Miran­do a unas izquier­das des­orien­ta­das, aco­bar­da­das y ago­ni­zan­tes- Marat


Mucho agua ha corri­do bajo los puen­tes de las izquier­das des­de que éstas se feli­ci­ta­ron por la rápi­da exten­sión del Esta­do del Bien­es­tar tras la II G.M., que mucho antes había comen­za­do el Can­ci­ller ale­mán Otto von Bismark.

Des­de al menos 1948 las izquier­das han ges­tio­na­do el resul­ta­do del pac­to social con el capi­ta­lis­mo. Un Esta­do del Bien­es­tar que logró en pri­mer lugar nive­les ele­va­dos de con­su­mo entre las cla­ses tra­ba­ja­do­ras y medias, cier­ta redis­tri­bu­ción social de las ren­tas nacio­na­les y for­mas de sala­rio indi­rec­to que pro­te­gían sus vidas. Todas ellas fue­ron posi­bles, den­tro de una estruc­tu­ra mun­dial capi­ta­lis­ta, por­que exis­tía un inte­rés mutuo entre el refor­mis­mo de un sec­tor de las izquier­das y el pro­yec­to de desa­rro­llis­ta y de cre­ci­mien­to del capi­tal. Ese inte­rés com­par­ti­do se lla­mó pac­to social.

Tam­po­co debe­mos olvi­dar que una par­te de la plus­va­lía que el capi­tal cedía a la cla­se tra­ba­ja­do­ra euro­pea para poner en píe los Esta­dos del Bien­es­tar era com­pen­sa­da con una sobre­ex­plo­ta­ción des­de el cen­tro a la peri­fe­ria del sis­te­ma capitalista.

Para ganar espa­cios de poder o fre­nar ten­ta­ti­vas de recor­tes de con­quis­tas socia­les a las izquier­das les bas­ta­ba esgri­mir ame­na­zas de movi­li­za­ción sin­di­cal. El capi­tal solía ceder en las miga­jas para no poner en peli­gro el man­te­ni­mien­to de altos nive­les de bene­fi­cio empresarial.
Eran tiem­pos en los que fren­te a la “pla­ni­fi­ca­ción eco­nó­mi­ca socia­lis­ta” se apli­ca­ba la “pla­ni­fi­ca­ción eco­nó­mi­ca capi­ta­lis­ta” o el lla­ma­do capi­ta­lis­mo mono­po­lis­ta de Esta­do. El capi­ta­lis­mo tra­ta­ba de mos­trar­se inmu­ne a y supe­ra­dor de sus cri­sis del pasado.

Duran­te dece­nios el inven­to fun­cio­nó. Las izquier­das juga­ron a ser ges­to­ras, según su nivel de repre­sen­ta­ción elec­to­ral y su capa­ci­dad de pre­sión sin­di­cal y, en mucha menor medi­da, polí­ti­ca. Tam­po­co que­rían for­zar nada.

Mien­tras tan­to el dis­cur­so pseu­do­iz­quier­dis­ta coin­ci­día con el de los refor­mis­tas en que la cla­se tra­ba­ja­do­ra se había abur­gue­sa­do. A los segun­dos se les esca­pa­ba que ellos se habían con­ver­ti­do en aris­to­cra­cia obre­ra que decía repre­sen­tar a los tra­ba­ja­do­res pero cada vez lo hacía más a los intere­ses de las mal lla­ma­das cla­ses medias. Los pri­me­ros olvi­da­ban que para hablar de la reali­dad de la cla­se tra­ba­ja­do­ra no está de más vivir sus vidas y su intra­his­to­ria y no las de la peque­ña bur­gue­sía pseudoradical.

Pero lle­gó el pri­mer capí­tu­lo ‑cri­sis de 1973- de una lar­ga serie de cri­sis capi­ta­lis­tas que des­de enton­ces se han pro­du­ci­do en dis­tin­tas par­tes del pla­ne­ta y han repli­ca­do en otras o que se expan­dían en fuer­tes sacu­di­das de inten­si­dad cre­cien­te y mun­dial. Lo que en aquél momen­to era pre­sen­ta­do como cri­sis ener­gé­ti­ca (del petró­leo) pron­to se vería que expre­sa­ba los lími­tes de cre­ci­mien­to sis­té­mi­co y de rea­li­za­ción del capital.

Y las “izquier­das” no supie­ron res­pon­der en aquél momento:

El capi­ta­lis­mo, con la com­pli­ci­dad de las polí­ti­cas guber­na­men­ta­les comen­zó su des­re­gu­la­ción y los Esta­dos empe­za­ron a per­der el con­trol del sis­te­ma finan­cie­ro inter­na­cio­nal y comer­cial, a pro­du­cir­se la des­lo­ca­li­za­ción de empre­sas, la bru­tal inmer­sión en la eco­no­mía sumer­gi­da, con la con­si­guien­te pér­di­da de dere­chos del tra­ba­ja­dor, el ini­cio del des­mon­te del Esta­do del Bien­es­tar en paí­ses como Gran Bre­ta­ña, las pri­me­ras refor­mas libe­ra­li­za­do­ras de los sis­te­mas públi­cos de pen­sio­nes y de la sanidad.

Este ata­que bru­tal de hoy a lo públi­co en reali­dad comen­zó 40 años atrás en Euro­pa, sólo que los espa­ño­les comen­za­mos a exten­der el Esta­do del Bien­es­tar ya con fuer­tes influen­cias de los intere­ses pri­va­dos cuan­do en el Vie­jo Con­ti­nen­te comen­za­ba su desmonte.

Las huel­gas sin­di­ca­les en los paí­ses euro­peos de los años 70 – 80 y de par­te de los 90 del pasa­do siglo fue­ron ante todo resis­ten­cia­les: de defen­sa de la esta­bi­li­dad en el empleo, de los dere­chos socia­les y bási­ca­men­te sala­ria­les, por la pér­di­da de capa­ci­dad adqui­si­ti­va que enton­ces ya se esta­ba pro­du­cien­do en tér­mi­nos relativos.

Las izquier­das se fue­ron tor­nan­do más y más refor­mis­tas. La vie­ja social­de­mo­cra­cia euro­pea se hizo social-libe­ral y admi­tió el decá­lo­go de la com­pe­ti­ti­vi­dad, de la alian­za de lo públi­co con lo pri­va­do y de las inci­pien­tes polí­ti­cas de aus­te­ri­dad y rea­lis­mo eco­nó­mi­cos. Labo­ris­tas y socia­lis­tas fran­ce­ses darían la pun­ti­lla al refor­mis­mo “pro­gre­sis­ta” de unos PPSS cuyo obje­ti­vo era vol­ver a ocu­par los gobier­nos, si bien como zom­bies, des­de enton­ces, sin pro­yec­to alguno. Los par­ti­dos comu­nis­tas se hicie­ron ya abier­ta­men­te social­de­mó­cra­tas (años del euro­co­mu­nis­mo) y tra­ta­ron de com­pe­tir con los ex socia­lis­tas en un espa­cio polí­ti­co-elec­to­ral cada vez más plano y estre­cho den­tro de un ins­ti­tu­cio­na­lis­mo que cada vez ges­tio­na­ba menos ‑cami­ná­ba­mos sin pri­sa pero sin pau­sa hacia el Esta­do míni­mo- y más jus­ti­fi­ca­dor de polí­ti­cas antiobreras.

Derro­ta­dos los sec­to­res his­tó­ri­cos, más orga­ni­za­dos, cons­cien­tes, sin­di­ca­li­za­dos y con mayor capa­ci­dad de movi­li­za­ción de la cla­se tra­ba­ja­do­ra (ejem­plo de las huel­gas de mine­ros y ferro­via­rios bri­tá­ni­cos), el movi­mien­to obre­ro y las orga­ni­za­cio­nes de la izquier­da polí­ti­ca comen­za­rían ya a entrar en una espi­ral de des­con­cier­to, renun­cias, cri­sis y vira­jes tac­ti­cis­tas sin res­pues­ta estra­té­gi­ca que han lle­va­do has­ta la deba­cle ago­ni­zan­te de las izquier­das de hoy.
En todo el perío­do des­de el ini­cio de la cri­sis del 73 has­ta nues­tros días, fren­te al sin­di­ca­lis­mo refor­mis­ta de la CES, el alter­na­ti­vis­mo sin­di­cal euro­peo ha sido inca­paz, sal­vo excep­cio­nes par­ti­cu­la­res, de eri­gir un mode­lo de orga­ni­za­cio­nes de tra­ba­ja­do­res amplio, sóli­do y con pre­sen­cia sig­ni­fi­ca­ti­va en una cla­se tra­ba­ja­do­ra que se ha ido amplian­do pero, a la vez, des­cen­tra­li­zan­do en uni­da­des pro­duc­ti­vas mucho más redu­ci­das que las del “obre­ro masa” de las gran­des con­cen­tra­cio­nes fabriles.

Las lla­ma­das izquier­das radi­ca­les o alter­na­ti­vas aca­ba­rían pasan­do des­de el 68 peque­ño­bur­gués a un varia­do aba­ni­co de posi­cio­nes ‑situa­cio­nis­mo, vio­len­cia urba­na, radi­ca­lis­mo demo­crá­ti­co, inte­lec­tua­lis­mo, obre­ris­mo nomi­nal sin ancla­je real, movi­mien­tis­mo,…- para final­men­te caer la mayo­ría de ellos en un radi­ca­lis­mo ver­bal de tipo inter­cla­sis­ta y anti­glo­ba­li­za­ción que con­vir­tió a una par­te de ellos antes en coor­di­na­do­ra de movi­mien­tos socia­les trans­ver­sa­les que en orga­ni­za­cio­nes de cla­se y de vanguardia.

En la izquier­da revo­lu­cio­na­ria de cul­tu­ra polí­ti­ca más dog­má­ti­ca sólo sobre­vi­vie­ron como opcio­nes con posi­bi­li­dad de resis­ten­cia las que se asen­ta­ron sóli­da­men­te en sin­di­ca­lis­mos com­ba­ti­vos, en su ancla­je como orga­ni­za­cio­nes de cla­se, en una cul­tu­ra de resis­ten­cia al capi­ta­lis­mo y en tra­di­cio­nes socie­ta­rias que man­tu­vie­ran la con­cien­cia de cla­se en deter­mi­na­dos seg­men­tos de los trabajadores.

La per­di­da de ini­cia­ti­va de la cla­se tra­ba­ja­do­ra euro­pea en las luchas de cla­ses de los años 70 – 80 y 90 del pasa­do siglo ten­dría un momen­to espe­cial­men­te sig­ni­fi­ca­ti­vo en torno a la apro­ba­ción del Tra­ta­do de Maas­trich de la Unión Euro­pea y ello por diver­sas fac­to­res, todos ellos de gran relevancia:
a) Por­que cons­ti­tuía un momen­to de infle­xión espe­cial­men­te impor­tan­te en cuan­to a la pér­di­da de sobe­ra­nía de los Esta­dos res­pec­to a la UE, lo que habría de crear espe­cia­les difi­cul­ta­des al movi­mien­to obre­ro euro­peo, ape­nas arti­cu­la­do a nivel con­ti­nen­tal, y de las posi­bi­li­da­des de actua­ción des­de los gobier­nos de los paí­ses miem­bros para unas izquier­das refor­mis­tas débil­men­te coor­di­na­das en el mis­mo plano supranacional
b) Por­que con­lle­va­ba un sal­to cua­li­ta­ti­vo enor­me que acen­tua­ba el carác­ter de Euro­pa de los mer­ca­de­res que ya tenía de ori­gen la UE y la subor­di­na­ción de la unión polí­ti­ca a unos obje­ti­vos eco­nó­mi­cos del gran capital.
c) Por la cegue­ra en unos casos de la gran mayo­ría de la la izquier­da refor­mis­ta euro­pea, acep­ta­ción en otros e inca­pa­ci­dad de movi­li­za­ción con­ti­nen­tal y de alter­na­ti­va polí­ti­ca glo­bal del con­jun­to de las izquier­das fren­te a la estra­te­gia de los capi­ta­lis­tas euro­peos y sus gobier­nos con­ser­va­do­res y social-liberales.
d) Por las con­se­cuen­cias pos­te­rio­res que dicho tra­ta­do ten­dría con pos­te­rio­ri­dad en lo rela­ti­vo al Pac­to de Esta­bi­li­dad y Cre­ci­mien­to de la UE, al Tra­ta­do de Lis­boa, el BCE, la ins­tau­ra­ción del euro y las suce­si­vas Cum­bres de jefes de Esta­do euro­peos autén­ti­cos pila­res de las polí­ti­cas de aus­te­ri­dad, recor­tes socia­les y sala­ria­les y des­mon­te de los Esta­dos del Bien­es­tar euro­peos, impul­sa­das des­de la fase de la cri­sis capi­ta­lis­ta de los años 90 del pasa­do siglo has­ta nues­tros días.

Duran­te todo este perío­do, carac­te­ri­za­do por la pér­di­da de ini­cia­ti­va de las anta­ño orga­ni­za­cio­nes de “izquier­das” y del movi­mien­to sin­di­cal y la con­si­guien­te recu­pe­ra­ción de la hege­mo­nía del capi­tal en la lucha de cla­ses, se habían pro­du­ci­do impor­tan­tes trans­for­ma­cio­nes socia­les, eco­nó­mi­cas y polí­ti­cas entre las que cabe des­ta­car: la pri­va­ti­za­ción de las gran­des empre­sas públi­cas de los Esta­dos, la rup­tu­ra de la homo­ge­nei­dad estruc­tu­ral de la cla­se tra­ba­ja­do­ra, una pau­la­ti­na pér­di­da de capa­ci­dad adqui­si­ti­va de los sala­rios en tér­mi­nos rela­ti­vos, una ten­den­cia hacia la sala­ri­za­ción y pér­di­da de esta­tus de deter­mi­na­dos sec­to­res pro­fe­sio­na­les, el ini­cio de la entra­da pau­la­ti­na de capi­tal pri­va­do en el espa­cio de los ser­vi­cios socia­les, los pri­me­ros ata­ques al pac­to social en las nego­cia­cio­nes colec­ti­vas entre tra­ba­jo y capi­tal en las gran­des cor­po­ra­cio­nes euro­peas, la des­re­gu­la­ción y fle­xi­bi­li­za­ción del mer­ca­do labo­ral, la exter­na­li­za­ción de ramas ente­ras de la pro­duc­ción indus­trial y de los ser­vi­cios, la des­lo­ca­li­za­ción de las gran­des mul­ti­na­cio­na­les en Euro­pa hacia Asía prin­ci­pal­men­te, el cam­bio de la arqui­tec­tu­ra legal euro­pea y su con­si­guien­te reper­cu­sión en los mar­cos lega­les que sus­ten­ta­ban los mode­los de cons­ti­tu­cio­nes con con­te­ni­do social en los Esta­dos miem­bros de la UE, la ten­den­cia hacia un incre­men­to del paro que se iría hacien­do pau­la­ti­na­men­te estructural,…

Por el camino los par­ti­dos social­de­mó­cra­tas se habían con­ver­ti­do ya en par­ti­dos social-libe­ra­les y estos final­men­te en par­ti­dos de cen­tro y cen­tro-dere­cha en la prác­ti­ca. Los par­ti­dos comu­nis­tas, gol­pea­dos en su psi­co­lo­gía polí­ti­ca por el fin del socia­lis­mo real en el este de Euro­pa y la diso­lu­ción de la URSS, inten­ta­ban resi­tuar­se hacia la dere­cha, tra­tan­do de ocu­par el espa­cio polí­ti­co de los ex PPSS, con más fra­ca­so elec­to­ral que éxi­to y el alter­na­ti­vis­mo a su izquier­da era ya una espe­cie de mez­cla de social­de­mo­cra­cia y radi­ca­lis­mo al esti­lo del anti­guo Par­ti­do Radi­cal Ita­liano de Pane­lla y Bonino.

Todos ellos habían ido sien­do cada vez menos repre­sen­tan­tes de los intere­ses de la cla­se tra­ba­ja­do­ra para diri­gir­se hacia un elec­to­ra­do inter­cla­sis­ta, a “toda la socie­dad” (los PPSS), pivo­tan­do cen­tral­men­te sobre los sec­to­res pro­fe­sio­na­les asa­la­ria­dos, el fun­cio­na­ria­do y la peque­ña y media­na bur­gue­sías. En la prác­ti­ca, las “izquier­das gober­nan­tes”, en reali­dad ex izquier­das, lo hacían ya de fac­to para los intere­ses del gran capi­tal, com­bi­nan­do estos con algu­nos gui­ños a sus elec­to­ra­dos de ren­tas medias y medias-bajas.

A par­tir de aquí se ini­cia la impa­ra­ble ago­nía de las izquier­das europeas:

Y lle­gó la cri­sis de fina­les de 2007 y las izquier­das, que se habían hecho con­ser­va­do­ras para man­te­ner sus posi­bi­li­da­des de gobierno y ser acep­ta­das por los pode­res reales del capi­tal, se encon­tra­ron ante la gran para­do­ja de la mayor cri­sis estruc­tu­ral del capi­ta­lis­mo que, sin embar­go, des­apro­ve­cha­ron sin recu­pe­rar la ini­cia­ti­va de lucha social y política.

Pero ¿por­qué han fra­ca­sa­do las izquier­das en su papel trans­for­ma­dor al menos duran­te estos 7 últi­mos años de la cri­sis capi­ta­lis­ta mun­dial que afec­ta a Europa?

La res­pues­ta no es sen­ci­lla y, por mi par­te, evi­ta­re caer en la sim­ple­za de los cali­fi­ca­ti­vos mora­les, tan aplau­di­dos aho­ra por la masa aira­da, por­que sir­ven para des­aho­gar­se al que los emi­te y para lograr el aplau­so fácil pero son inú­ti­les para com­pren­der la reali­dad y para cambiarla.
En cual­quier caso, y con la con­cien­cia de que el lis­ta­do es inevi­ta­ble­men­te incom­ple­to, las razo­nes del fra­ca­so de las izquier­das en su res­pues­ta ante la cri­sis capi­ta­lis­ta son múltiples:
1.- Los Par­ti­dos de nom­bre Socia­lis­ta, que ya están dejan­do de gober­nar en casi toda Euro­pa, siguen pen­san­do en los gobier­nos como palan­cas de acción polí­ti­ca cuan­do ya hace mucho tiem­po que ha muer­to la esca­sa auto­no­mía de la polí­ti­ca sobre la eco­no­mía. Hoy los gobier­nos y los Esta­dos care­cen de meca­nis­mos para impe­dir los paraí­sos fis­ca­les, la des­lo­ca­li­za­ción de las gran­des cor­po­ra­cio­nes empre­sa­ria­les (sal­vo dan­do todas las faci­li­da­des fis­ca­les, bajos sala­rios y des­pi­do libre) o la capa­ci­dad coer­ci­ti­va de una fis­ca­li­dad real­men­te pro­gre­si­va, si quie­ren per­ma­ne­cer en los gobier­nos y no caer rápi­da­men­te por la pre­sión del capi­tal y sus múl­ti­ples medios.

2.-No exis­te un espa­cio para polí­ti­cas eco­nó­mi­cas social­de­mó­cra­tas, ya sean de los PPSS o cua­les­quie­ra otras orga­ni­za­cio­nes a su izquier­da por­que las polí­ti­cas social­de­mó­cra­tas de tipo key­ne­siano exi­gen un pac­to social entre tra­ba­jo y capi­tal que éste ya no nece­si­ta por­que está ganan­do la lucha de cla­ses por goleada.

3.-Las ex izquier­das que han gober­na­do duran­te este últi­mo perío­do de cri­sis han rea­li­za­do polí­ti­cas eco­nó­mi­cas pro­pias de las dere­chas libe­ra­les, lo que les ha extra­ña­do de su base social ori­gi­nal, la cla­se tra­ba­ja­do­ra, y tam­bién de aque­llas en las que lue­go se asen­ta­ron, las lla­ma­das cla­ses medias. Ello ha impe­di­do una cone­xión con sec­to­res popu­la­res que esas ex izquier­das pudie­ran haber uti­li­za­do como alia­dos de pre­sión y movi­li­za­ción para enfren­tar un con­tra­po­der a la hege­mo­nía de fuer­zas del capi­tal y sua­vi­zar en algu­na medi­da dicha coacción.

4.-Por otro lado, esta posi­ble estra­te­gia hubie­ra exi­gi­do una esca­la­da de ten­sión social que las izquier­das con posi­bi­li­dad de alcan­zar los gobier­nos no esta­ban dis­pues­tas a asu­mir en toda la radi­ca­li­dad que la diná­mi­ca de lucha de cla­ses les hubie­ra podi­do lle­gar a exi­gir. Las izquier­das polí­ti­cas, pasa­das o pre­sen­tes, se han hecho teme­ro­sas, ges­to­ras en sus decli­nan­tes espa­cios de gobierno y con­ser­va­do­ras como con­se­cuen­cia de la fun­ción que se nie­gan a sí mismas.

5.-Los sin­di­ca­tos refor­mis­tas agru­pan a la mayor par­te de la cla­se tra­ba­ja­do­ra orga­ni­za­da y actúan como freno a una diná­mi­ca de movi­li­za­ción sos­te­ni­da en el tiem­po, entre otros moti­vos por­que care­cen de pers­pec­ti­va y estra­te­gia en cuan­to al modo de lograr unos obje­ti­vos siquie­ra de repar­to de la car­ga de la cri­sis que dicen pre­ten­der. Pero tam­bién por­que temen que, si se radi­ca­li­zan, tras años de sin­di­ca­lis­mo de con­cer­ta­ción y paz social, sus bases no les sigan ante la capa­ci­dad de impo­si­ción y chan­ta­je de los empre­sa­rios. El des­cré­di­to cre­cien­te que han ido acu­mu­lan­do les impi­de recu­pe­rar unas ener­gías que están per­dien­do a cho­rros. Y la posi­bi­li­dad de rea­li­zar sin­di­ca­lis­mo en las peque­ñas empre­sas y en la eco­no­mía sumer­gi­da es real­men­te difícil.

6.-Ante la evi­den­cia de la difi­cul­tad de movi­li­zar a la cla­se tra­ba­ja­do­ra gol­pean­do con­tra la pro­duc­ción, cuan­do el con­su­mo pre­sen­ta una línea pla­na, los sec­to­res a la izquier­da de los PPSS han esta­ble­ci­do pro­gra­mas de acción polí­ti­ca diri­gi­da hacia lo ins­ti­tu­cio­nal y el énfa­sis en el défi­cit demo­crá­ti­co de los Esta­dos y las socie­da­des, vin­cu­lan­do Esta­do de Bien­es­tar con demo­cra­cia, lo que sólo es par­cial­men­te cier­to, y plan­tean­do estra­te­gias cons­ti­tu­yen­tes que alte­ren la corre­la­ción de fuer­zas socia­les, median­te un blo­que anti­he­ge­mó­ni­co al capi­tal (al que no sue­le ape­nas alu­dir­se en los pro­gra­mas ni en las con­sig­nas de lucha sino a los Gobier­nos), y con­for­men un nue­vo régi­men de par­ti­dos. Pero éste es un camino cerra­do por varios motivos:

6.1) Vuel­ve a repe­tir el esque­ma erró­neo del feti­chis­mo par­la­men­ta­ris­ta y la acción ins­ti­tu­cio­nal como meca­nis­mos de cam­bio polí­ti­co, cuan­do es evi­den­te que gobier­nos y Esta­dos per­die­ron hace mucho las palan­cas de acción sobre la eco­no­mía y cuan­do los paí­ses han per­di­do en gran medi­da su anto­no­mía fren­te al BCE, la UE y las gran­des cor­po­ra­cio­nes multinacionales.

6.2) Para que un esque­ma de acción polí­ti­ca refor­mis­ta de este tipo tuvie­ra al menos una míni­ma posi­bi­li­dad de éxi­to habría nece­si­ta­do de una movi­li­za­ción sin pre­ce­den­tes en masi­vi­dad y sos­te­ni­mien­to en el tiem­po en estos años de cri­sis capi­ta­lis­ta pero la reali­dad es que la movi­li­za­ción social se ha veni­do aba­jo. La cla­se tra­ba­ja­do­ra, que es la úni­ca que podría apor­tar esa masi­vi­dad, no sien­te que los 15M, los Jaques al Rey, los 25‑S, las exi­gen­cias de más demo­cra­cia, de denun­cia con­tra la corrup­ción o los can­si­nos dis­cur­sos anti­cas­ta vayan a resol­ver los pro­ble­mas de 6 millo­nes de para­dos o la situa­ción bajo el umbral de pobre­za del 21% de la pobla­ción espa­ño­la. Saben que la res­pues­ta a sus nece­si­da­des tie­ne una expre­sión cla­ra­men­te eco­nó­mi­ca y no de nue­va polí­ti­ca institucional.

Y ello supo­ne dar alter­na­ti­vas al capi­ta­lis­mo; alter­na­ti­vas a las que casi nadie se atre­ve a dar nom­bre por­que eso de “otro sis­te­ma” o de “socie­dad post­ca­pi­ta­lis­ta” sue­nan a frau­de por­que no sig­ni­fi­can nada y lo de “eco­no­mía del bien común”, el “pro­co­mún”, la “eco­no­mía cola­bo­ra­ti­va” y demás con­cep­tos no les lle­gan a la cla­se tra­ba­ja­do­ra y, si les lle­ga­sen, pro­ba­ble­men­te los vería como ideas bien­in­ten­cio­na­das, con rui­do pero sin las nue­ces que impli­quen una autén­ti­ca redis­tri­bu­ción de la rique­za que resuel­va sus situa­cio­nes vitales.

6.3) Pero ade­más esa capa­ci­dad de movi­li­za­ción sin pre­ce­den­tes ten­dría, para tener algu­na posi­bi­li­dad de impo­ner­se sobre la férrea volun­tad del capi­tal, que estar dis­pues­ta a lle­gar has­ta el cho­que de tre­nes. Ello supo­ne dejar cla­ro que se asu­me lle­var a cabo posi­cio­nes de fuer­za has­ta un gra­do cua­si-insu­rre­cio­nal. Pero lo que hoy repi­te el refor­mis­mo como un man­tra es que las revo­lu­cio­nes y las tomas de la Bas­ti­lla pasa­ron a la historia.

7.-Mien­tras los diri­gen­tes y los par­ti­dos de las ex izquier­das o de las izquier­das refor­mis­tas man­ten­gan intere­ses per­so­na­les o de gru­po vin­cu­la­dos de algún modo con los del capi­tal serán vis­tos como par­te del sis­te­ma. No voy a vol­ver entrar en la cues­tión de las tar­je­tas black de Ban­kia por­que es un asun­to muy obvio en rela­ción con lo que digo.

Pre­fie­ro hablar del hecho de que Ale­xis Tsi­pras, Pre­si­den­te de Syri­za, la prin­ci­pal orga­ni­za­ción del Par­ti­do de la Izquier­da Euro­pea, al que per­te­ne­cen tan­to IU como Pode­mos, haya sido patro­ci­na­do, paga­do su via­je y estan­cia en USA por «The Ins­ti­tu­te For New Eco­no­mic Thin­king» (INET) del bimi­llo­na­rio, bui­tre espe­cu­la­dor finan­cie­ro inter­na­cio­nal, pro­mo­tor de revo­lu­cio­nes de colo­res como la de Mai­dan en Ucra­nia, de movi­mien­tos reac­cio­na­rios y secre­tos como Otpor y “bene­fac­tor” de las izquier­das refor­mis­tas mun­dia­les (tam­bién, entre otros, del Trans­na­tio­nal Ins­ti­tu­te de Susan Geor­ges), Geor­ge Soros.

Espe­ro que nin­gún lec­tor pre­ten­da tomar­me por bobo de solem­ni­dad y con­tar­me aque­llo de que los ser­vi­cios secre­tos ale­ma­nes duran­te la II GM y en cola­bo­ra­ción con Ale­xan­der Helphand, el millo­na­rio mar­xis­ta, más cono­ci­do como Par­vus, per­mi­tie­ron que un tren blin­da­do atra­ve­sa­ra Ale­ma­nia con Lenin y otros cama­ra­das bol­che­vi­ques has­ta la Esta­ción de Fin­lan­dia en Petro­gra­do y que eso no com­pro­me­tía en abso­lu­to a Lenin por­que la cues­tión pri­me­ra no tie­ne pun­to de com­pa­ra­ción con la segunda.

Soros no es mar­xis­ta como era Par­vus sino un intri­gan­te cri­mi­nal que ade­más con sus espe­cu­la­cio­nes ha pro­vo­ca­do la rui­na de miles de fami­lias en el mun­do y Tsi­pras no va a hacer una revo­lu­ción comu­nis­ta en Gre­cia sino a esta­ble­cer un gobierno social­de­mó­cra­ta de cor­te kesy­ne­siano, cuyos lími­tes ya pac­tó en su día con Ale­ma­nia y con bue­na par­te de los emba­ja­do­res de paí­ses de la UE en Ate­nas, y es par­ti­da­rio de los euro­bo­nos en cuya emi­sión está par­ti­cu­lar­men­te intere­sa­do Geor­ge Soros, el hom­bre que en su día hun­dió la libra ester­li­na y que pro­vo­có la cri­sis finan­cie­ra de los Tigres Asiáticos.

No, lo que hizo el señor Tsi­pras se pare­ce, mucho más que al tren blin­da­do que lle­gó con Lenin a la Rusia revo­lu­cio­na­ria, al via­je de San­tia­go Carri­llo en 1977 a la Uni­ver­si­dad de Yale en USA. Los via­jes de Tsi­pras y de Carri­llo repre­sen­ta­ron su homo­lo­ga­ción por el impe­rio como izquier­das “serias y sen­sa­tas” y el deseo de ambos de tran­qui­li­zar al cora­zón del sis­te­ma capi­ta­lis­ta mun­dial, afir­man­do que no cae­rían en aven­tu­ras revo­lu­cio­na­rias ni arries­ga­das. Meras abe­jas sin aguijón.
No quie­ro saber a qué otras orga­ni­za­cio­nes del Par­ti­do de la Izquier­da Euro­pea alcan­zan el lar­go bra­zo de las dece­nas de “ONGs” inje­ren­cis­tas que mane­ja el señor Soros, las cuá­les inde­fec­ti­ble­men­te aca­ban en los ser­vi­cios secre­tos USA, pero temo que aca­ba­ré sabién­do­lo, que aca­ba­re­mos muchos sabién­do­lo, excep­to aque­llos que nun­ca quie­ren saber nada que rom­pa su “ilu­sión” o pue­da decepcionarles.

La izquier­da que un día fue refor­mis­ta hace tiem­po que ya es sólo dere­cha demo­crá­ti­ca. La izquier­da que un día fue comu­nis­ta hace mucho que se trans­for­mó en social­de­mo­cra­cia. Una par­te de la que que en su día fue izquier­da radi­cal es hoy tam­bién social­de­mo­cra­cia con un neo­len­gua­je trans­for­mis­ta y extra­ño y unas deri­va­cio­nes fran­ca­men­te peli­gro­sas hacia un popu­lis­mo que aún no sabe­mos en qué aca­ba­rá. Pero nin­gu­na de ellas es ya motor de revo­lu­ción social ni ban­de­ra de la cla­se trabajadora.

En su lugar son los popu­lis­mos, las extre­mas dere­chas y los neo­fas­cis­mos los que hoy levan­tan la ban­de­ra de la rabia, de una rabia que, de nue­vo, será emplea­da con­tra los tra­ba­ja­do­res. Mien­tras, las izquier­das ago­ni­zan defen­dien­do los intere­ses de unas cla­ses medias que, teme­ro­sas por su pér­di­da de esta­tus, se rebe­lan para no pro­le­ta­ri­zar­se, sin com­pren­der que no pue­den ser motor de cam­bio por­que el que desean mira a un pasa­do que no vol­ve­rá, sus deman­das empie­zan y aca­ban en una cla­se que sólo se mira a sí mima, y tam­po­co se reco­no­cen en esas izquier­das por­que lo que que­da de ellas ni siquie­ra es capaz de garan­ti­zar­les su con­ti­nui­dad como estra­to; algo que, de cual­quier modo, el capi­ta­lis­mo hará des­apa­re­cer en una dua­li­za­ción cada vez más radi­cal entre posee­do­res y desposeídos.

Pero no se sien­ten explo­ta­dos ‑a lo sumo expro­pia­dos, algo muy dis­tin­to- por­que su cul­tu­ra polí­ti­ca y viven­cial de ori­gen es otra. Has­ta el tra­ba­ja­dor menos cons­cien­te sabe, en cam­bio, qué es ser explo­ta­do por­que lo vive des­de su pro­pia con­di­ción aun­que ello, en la mayo­ría de los casos, no le per­mi­ta por si sólo ele­var­se a un nivel de con­cien­cia polí­ti­ca supe­rior que sólo la orga­ni­za­ción colec­ti­va de la pro­pues­ta pue­de aportarle.

Las izquier­das, enten­di­das en su sen­ti­do his­tó­ri­co y matriz corren el peli­gro de des­apa­re­cer de Euro­pa por­que se han nega­do a sí mis­mas y sien­ten ver­güen­za y mie­do al futu­ro en lugar de levan­tar sus ban­de­ras caí­das y agi­tar­las con la ener­gía eman­ci­pa­do­ra de quie­nes saben que el futu­ro les pertenece.

No ha muer­to la idea de lo que repre­sen­ta la izquier­da. No ha muer­to su sig­ni­fi­ca­do de igual­dad, fra­ter­ni­dad, espe­ran­za eman­ci­pa­do­ra, racio­na­li­dad, jus­ti­cia y liber­tad. Habi­ta en la men­te de los enca­de­na­dos, como con­cep­to muy bási­co y pri­mi­ti­vo, como con­cien­cia de que sigue habien­do opri­mi­dos y opresores.

Pero si esas ideas bási­cas, esos refle­jos ins­tin­ti­vos de base moral, no toman cuer­po orga­ni­za­do, for­ma estruc­tu­ra­da de pro­yec­to y lugar en la barri­ca­da, per­ma­ne­ce­rán flo­tan­do en el incons­cien­te colec­ti­vo y en la aspi­ra­ción per­so­nal de los sue­ños huma­nos sin posi­bi­li­dad de lle­gar a mate­ria­li­zar­se en un futuro.

Ante este pano­ra­ma tan deso­la­dor, de nue­vo es per­ti­nen­te la pre­gun­ta ¿Qué hacer?

Des­de la más ple­na con­cien­cia de las limi­ta­cio­nes de quien esto escri­be, sien­to el casi irre­fre­na­ble deseo de res­pon­der al peren­ne inte­rro­gan­te leni­nis­ta con un atro­pe­lla­do “todo lo con­tra­rio de lo hecho en los últi­mos 40 – 50 años”.

Pero, ade­más de que ello sería fal­so y enor­me­men­te injus­to por­que en este tiem­po tam­bién se die­ron luchas, expre­sio­nes y for­mas váli­das y enri­que­ce­do­ras como apren­di­za­jes para el pre­sen­te y el maña­na, una res­pues­ta así sería algo inú­til, un mero des­aho­go que de muy poco sir­ve por­que la nega­ción es sólo el pri­mer nivel de la con­cien­cia, aque­lla que nos per­mi­te saber qué recha­za­mos, pero care­ce de la uti­li­dad para cons­truir a par­tir de pro­pues­tas con­cre­tas que nos per­mi­tan saber qué que­re­mos ser y a dón­de que­re­mos ir.

No me diri­jo a las diri­gen­tes de las orga­ni­za­cio­nes de izquier­das. Es inú­til. Se que la gran mayo­ría de ellos ni me leen ni com­par­ten mi diag­nós­ti­co, atra­pa­dos entre su elec­to­ra­lis­mo de cor­tos vue­los, su sec­ta­ris­mo par­ti­cu­lar o su diag­nós­ti­co de que el dilu­vio de esta cri­sis capi­ta­lis­ta capea­rá y será posi­ble vol­ver a los vie­jos tiem­pos de la abun­dan­cia, o bien que si esta­mos ante la gran cri­sis capi­ta­lis­ta sólo hay que sen­tar­se y ver pasar el cadá­ver del enemi­go, mien­tras es el pro­pio el que se descompone.
Me diri­jo a la mayor par­te de sus mili­tan­cias, a quie­nes están dis­pues­tos a vol­ver a empe­zar, con­ser­van­do los mejo­res apren­di­za­jes del pasa­do y sin medio a expe­ri­men­tar de nue­vo, a los que no son miem­bros de nin­gu­na orga­ni­za­ción pero se con­si­de­ran de izquier­da y, como a mí mis­mo me pasa tam­bién, no se reco­no­cen en las izquier­das actual­men­te exis­ten­tes y mucho menos en los tele­pre­di­ca­do­res de ilu­sión que se dedi­can a ven­der humo envuel­to en con­sig­nas fáci­les más cer­ca­nas a un libro de auto­ayu­da inme­dia­to que a un tra­ta­mien­to de la enfer­me­dad que a todos nos devora.

Tra­ta­ré de apun­tar algu­nas cues­tio­nes que con­si­de­ro cla­ves para empe­zar a cami­nar, mien­tras se con­ti­núa en la pelea coti­dia­na. Un camino que será inevi­ta­ble­men­te len­to por­que lo des­an­da­do y des­trui­do es mucho.

Entre esas cla­ves para recu­pe­rar la iden­ti­dad y la fun­ción de la izquier­da que, a la altu­ra de los tiem­pos sólo veo posi­ble si es revo­lu­cio­na­ria, por­que el refor­mis­mo es un camino cerra­do, creo nece­sa­rias las siguientes:

Recu­pe­rar la lucha ideo­ló­gi­ca como ele­men­to cen­tral de la acción política.

Posi­ble­men­te nun­ca como hoy los reac­cio­na­rios, la dere­cha polí­ti­ca, el pen­sa­mien­to teó­ri­co y la pro­pa­gan­da del capi­ta­lis­mo hayan lle­va­do una ini­cia­ti­va tan ven­ta­jo­sa fren­te a quie­nes defen­de­mos la lucha de cla­ses y un pro­yec­to de socie­dad socia­lis­ta. Dis­po­ne de medios, fun­da­cio­nes, apa­ra­tos ideo­ló­gi­cos, edu­ca­ti­vos, reli­gión, trans­mi­sión a tra­vés de la cul­tu­ra y el ocio, etc. La peda­go­gía polí­ti­co-ideo­ló­gi­ca revo­lu­cio­na­ria nece­si­ta ser sen­ci­lla a la vez que muy expli­ca­ti­va, muy ape­ga­da a la reali­dad, don­de la teo­ría enca­je como ele­men­to elu­ci­da­to­rio y no como lis­ta­do de con­sig­nas y dog­mas, como tex­tos de difí­cil com­pren­sión o como “lite­ra­tu­ra” pedan­te del neo­len­gua­je que aho­ra tan­to se pro­di­ga. Inver­tir un esfuer­zo espe­cial en la for­ma­ción de cua­dros mili­tan­tes de la orga­ni­za­ción. Siem­pre fue fun­da­men­tal para el par­ti­do revo­lu­cio­na­rio for­mar inte­lec­tual­men­te a sus miem­bros en aspec­tos polí­ti­cos, eco­nó­mi­cos, cul­tu­ra­les, filo­só­fi­cos,… para inver­tir esos cua­dros en un tra­ba­jo como acti­vis­tas capa­ci­ta­dos que trans­mi­tan refle­xi­va y crí­ti­ca­men­te sus posi­cio­nes y las de su orga­ni­za­ción en el entorno social (fren­tes de lucha, movi­mien­tos socia­les, rela­cio­nes per­so­na­les,…) don­de desa­rro­llan sus acti­vi­da­des mili­tan­tes y den­tro de la pro­pia orga­ni­za­ción, enri­que­cién­do­la y sien­do dina­mi­za­do­res de la mis­ma. Hoy el cua­dro polí­ti­co y la for­ma­ción de cua­dros son más nece­sa­rios que nun­ca. Y ese esfuer­zo de for­ma­ción ha de ser aún mayor.

Aun­que la comu­ni­ca­ción capi­ta­lis­ta ha trans­for­ma­do a las per­so­nas en con­su­mi­do­res de un dis­cur­so pre­via­men­te ela­bo­ra­do por los trans­mi­so­res de la ideo­lo­gía domi­nan­te, la reali­dad es que las per­so­nas hoy son menos igno­ran­tes que hace 40 años y requie­ren res­pues­tas menos sim­plis­tas en la comu­ni­ca­ción inter­per­so­nal. Des­de los medios de comu­ni­ca­ción del capi­tal y sus apa­ra­tos ideo­ló­gi­cos la fala­cia de la idea sim­plis­ta, lan­za­da como un tra­lla­zo y repe­ti­da obse­si­va y sis­te­má­ti­ca­men­te aca­ba ope­ran­do como ver­dad indis­cu­ti­ble. Pero en la comu­ni­ca­ción del tú a tú, don­de el cua­dro polí­ti­co pue­de ope­rar con mayor éxi­to, es fun­da­men­tal su capa­ci­dad para res­pon­der a pre­gun­tas más com­ple­jas y menos evidentes.

El cua­dro polí­ti­co no pue­de ser for­ma­do dog­má­ti­ca sino crí­ti­ca y refle­xi­va­men­te, de modo que pue­da ela­bo­rar por sí mis­mo, aun­que den­tro de la corrien­te de pen­sa­mien­to de la orga­ni­za­ción, y con­tri­buir a reno­var per­ma­nen­te­men­te la ten­sión nece­sa­ria entre teo­ría y pra­xis, base de un mar­xis­mo vivo. Supe­rar el con­cep­to de par­ti­do de masas para recu­pe­rar el del par­ti­do de cua­dros. La diná­mi­ca polí­ti­ca, social e his­tó­ri­ca de los par­ti­dos polí­ti­cos actua­les demues­tra que las orga­ni­za­cio­nes de masas son inope­ran­tes por­que acu­mu­lan afi­lia­dos sin que muchos de ellos lle­guen a dar el sal­to a un com­pro­mi­so acti­vo tan nece­sa­rio hoy y, a su vez, tien­den a fomen­tar la figu­ra del afi­la­do acrí­ti­co, poco for­ma­do pero con exce­so de devo­ción de par­ti­do, pro­pio de quien suple su esca­sa for­ma­ción con un dog­ma­tis­mo deri­va­do de la fe casi reli­gio­sa y no de la refle­xión y el deba­te colec­ti­vos. En el sen­ti­do prác­ti­co, el afi­lia­do pasi­vo sólo es un pro­vee­dor de cuo­tas y una per­so­na que suma muy poco a la ener­gía colec­ti­va de la orga­ni­za­ción. Afir­mar las orga­ni­za­cio­nes como par­ti­dos de la cla­se tra­ba­ja­do­ra, aban­do­nan­do un ciu­da­da­nis­mo inter­cla­sis­ta que pre­ten­de repre­sen­tar a todos (pue­blo, ciu­da­da­nos) des­de don­de no es posi­ble apun­tar a unas con­tra­dic­cio­nes de cla­se que son la base de una lucha anti­ca­pi­ta­lis­ta real. Pero la con­di­ción de par­ti­do de cla­se no debe que­dar­se en una decla­ra­ción de prin­ci­pios. No se tra­ta de recu­pe­rar la idea de cla­se como con­sig­na sino de hacer­la real. Un par­ti­do de izquier­da para los tra­ba­ja­do­res debe vol­ver al cen­tro de tra­ba­jo como espa­cio en el que conec­tar con la reali­dad del mun­do obre­ro, al esce­na­rio que apor­ta toda la reali­dad de una explo­ta­ción a par­tir de la que pue­de hacer­se peda­go­gía concienciadora.Pero ese asen­ta­mien­to en el prin­ci­pal espa­cio de las con­tra­dic­cio­nes socia­les del capi­ta­lis­mo, la empre­sa (con el reco­no­ci­mien­to de la difi­cul­tad que encon­tra­ron en el pasa­do quie­nes hicie­ron esto mis­mo y la aña­di­da de que hoy las empre­sas son mucho más peque­ñas), es tam­bién un espa­cio de apren­di­za­je para el mili­tan­te revo­lu­cio­na­rio y su orga­ni­za­ción, al acer­car­le a la reali­dad de la vida del tra­ba­ja­dor, a las limi­ta­cio­nes de su con­cien­cia polí­ti­ca, a sus espe­ran­zas y mie­dos, a su des­con­fian­za hacia el com­pro­mi­so o a su nece­si­dad de sen­tir­se colec­ti­vo para defen­der­se, aún cuan­do él mis­mo no lle­gue a comprenderlo.
Quien pien­se que ese tra­ba­jo es arduo e inú­til o que los tra­ba­ja­do­res están tan alie­na­dos de su reali­dad que no hay modo de hacer labor mili­tan­te con ellos, que se vaya con quie­nes creen que la con­cien­cia polí­ti­ca se adquie­re en las ter­tu­lias tele­vi­si­vas por­que de mili­tan­te revo­lu­cio­na­rio tie­ne muy poco ya que se nie­ga a ope­rar en el terreno de lo con­cre­to. No es acep­ta­ble que hoy sea más difí­cil hacer labor polí­ti­ca que en el siglo XIX cuan­do no había tele­vi­sión ni ocio pero sí anal­fa­be­tis­mo, igno­ran­cia pro­fun­da, reli­gión alie­nan­te, temor al patrón y dura repre­sión hacia la labor agi­ta­ti­va; peor inclu­so que hoy, pero enton­ces se hacía. Qui­zá el éxi­to con­sis­tía en que el mili­tan­te revo­lu­cio­na­rio escu­cha­ba sin anteo­je­ras y sin lle­var ya car­ga­da la esco­pe­ta con el con­sig­na­zo antes de escu­char. Sabien­do que en la rela­ción dia­léc­ti­ca con nues­tra cla­se hay un apren­di­za­je mutuo, que es el que enri­que­ce la labor de con­cien­cia­ción. En un mar­co como el labo­ral, fren­te al refor­mis­mo sin­di­cal impe­ran­te es un error cana­li­zar la actua­ción mili­tan­te sólo des­de el mun­do sindical.Prolongar la labor mili­tan­te entre nues­tra cla­se más allá del mun­do del trabajo.

Des­de los ate­neos popu­la­res que ya exis­ten has­ta el mun­do del aso­cia­cio­nis­mo soli­da­rio de cla­se. La cri­sis eco­nó­mi­ca es una opor­tu­ni­dad que pue­de ser espe­cial­men­te fér­til para for­mar los lazos de soli­da­ri­dad bus­can­do recrear los apren­di­za­jes de las socie­da­des de soco­rros mutuos, las mutua­li­da­des obre­ras, las expe­rien­cias del Soco­rro Rojo…actualizando sus for­mas a las nece­si­da­des y con­di­cio­nes de hoy.

Se están lle­van­do a cabo muchas expe­rien­cias de este tipo pero, en mi opi­nión, algu­nas de ellas muy des­co­nec­ta­das de una labor ideo­ló­gi­ca o con una matriz polí­ti­ca muy ciu­da­da­nis­ta y des­de el dis­cur­so inter­cla­sis­ta de “la gen­te” y el bue­nis­mo naïf. Prio­ri­zar, no sólo por eco­no­mía de medios y limi­ta­ción de las capa­ci­da­des huma­nas, el tra­ba­jo en los fren­tes de lucha y movi­mien­tos con mayor poten­cial anti­ca­pi­ta­lis­ta. No se tra­ta de aban­do­nar otros espa­cios de lucha sino de tener cla­ro cuá­les ofre­cen por su natu­ra­le­za o posi­bi­li­dad de orien­ta­ción un mayor posi­bi­li­dad de hacer un tra­ba­jo mili­tan­te en el que pros­pe­ren las ideas socialistas.Emplear toda la fuer­za de la crí­ti­ca eco­nó­mi­ca que con­lle­va la denun­cia de lo que repre­sen­ta el capi­ta­lis­mo para para la vida de la cla­se tra­ba­ja­do­ra y de la huma­ni­dad en gene­ral en pun­to de arran­que que ele­ve esa crí­ti­ca a un nivel de nega­ción y de con­cien­cia supe­rior, con el fin­de que sea posi­ble hacer desea­ble la nece­si­dad de socialismo.Generar argu­men­ta­rio y ela­bo­ra­ción polí­ti­ca que con­tri­bu­yan a des­ar­mar la pro­pa­gan­da anti­co­mu­nis­ta de la dere­cha y a poten­ciar el atrac­ti­vo del socia­lis­mo como pro­yec­to. Es nece­sa­rio que las orga­ni­za­cio­nes revo­lu­cio­na­rias sean capa­ces de aban­de­rar la rabia de la pro­tes­ta social pero tam­bién que esa rabia vaya acom­pa­ña­da de una idea cla­ra, sin­ce­ra y cate­gó­ri­ca, que no ocul­te lo que somos y a lo que aspi­ra­mos sino que lo expli­ci­te con cla­ri­dad. Del mis­mo modo, es nece­sa­rio que el pro­yec­to de socie­dad socia­lis­ta mues­tre sin amba­ges su com­pro­mi­so con las mis­mas liber­ta­des demo­crá­ti­cas que exi­gi­mos para noso­tros mis­mos y que ten­ga­mos la valen­tía de defen­der los ele­men­tos posi­ti­vos, que fue­ron enor­mes, de las expe­rien­cias socia­lis­tas ante­rio­res, sin negar los erro­res, pero des­ta­can­do aspec­tos atrac­ti­vos como las for­mas de demo­cra­cia obre­ra en la orga­ni­za­ción del tra­ba­jo y la toma de deci­sio­nes, las expe­rien­cias como la auto­ges­tión, los con­se­jos obre­ros y los soviets, etc y toda la cober­tu­ra y pro­tec­ción social que las expe­rien­cias de socia­lis­mo en el pasa­do die­ron a sus socie­da­des des­de la niñez a la vejez, mien­tras hoy la des­truc­ción de las con­quis­tas de la cla­se tra­ba­ja­do­ra por el capi­ta­lis­mo la devuel­ve a mar­chas ace­le­ra­das a una pro­le­ta­ri­za­ción de sus con­di­cio­nes de vida pro­pia del siglo XIX.Plantear la línea polí­ti­ca de un par­ti­do revo­lu­cio­na­rio actual des­de la amplia ave­ni­da del mar­xis­mo abier­to, supe­ra­dor de las calle­jue­las sec­ta­rias de las dis­tin­tas capi­lli­tas y has­ta calle­jo­nes sin sali­da en que la dog­má­ti­ca de sus orto­do­xias nega­do­ras de su esen­cia lo ha con­ver­ti­do. Es nece­sa­rio recu­pe­rar un mar­xis­mo sin guio­nes que por su pro­pia natu­ra­le­za es revo­lu­cio­na­rio, sin nece­si­dad de aña­dir­le lis­tas de ape­lli­dos que lo enca­jo­nen o lo limi­ten. La impor­tan­cia de otros pen­sa­do­res mar­xis­tas fue la de con­ti­nuar apor­tan­do a un acer­vo que debe ser común. Ello no sig­ni­fi­ca negar las corrien­tes inter­nas de la orga­ni­za­ción sino enten­der­las como enri­que­ci­mien­to colec­ti­vo del pen­sa­mien­to e inter­cam­bio de pers­pec­ti­vas res­pe­tuo­so y leal; nun­ca como coar­ta­das para cuo­tas de poder interno o para ajus­tes de cuen­tas que tan­to daño han hecho al pen­sa­mien­to y a las orga­ni­za­cio­nes de izquier­da revolucionaria.

Segu­ra­men­te este lis­ta­do de enun­cia­dos sea menos que insu­fi­cien­te, le fal­ten muchos otros ele­men­tos, posi­ble­men­te haya a quie­nes no les con­ven­zan, otros los con­si­de­ra­rán irre­le­van­tes pero quie­re ser una con­tri­bu­ción al obje­ti­vo de bus­car la iden­ti­dad per­di­da de la izquier­da para que ésta pue­da vol­ver­se a afir­mar en el sen­ti­do de las últi­mas pala­bras que escri­bió en la últi­ma noche de su vida Rosa Luxemburgo:

“¡El orden rei­na en Ber­lín!” ¡Estú­pi­dos secua­ces! Vues­tro “orden” está cons­trui­do sobre la are­na. Maña­na la revo­lu­ción se levan­ta­rá vibran­te y anun­cia­rá con su fan­fa­rria, para terror vues­tro: ¡Yo fui, yo soy, y yo seré!”

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