Acti­vis­tas a Oba­ma sobre las depor­ta­cio­nes: «Dis­cul­pe, señor pre­si­den­te, pero lo que dice es mentira»

El presidente de EEUU, Barack Obama

El pre­si­den­te de EEUU, Barack Obama

Cre­di­to: Archivo

26 – 11-14.-Barack Oba­ma pro­nun­ció este mar­tes en Chica­go un dis­cur­so sobre la polí­ti­ca migra­to­ria de su Gobierno. A mitad de la inter­ven­ción fue inte­rrum­pi­do por cua­tro muje­res que deci­die­ron expre­sar su dis­con­for­mi­dad con las pala­bras del pre­si­den­te.

«Los tra­ba­ja­do­res indo­cu­men­ta­dos que han infrin­gi­do nues­tras leyes de inmi­gra­ción deben figu­rar en una lis­ta espe­cial. Entre ellos hay algu­nos que pue­den ser peli­gro­sos. For­man una peque­ña mino­ría, pero hay que tener­los en cuen­ta. Y es por eso que las depor­ta­cio­nes de cri­mi­na­les duran­te los seis últi­mos años subie­ron has­ta el 80%. Vamos a seguir cen­tran­do nues­tros recur­sos en lo que en reali­dad es una ame­na­za para nues­tra segu­ri­dad. En los delin­cuen­tes, no en las fami­lias. En las pan­di­llas, no en los padres que tra­ba­jan duro para que sus hijos ten­gan una vida mejor. Pero inclu­so…», esta­ba dicien­do el man­da­ta­rio en el Cen­tro Copér­ni­co de Chica­go, don­de pro­mo­vía el plan de inmi­gra­ción que apro­bó sin el res­pal­do del Con­gre­so, una medi­da que pro­te­ge a los pro­ge­ni­to­res de los ciu­da­da­nos y resi­den­tes lega­les per­ma­nen­tes de EE.UU. y que libe­ra de la ame­na­za de la depor­ta­ción a unos 4,7 millo­nes de inmigrantes.

Fue en ese momen­to cuan­do la pacien­cia de los acti­vis­tas que esta­ban pre­sen­tes en la sala se ago­tó. «¡Dis­cul­pe, señor pre­si­den­te, pero eso es men­ti­ra!», gri­tó una joven, levan­tán­do­se de su asien­to y sos­te­nien­do en las manos un car­tel que reza­ba “Stop Depor­ta­tions Now” (“deten­gan aho­ra mis­mo las depor­ta­cio­nes”). Otras tres muje­res no tar­da­ron en seguir su ejem­plo excla­man­do: «¡Ni uno más!», «¡Deten­ga las depor­ta­cio­nes!» y «No hay jus­ti­cia», entre otras proclamas.

Ante la ince­san­te pro­tes­ta de las acti­vis­tas, Oba­ma ase­gu­ró que «había oído sus opi­nio­nes», pero que no podría con­ver­sar con cada uno de ellas en sepa­ra­do, sin ana­li­zar más los repro­ches. Reto­mó su dis­cur­so para decir que EE.UU. es una nación que «encuen­tra la mane­ra de dar­les la bien­ve­ni­da [a los inmi­gran­tes] como seres huma­nos y de apro­ve­char sus talen­tos para crear un futu­ro bri­llan­te para todos» y ase­gu­ró que el país no expul­sa «a los soña­do­res que quie­ren ganar­se su pro­pia par­te del sue­ño americano».

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