Deba­te sobre cua­tro cues­tio­nes urgen­tes- Iña­ki Gil de San Vicente

Tabla de contenidos

LA OBJETIVIDAD Y LA SUBJETIVIDAD. EJEMPLOS PRÁCTICOS 

1.1.- DESARROLLANDO UN EJEMPLO

CÓMO LA ESTRUCTURA ECONÓMICA DEFINE LA IDEOLOGIA 

2.1.- DETERIORO SOCIOECONÓMICO E IDEOLOGÍA

2.2.- PODEMOS COMO IDEOLOGÍA

LA TÁCTICA Y LA ESTRATEGIA. PROFUNDIZAR ESTOS CONCEPTOS PARA SABER ANALIZAR CORRECTAMENTE

3.1.- INTERACCION ENTRE ESTRATEGIA Y TÁCTICA

¿FRENTE POPULAR? ¿UNIDAD POPULAR? ¿EN QUÉ SE PARECEN Y EN QUÉ SE DIFERENCIAN? 

4.1.- INTERNACIONAL COMUNISTA Y FRENTE ÚNICO

4.2.- INTERNACIONAL COMUNISTA Y FRENTE POPULAR

4.3.- KOMINFORM Y FRENTEPOPULISMO

4.4.- OBJETIVO HISTORICO, REVOLUCIÓN O REFORMA

Los pun­tos de refle­xión arri­ba expues­tos han sido ele­gi­dos median­te una con­sul­ta abier­ta a varios gru­pos de mili­tan­tes de Anda­lu­cía que van a par­ti­ci­par en las ter­ce­ras jor­na­das de dis­cu­sión teó­ri­co-polí­ti­ca que se cele­bra­rán el 28, 29 y 30 de este mes de noviem­bre en Puer­to Real, Cádiz. Han sido los gru­pos quie­nes en base a las lec­cio­nes extraí­das de las dos ante­rio­res jor­na­das de deba­te, más los apor­tes rea­li­za­dos por quie­nes van sumán­do­se o par­ti­ci­pan­do des­de fue­ra median­te los tex­tos uti­li­za­dos, han ele­gi­do los cua­tro temas para que se aña­dan al pro­gra­ma ya esta­ble­ci­do. Como vemos, se tra­ta de un méto­do que faci­li­ta la amplia­ción y pro­fun­di­za­ción de los temas a inves­ti­gar gra­cias a que las y los par­ti­ci­pan­tes pue­den pro­po­ner­los con ante­rio­ri­dad aun­que estu­vie­ran fue­ra del pro­gra­ma inicial.

1.- LA OBJETIVIDAD Y LA SUBJETIVIDAD. EJEMPLOS PRÁCTICOS 


Lo pri­me­ro que debe­mos tener en cuen­ta es que exis­te una estre­cha rela­ción entre la obje­ti­vi­dad, lo obje­ti­vo y el obje­ti­vis­mo, rela­ción que aho­ra debe­mos expli­car sólo en lo nece­sa­rio para nues­tro cur­so, sin mayo­res pre­ci­sio­nes que nos exi­gen más tiem­po y espa­cio del que dis­po­ne­mos. La obje­ti­vi­dad con­sis­te en saber que nues­tra vida, nues­tra prác­ti­ca y por tan­to nues­tra sub­je­ti­vi­dad, nues­tras emo­cio­nes, etc., están siem­pre rela­cio­na­das con reali­da­des obje­ti­vas que exis­ten fue­ra de noso­tros, sobre las que pode­mos influir mucho, poco o nada. Por ejem­plo, la altí­si­ma tasa de paro y de empo­bre­ci­mien­to social que gol­pea al pue­blo anda­luz está obje­ti­va­men­te rela­cio­na­da con la explo­ta­ción capi­ta­lis­ta que pade­ce en bene­fi­cio de la bur­gue­sía espa­ño­la, de la que for­ma par­te la andaluza.

Lo obje­ti­vo con­sis­te en asu­mir que exis­te una reali­dad exter­na a noso­tros, al mar­gen de lo que desee­mos o nece­si­te­mos: la obje­ti­vi­dad de la opre­sión del pue­blo anda­luz está refor­za­da des­de el hecho obje­ti­vo de las bru­ta­les matan­zas espa­ño­las rea­li­za­das des­de 1936 y la repre­sión pos­te­rior, que aho­ra se mate­ria­li­za de múl­ti­ples for­mas ade­cua­das a las nece­si­da­des de la domi­na­ción de la bur­gue­sía. Aque­llos crí­me­nes masi­vos del pasa­do son un hecho obje­ti­vo aún pre­sen­te median­te sus terri­bles con­se­cuen­cias de lar­go alcan­ce, al mar­gen de que sean cono­ci­dos más o menos exac­ta­men­te, o inclu­so des­co­no­ci­dos. Y el obje­ti­vis­mo con­sis­te en el hábi­to de pen­sar racio­nal­men­te par­tien­do de la obje­ti­vi­dad de lo obje­ti­vo, es decir, de que las peno­sas con­di­cio­nes de mal viven­cia del pue­blo tra­ba­ja­dor anda­luz exis­ten por­que exis­te la his­to­ria obje­ti­va de la explo­ta­ción capi­ta­lis­ta española.

La sub­je­ti­vi­dad tie­ne un tri­ple sen­ti­do: uno, la sub­je­ti­vi­dad como la otra par­te de la obje­ti­vi­dad, como la con­cien­cia colec­ti­va e indi­vi­dual de que lo obje­ti­vo exis­te y debe­mos trans­for­mar­lo median­te la pra­xis cien­tí­fi­ca, teó­ri­ca, filo­só­fi­ca, éti­ca, etc., es decir, la sub­je­ti­vi­dad volun­ta­ria y libre, crí­ti­ca, que va uni­da a la com­pren­sión y trans­for­ma­ción de lo exte­rior a noso­tros, de lo obje­ti­vo. En este sen­ti­do lo sub­je­ti­vo es una par­te de lo obje­ti­vo, es más, la sub­je­ti­vi­dad crí­ti­ca es una fuer­za revo­lu­cio­na­ria cuan­do pren­de entre las masas explo­ta­das o entre sec­to­res impor­tan­tes. Si pro­fun­di­za­mos un poco más, vemos que la sub­je­ti­vi­dad, la men­te huma­na en gene­ral, tie­ne cier­tas cua­li­da­des aún poco estu­dia­das que faci­li­tan la siem­pre nece­sa­ria capa­ci­dad heu­rís­ti­ca de inven­tar, inno­var e ima­gi­nar solu­cio­nes a los pro­ble­mas superan­do los dog­mas y para­dig­mas obsoletos.
Pero la heu­rís­ti­ca no tie­ne nada que ver con la sub­je­ti­vi­dad y el sub­je­ti­vis­mo, sino todo lo con­tra­rio, depen­de de la can­ti­dad y cali­dad de los con­cep­tos emplea­dos median­te el méto­do dia­léc­ti­co de pen­sa­mien­to crí­ti­co y crea­ti­vo, y con la capa­ci­dad de crea­ción artística.

En la pra­xis revo­lu­cio­na­ria, en la mili­tan­cia coti­dia­na, en lo que debe­mos lla­mar sub­ver­sión del sis­te­ma esta­ble­ci­do, debe­mos inten­tar una fusión del obje­ti­vis­mo mate­ria­lis­ta con el sub­je­ti­vis­mo cons­cien­te enten­di­do des­de la capa­ci­dad heu­rís­ti­ca, la capa­ci­dad de ima­gi­nar y soñar crí­ti­ca y crea­ti­va­men­te siem­pre a par­tir de reali­da­des incues­tio­na­bles, y obser­van­do con minu­cio­si­dad las ten­den­cias evo­lu­ti­vas nue­vas, bro­tes ger­mi­na­les cuyo desa­rro­llo debe­mos seguir atentamente.
Des­de este méto­do, lo sub­je­ti­vo es a la vez obje­ti­vo pero en una for­ma espe­cí­fi­ca, por­que inter­vie­ne como una fuer­za de direc­ción cons­cien­te en la dia­léc­ti­ca de las con­tra­dic­cio­nes obje­ti­vas, como una for­ma espe­cí­fi­ca de esas con­tra­dic­cio­nes, que no como algo abso­lu­ta­men­te exte­rior y ajeno a la reali­dad objetiva.

El segun­do sen­ti­do de la sub­je­ti­vi­dad es el que refie­re a las emo­cio­nes, sen­ti­mien­tos, afec­tos, que­ren­cias, odios, fobias, filias, anhe­los y deseos no cons­cien­tes, o sea ese lla­ma­do «mun­do sub­je­ti­vo» que pre­ten­de ser estu­dia­do por la psi­co­lo­gía, la psi­quia­tría, el psi­co­aná­li­sis, etc.; este mun­do sub­je­ti­vo es más com­ple­jo de lo que se cree habi­tual­men­te y todos los pode­res opre­so­res han sabi­do uti­li­zar­lo para refor­zar su domi­na­ción mani­pu­lan­do la per­so­na­li­dad con el sis­te­ma edu­ca­ti­vo, con la pro­pa­gan­da, con la reli­gión, con el mie­do y el temor en todas sus for­mas, con pro­me­sas basa­das en cosas impo­si­bles, con sobor­nos y corrup­cio­nes, refor­zan­do los con­te­ni­dos reac­cio­na­rios de la cul­tu­ra popu­lar y repri­mien­do sus con­te­ni­dos pro­gre­sis­tas, etc. Sobre esta lar­ga expe­rien­cia his­tó­ri­ca pre­via, el capi­ta­lis­mo ha mon­ta­do una muy efec­ti­va mani­pu­la­ción de la sub­je­ti­vi­dad alie­na­da sobre todo con el con­su­mis­mo y con la ado­ra­ción feti­chis­ta del dine­ro y de la mercancía.

Y el ter­cer sen­ti­do de la sub­je­ti­vi­dad es el de la corrien­te idea­lis­ta de pen­sa­mien­to sub­je­ti­vo que cree que la reali­dad se cono­ce no median­te el mate­ria­lis­mo de la reali­dad obje­ti­va en movi­mien­to cau­sa­do por sus con­tra­dic­cio­nes inter­nas, sino median­te las creen­cias, per­cep­cio­nes, cri­te­rios, esta­dos emo­cio­na­les del suje­to que le per­mi­ten acti­var supues­tas «facul­ta­des sen­so­ria­les» des­co­no­ci­das capa­ces de des­cu­brir­le la «ver­dad». Aun­que la vida depen­de de actos y pen­sa­mien­tos racio­na­les basa­dos en la obvie­dad de lo obje­ti­vo, son muchas las per­so­nas que inter­pre­tan la reali­dad de for­ma idea­lis­ta, en la segun­da acep­ción de sub­je­ti­vis­mo aquí expues­ta, cre­yen­do que su vida depen­de de fuer­zas inma­te­ria­les, eso­té­ri­cas, de «ener­gías espi­ri­tua­les» sólo cog­nos­ci­bles median­te las «cien­cias ocul­tas», la teo­lo­gía, la mís­ti­ca, la reve­la­ción, la intui­ción, e inclu­so median­te el uso de dro­gas alu­ci­nó­ge­nas que te per­mi­ten un «via­je a otras dimen­sio­nes» de la realidad.

En la vida coti­dia­na des­gra­cia­da pero sig­ni­fi­ca­ti­va­men­te es har­to fre­cuen­te que las per­so­nas mez­clen en diver­sas dosis los dos méto­dos, el obje­ti­vis­ta y el sub­je­ti­vis­ta en la segun­da y ter­ce­ra acep­ción. Aun­que cada vez menos, toda­vía muchos cien­tí­fi­cos y per­so­nas que por su tra­ba­jo deben apli­car el mate­ria­lis­mo racio­na­lis­ta –y el méto­do dia­léc­ti­co de mane­ra empí­ri­ca aun­que lo recha­cen ofi­cial­men­te – , sin embar­go se decla­ran reli­gio­sas, leen los horós­co­pos, creen más en sus «intui­cio­nes» o en las de otras per­so­nas que en la for­ma­ción teó­ri­ca y en el deba­te colec­ti­vo demo­crá­ti­ca y crí­ti­ca­men­te rea­li­za­do, etc

1. – 1.- DESARROLLANDO UN EJEMPLO: 

Aún así, exis­te en la prác­ti­ca una com­ple­ja y con­tra­dic­to­ria uni­dad y lucha per­ma­nen­te entre obje­ti­vi­dad y sub­je­ti­vi­dad en la que, por lo gene­ral e his­tó­ri­ca­men­te hablan­do, la pri­me­ra, la obje­ti­vi­dad, ter­mi­na impo­nién­do­se mal que bien y superan­do muchí­si­mas pre­sio­nes sobre la sub­je­ti­vi­dad. Vea­mos un ejem­plo de esta inter­ac­ción: una fábri­ca cerra­da en nues­tro barrio, sin obre­ras y obre­ros y en silen­cio. Es una reali­dad obje­ti­va que impac­ta a dia­rio en la vida de dece­nas y cen­te­nas de fami­lias empo­bre­ci­das. Pero si inves­ti­ga­mos un poco median­te el obje­ti­vis­mo mate­ria­lis­ta y la obje­ti­vi­dad que nos pre­vie­ne con­tra el sub­je­ti­vis­mo y la sub­je­ti­vi­dad, vemos que la fábri­ca está for­ma­da por otras reali­da­des más peque­ñas: ladri­llos, máqui­nas oxi­da­das, cris­ta­les rotos y habi­tácu­los sucios que sir­ven para que jóve­nes se inyec­te la dro­ga que infec­ta el barrio y que ani­qui­la a una juven­tud obre­ra con­de­na­da a la mise­ria, reali­da­des cier­tas e inne­ga­bles cono­ci­das por la gen­te, pero per­mi­ti­das por el poder y su poli­cía, y silen­cia­das por la prensa.

Si segui­mos bucean­do, des­cu­bri­mos que los ladri­llos, las máqui­nas, etc., com­pac­tos al tac­to sin embar­go son tam­bién inmen­sos espa­cios vacíos entre sus par­tí­cu­las y los núcleos de los áto­mos que com­po­nen lo que deno­mi­na­mos la «mate­ria» que for­ma la fábri­ca. Pero este cono­ci­mien­to obje­ti­vo ava­la­do por los avan­ces cien­tí­fi­cos sólo se adquie­re median­te el esfuer­zo de estu­diar la reali­dad con el obje­ti­vis­mo mate­ria­lis­ta superan­do el sub­je­ti­vis­mo idea­lis­ta. Este sim­ple ejem­plo nos expli­ca que lo obje­ti­vo, que exis­te en la reali­dad, es vis­to des­de diver­sos ángu­los: uno, el de la reali­dad obre­ra gol­pea­da por la explo­ta­ción capi­ta­lis­ta; otro, el de la físi­ca clá­si­ca que expli­ca la mate­ria­li­dad de la fábri­ca; y por últi­mo, el de la físi­ca ató­mi­ca que expli­ca la com­po­si­ción inter­na de la «mate­ria», por no exten­der­nos en el aná­li­sis de lo más peque­ño de lo peque­ño o físi­ca cuán­ti­ca, y de lo más gran­de de lo gran­de o leyes y con­tra­dic­cio­nes del modo de pro­duc­ción capi­ta­lis­ta. Y eso que sólo nos move­mos en dos pla­nos del pro­ble­ma: el social y el físi­co, por­que si entra­mos en otros cin­co más, la salud, la polí­ti­ca, el patriar­cal, el cono­ci­mien­to, y la éti­ca, las cosas se complican:

Des­de la pers­pec­ti­va de la salud vemos que la fábri­ca cerra­da ha empeo­ra­do la salud y la cali­dad de vida del pue­blo tra­ba­ja­dor por los efec­tos nefas­tos del des­em­pleo y del empo­bre­ci­mien­to, ha incre­men­ta­do el con­su­mo de alcohol y de otras dro­gas lega­les e ile­ga­les, ha incre­men­ta­do los pro­ble­mas psi­co­ló­gi­cos y «sub­je­ti­vos» en el sen­ti­do segun­do arri­ba expues­to, con el incre­men­to de la tasa de sui­ci­dios efec­ti­vos y frus­tra­dos, el dete­rio­ro gene­ral que fuer­za el con­si­guien­te aumen­to del con­su­mo de ansio­lí­ti­cos y anti­de­pre­si­vos; y pre­sio­na sobre el aumen­to de la lla­ma­da «delin­cuen­cia social», etc. Inclu­so ha refor­za­do el sub­je­ti­vis­mo idea­lis­ta en el ter­cer sen­ti­do al refor­zar las creen­cias reli­gio­sas de algu­nas per­so­nas que rezan para que los dio­ses y dio­sas les ayu­den, o que recu­rren a viden­tes para saber qué futu­ro les aguar­da. Son cada una de ellas reali­da­des obje­ti­vas refle­ja­das en esta­dís­ti­cas y estu­dios que gene­ral­men­te no sir­ven para nada si las luchas popu­la­res no pre­sio­nan para que se mejo­ren las con­di­cio­nes sociales.

Des­de la pers­pec­ti­va polí­ti­ca vemos que los obre­ros recu­pe­ra­ron la fábri­ca cerra­da por la patro­nal ponién­do­la en fun­cio­na­mien­to median­te la auto­ges­tión socia­lis­ta has­ta que fue­ron des­alo­ja­dos por la poli­cía de la mis­ma for­ma que poco antes esta tam­bién des­alo­jó a los cam­pe­si­nos y cam­pe­si­nas que habían recu­pe­ra­do los cam­pos aban­do­na­dos del señor con­de; vemos que esa mis­ma poli­cía apa­leó y expul­só de los loca­les de la fábri­ca a los movi­mien­tos juve­ni­les y popu­la­res que los habían vuel­to a libe­rar y a socia­li­zar; vemos cómo las mani­fes­ta­cio­nes de pro­tes­ta fue­ron disuel­tas con mul­tas y a palos, mien­tras que se hacía públi­co que en los terre­nos de la fábri­ca cerra­da se iba a cons­truir un cam­po de gol con un hotel de lujo direc­ta­men­te conec­ta­do con el aero­puer­to más cer­cano para traer a gran­des capi­ta­lis­tas y res­tan­te esco­ria. El cam­po de golf y el hotel de lujo será una reali­dad obje­ti­va cuan­do se cons­tru­ya, si es que la repre­sión bur­gue­sa aplas­ta la resis­ten­cia popu­lar en con­tra y a favor de la rein­dus­tria­li­za­ción de la zona. Pero la mani­pu­la­ción bur­gue­sa de la sub­je­ti­vi­dad alie­na­da y ate­mo­ri­za­da logra hacer creer a muchas per­so­nas que ese hotel y ese golf «trae­rán el pro­gre­so» al pueblo.

Des­de el patriar­ca­do y poder adul­to, vemos que son las muje­res y las/​los jóve­nes quie­nes más sufren las con­se­cuen­cias del cie­rre de la fábri­ca por el aumen­to de las ten­sio­nes intra­fa­mi­lia­res al redu­cir­se la entra­da de dine­ro y aumen­tar la pobre­za, al obli­gar a las muje­res a rea­li­zar más tra­ba­jos en la eco­no­mía sumer­gi­da con las peo­res con­di­cio­nes de explo­ta­ción que ello aca­rrea, al redu­cir las posi­bi­li­da­des de la juven­tud para salir de casa e inde­pen­di­zar­se en su vida per­so­nal, al obli­gar a las fami­lias a con­vi­vir sin espe­ran­zas e ilu­sio­nes, tenien­do que asu­mir en silen­cio el des­plo­me de la auto­es­ti­ma que supo­ne acep­tar la cari­dad exte­rior ya que las ayu­das socia­les se están redu­cien­do con rapidez.

Des­de la teo­ría del cono­ci­mien­to vemos que se han hun­di­do las creen­cias sobre el futu­ro segu­ro, eterno, del sala­rio en la fábri­ca garan­ti­za­do pasa siem­pre, impac­to obje­ti­vo y has­ta sor­pre­si­vo que obli­ga a nues­tro pen­sa­mien­to a asu­mir el cam­bio, la inter­ac­ción y la con­tra­dic­ción: la fábri­ca fun­cio­na­ba y ha deja­do de hacer­lo en medio del des­con­cier­to y el mie­do por el futu­ro de los tra­ba­ja­do­res. Lo que se creía segu­ro y eterno ha des­apa­re­ci­do de repen­te apa­re­cien­do la reali­dad cru­da y cruel. Muchos tra­ba­ja­do­res se hun­den en el pesi­mis­mo derro­tis­ta pero otros se con­cien­cian, dán­do­se cuen­ta que deben aban­do­nar toda irrea­li­dad sub­je­ti­va para enfren­tar­se a la feroz obje­ti­vi­dad del empo­bre­ci­mien­to y de la pre­ca­ri­za­ción. Las vie­jas for­mas sub­je­ti­vas no sir­ven ante la fría des­nu­dez de lo obje­ti­vo que se mate­ria­li­za tam­bién en las repre­sio­nes, en las men­ti­ras de la pren­sa, en los silen­cios cóm­pli­ces de la Igle­sia para los des­orien­ta­dos tra­ba­ja­do­res creyentes.
De pron­to des­cu­bren a palos que todo está rela­cio­na­do entre sí y que en el cen­tro de lo que les suce­de apa­re­ce el Esta­do de la bur­gue­sía como lo obje­ti­vo en su quin­ta esen­cia, ante lo que no valen para nada las ilu­sio­nes sub­je­ti­vis­tas del refor­mis­mo sino la prác­ti­ca tam­bién obje­ti­va de la lucha revolucionaria.

Des­de la éti­ca vemos que mien­tras que para el pue­blo es malo e injus­to el cie­rre, para la bur­gue­sía es bueno y nece­sa­rio; que mien­tras muchos tra­ba­ja­do­res con­de­na­dos al des­em­pleo, al sub­em­pleo y a la pre­ca­rie­dad empo­bre­ci­da, se pre­gun­tan sobre qué jus­ti­cia exis­te en este mun­do de des­con­sue­lo, otros tra­ba­ja­do­res les res­pon­den que domi­na la jus­ti­cia del capi­tal, y que la jus­ti­cia del obre­ro debe actuar ile­gal­men­te, pero actuar: dos jus­ti­cias y dos éti­cas enemi­gas mortales.
Vemos que cual­quier defen­sa de los dere­chos popu­la­res que des­bor­de los muy escuá­li­dos lími­tes de la ley y de la éti­ca de la pro­pie­dad pri­va­da es inme­dia­ta­men­te con­de­na­da y per­se­gui­da mien­tras que la cla­se domi­nan­te pue­de hacer prác­ti­ca­men­te todo lo que se le ven­ga en gana.

En todas estas for­mas de acer­car­se al pro­ble­ma del cie­rre de la fábri­ca la obje­ti­vi­dad va fun­cio­nan­do de mane­ras dife­ren­tes para ade­cuar­se al obje­to pre­ci­so que estu­dia: la pri­me­ra ima­gen de la empre­sa cerra­da, su mate­ria­li­dad exter­na y sus diver­sos nive­les de com­po­si­ción inter­na, lo salud popu­lar gol­pea­da, la polí­ti­ca bur­gue­sa en acción, las muje­res y la juven­tud macha­ca­da, el méto­do idea­lis­ta humi­lla­do y la impu­ni­dad de la éti­ca bur­gue­sa: estas y otras mani­fes­ta­cio­nes de la tota­li­dad obje­ti­va que es una fábri­ca des­man­te­la­da son otras tan­tas reali­da­des obje­ti­vas, que están ahí pero tam­bién con sen­ti­dos anta­gó­ni­cos en los cuer­pos y en las men­tes de las cla­ses en lucha, de la bur­gue­sía y del pro­le­ta­ria­do. Com­pren­der esta obje­ti­vi­dad de lo obje­ti­vo exi­ge el méto­do obje­ti­vis­ta y de la sub­je­ti­vi­dad revo­lu­cio­na­ria que for­ma par­te sus­tan­ti­va de él.

La sub­je­ti­vi­dad alie­na­da e idea­lis­ta por el con­tra­rio, se limi­ta a creer que todo lo que suce­de en ese pue­blo es efec­to de la casua­li­dad, del azar: la mano invi­si­ble del mer­ca­do que fun­cio­na en base a las ape­ten­cias sub­je­ti­vas de los con­su­mi­do­res indi­vi­dua­les, egoís­tas y fría­men­te racio­na­les en la toma de sus deci­sio­nes de com­pra y de venta.
Esta sub­je­ti­vi­dad cree que no exis­ten regu­la­ri­da­des de fon­do en el capi­ta­lis­mo que expli­can por qué sur­ge el paro y el por qué y para qué de las huel­gas y de las cár­ce­les en las que se pudren los huel­guis­tas dete­ni­dos: cree el sub­je­ti­vis­ta que son las ape­ten­cias, capri­chos, ideas y deli­rios dopa­dos sobre dio­sas y dio­ses de las per­so­nas indi­vi­dua­les las que dic­tan las reglas de fun­cio­na­mien­to a la socie­dad. Y del mis­mo modo en que cree que no exis­ten cau­sas obje­ti­vas, tam­bién cree que sólo bas­ta con la sub­je­ti­vi­dad para arre­glar el mun­do. Seme­jan­te idea­lis­mo refor­mis­ta siem­pre ha fracasado.

2.- CÓMO LA ESTRUCTURA ECONÓMICA DEFINE LA IDEOLOGIA 

En lo que pode­mos defi­nir como pen­sa­mien­to bur­gués, exis­ten tan­tas defi­ni­cio­nes de ideo­lo­gía como escri­to­res quie­ran ganar­se unos euros crean­do modas inte­lec­tua­les de usar y tirar en el mer­ca­do de la cul­tu­ra indus­tria­li­za­da. Pero en lo que enten­de­mos por mar­xis­mo exis­ten dos gran­des acep­cio­nes que se refie­ren a dos momen­tos de la pra­xis revo­lu­cio­na­ria: uno, el más inme­dia­to y fácil de enten­der, es el que defi­ne la ideo­lo­gía como el con­jun­to de ideas, cono­ci­mien­tos, teo­rías, etc., que tie­nen las cla­ses en lucha, el pro­le­ta­ria­do y la bur­gue­sía fun­da­men­tal­men­te. La ideo­lo­gía del pro­le­ta­ria­do es el socia­lis­mo, aun­que por muchas razo­nes, algu­nas de las cua­les hemos expues­to sucin­ta­men­te arri­ba, el socia­lis­mo pene­tra con difi­cul­tad en las cla­ses explotadas.
Una razón de peso que lo impi­de es el hecho de que la ideo­lo­gía bur­gue­sa, la for­ma de ver el mun­do de esta cla­se explo­ta­do­ra, es la que domi­na abru­ma­do­ra­men­te en la socie­dad capi­ta­lis­ta en situa­cio­nes de «nor­ma­li­dad», cuan­do aún no hay muchas fábri­cas cerra­das, ni mucho des­em­pleo y empo­bre­ci­mien­to, ni mucha lucha de clases.

La ideo­lo­gía bur­gue­sa es la ideo­lo­gía domi­nan­te por­que el capi­ta­lis­mo, sobre todo el Esta­do bur­gués, dedi­can ingen­tes recur­sos de toda índo­le para mar­gi­nar la ideo­lo­gía obre­ra, ata­can­do al socia­lis­mo, fal­si­fi­can­do la his­to­ria y repri­mien­do cual­quier lucha obre­ra y popu­lar que pue­da ven­cer y así demos­trar que el socia­lis­mo es fac­ti­ble. Pero, ade­más, la ideo­lo­gía bur­gue­sa cuen­ta con el ines­ti­ma­ble apo­yo de su ver­sión peque­ño bur­gue­sa, o si se quie­re de la ideo­lo­gía peque­ño bur­gue­sa que es una ver­sión de la de su her­ma­na mayor, la bur­gue­sía, pero adap­ta­da a las con­di­cio­nes de la her­ma­na menor. En los perío­dos de cri­sis, sec­to­res de la cla­se obre­ra alie­na­da son más recep­ti­vos a la chá­cha­ra peque­ño bur­gue­sa con su enfu­re­ci­do mal genio demo­cra­ti­cis­ta, que ladra pero no muer­de, que al socia­lis­mo por un lado, y por otro a la estric­ta ideo­lo­gía bur­gue­sa abier­ta­men­te reac­cio­na­ria, por lo que se com­pren­de así que la cla­se capi­ta­lis­ta acep­te como mal menor que par­ti­dos peque­ño bur­gue­ses jue­guen un papel impor­tan­te duran­te un tiem­po. En estos momen­tos, en el Esta­do espa­ñol Pode­mos jue­ga ese papel de radi­ca­lis­mo peque­ño bur­gués, como se verá.

La otra acep­ción mar­xis­ta de ideo­lo­gía se refie­re a la fal­sa con­cien­cia, es decir, al hecho de que, en el fon­do, la ideo­lo­gía refle­ja de mane­ra inver­ti­da la reali­dad, cree que las cau­sas son los efec­tos y vice­ver­sa, ve el mun­do boca aba­jo. Es una fal­sa con­cien­cia que sur­ge del hecho de que el capi­ta­lis­mo ocul­ta su natu­ra­le­za explo­ta­do­ra, sus con­tra­dic­cio­nes y su lógi­ca inter­na, basa­da en la explo­ta­ción cre­cien­te y bru­tal de la mayo­ría por la mino­ría, mien­tras que ofre­ce una ima­gen exter­na fal­sa según la cual todas las per­so­nas somos igua­les, tene­mos los mis­mos dere­chos y las mis­mas posi­bi­li­da­des, depen­dien­do nues­tra vida de nues­tros «meri­tos indi­vi­dua­les», de nues­tra suer­te, de nues­tro «ins­tin­to gana­dor y com­pe­ti­ti­vo». De este modo, la bur­gue­sía ocul­ta al pro­le­ta­ria­do la reali­dad obje­ti­va: la opre­sión de cla­se, la explo­ta­ción asa­la­ria­da que enri­que­ce a la mino­ría y empo­bre­ce a la mayo­ría, la domi­na­ción cul­tu­ral, la explo­ta­ción patriar­cal y nacio­nal, etc.

El sen­ti­do mar­xis­ta pro­fun­do de ideo­lo­gía con­cier­ne a esta ver­dad ocul­ta: tene­mos que dar la vuel­ta a nues­tro pen­sa­mien­to, poner­lo de pie, no limi­tar­nos a la apa­rien­cia exter­na sino des­cu­brir las con­tra­dic­cio­nes inter­nas, la esen­cia real pero difí­cil de ver a sim­ple vis­ta de la obje­ti­vi­dad de la explo­ta­ción asa­la­ria­da, patriar­cal y nacio­nal. Des­de esta defi­ni­ción pro­fun­da y crí­ti­ca de la ideo­lo­gía bur­gue­sa en cual­quie­ra de sus for­mas como con­cien­cia equi­vo­ca­da, fal­sa, mio­pe, com­pren­de­mos que la ideo­lo­gía socia­lis­ta que refle­ja par­cial y limi­ta­da­men­te cosas cier­tas, ver­da­de­ras en algu­nos de sus con­te­ni­dos, debe enri­que­cer­se radi­cal­men­te has­ta lle­gar al nudo del pro­ble­ma: la pro­pie­dad privada.

Si nos fija­mos, des­de hace muchos años, casi nin­gún pro­gra­ma que se deno­mi­ne socia­lis­ta plan­tea abier­ta­men­te la nece­si­dad peren­to­ria de la socia­li­za­ción de las fuer­zas pro­duc­ti­vas, de aca­bar con la pro­pie­dad bur­gue­sa para hacer­la pro­pie­dad socia­lis­ta con­tro­la­da por el pue­blo tra­ba­ja­dor median­te la demo­cra­cia de los soviets, de los con­se­jos obre­ros y popu­la­res, de las asam­bleas barria­les y veci­na­les, con el apo­yo del Esta­do obre­ro y la garan­tía del pue­blo en armas. Con las actua­les tec­no­lo­gías de la infor­ma­ción al ins­tan­te, hori­zon­tal y libre ‑mien­tras lo per­mi­ta el impe­ria­lis­mo que es quien con­tro­la las redes socia­les e Inter­net– es mucho más fácil que en el pasa­do crear y prac­ti­car la demo­cra­cia socia­lis­ta basa­da en la pro­pie­dad comu­nal de las fuer­zas pro­duc­ti­vas. Y prác­ti­ca­men­te nin­gún pro­gra­ma «socia­lis­ta», excep­to hon­ro­sas excep­cio­nes, defien­de la nece­si­dad del comu­nis­mo, úni­ca alter­na­ti­va via­ble para el futu­ro de la humanidad.

2.1.- DETERIORO SOCIOECONÓMICO E IDEOLOGÍA 

¿Por qué la mayo­ría inmen­sa de los actua­les «pro­gra­mas socia­lis­tas» evi­tan esta cues­tión crí­ti­ca, deci­si­va, nece­sa­ria y urgen­te? Pues por­que unos se han pasa­do abier­ta­men­te al refor­mis­mo inter­cla­sis­ta que pro­pug­na aca­bar con lo «malo» del capi­ta­lis­mo que­dán­do­se con lo «bueno», y otros, sin retro­ce­der tan­to, se que­dan a medio camino, entre dos aguas. Ambas pos­tu­ras tie­nen en común que inter­pre­tan la reali­dad según el con­cep­to super­fi­cial de ideo­lo­gía antes cita­do: la ideo­lo­gía como con­jun­to de ideas de una cla­se, de la cla­se tra­ba­ja­do­ra que, en este caso, se plas­ma­ría en su ideo­lo­gía socia­lis­ta. Ana­li­ce­mos la evo­lu­ción recien­te de esta «izquier­da socia­lis­ta» bajo los impac­tos demo­le­do­res de la cri­sis ofi­cial­men­te esta­lla­da en 2007. Ana­li­ce­mos Pode­mos como expre­sión máxi­ma del rela­ti­vo valor del con­cep­to de ideo­lo­gía en el sen­ti­do de con­jun­to de ideas.

La estruc­tu­ra eco­nó­mi­ca del Esta­do espa­ñol, como se dice en la pre­gun­ta, está cuar­tea­da en tro­zos, con quie­bras estruc­tu­ra­les en su base indus­trial, la que pro­du­ce valor; dicho de otro modo, el capi­ta­lis­mo espa­ñol se está des­in­dus­tria­li­zan­do y enve­je­cien­do tec­no­ló­gi­ca­men­te, lo que le abo­ca a aumen­tar más aún su depen­den­cia del exte­rior: el Esta­do espa­ñol es una espe­cie de pro­tec­to­ra­do bajo con­trol externo, depen­dien­te de las deci­sio­nes estra­té­gi­cas toma­das por el impe­ria­lis­mo, pero esto en modo alguno anu­la la fuer­za del nacio­na­lis­mo impe­ria­lis­ta espa­ñol sino que le enfu­re­ce aún más. La des­in­dus­tria­li­za­ción no empe­zó en 2007 sino mucho antes y ha pasa­do por fases de mayor o menor velo­ci­dad e inten­si­dad, e inclu­so ha habi­do tími­dos y fuga­ces inten­tos fra­ca­sa­dos de rein­dus­tria­li­za­ción estruc­tu­ral, que no par­cial o sec­to­rial, pero fra­ca­sa­dos a la lar­ga por­que el blo­que de cla­ses domi­nan­te en el Esta­do ape­nas ha apo­ya­do deci­di­da­men­te una lar­ga estra­te­gia indus­trial por razo­nes que no pode­mos expli­car ahora.

Esta es una de las razo­nes fun­da­men­ta­les del empo­bre­ci­mien­to pro­gra­ma­do que actual­men­te se pade­ce, sien­do otras la pro­pia cri­sis finan­cie­ro-indus­trial euro­pea y el estan­ca­mien­to mun­dial, la fero­ci­dad de la bur­gue­sía repre­sen­ta­da por el PP y el PSOE, y de CiU, PNV, UPN, etc. Estas diná­mi­cas son obje­ti­vas, como decía­mos antes, exis­ten real­men­te al mar­gen de nues­tra sub­je­ti­vi­dad. Lo que ocu­rre es que el con­cep­to domi­nan­te en la «izquier­da socia­lis­ta» de ideo­lo­gía como con­jun­to de ideas, sien­do vali­do para los momen­tos tran­qui­los, sin ace­le­ra­cio­nes de com­ple­ji­dad y con­tra­dic­ción, le fue útil de algu­na mane­ra para ir tiran­do has­ta antes de la cri­sis de 2007 siem­pre que no pre­ten­die­ra ata­car radi­cal­men­te al capi­ta­lis­mo; pero esta con­cep­ción limi­ta­da de la ideo­lo­gía fue per­dien­do el grue­so de su uti­li­dad con­for­me apa­re­ce de mane­ra incues­tio­na­ble la cru­de­za obje­ti­va del capitalismo.

Sin mayor rigor expo­si­ti­vo aho­ra, has­ta esa fecha fue­ron sólo los mar­xis­tas en cuan­to tales, los comu­nis­tas que domi­nan la dia­léc­ti­ca y el mate­ria­lis­mo his­tó­ri­co, los úni­cos que lle­va­ban tiem­po advir­tien­do no sólo de que se agu­di­za­ban las con­tra­dic­cio­nes del sis­te­ma, sino que ade­más se demos­tra­ba la inca­pa­ci­dad de la «izquier­da» para pre­pa­rar­se cara a la lo que se avecinaba.

En la reali­dad, la cla­se tra­ba­ja­do­ra del Esta­do espa­ñol venía sufrien­do reduc­cio­nes sala­ria­les y retro­ce­sos en sus con­di­cio­nes de vida y tra­ba­jo des­de mucho años antes, empeo­ra­mien­to ocul­ta­do en par­te por el endeu­da­mien­to cre­cien­te debi­do a unas bajas tasas de inte­rés, al dine­ro bara­to en suma, debi­do tam­bién al boom del ladri­llo que per­mi­tió más horas de tra­ba­jo asa­la­ria­do en la fami­lia lo que silen­cia­ba el cre­cien­te cru­jir de la situa­ción fami­liar real, obje­ti­va, cada vez más endeu­da para man­te­ner un nivel fic­ti­cio de con­su­mo bara­to impo­si­ble de man­te­ner­se duran­te mucho tiem­po por el debi­li­ta­mien­to del sala­rio fami­liar. A estas y otras cau­sas que expli­can la poca resis­ten­cia cons­cien­te y acti­va, –hubo luchas glo­rio­sas des­co­no­ci­das por el silen­cio mediá­ti­co – , hay que sumar­le otras más entre las que des­ta­can el cola­bo­ra­cio­nis­mo des­ca­ra­do del sin­di­ca­lis­mo y de la izquier­da ofi­cia­les, o sea, de la «leal opo­si­ción de Su Majes­tad», la eco­no­mía sumer­gi­da que pue­de ron­dar entre un cuar­to y un ter­cio del total en los meses de verano con el turis­mo al alza, y la ingen­te corrup­ción eco­nó­mi­co-polí­ti­ca. Pero des­de 2007 y en espe­cial des­de 2010-11, esta situa­ción de limi­ta­da resis­ten­cia empe­zó a dar paso a una serie cre­cien­te de movi­mien­tos sec­to­ria­les y de masas.

2.2.- PODEMOS COMO IDEOLOGÍA

Y fue a par­tir de aquí, de este perío­do, cuan­do comen­zó la des­com­po­si­ción del sis­te­ma de orden, repre­sión e inte­gra­ción del capi­ta­lis­mo espa­ñol en zonas en las que has­ta enton­ces había sido bas­tan­te efec­ti­vo, pero no la des­com­po­si­ción del capi­ta­lis­mo y de su Esta­do en sí. Fue el sis­te­ma de inte­gra­ción, repre­sión y orden el que empe­zó a debi­li­tar­se y el que está lle­gan­do aho­ra a una debi­li­dad peli­gro­sa. La «opo­si­ción de Su Majes­tad» –no inclu­yo aquí a las orga­ni­za­cio­nes revo­lu­cio­na­rias por con­ta­das y redu­ci­das que sean – , fue que­dán­do­se per­ple­ja y muda ante la irrup­ción de masas tra­ba­ja­do­ras en las que se inte­gra­ban cada vez más sec­to­res de las lla­ma­das «cla­ses medias», es decir, tra­ba­ja­do­res con altos sala­rios y con­di­cio­nes de explo­ta­ción labo­ral menos malas que la media. Pero asa­la­ria­dos al fin y al cabo que en muy poco tiem­po des­per­ta­ron sobre­sal­ta­dos de su pro­fun­do letar­go sub­je­ti­vis­ta duran­te el que se habían creí­do la men­ti­ra del «ascen­so social». Las «mareas» de sani­dad y edu­ca­ción son un ejem­plo entre varios más.

La visión de la ideo­lo­gía como con­jun­to de opi­nio­nes e ideas sobre la reali­dad demos­tró en este momen­to su acier­to y su lími­te. Lo pri­me­ro por­que cien­tos de miles de per­so­nas opri­mi­das y enfa­da­das radi­ca­li­za­ron par­cial­men­te sus ideas socio­po­lí­ti­cas, demo­crá­ti­cas, cul­tu­ra­les, etc., su ideo­lo­gía en suma; pero lo segun­do, su lími­te, por­que no fue­ron más allá, no pro­fun­di­za­ron más allá de las meras ideas pro­gre­sis­tas, no lle­ga­ron a una pra­xis revo­lu­cio­na­ria con obje­ti­vos his­tó­ri­cos, estra­te­gia gene­ral y tác­ti­cas con­cre­tas, es decir, no die­ron el sal­to de la ideo­lo­gía pro­gre­sis­ta a la teo­ría revo­lu­cio­na­ria. Y no lo die­ron por­que de repen­te se les ofre­ció como sali­da a su rabia el camino más fácil: el elec­to­ral des­de una visión total­men­te «nue­va», no con­ta­mi­na­da por las corrup­cio­nes y ata­du­ras del res­to de alter­na­ti­vas electorales.

Esta sali­da fue Pode­mos como años antes lo había sido el PSOE que sur­gió de la nada, sal­van­do todas las distancias.

Sobre el mag­ma del males­tar social com­ple­jo apa­re­ció la pro­pues­ta ver­ti­cal, ambi­gua, poli­sé­mi­ca, abs­trac­ta y de polí­ti­ca-espec­tácu­lo, tele­vi­si­va, de Pode­mos, la expre­sión más ple­na del con­cep­to de ideo­lo­gía como blo­que de ideas, pero sólo de ideas que no de teo­rías. La dife­ren­cia entre idea pro­gre­sis­ta y teo­ría revo­lu­cio­na­ria radi­ca en que la pri­me­ra se mue­ve en el ámbi­to de lo deli­be­ra­da­men­te impre­ci­so, mien­tras que la segun­da, la teo­ría revo­lu­cio­na­ria, lo hace deli­be­ra­da­men­te en la radi­ca­li­dad más con­cre­ta. Las ideas ambi­guas son cómo­da­men­te redu­ci­das a esló­ga­nes sen­ci­llos que se repi­ten en TV, Inter­net, radios, pren­sa en gene­ral, pero la teo­ría requie­re de esfuer­zo inte­lec­tual crí­ti­co rea­li­za­do en colec­ti­vo y en base a méto­dos demo­crá­ti­cos-radi­ca­les de deba­te y con­tras­ta­ción. La idea pro­gre­sis­ta redu­ci­da a eslo­gan reite­ra­do, a fra­se hecha que sir­ve para res­pon­der a cual­quier pre­gun­ta, pue­de atraer a mucha gen­te cabrea­da e indig­na­da pero no pue­de ofre­cer un obje­ti­vo his­tó­ri­co, una estra­te­gia y una tác­ti­ca colec­ti­vas, sino gran­des sue­ños imprecisos.

Peor aún, las ideas gene­ra­les redu­ci­das a tópi­cos, a mule­ti­llas repe­ti­das duran­te pocos segun­dos en pro­gra­mas tele­vi­si­vos pen­sa­dos para anu­lar toda sis­te­ma­ti­ci­dad expo­si­ti­va, hacer mucho rui­do y aspa­vien­to que impi­da toda refle­xión bajo luces mul­ti­co­lo­res que diri­gen la aten­ción a la ima­gen y no al con­te­ni­do, estas ideas hue­cas se relle­nan fácil­men­te con con­te­ni­dos refor­mis­tas blan­dos como ya lo está hacien­do Pode­mos; del mis­mo modo que el espec­tácu­lo de luz y soni­do en tiem­po real de unas supues­tas «vota­cio­nes demo­crá­ti­cas» indi­vi­dua­li­za­das en extre­mo con el voto-elec­tró­ni­co, sir­ve para legi­ti­mar el ver­ti­ca­lis­mo buro­crá­ti­co pre­via­men­te impues­to a la vez que anu­lar todo deba­te interno rigu­ro­so y serio.

La cri­sis que azo­ta al capi­ta­lis­mo espa­ñol ha ter­mi­na­do for­zan­do una pri­me­ra y rela­ti­va toma de con­cien­cia de amplias masas popu­la­res, como no podía ser menos. Pero por aho­ra sólo rela­ti­vo y pri­mer paso en el lar­go pro­ce­so de radi­ca­li­za­ción teó­ri­ca­men­te asen­ta­da. Uno de los mayo­res obs­tácu­los a ven­cer no es otro que el de supe­rar el sub­je­ti­vis­mo y la reduc­ción del pen­sar a la sim­ple amal­ga­ma de ideas gene­ra­les; dicho de otro modo, el movi­mien­to ha de dar el paso a una crí­ti­ca radi­cal del orden exis­ten­te. Mien­tras no lo logre y tien­da a estan­car­se en la espe­ran­za elec­to­ra­lis­ta y par­la­men­ta­ris­ta, como pare­ce que está ya ocu­rrien­do por­que Pode­mos no hace nin­gún lla­ma­mien­to a la movi­li­za­ción en la calle para recon­quis­tar dere­chos y con­di­cio­nes de vida y tra­ba­jo des­tro­za­dos por la repre­sión, si así ocu­rrie­ra se ten­drá que empe­zar de nue­vo. No hace fal­ta decir que uno de los pro­ble­mas deci­si­vos a los que ya debe res­pon­der no sólo Pode­mos sino el movi­mien­to obre­ro y popu­lar, la «gen­te», la «socie­dad civil» como dice ambi­gua e intere­sa­da­men­te Pode­mos, es el de cómo ace­le­rar des­de el inter­na­cio­na­lis­mo el pro­ce­so inde­pen­den­tis­ta de las nacio­nes opri­mi­das por su Esta­do, ese al que ape­nas nun­ca citan y menos aún lla­man por su nom­bre ver­da­de­ro echan­do la cul­pa de todo a una «cas­ta» que nun­ca defi­nen con un míni­mo de rigor teó­ri­co y político.

3.- LA TÁCTICA Y LA ESTRATEGIA. PROFUNDIZAR ESTOS CONCEPTOS PARA SABER ANALIZAR CORRECTAMENTE 

Como hemos dicho, la segun­da acep­ción de ideo­lo­gía que tie­ne el mar­xis­mo es la de con­cien­cia fal­sa, enga­ño­sa, inver­ti­da, sien­do la segun­da por­que a pesar de ser la más pro­fun­da, rica y radi­cal, es decir, la que lle­ga a la raíz del pro­ble­ma, por ello mis­mo es la más difí­cil de enten­der y prac­ti­car. Para res­pon­der a esta ter­ce­ra pre­gun­ta esta segun­da acep­ción es bas­tan­te más efec­ti­va que la pri­me­ra, que dice que la ideo­lo­gía es el con­jun­to de ideas, la con­cep­ción del mun­do de una cla­se, etc. Y la segun­da es más con­ve­nien­te por­que nos aler­ta de la tram­pa que se ocul­ta en el inte­rior de esta pre­gun­ta que aho­ra con­tes­ta­mos, rea­li­za­da al fal­tar en ella la cues­tión cla­ve, la de los obje­ti­vos his­tó­ri­cos: no se pue­de hablar de estra­te­gia y de tác­ti­ca si pre­via­men­te no se han defi­ni­do los obje­ti­vos históricos.

Los obje­ti­vos son los fines últi­mos, las solu­cio­nes defi­ni­ti­vas e irre­ver­si­bles para resol­ver los pro­ble­mas que nos aplas­tan. Los que fue­ren en cada situa­ción con­cre­ta, pro­ble­mas obje­ti­vos, reales, mate­ria­les como el cie­rre de la fábri­ca, como el terror machis­ta, como el des­em­pleo y el sub­em­pleo, la opre­sión nacio­nal, etc., que nos des­tro­zan la feli­ci­dad y la ale­gría. La estra­te­gia es el plan dise­ña­do para avan­zar hacia esos obje­ti­vos, para resol­ver esos pro­ble­mas de la mejor for­ma posi­ble, lo más rápi­da­men­te y con el menor dolor y daño posi­ble. Y la tác­ti­ca son los medios pun­tua­les, espe­cí­fi­cos, con­cre­ta­dos en cada situa­ción y nece­si­dad par­ti­cu­lar, que se emplean para desa­rro­llar la estra­te­gia en vis­ta a los obje­ti­vos nece­sa­rios. La rela­ción entre obje­ti­vo, estra­te­gia y tác­ti­ca se defi­ne más sucin­ta­men­te como rela­ción entre los fines y los medios, dán­do­se por sen­ta­do que la estra­te­gia es la que conec­ta los fines con los medios, y viceversa.

La cues­tión cru­cial de la res­pues­ta a la pre­gun­ta que aho­ra con­tes­ta­mos radi­ca en desig­nar correc­ta­men­te los fines y los obje­ti­vos por­que de ello depen­de­rá la ela­bo­ra­ción de la estra­te­gia y de las tác­ti­cas. Si nece­si­ta­mos subir una dura mon­ta­ña en un desier­to deso­la­do y rese­co, abra­sa­dor, hare­mos una estra­te­gia y unas tác­ti­cas muy dife­ren­tes a si tene­mos que reco­rrer un som­brea­do y llano pra­do con fuen­tes de agua. Si nece­si­ta­mos hacer la revo­lu­ción comu­nis­ta ela­bo­ra­re­mos una estra­te­gia para la toma del poder del Esta­do y desar­me de la bur­gue­sía, median­te tác­ti­cas diver­sas ade­cua­das a cada fase de la lucha pero siem­pre den­tro de la estra­te­gia y con la mira­da pues­ta en la socia­li­za­ción de las fuer­zas pro­duc­ti­vas. Esto que pare­ce tan obvio sin embar­go ha sido «olvi­da­do» o solem­ne­men­te recha­za­do por la «opo­si­ción de Su Majestad».

Deci­mos que el pro­ble­ma ver­da­de­ro a resol­ver radi­ca en la fija­ción del obje­ti­vo y del fin, y no tan­to en la estra­te­gia y en la tác­ti­ca, por­que, como veni­mos insis­tien­do, el capi­ta­lis­mo ocul­ta muy astu­ta­men­te su esen­cia explo­ta­do­ra inter­na e impres­cin­di­ble para su super­vi­ven­cia. A dife­ren­cia de otros modos de pro­duc­ción en los que apa­re­ce total­men­te cla­ro el papel de la vio­len­cia en la explo­ta­ción de las cla­ses domi­na­das, en el capi­ta­lis­mo la vio­len­cia inhe­ren­te de la explo­ta­ción asa­la­ria­da es invi­si­ble por el efec­to nar­có­ti­co del feti­chis­mo de la mer­can­cía, de la ideo­lo­gía de la liber­tad indi­vi­dual y del mito de la igual­dad de los ciu­da­da­nos, apa­re­cien­do la vio­len­cia opre­so­ra sólo cuan­do han fra­ca­sa­do los otros medios de con­sen­so, inte­gra­ción, con­trol y domi­na­ción que se apli­can con tan­tas tác­ti­cas dife­ren­tes que no vamos resu­mir­las aquí.

En el capi­ta­lis­mo, la vio­len­cia bru­tal y terro­ris­ta, con­tra­rre­vo­lu­cio­na­ria, va sien­do apli­ca­da pro­gre­si­va­men­te de mane­ra cada vez más sal­va­je y dura con­for­me la cla­se tra­ba­ja­do­ra pier­de el mie­do y supera el enga­ño, avan­za en su uni­dad, deci­sión y orga­ni­za­ción, y con­cre­ta mate­rial­men­te los obje­ti­vos por los que lucha median­te pro­gra­mas rei­vin­di­ca­ti­vos aglu­ti­na­do­res, en la medi­da en que la cla­se tra­ba­ja­do­ra desea, quie­re y pue­de aca­bar con la pro­pie­dad pri­va­da, socia­li­zán­do­la; con la pro­pie­dad bur­gue­sa del Esta­do, tomán­do­lo, des­tru­yen­do muchas de sus buro­cra­cias y crean­do otro ins­tru­men­to esta­tal opues­to; y con la pro­pie­dad bur­gue­sa del Ejér­ci­to, disol­vién­do­lo y arman­do al pue­blo. Como vemos, ya en la fija­ción de los obje­ti­vos apa­re­cen desa­rro­lla­das las estra­te­gias y las tác­ti­cas para lle­gar a ellos y para ase­gu­rar su con­ti­nui­dad en el tiem­po. Pero aún así, aquí hemos toca­do sólo una par­te del pro­ble­ma, la de la vio­len­cia con­tra­rre­vo­lu­cio­na­ria, citan­do rápi­da­men­te el pro­ble­ma deci­si­vo, y por tan­to el obje­ti­vo deci­si­vo: a la vez que se socia­li­zan las fuer­zas pro­duc­ti­vas y la pro­pie­dad bur­gue­sa, se avan­za rápi­da­men­te a la extin­ción del tra­ba­jo explo­ta­do, asa­la­ria­do, aumen­tan­do lo más posi­ble el tiem­po ver­da­de­ra­men­te libre tenien­do en cuen­ta que siem­pre que­da­rá una can­ti­dad de tiem­po de tra­ba­jo nece­sa­rio social­men­te, pero no explo­ta­dor. La extin­ción del sala­rio supo­ne la extin­ción de la mer­can­cía, del valor de cam­bio y de la ley valor, entran­do la socie­dad en una civi­li­za­ción total­men­te dife­ren­te, la comunista.

La huma­ni­dad explo­ta­da nece­si­tó de bas­tan­te tiem­po para des­cu­brir teó­ri­ca­men­te qué era el capi­ta­lis­mo y cómo aca­bar con él. Muchas uto­pías rebel­des, mile­na­ris­tas e igua­li­ta­ris­tas, todo el radi­ca­lis­mo popu­lar de las revo­lu­cio­nes bur­gue­sas masa­cra­do lue­go por la bur­gue­sía vic­to­rio­sa, el socia­lis­mo utó­pi­co en cual­quie­ra de sus expre­sio­nes, seme­jan­te esfuer­zo colec­ti­vo fue nece­sa­rio para sen­tar las bases del mar­xis­mo, del des­cu­bri­mien­to del con­cep­to de tra­ba­jo abs­trac­to, de la ley del valor, de la plus­va­lía, de la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do, etc. Una vez des­cu­bier­tos se pudo avan­zar con cau­te­la a la fija­ción prác­ti­ca de los obje­ti­vos ele­men­ta­les, y úni­ca­men­te gra­cias a la expe­rien­cia prác­ti­ca de las masas median­te luchas revo­lu­cio­na­rias, nun­ca antes: 1789, 1830, 1848, 1871, 1905, 1910, 1917, 1949, 1959, 1972, 1975, 1998, son algu­nas fechas en este pro­ce­so de vic­to­rias y derro­tas que han ido lle­nan­do de con­te­ni­do los obje­ti­vos his­tó­ri­cos comu­nes y ele­men­ta­les, median­te diver­sas estra­te­gias y tác­ti­cas ade­cua­das a cada fase his­tó­ri­ca del capi­ta­lis­mo y a las nece­si­da­des con­cre­tas de las nacio­nes tra­ba­ja­do­ras que los han realizado.

En cada uno de estos pasos el sub­je­ti­vis­mo, el sen­ti­do común, la lógi­ca for­mal, y la ideo­lo­gía domi­nan­te, la bur­gue­sa y su corrien­te peque­ño bur­gue­sa, han sido pode­ro­sos fre­nos que la huma­ni­dad explo­ta­da ha teni­do que supe­rar; tam­bién la pri­me­ra acep­ción de ideo­lo­gía que tie­ne el mar­xis­mo, la de con­cep­ción del mun­do, ha supues­to en su momen­to un freno rela­ti­vo no anta­gó­ni­co que se ha supe­ra­do con la expe­rien­cia prác­ti­ca sin­te­ti­za­da en la teo­ría que ha supe­ra­do las anqui­lo­sa­das con­cep­cio­nes de la reali­dad que tenía la izquier­da envejecida.

3.1.- INTERACCION ENTRE ESTRATEGIA Y TÁCTICA 

Dicho lo ante­rior, pode­mos ya decir cin­co cosas sobre las rela­cio­nes entre estra­te­gia y tác­ti­ca: una es que se con­di­cio­nan mutua­men­te, es decir, que no se pue­de apli­car duran­te mucho tiem­po una tác­ti­ca que con­tra­di­ga a la estra­te­gia por­que depen­dien­do de los casos, esa mala tác­ti­ca ter­mi­na arrui­nan­do la estra­te­gia, ejem­plo: la lucha con­tra el sis­te­ma patriar­co-bur­gués exi­ge la estra­te­gia de la unión de fuer­zas median­te la con­quis­ta de dere­chos ele­men­ta­les y bási­cos como el dere­cho al tra­ba­jo e igual­dad sala­rial, dere­chos sexua­les y amo­ro­sos, dere­cho al abor­to, dere­cho de auto­de­fen­sa, dere­chos cul­tu­ra­les, socia­les y demo­crá­ti­cos, dere­cho al divor­cio y sepa­ra­ción uni­la­te­ral, etc., que al con­quis­tar­se aumen­tan la auto­con­fian­za y con­cien­cia femi­nis­ta de la mujer tra­ba­ja­do­ra. Pero si las tác­ti­cas emplea­das empie­zan a res­trin­gir o limi­tar su divul­ga­ción, orga­ni­za­ción y movi­li­za­ción sis­te­má­ti­ca por opor­tu­nis­mos, mie­dos o debi­li­da­des, enton­ces la estra­te­gia empe­za­rá a hacer aguas, y otro tan­to suce­de­rá si del opor­tu­nis­mo refor­mis­ta se pasa al sec­ta­ris­mo ultra­rra­di­cal que impi­de la nece­sa­ria fle­xi­bi­li­dad inclu­yen­te e inte­gra­do­ra, y la nece­sa­ria con­cien­cia­ción median­te la prác­ti­ca colec­ti­va. Con ambos erro­res se resien­te la estra­te­gia, que fra­ca­sa­rá. Pero tam­bién suce­de a la inver­sa: si la estra­te­gia no tie­ne en cuen­ta la situa­ción obje­ti­va de la con­cien­cia media de la mujer tra­ba­ja­do­ra, y la fuer­za faná­ti­ca del patriar­ca­do, si es sub­je­ti­vis­ta y no obje­ti­vis­ta, enton­ces nin­gu­na tác­ti­ca acer­ta­da ren­di­rá frutos.

La segun­da, las tác­ti­cas han de pre­fi­gu­rar de algún modo el obje­ti­vo por el que luchan, mos­trán­do­lo median­te la expli­ca­ción pacien­te de la estra­te­gia y de las rei­vin­di­ca­cio­nes que desa­rro­llan. Cual­quier lucha popu­lar, estu­dian­til, obre­ra, veci­nal, la que fue­re, ha rela­cio­nar de la mane­ra más peda­gó­gi­ca y direc­ta posi­ble lo que rei­vin­di­ca en ese momen­to pre­ci­so con el obje­ti­vo a lar­go alcan­ce que ilu­mi­na su cami­nar. La recu­pe­ra­ción de un cam­po, local, par­que, escue­la o fábri­ca aban­do­na­da por par­te del colec­ti­vo afec­ta­do debe supe­rar la inme­dia­tez urgen­te en sí mis­ma para conec­tar con el pro­ce­so gene­ral de avan­ce a la socia­li­za­ción de la pro­pie­dad pri­va­da y de las fuer­zas pro­duc­ti­vas. Cual­quier lucha tác­ti­ca ha de refle­jar y repre­sen­tar de algún modo los obje­ti­vos que le dan sen­ti­do. Lograr­lo exi­ge de una for­ma­ción teó­ri­ca y polí­ti­ca que va más allá de la sim­ple «lucha ideo­ló­gi­ca» por­que debe argu­men­tar­se con serie­dad his­tó­ri­ca y con ancla­jes en el presente.

En este sen­ti­do, la tarea por rea­li­zar es inmen­sa por­que se ha pro­du­ci­do un gran retro­ce­so en la tra­di­ción revo­lu­cio­na­ria de conec­tar el medio con el fin, la tác­ti­ca con el obje­ti­vo median­te la estra­te­gia. Y gran par­te de la res­pon­sa­bi­li­dad radi­ca en que se ha aban­do­na­do el obje­ti­vo en sí mis­mo, lo que hace que muchas rei­vin­di­ca­cio­nes tác­ti­cas estén exclu­si­va­men­te ceñi­das a la solu­ción de los pro­ble­mas pre­sen­tes, disol­vién­do­se la orga­ni­za­ción popu­lar y la rei­vin­di­ca­ción, con sus lec­cio­nes posi­ti­vas, una vez logra­do el obje­ti­vo con­cre­to, si es que se ha logra­do. Si ha fra­ca­sa­do, una derro­ta más mul­ti­pli­ca­rá la sen­sa­ción de inuti­li­dad de toda lucha al no exis­tir ni una estra­te­gia que estu­die las razo­nes del fra­ca­so ni una orga­ni­za­ción que reali­ce todo ese esfuer­zo ingen­te pero imprescindible.

La ter­ce­ra, si bien cada tác­ti­ca con­cre­ta ha de pre­fi­gu­rar el obje­ti­vo par­ti­cu­lar en un futu­ro, todas ellas han de pre­fi­gu­rar los obje­ti­vos his­tó­ri­cos en gene­ral des­de esa estra­te­gia revo­lu­cio­na­ria cen­tra­li­za­do­ra y diri­gen­te. Más en con­cre­to, se tra­ta del pro­ble­ma de las peque­ñas con­quis­tas refor­mis­tas-radi­ca­les inser­tas en una polí­ti­ca revo­lu­cio­na­ria níti­da­men­te orien­ta­da a la revo­lu­ción; dicho de otro modo: des­de la estra­te­gia revo­lu­cio­na­ria gene­ral, la peque­ña tác­ti­ca par­ti­cu­lar pue­de inclu­so avan­zar más allá de la sim­ple pre­fi­gu­ra­ción del obje­ti­vo futu­ro en su cam­po de inter­ven­ción –sani­dad públi­ca en un barrio obre­ro, leyes con­tra el terro­ris­mo patro­nal en for­ma de «acci­den­tes de tra­ba­jo», lucha en defen­sa del teji­do veci­nal y con­tra los hiper­mer­ca­dos y gran­des espa­cios mer­can­ti­les, trans­por­te públi­co bara­to y de cali­dad y res­tric­cio­nes al uso del trá­fi­co pri­va­do, aumen­to sala­rial y reduc­ción de las horas extras, y un lar­go etc. – , para pasar a ser par­te de una estra­te­gia revo­lu­cio­na­ria glo­bal en la que la tác­ti­ca no es sólo la pre­fi­gu­ra­ción del futu­ro con­cre­to, sino tam­bién del futu­ro gene­ral en sí mis­mo. La vic­to­ria tác­ti­ca como mues­tra de la vida revo­lu­cio­na­ria eman­ci­pa­da posterior.

La cuar­ta tra­ta sobre la auto­no­mía que han de tener los cua­dros mili­tan­tes para apli­car las tác­ti­cas con la sufi­cien­te liber­tad como para que sea efec­ti­va. Los obje­ti­vos y la estra­te­gia que diri­gen la tác­ti­ca no pue­den ser intro­du­ci­dos a gol­pes, dog­má­ti­ca­men­te, en la com­ple­ja y varia­da reali­dad social, con sus diver­si­da­des, rit­mos y carac­te­rís­ti­cas espe­cí­fi­cas tan acu­sa­das. La efec­ti­vi­dad de una estra­te­gia depen­de en gra­do sumo de la liber­tad res­pon­sa­ble y de la capa­ci­dad prác­ti­ca de la mili­tan­cia para saber adap­tar­la de lo gene­ral a los cam­bios múl­ti­ples de lo par­ti­cu­lar, mol­dean­do la tác­ti­ca a las nece­si­da­des de su entorno y no a la inver­sa. Sin esta adap­ta­bi­li­dad crea­ti­va e ima­gi­na­ti­va de la mili­tan­cia en el momen­to de lle­var el pro­gra­ma úni­co a las reali­da­des dis­pa­res, la estra­te­gia y ese pro­gra­ma se pre­ci­pi­tan al fra­ca­so. Del mis­mo modo, la orga­ni­za­ción ha de estar pre­pa­ra­da para reci­bir, cali­brar e intro­du­cir en las tác­ti­cas en la medi­da de lo nece­sa­rio las mejo­ras e inno­va­cio­nes pro­pues­tas por la mili­tan­cia que cono­ce mejor que nadie la reali­dad en la que milita.

Y la quin­ta es que una estra­te­gia debe cam­biar­se por otra sólo cuan­do se haya demos­tra­do su inefi­ca­cia por­que la bur­gue­sía ha encon­tra­do los antí­do­tos que anu­lan la estra­te­gia man­te­ni­da has­ta enton­ces. Pero el cam­bio de estra­te­gia corre el ries­go de ter­mi­nar en un fra­ca­so o semi­fra­ca­so si no se rea­li­za con­ve­nien­te­men­te, es decir, con la par­ti­ci­pa­ción de las fun­da­men­ta­les fuer­zas revo­lu­cio­na­rias, de la amplia mayo­ría de la mili­tan­cia tras un pro­ce­so de deba­te lo más demo­crá­ti­co posi­ble en las con­di­cio­nes dadas. Abun­dan los casos en los que el «cam­bio de estra­te­gia» es una escu­sa para girar al refor­mis­mo, depu­rar más o menos des­ca­ra­da­men­te a los sec­to­res revo­lu­cio­na­rios y revi­sar nega­ti­va­men­te el pasa­do de lucha para fabri­car una jus­ti­fi­ca­ción que sea acep­ta­ble por el poder capitalista.

4.- ¿FRENTE POPULAR? ¿UNIDAD POPULAR? ¿EN QUÉ SE PARECEN Y EN QUÉ SE DIFERENCIAN? 

Esta cuar­ta y últi­ma pre­gun­ta nos sir­ve para com­pren­der mejor las rela­cio­nes entre el obje­ti­vo his­tó­ri­co, la estra­te­gia y las tác­ti­cas. El Fren­te Popu­lar fue una estra­te­gia que la Inter­na­cio­nal Comu­nis­ta desa­rro­lló des­pués de otras ante­rio­res, como la del Fren­te Úni­co, la de Cla­se con­tra Cla­se, etc., como vere­mos. Antes de seguir, debe­mos evi­tar caer en la ado­ra­ción de los nom­bres dados a las estra­te­gias, des­con­tex­tua­li­za­das de su épo­ca y de los pro­ble­mas a los que se enfren­ta­ban. Toda­vía exis­te en las izquier­das de todo pela­je un mayor o menor ape­go hacia la visión sec­ta­ria y uni­la­te­ral del pasa­do: bueno o malo, blan­co o negro, una for­ma sub­je­ti­vis­ta y dog­má­ti­ca de par­tir la reali­dad obje­ti­va com­ple­ja y poli­fa­cé­ti­ca, mul­ti­co­lor, en dos blo­ques pétreos e inmó­vi­les enfren­ta­dos entre sí por toda la eternidad.

Sin mayo­res pre­ten­sio­nes de exhaus­ti­vi­dad: uno de los pri­me­ros deba­tes sobre estra­te­gia revo­lu­cio­na­ria a nivel inter­na­cio­nal fue el que tuvo lugar inme­dia­ta­men­te des­pués de la feroz derro­ta de la revo­lu­ción de 1848, con los aná­li­sis de Marx y Engels de 1850 sobre qué rela­cio­nes debía man­te­ner el movi­mien­to obre­ro con la peque­ña bur­gue­sía demo­crá­ti­co-radi­cal. A par­tir de aquí en mayor o menor medi­da todos los deba­tes en la izquier­da han teni­do un con­te­ni­do estra­té­gi­co direc­to o indi­rec­to por­que, por su pro­pia natu­ra­le­za, cual­quier deba­te sobre polí­ti­ca tác­ti­ca local afec­ta de un modo u otro a la estra­te­gia polí­ti­ca. Vivien­do Marx y Engels suce­dió así en los deba­tes sobre la I y II Inter­na­cio­na­les, sobre la cues­tión nacio­nal, sobre el colo­nia­lis­mo, sobre los Pro­gra­mas de Gotha en 1875 y de Erfurt en 1891, sobre si la ile­ga­li­za­da social­de­mo­cra­cia ale­ma­na debía renun­ciar al dere­cho a la revo­lu­ción y acep­tar el paci­fis­mo como úni­co méto­do estra­té­gi­co de avan­ce al socia­lis­mo como le exi­gía el Esta­do ale­mán para ser de nue­vo legalizada.

En la II Inter­na­cio­nal pos­te­rior a la muer­te de Engels en 1895 se libra­ron suce­si­vos deba­tes que cada vez impac­ta­ban más sobre cues­tio­nes estra­té­gi­cas debi­do a los cam­bios en el capi­ta­lis­mo, que pasa­ba de su fase colo­nia­lis­ta a su fase impe­ria­lis­ta y que, por tan­to, gene­ra­ba inter­na­men­te las con­tra­dic­cio­nes que esta­lla­ron en 1914. Hay que decir que muchas veces las líneas estra­té­gi­cas que más tar­de se deba­ti­rían inten­sa­men­te venían ya con­di­cio­na­das de algún modo por pre­vios deba­tes «meno­res» en su tiem­po que sin embar­go tenían car­ga teó­ri­ca y polí­ti­ca sufi­cien­te como para abrir pro­ble­má­ti­cas de refle­xión que lue­go serían gene­ra­les. Por ejem­plo: los deba­tes que el «joven» Lenin pro­vo­ca­ba en las espe­cí­fi­cas con­di­cio­nes rusas de fina­les del siglo XIX y comien­zos del XX sobre la dife­ren­cia entre socio­lo­gía y mar­xis­mo, sobre el popu­lis­mo, sobre el par­ti­do de van­guar­dia, sobre las rela­cio­nes entre la mino­ri­ta­ria cla­se obre­ra y la muy mayo­ri­ta­ria cla­se cam­pe­si­na –o sea, el deba­te siem­pre actual sobre el con­cep­to bol­che­vi­que de hege­mo­nía y sus rela­cio­nes con los dos con­cep­tos exis­ten­tes en Grams­ci, y con la ver­sión refor­mis­ta de hege­mo­nía de la socie­dad civil – , estas dis­cu­sio­nes se reto­ma­rían más ade­lan­te en con­di­cio­nes más agu­das y tensas.

Un deba­te inter­na­cio­nal de hon­do cala­do estra­té­gi­co sur­gió a raíz de la revo­lu­ción de 1905 sobre el méto­do de la huel­ga de masas den­tro de una pers­pec­ti­va de revo­lu­ción per­ma­nen­te, deba­te que desa­rro­lló en aque­llas con­di­cio­nes de 1905 las pri­me­ras tesis de Marx y Engels rea­li­za­das en 1850. Otro deba­te tam­bién estra­té­gi­co fue el de las tác­ti­cas de la vio­len­cia revo­lu­cio­na­ria a par­tir de las expe­rien­cias de 1905, y así una lar­ga lis­ta de dis­cu­sio­nes que apa­ren­te­men­te eran tác­ti­cas pero que inci­dían direc­ta­men­te en la estra­te­gia socia­lis­ta para hacer fren­te, para­li­zar y derro­tar a las fuer­zas mili­ta­ris­tas que cre­cían y que bus­ca­ban el esta­lli­do de una devas­ta­do­ra gue­rra para solu­cio­nar los pro­ble­mas del capi­ta­lis­mo impe­ria­lis­ta, como suce­dió en 1914. Las dis­cu­sio­nes en la II Inter­na­cio­nal sobre el colo­nia­lis­mo y sobre la gue­rra fue­ron de cru­cial impor­tan­cia estra­té­gi­ca para su épo­ca y para la his­to­ria pos­te­rior de la humanidad.

4.1.- INTERNACIONAL COMUNISTA Y FRENTE ÚNICO 

La revo­lu­ción bol­che­vi­que de 1917 abre un capí­tu­lo «nue­vo» en este pro­ce­so de per­ma­nen­tes dis­cu­sio­nes tác­ti­co-estra­té­gi­cas: la visión de Lenin de la alian­za con el cam­pe­si­na­do bajo la hege­mo­nía obre­ra, el dere­cho de las nacio­nes a la auto­de­ter­mi­na­ción, la demo­cra­cia socia­lis­ta y la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do, la libe­ra­ción de la mujer tra­ba­ja­do­ra, la fase de «comu­nis­mo de gue­rra» pre­via a la NEP, la nece­si­dad de la revo­lu­ción cul­tu­ral, la polí­ti­ca inter­na­cio­nal del Esta­do sovié­ti­co y sus rela­cio­nes con los pro­ce­sos revo­lu­cio­na­rios, y por no alar­gar­nos, la crea­ción de la Inter­na­cio­nal Comu­nis­ta o III Inter­na­cio­nal en 1919 con sus deba­tes has­ta ela­bo­rar la estra­te­gia del Fren­te Úni­co en verano de 1921 des­pués del duro fra­ca­so de la estra­te­gia insu­rrec­cio­na­lis­ta de la «teo­ría de la ofen­si­va» mate­ria­li­za­da en la lla­ma­da «Acción de Mar­zo» de 1921 fun­da­men­tal­men­te en Alemania.

La estra­te­gia del Fren­te Úni­co fue resul­ta­do de una seve­ra auto­crí­ti­ca en la IC ante la nece­si­dad de gene­rar poten­tes y uni­das fuer­zas de lucha entre las gran­des bases sim­pa­ti­zan­tes de la social­de­mo­cra­cia y sus sec­to­res de izquier­da, y las redu­ci­das bases comu­nis­tas, en un con­tex­to de cri­sis demo­le­do­ra y enva­len­to­na­mien­to de las fuer­zas para­mi­li­ta­res de extre­ma dere­cha apo­ya­das por la bur­gue­sía, la dere­cha social­de­mó­cra­ta y el Ejér­ci­to. Se tra­ta­ba de crear una poten­te fuer­za de masas que impi­die­ra otra reac­ción mili­tar como la que ase­si­nó a Rosa Luxem­bur­go, Karl Lie­be­necht y a varios miles de revo­lu­cio­na­rios en enero de 1919. La auto­crí­ti­ca de la IC con­sis­tía en apren­der que la insu­rrec­ción de mar­zo de 1921 y que la derro­ta de enero de 1919 tenían dos erro­res comu­nes: uno, creer que la lucha de cla­ses en la Ale­ma­nia indus­tria­li­za­da de enton­ces era idén­ti­ca a la de la Rusia cam­pe­si­na de 1917, y otro, minus­va­lo­rar la impor­tan­cia cru­cial de la orga­ni­za­ción revo­lu­cio­na­ria for­ma­da por mili­tan­tes pre­pa­ra­dos, con arrai­go y legi­ti­mi­dad en el pue­blo trabajador.

Cono­cer la reali­dad cla­sis­ta del capi­ta­lis­mo indus­tria­li­za­do como el ale­mán, crear un par­ti­do revo­lu­cio­na­rio ade­cua­do a esa reali­dad tan dis­tin­ta a la rusa, y estre­char lazos polí­ti­cos cons­cien­tes con las más amplias masas explo­ta­das pero aún fie­les al refor­mis­mo, estos tres eran los retos deci­si­vos a los que se enfren­tó la estra­te­gia del Fren­te Úni­co. La muy seve­ra cri­sis socio­eco­nó­mi­ca ale­ma­na no acti­va­ba la con­cien­cia revo­lu­cio­na­ria con la mis­ma rapi­dez que lo había hecho en Rusia por razo­nes espe­cí­fi­cas del capi­ta­lis­mo indus­trial, en el que exis­tía una arrai­ga­da fuer­za refor­mis­ta, la social­de­mo­cra­cia, que man­te­nía su ascen­den­cia social, polí­ti­ca y emo­cio­nal entre las cla­ses explo­ta­das, entre otras cosas por el error de los comu­nis­tas ale­ma­nes en retra­sar su apa­ri­ción públi­ca efec­ti­va como par­ti­do cua­li­ta­ti­va­men­te dife­ren­te de la social­de­mo­cra­cia. Un ejem­plo de la com­ple­ja sub­je­ti­vi­dad con­fu­sa de las cla­ses tra­ba­ja­do­ras cuan­do toda­vía no han toma­do con­cien­cia polí­ti­ca de-sí y para-si, lo encon­tra­mos en el hecho de que la revo­lu­ción bol­che­vi­que era admi­ra­da por la mayo­ría inmen­sa mien­tras que, a la vez, seguían obe­de­cien­do a la buro­cra­cia reformista.

Bási­ca­men­te, fue­ron estas debi­li­da­des las que limi­ta­ron la efec­ti­vi­dad del Fren­te Úni­co en aque­llos años deci­si­vos en los que se juga­ba la suer­te del la revo­lu­ción en Euro­pa. La tar­dan­za en crear­se un par­ti­do comu­nis­ta ale­mán difi­cul­tó sobre­ma­ne­ra la toma de con­cien­cia polí­ti­ca del pro­le­ta­ria­do, dan­do tiem­po a la buro­cra­cia refor­mis­ta y a la bur­gue­sía para recon­du­cir la cri­sis hacia sus obje­ti­vos bási­cos: afian­zar la Repú­bli­ca demo­crá­ti­co-bur­gue­sa auto­ri­ta­ria de Wei­mar tan inse­gu­ra en 1919 y que se sos­tu­vo has­ta sui­ci­dar­se fren­te al nazis­mo en 1933. Mien­tras tan­to, sus fuer­zas arma­das y la com­po­si­ción indus­trial del capi­ta­lis­mo ale­mán, que los comu­nis­tas inex­per­tos ape­nas enten­die­ron por su sub­je­ti­vis­mo dog­má­ti­co obce­ca­do en una inter­pre­ta­ción for­mal de la expe­rien­cia rusa, aplas­ta­ron una a una las inten­to­nas revo­lu­cio­na­rias. Lo mis­mo suce­dió en el res­to de Europa.

4.2.- INTERNACIONAL COMUNISTA Y FRENTE POPULAR 

Una cua­li­dad del Fren­te Úni­co con­sis­tía en su visión de la com­ple­ji­dad de las fuer­zas cla­sis­tas, socia­les y polí­ti­cas en el capi­ta­lis­mo indus­trial de aquel enton­ces, huyen­do de todo mani­queís­mo entre bue­nos y malos, pero aún así no tuvo tiem­po para lograr que la cla­se obre­ra en con­cre­to y el pue­blo tra­ba­ja­dor en gene­ral supe­ra­ran la depen­den­cia polí­ti­ca refor­mis­ta y adqui­rie­ran la con­cien­cia teó­ri­ca de la nece­si­dad de la toma del poder polí­ti­co, como se demos­tró en la fra­ca­sa­da revo­lu­ción de 1923. En noviem­bre de ese año, los comu­nis­tas ale­ma­nes hablan por pri­me­ra vez del social­fas­cis­mo, echan­do la cul­pa exclu­si­va de la derro­ta a la social­de­mo­cra­cia e ini­cian­do el camino desas­tro­so hacia la estra­te­gia de Cla­se con­tra Cla­se o del Ter­cer Perío­do desa­rro­lla­da por la Inter­na­cio­nal Comu­nis­ta en 1928, según la cual para derro­tar al fas­cis­mo al alza había de derro­tar pri­me­ro a la social­de­mo­cra­cia. El fas­cis­mo era defi­ni­do como una cosa pasa­je­ra, sin futu­ro y de fácil derro­ta una vez que el movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio hubie­ra aca­ba­do con la socialdemocracia.

No es este el sitio para hacer una crí­ti­ca de tama­ño error estra­té­gi­co cuyas con­se­cuen­cias las pade­ció la huma­ni­dad has­ta 1945 en una pri­me­ra fase, y las sigue sufrien­do aho­ra de mane­ra par­cial e indi­rec­ta. Lo cier­to es que la tesis del social­fas­cis­mo es típi­ca­men­te sub­je­ti­vis­ta en el peor sen­ti­do de la acep­ción vis­ta al comien­zo de este tex­to: en vez de hacer un estu­dio obje­ti­vo de la reali­dad social capi­ta­lis­ta del momen­to, con la nece­sa­ria auto­crí­ti­ca por la super­fi­cia­li­dad en los aná­li­sis, se echó la cul­pa al refor­mis­mo y en menos medi­da al fas­cis­mo. Pero la Inter­na­cio­nal Comu­nis­ta corri­gió un error con otro, con el de girar­se al lado opues­to, aho­ra median­te la estra­te­gia del Fren­te Popu­lar deci­di­da en 1935 con­sis­ten­te en bus­car alian­zas con las lla­ma­das «bur­gue­sías demo­crá­ti­cas» para ven­cer al fas­cis­mo, aun a cos­ta de hacer­le con­ce­sio­nes sig­ni­fi­ca­ti­vas. Un anun­cio de lo que sería el Fren­te Popu­lar a par­tir de 1935 fue la polí­ti­ca de alian­za estra­té­gi­ca de los comu­nis­tas chi­nos con la «bur­gue­sía nacio­nal» para expul­sar a los japo­ne­ses: el PCCH cum­plió las órde­nes de Mos­cú de aliar­se con Chiang Kai-chek renun­cian­do a toda polí­ti­ca inde­pen­dien­te de cla­se, lo que le lle­vó a poner­se en manos de la «bur­gue­sía nacio­nal» que, lle­ga­do el momen­to en 1927, des­en­ca­de­nó una masa­cre inhu­ma­na en ciu­da­des indus­tria­les como Can­tón, Shan­gai y otras, ani­qui­lan­do al PCCH has­ta su raíz indus­trial, exter­mi­nio del que tar­da­ría muchos años en recuperarse.

El avan­ce arro­lla­dor del nazi­fas­cis­mo, del mili­ta­ris­mo y de las fuer­zas reac­cio­na­rias en gene­ral en gran­des áreas euro­peas exi­gía un estu­dio en pro­fun­di­dad del impac­to de la cri­sis de 1929 en la cla­se obre­ra del con­ti­nen­te, y del com­por­ta­mien­to de sus diver­sas fuer­zas socia­les y polí­ti­cas, pero tal estu­dio no se reali­zó con obje­ti­vi­dad fun­da­men­tal­men­te por­que en la URSS se libra­ba des­de media­dos de la déca­da de 1920 una dura pug­na inter­na cuyos resul­ta­dos son cono­ci­dos por todos y todas. Fue la corrien­te vic­to­rio­sa la que en 1935 impu­so la estra­te­gia del Fren­te Popu­lar gra­cias a su poder en la IC. La nece­si­dad de pac­tar con las «bur­gue­sías demo­crá­ti­cas anti­fas­cis­tas» jus­ti­fi­ca­ba cual­quier con­ce­sión a sus intere­ses, como la exi­gen­cia hecha al Par­ti­do Comu­nis­ta de Indo­chi­na de que reti­ra­ra su rei­vin­di­ca­ción de la inde­pen­den­cia de Fran­cia, exi­gen­cia hecha a raíz del pac­to entre la URSS y Fran­cia en 1936.

El Fren­te Popu­lar fran­cés lle­gó al gobierno en ese 1936 sin la pre­sen­cia del PCF, con una lige­ra mayo­ría par­la­men­ta­ria y un pro­gra­ma muy sua­ve en lo socio­eco­nó­mi­co y demo­crá­ti­co. De inme­dia­to se agu­di­zó la lucha de cla­ses lo que obli­gó al gobierno a lega­li­zar con­quis­tas socia­les de gran cala­do pero sin tocar para nada las estruc­tu­ras capi­ta­lis­tas, la pro­pie­dad pri­va­da, el poder de cla­se en suma, que siguió intac­to en manos de la bur­gue­sía por­que una cosa es el gobierno y otra el Esta­do. Enva­len­to­na­da, la bur­gue­sía con­tra­ata­có redu­cien­do las con­quis­tas, for­zan­do al gobierno a tomar medi­das pro­ca­pi­ta­lis­tas, des­mo­ra­li­zan­do a la cla­se obre­ra lo que ace­le­ró el giro al cen­tro del Fren­te Popu­lar que per­dió las elec­cio­nes de 1938 a manos de una coa­li­ción de dere­chas que, al poco, pac­ta­ría con los inva­so­res nazis la par­ti­ci­pa­ción del Esta­do francés.

El Fren­te Popu­lar espa­ñol lle­gó al gobierno en febre­ro de 1936 tam­bién con poca ven­ta­ja par­la­men­ta­ria, lo que azu­zó la lucha de cla­ses y las rei­vin­di­ca­cio­nes de las nacio­nes opri­mi­das. El com­por­ta­mien­to del Fren­te Popu­lar ante los cre­cien­tes rumo­res e infor­mes sobre la inmi­nen­te suble­va­ción fas­cis­ta –que se pro­du­jo en julio de 1936– fue muy débil e inde­ci­sa; tam­bién puso muchas pegas para repar­tir armas al pue­blo anti­fas­cis­ta, y sobre todo a par­tir de mayo de 1937 empe­zó a recom­po­ner deci­di­da­men­te el orden bur­gués en las fábri­cas y en la vida social, repri­mien­do a la izquier­da revo­lu­cio­na­ria y ase­si­nan­do a varios de sus diri­gen­tes, así como a refor­zar el nacio­na­lis­mo espa­ñol de «izquier­das». Este giro dra­má­ti­co al cen­tro des­mo­ra­li­zó a las cla­ses y pue­blos explo­ta­dos debi­li­tan­do el esfuer­zo de gue­rra fren­te a un ejér­ci­to fas­cis­ta inter­na­cio­nal arma­do has­ta los dien­tes. Pese a todo, fue heroi­ca la resis­ten­cia las nacio­nes y cla­ses explo­ta­das, que sólo con­ta­ron con la ayu­da con­di­cio­na­da de la URSS. La derro­ta defi­ni­ti­va se pro­du­jo en 1939.

4.3.- KOMINFORM Y FRENTEPOPULISMO 

En 1943, cuan­do la II GM gira­ba de ban­do gra­cias a la gigan­tes­ca bata­lla de Kursk en la que el Ejér­ci­to Rojo pul­ve­ri­zó a las fuer­zas aco­ra­za­das nazis, la URSS liqui­da­ba la Inter­na­cio­nal Comu­nis­ta sin con­sul­tar prác­ti­ca­men­te a nin­gu­na de las orga­ni­za­cio­nes y par­ti­dos que la com­po­nían. Trans­cu­rrie­ron sie­te deci­si­vos años en la lucha de cla­ses mun­dial sin una direc­ción revo­lu­cio­na­ria inter­na­cio­nal, has­ta que en 1947 en res­pues­ta al Plan Marshall la URSS creó la Komin­form u Ofi­ci­na de Infor­ma­ción de los Par­ti­dos Comu­nis­tas y Obre­ros, que fue disuel­ta en 1956, una vez que la URSS ofi­cia­li­zó defi­ni­ti­va­men­te la estra­te­gia de la «coexis­ten­cia pací­fi­ca entre capi­ta­lis­mo y socialismo».

La agu­di­za­ción extre­ma de las agre­sio­nes del impe­ria­lis­mo con­tra la URSS y con­tra cual­quier lucha obre­ra y popu­lar, espe­cial­men­te con­tra los pue­blos que bus­ca­ban su inde­pen­den­cia nacio­nal fue­ra de las garras colo­nia­lis­tas e inde­pen­den­tis­tas, esta reali­dad inne­ga­ble que se mate­ria­li­zó en la crea­ción de la OTAN y de otras estruc­tu­ras polí­ti­co-mili­ta­res, pre­sio­na­ba cada vez más a una ago­ta­da URSS para bus­car alian­zas con las bur­gue­sías dis­pues­tas a debi­li­tar de algún modo el poder omní­vo­ro de EEUU y sus alia­dos. Atraer­se a esas bur­gue­sías era fun­da­men­tal, por un lado, y por otro tam­bién lo era apo­yar y ayu­dar las gue­rras de libe­ra­ción nacio­nal que debi­li­ta­ran eco­nó­mi­ca y mili­tar­men­te el impe­ria­lis­mo, pero nun­ca bus­can­do una con­fron­ta­ción revo­lu­cio­na­ria a esca­la mundial.

Es así como se expli­ca que, en aquél lar­go con­tex­to mun­dial equí­vo­ca­men­te defi­ni­do como «gue­rra fría», se lle­va­sen a cabo prác­ti­cas sos­te­ni­das de una estra­te­gia fren­te­po­pu­lis­ta en los hechos, aun­que no en el nom­bre ofi­cial. Pero al igual que en Chi­na en 1925 – 27, y en los Esta­dos fran­cés y espa­ñol entre 1936 – 39, estas estra­te­gias cau­sa­ron sis­te­má­ti­ca­men­te la derro­ta polí­ti­ca de la izquier­da cuan­do no a su debi­li­ta­mien­to por la repre­sión o inclu­so a su exter­mi­nio san­grien­to. En 1953 el impe­ria­lis­mo derro­có median­te un gol­pe al pre­si­den­te ira­ní Mos­sa­degh que había nacio­na­li­za­do el petró­leo, rea­li­za­do refor­mas socia­les con el apo­yo de la izquier­da. En 1954 fue derro­ca­do por el impe­ria­lis­mo en pre­si­den­te gua­te­mal­te­co Arbenz que había rea­li­za­do refor­mas socia­les en bene­fi­cio del pue­blo. En la segun­da mitad de la déca­da de 1950 Nas­ser comen­zó a repri­mir a la izquier­da revo­lu­cio­na­ria que le había ayu­da­do en la toma del poder, lo mis­mo que hizo Moha­med V en Marrue­cos en esa épo­ca, y tam­bién Neh­ru en la India. En 1962 el pre­si­den­te argen­tino Fron­di­zi fue derro­ca­do por un gol­pe mili­tar a pesar del seve­ro con­trol que hacía el Ejér­ci­to sobre su polí­ti­ca socio­eco­nó­mi­ca e inter­na­cio­nal. En 1963 el pre­si­den­te ira­kí Qasim fue derro­ca­do por un gol­pe mili­tar diri­gi­do por nas­se­ris­tas para cor­tar de cua­jo el auge de los comu­nis­tas. El pre­si­den­te indo­ne­sio Sukarno fue echa­do del poder en 1965 por un gol­pe mili­tar que tenía como obje­ti­vo aplas­tar las refor­mas socia­les y la cre­cien­te fuer­za comunista.

For­mal­men­te estas y otras expe­rien­cias no fue­ron cali­fi­ca­das de Fren­te Popu­lar pero sí tenían sus mis­mas carac­te­rís­ti­cas defi­ni­to­rias: las izquier­das apo­ya­ban a la lla­ma­da «bur­gue­sía nacio­nal» para avan­zar en refor­mas socia­les, pro­te­ger la eco­no­mía del país de las pre­sio­nes impe­ria­lis­tas y ase­gu­rar la sobe­ra­nía pero no pre­ten­dien­do ir más allá de lo desea­do por esa «bur­gue­sía nacio­nal» lo que obli­ga­ba a la izquier­da a fre­nar al movi­mien­to obre­ro y popu­lar, a dejar en segun­do o ter­cer plano la defen­sa y expo­si­ción públi­ca de sus obje­ti­vos his­tó­ri­cos para cen­trar­se fun­da­men­tal­men­te en la jus­ti­fi­ca­ción de la «alian­za inter­cla­sis­ta» que, según los casos, podía ser mera­men­te tác­ti­ca, tác­ti­co-estra­té­gi­ca o inclu­so estra­té­gi­ca. Al mar­gen de las jus­ti­fi­ca­cio­nes, este fren­te­po­pu­lis­mo exi­gía a la izquier­da aban­do­nar o rele­gar la impres­cin­di­ble inde­pen­den­cia polí­ti­ca de cla­se del pue­blo y su supe­di­ta­ción a los intere­ses de la bur­gue­sía. Por lo gene­ral, con este fren­te­po­pu­lis­mo la cla­se domi­nan­te con­se­guía un vital tiem­po de recu­pe­ra­ción y de reor­ga­ni­za­ción para pasar lue­go a la ofen­si­va, mien­tras que, por el lado del pue­blo, tras la eufo­ria ini­cial, comen­za­ba la des­orien­ta­ción, la des­ilu­sión y la divi­sión. Así, lle­ga­do el momen­to opor­tuno, la bur­gue­sía podía ata­car con segu­ri­dad de victoria.

Una de las expre­sio­nes más trá­gi­cas del fren­te­po­pu­lis­mo fue la Uni­dad Popu­lar chi­le­na que lle­vó a Allen­de al gobierno en el Chi­le de fina­les de 1970 con una estra­te­gia paci­fis­ta y no vio­len­ta de avan­ce al socia­lis­mo median­te la «hege­mo­nía social» que con­ven­ce­ría a la bur­gue­sía «demo­crá­ti­ca» y arrin­co­na­ría a la «no demo­crá­ti­ca». Siguien­do esta estra­te­gia, Allen­de puso al gene­ral Pino­chet al man­do del ejér­ci­to, nego­ció a la baja con la bur­gue­sía, no qui­so movi­li­zar al pue­blo de for­ma radi­cal cuan­do la extre­ma dere­cha boi­co­tea­ba la eco­no­mía y se negó a armar a las mili­cias popu­la­res que se for­ma­ban en las barria­das empo­bre­ci­das cuan­do todo indi­ca­ba la pro­xi­mi­dad del gol­pe diri­gi­do por Pino­chet a las órde­nes de los EEUU. La estra­te­gia del «paci­fis­mo civil» cos­tó varios miles de vida al pue­blo aplas­ta­do en 1973.

Ade­más de estas y otras expe­rien­cias fren­te­po­pu­lis­tas hay que hacer refe­ren­cia a la estra­te­gia inter­cla­sis­ta idén­ti­ca en el fon­do en cues­tio­nes esen­cia­les del euro­co­mu­nis­mo de los PC ofi­cia­les euro­peos de la déca­da de 1970: paci­fis­mo, no-vio­len­cia, alian­zas con la «bur­gue­sía demo­crá­ti­ca» des­de la estra­te­gia de la «hege­mo­nía de la socie­dad civil» que irá for­zan­do a la «socie­dad polí­ti­ca» a ampliar la demo­cra­cia, abrir el Esta­do a la socie­dad, demo­cra­ti­zar las fuer­zas arma­das o «tra­ba­ja­do­res del orden», etc. La mis­ma estra­te­gia con nom­bres dife­ren­tes pero con efec­tos devas­ta­do­res en los Esta­dos por­tu­gués, espa­ñol, fran­cés e ita­liano, por citar casos en los que –con algu­na pecu­lia­ri­dad en Por­tu­gal- el euro­co­mu­nis­mo supe­di­tó las nece­si­da­des obre­ras y popu­la­res a las nece­si­da­des capi­ta­lis­tas: en los cua­tro casos la lucha obre­ra y popu­lar no se ha recu­pe­ra­do aún, des­pués de un ter­cio de siglo, de aque­lla deba­cle. No tene­mos aho­ra espa­cio para ana­li­zar con el debi­do deta­lle las iden­ti­da­des y dife­ren­cias de estas estra­te­gias con las del Fren­te Amplio uru­gua­yo, o, con otros nom­bres, en la Gre­cia de Syri­za o la de Sudá­fri­ca con la sobre­ex­plo­ta­ción obre­ra que se man­tie­ne, etc.; o inclu­so las alian­zas de varios par­ti­dos esta­ble­ci­das en el Nor­te de Europa.

4.4.- OBJETIVO HISTORICO, REVOLUCIÓN O REFORMA

A estas altu­ras de la his­to­ria, el pro­ble­ma no radi­ca tan­to en el nom­bre –Fren­te Úni­co, Fren­te Popu­lar, Uni­dad Popu­lar, Fren­te Amplio, etc. – , como en la inde­pen­den­cia polí­ti­ca del pue­blo para avan­zar hacia los obje­ti­vos his­tó­ri­cos con una estra­te­gia y unas tác­ti­cas no supe­di­ta­das a la bur­gue­sía pero capaz de atraer a la peque­ña bur­gue­sía, a las «cla­ses medias» y a las fran­jas socia­les menos con­cien­cia­das. El pro­ble­ma radi­ca en lograr y man­te­ner la hege­mo­nía polí­ti­ca del tra­ba­jo sobre y a cos­ta de la domi­na­ción ideo­ló­gi­ca del capi­tal. El deba­te en las izquier­das sobre alian­zas más o menos pro­fun­das con la peque­ña bur­gue­sía vie­ne plan­teán­do­se des­de 1850 por­que es con­sus­tan­cial al deve­nir de la lucha de cla­ses en el capi­ta­lis­mo, y más aún para el deve­nir de las luchas de libe­ra­ción nacio­nal de cla­se de los pue­blos opri­mi­dos. Duran­te estos muchos años se ha vis­to que es fun­da­men­tal pre­ci­sar y dis­tin­guir las dife­ren­cias entre la hege­mo­nía polí­ti­ca de cla­se del pue­blo, y la sim­ple «hege­mo­nía de la socie­dad civil» como dice el refor­mis­mo. Dado que la polí­ti­ca es la eco­no­mía con­cen­tra­da, la hege­mo­nía polí­ti­ca del pue­blo no es otra cosa que la direc­ción estra­té­gi­ca que éste impo­ne dia­ria­men­te a la peque­ña bur­gue­sía en pos del obje­ti­vo his­tó­ri­co del socia­lis­mo; mien­tras que la ambi­gua y hue­ca «hege­mo­nía de la socie­dad civil» es la expre­sión de los intere­ses bur­gue­ses con la dema­go­gia ideo­ló­gi­ca interclasista.

Para con­cluir: ¿cómo pode­mos dife­ren­ciar una estra­te­gia y unas tác­ti­cas revo­lu­cio­na­rias de otras refor­mis­tas? Muy sen­ci­llo, median­te el estu­dio de las cons­tan­tes his­tó­ri­cas que se repi­ten en las luchas, vic­to­rias y derro­tas de las cla­ses y de los pue­blos explo­ta­dos des­de media­dos del siglo XIX en ade­lan­te. Las sin­te­ti­za­mos en tres:

Una, la lucha con­tra la explo­ta­ción asa­la­ria­da, con­tra la dic­ta­du­ra del sala­rio, de la ley del valor y del valor de cam­bio, con­tra la pro­pie­dad pri­va­da de los medios de pro­duc­ción, y no sólo las refor­mas en pos de una «jus­ti­cia social», «sala­rio jus­to», «mejo­ra de las con­di­cio­nes de vida y tra­ba­jo», etc. Estas segun­das son impres­cin­di­bles para aumen­tar la con­cien­cia y capa­ci­dad de lucha del pue­blo tra­ba­ja­dor, pero son siem­pre inse­gu­ras e insu­fi­cien­tes por­que la cla­se domi­nan­te hará lo impo­si­ble por aplas­tar esas y otras con­quis­tas vol­vien­do a la situa­ción ante­rior, o, si no pue­de, hará lo impo­si­ble por no per­mi­tir nin­gún avan­ce más, esta­bi­li­zan­do la situa­ción has­ta que pue­da pasar al con­tra­ata­que. Cada lucha popu­lar y obre­ra por la mejo­ra de las con­di­cio­nes de vida y tra­ba­jo debe ir acom­pa­ña­da y guia­da por una expli­ca­ción peda­gó­gi­ca de que ese logro es sólo un paso ade­lan­te hacia el socia­lis­mo. Si para no asus­tar a la peque­ña bur­gue­sía se deja de rei­vin­di­car el socia­lis­mo en la vida coti­dia­na, si se silen­cian los obje­ti­vos his­tó­ri­cos, ocu­rri­da que más tem­prano que tar­de la ideo­lo­gía bur­gue­sa infec­ta­rá la médu­la espi­nal de la izquier­da. Y si para no asus­tar a la bur­gue­sía se lle­ga al extre­mo de aban­do­nar con­cep­tos y prin­ci­pios bási­cos del la teo­ría revo­lu­cio­na­ria como el de la nece­si­dad impe­rio­sa de la socia­li­za­ción de las fuer­zas pro­duc­ti­vas, emplean­do otros refor­mis­tas como el de «repar­to de la rique­za», enton­ces se ace­le­ra­rá el via­je sin retorno al cen­tro reformista.

Dos, la lucha con­tra el Esta­do bur­gués que no es sino la for­ma polí­ti­ca del capi­tal, el apa­ra­to buro­crá­ti­co espe­cia­li­za­do en cen­tra­li­zar estra­té­gi­ca­men­te los sis­te­mas de explo­ta­ción, opre­sión y domi­na­ción en direc­ción al obje­ti­vo fun­da­men­tal de garan­ti­zar la acu­mu­la­ción amplia­da del capi­tal. Este y no otro son el obje­ti­vo, la esen­cia y la base nuclear del Esta­do del capi­tal. La bur­gue­sía jamás olvi­da ni pier­de de vis­ta su úni­co obje­ti­vo en la vida: refor­zar su poder, ampliar su ganan­cia y ase­gu­rar la pasi­vi­dad obre­ra. La demo­cra­cia par­la­men­ta­ria, el gobierno, muchos minis­te­rios del Esta­do, etc., son rela­ti­va­men­te secun­da­rios para sus obje­ti­vos, pudien­do ceder tran­si­to­ria­men­te su uso a la peque­ña bur­gue­sía y al refor­mis­mo, pero nun­ca al movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio. Creer que la bur­gue­sía va a tole­rar que le qui­ten su Esta­do y su ejér­ci­to –for­mas polí­ti­cas del capi­tal, no lo olvi­de­mos nun­ca– por medios pací­fi­cos, es puro sub­je­ti­vis­mo idea­lis­ta que des­pre­cia toda obje­ti­vi­dad his­tó­ri­ca. El refor­mis­mo no sólo ocul­ta la esen­cia obje­ti­va del Esta­do, sino que nie­ga el méto­do obje­ti­vis­ta basa­do en el cono­ci­mien­to de las leyes y con­tra­dic­cio­nes del capitalismo.

Y tres, la lucha con­tra la ideo­lo­gía y el sub­je­ti­vis­mo tal cual los hemos defi­ni­do arri­ba, que for­man par­te de la for­ma bur­gue­sa de inter­pre­tar el mun­do en base a sus nece­si­da­des de cla­se. El cho­que entre dia­léc­ti­ca y meta­fí­si­ca, y mate­ria­lis­mo e idea­lis­mo está hoy más agu­di­za­do que nun­ca antes por­que el capi­tal está hoy enfren­ta­do a una cri­sis glo­bal como nun­ca antes lo ha esta­do. La polí­ti­ca refor­mis­ta tie­ne un con­te­ni­do meta­fí­si­co e idea­lis­ta que debe ser demo­li­do median­te la obje­ti­vi­dad mate­ria­lis­ta y dia­léc­ti­ca de la uni­dad y lucha de con­tra­rios en el seno de esa mate­ria­li­dad en movi­mien­to per­ma­nen­te. Cual­quier tác­ti­ca, la mis­ma estra­te­gia y en espe­cial los obje­ti­vos his­tó­ri­cos deben ser pen­sa­dos y rea­li­za­dos en base a la lucha teó­ri­co-polí­ti­ca y éti­ca per­ma­nen­te con el sub­je­ti­vis­mo y la ideo­lo­gía bur­gue­sa. Sin embar­go eso no se hace; por el con­tra­rio la izquier­da huye espan­ta­da evi­tan­do la intran­si­gen­te y radi­cal con­fron­ta­ción dia­ria con el idea­lis­mo y el sub­je­ti­vis­mo, dejan­do así en manos de la domi­na­ción ideo­ló­gi­ca bur­gue­sa deci­si­vas áreas viven­cia­les y emo­ti­vas de las nacio­nes y cla­ses explotadas.

Como se ha expues­tos en otros tex­tos, estas tres cons­tan­tes bási­cas ya ele­va­das al ran­go de sín­te­sis teó­ri­ca del anta­go­nis­mo irre­con­ci­lia­ble entre tra­ba­jo y capi­tal, son las que sus­ten­tan la natu­ra­le­za del mar­xis­mo como teo­ría matriz que estruc­tu­ra dia­léc­ti­ca­men­te todas las crí­ti­cas par­cia­les, sec­to­ria­les, pun­tua­les, que se hacen al capi­ta­lis­mo des­de sus diver­sas opre­sio­nes, explo­ta­cio­nes y domi­na­cio­nes. El mar­xis­mo como teo­ría matriz se sus­ten­ta en el hecho obje­ti­vo de que esa tri­ple carac­te­rís­ti­ca se reite­ra en su esen­cia siem­pre que la lucha de cla­ses lle­ga a un gra­do de agu­di­za­ción que pone en peli­gro los obje­ti­vos últi­mos de la cla­se bur­gue­sa, cua­les­quie­ra que sean sus múl­ti­ples for­mas espe­cí­fi­cas de mani­fes­ta­ción. En este sen­ti­do, los obje­ti­vos his­tó­ri­cos repre­sen­tan lo común y obli­ga­do a toda luchas, las estra­te­gias refle­jan con mayor varie­dad los pla­nes de lar­go alcan­ce dise­ña­dos para lle­gar a estos obje­ti­vos, mien­tras que las tác­ti­cas, múl­ti­ples, varia­das y cam­bian­tes según las nece­si­da­des, mues­tran la fle­xi­bi­li­dad de la teo­ría matriz para adap­tar­se a cre­cien­te com­ple­ji­dad objetiva.

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