no hay autonomía, se pierde el feminismo.