Ahora parece que a la baranda de unión del “pueblo” navarro, el étimo “populus”, le desquicia las meninges. Eso parece, tras la última boutade esa, de que el unionismo UPSN, esta llamado a constituirse en “dique de los populismos”.
Me imagino que si son consecuentes, darán nuevo avío a la P de pueblo. Evidentemente habrá de ser algún vocablo, lo más remoto posible del concepto de putridez.
Y en otro orden de cosas, bien exento de connotaciones zoomorfas… ¡Fíjate que a alguien se le ocurriera eso de “Unión de proboscídeos navarros”! Lo digo por ciertas concomitancias con algunos fósiles del Holoceno…
De todos modos si se pirran por mutarse en diques, que no lo duden y que acudan sin la menor tardanza a Yesa. Al parecer allí –y fuera chanzas que el trance es bien dramático‑, todo tipo de hormigón, incluso el mazacote unionista en cuestión, es poco.
Como quiera que sea, y a eso voy, el integrismo navarrero, a lo suyo, a mantenerse en el feudo. A ver si entre dimes y diretes, los navarros seguimos bien enfrentados, como siempre…
Y es que en la “navarra cuestión de estado”, la política española lo tuvo siempre fácil. Quizás más por nuestra debilidad que por mera estupidez. “divide et vinces”. Esto UPSN, lo tiene perfectamente asumido y elaborado. Es bastante simple…
Es nuestra condena endémica. Que si agramonteses o beamonteses, carlistas o peseteros, monárquicos o republicanos, rojos o apostólicos, católicos, romanos y franquistas…
En el interin, vendrán salamantinos, burgaleses, toledanos y toda la jarca carpetovetónica, a llevarse los doblones del reino a espuertas…
Y quizás se vayan. Eso sí, ahí nos dejarán sus ciclópeas hormigonadas, pantanos, canales, autódromos, enormes deudas y descapitalizaciones…
En definitiva una Navarra en la bancarrota…
Y esto, hasta que todos los navarros, montañeses o riberos, tirios y troyanos, no consigamos, al menos por una vez, entendernos y escucharnos. Sin ira, sin interferencias ajenas, sin suspicacias. Simplemente se trataría de responder libremente a estas preguntas: ¿Quiénes somos? ¿De donde venimos? Y sobre todo, qué pretendemos ser…
Los unionistas tienen claro su origen, esencia y destino –el universal ese-. A un servidor le parece bien que pretendan proceder del tronco de Witila o de los redaños del Cid. De la misma forma que tampoco nos vamos a soliviantar porque ignoren la identidad de nuestro Joanes de Leizarraga o el significado de Euskalherria en la enciclopedia británica.
Lo que no entiendo bien, es ese odio cerval a quienes por sentirnos vascos defendemos una lengua y una cultura. Y que la defensa de nuestra identidad nos haya supuesto cárcel, muerte, torturas.
No creo que haya existido un punto en todo el planeta, donde se nos haya odiado tanto como en nuestra propia tierra. ¡Que bien definió nuestro amigo Victor Aleixandre eso del autoodio!
Pero en fin, que al unionismo español, con esa simple táctica de sembrar la discordia y fragmentarnos como vulgarmente se dice, “se lo hemos puesto a güevo”.
Una vez se trataba de etarras contra auténticos navarros, otra de “vascos contra navarros”. Y daban por sentado que los vascos y navarros son ‑por poner un ejemplo- como rusos y ucranianos. Ahora que al parecer, ya no parece servirles la tan manida confrontación, nos hablan de demócratas –ellos, los del sistema- y populistas, a los que aspiramos al cambio.
Pues bien, aquí estamos. Un servidor –antes del entorno etarra, luego simple vasco‑, es un populista y como tal aspira a un cambio radical. Y en mis aspiraciones pretendo conjugar el respeto inequívoco a la voluntad de la ciudadanía, con la observancia de los derechos humanos. Y si eso es populismo, bienvenido sea. De los que aspiramos a un reparto equitativo de la riqueza y de los tributos, a una administración transparente y ejemplar de nuestros recursos, y bla…bla y etc. Pues bien…
Porque de lo otro, de lo que la casta navarra lleva desarrollando durante largas décadas… ¿Qué podemos decir? De eso, resulta que el pueblo navarro esta hasta la cúspide del capirote en el que violenta y subrepticiamente nos ha encastrado el huésped unionista…
Por eso, a fuer de populistas, por dignidad, rechazamos de raíz el sistema del “estado de derecho” ese, por mucho que lo hayan bautizado como democracia.
Lo digo sin ambages. Y es que a ese unionismo caciquil, expoliador, intolerante, alzado sobre la desvergonzada prebenda, y que se nos pone cínico e intolerable, lo llevaría a galeras, por parecer algo más humano que ellos…
Y aún nos interpelan por nuestra accidez, por nuestras denuncias “Popule meus… Quid fecit tibi? In quo contristavi te?”… ¡Que despampanante cinismo el suyo! ¡Qué paciencia más que bíblica la de este pueblo! ¡En qué despilfarró Júpiter sus rayos!
Así pues, llámennos vascos o populistas… Pero la verdad, todo será una pura bagatela, si alguna vez rematamos el predio ese de Barcinas, esparcinas y otras invasivas hierbas de este erial.