Ya me cansé, dice el encargado de procuración de justicia en México, Jesús Murillo Karam.
No lo aceptamos, dicen los padres de familia de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, tras el anuncio oficial de que fueron asesinados, calcinados y arrojados a un río y a una tiradero, pero que siguen siendo declarados como
desaparecidos.
El gobierno federal se cansó, oficialmente. Y no respondió a interrogantes medulares. ¿Por qué el Ejército no actuó frente a la emergencia, estando a cinco minutos de los ataques? Dice Murillo Karam: “qué bueno que no salió… ¿qué hubiera pasado si el Ejército hubiera salido, a quién hubiera apoyado? Obviamente a la autoridad constituida”. Es decir, ¿qué bueno que el Ejército no recibió una orden de la autoridad constituida?
“Brinqué hacia la calle N. Álvarez, que va rumbo al centro, donde estaban corriendo mis demás compañeros. Cuando llegamos, como a dos o tres cuadras, el Ejército ahora sí andaba patrullando. No la ciudad, el lugar, y nos decían ‘cállense, ustedes se lo buscaron, querían ponerse con hombrecitos, pues ahora éntrenle y aguántense’. Teníamos miedo y rabia a la vez, porque no pudimos ni recibir llamadas. Si alguien nos llamaba, un militar se ponía ahí a escuchar primero; nos iba diciendo lo que teníamos que decir. Como que encubriéndose pues, decían, sí pueden recibir llamadas para que no se den cuenta que los tenemos. Pero no digas que te tienen los militares, tú dí que estás bien, algo así le decían a los compañeros que recibían llamadas. A partir de ahí, ellos llamaron a una ambulancia –entre comillas – , nos tomaron fotos a todos. Incluso al compañero que estaba herido, dijeron, le vamos vamos a tomar fotografías para que la ambulancia vaya tanteándole a qué viene. La ambulancia nunca llegó”. Es el testimonio del sobreviviente Omar García, quien suplicó ayuda con su compañero en brazos.
Que los policías entregaron a los estudiantes a los criminales de Guerreros Unidos ¿Por qué? Murillo no dijo nada. Sólo que después este grupo delictivo decidió asesinarlos, mutilarlos, calcinarlos y arrojarlos al río. ¿Dónde está la explicación de la complicidad de las fuerzas del Estado, policía y Ejército, en este tramado oficial? ¿Por qué asesinaron a las primeras seis personas? ¿Por qué la policía los persiguió y los baleó, antes de entregarlos
a los sicarios?
El presidente Enrique Peña Nieto no podía viajar con la carga de los muertos y, sobre todo, de los 43 desaparecidos. Midieron los tiempos y prepararon el tinglado multimedia. “Pretenden que el Presidente informe al mundo que en México está resuelto el problema de los normalistas.