Las vic­to­rias de Cuba- Emir Sader

Cuba y Ber­lín eran las dos esqui­nas más ten­sas de la gue­rra fría. La caí­da del muro sacó a Ber­lín de esa con­di­ción. La nor­ma­li­za­ción de las rela­cio­nes entre La Haba­na y Washing­ton hace lo mis­mo con Cuba.

Cuba siem­pre con­si­de­ró que un gobierno demó­cra­ta en su segun­do man­da­to –cuan­do ya no depen­día tan­to de la colo­nia cuba­na en la Flo­ri­da- era la chan­ce más gran­de de que esa nor­ma­li­za­ción se die­ra. Jimmy Car­ter no tuvo segun­do man­da­to. Al final del segun­do man­da­to de Bill Clin­ton, hubo una inten­si­fi­ca­ción de las accio­nes terro­ris­tas con­tra Cuba –inclu­so con una avio­ne­ta repar­tien­do pan­fle­tos sobre La Haba­na -, lo cual lle­vó a que Cuba aba­tie­ra una de esa avio­ne­tas, con la muer­te de sus dos tri­pu­lan­tes y la apro­ba­ción de par­te de Esta­dos Uni­dos de Amé­ri­ca (EUA) de leyes toda­vía más duras del bloqueo.

Aho­ra, inter­me­dia­do por otros fac­to­res –la pri­sión de un empre­sa­rio nor­te­ame­ri­cano que lle­va­ba mate­ria­les de comu­ni­ca­ción a sec­to­res de la opo­si­ción clan­des­ti­na al gobierno y la cam­pa­ña por la libe­ra­ción de 3 de los 5 cuba­nos que toda­vía per­ma­ne­cían en las cár­ce­les de EUA– se con­fir­mó la pre­vi­sión: un pre­si­den­te demó­cra­ta es quien pro­ta­go­ni­za el res­ta­ble­ci­mien­to de rela­cio­nes diplo­má­ti­cas con Cuba.

La rup­tu­ra de rela­cio­nes y el blo­queo, des­de hace ya más de medio siglo, eran ins­tru­men­tos con los cua­les los EUA con­si­de­ra­ban que asfi­xia­rían al nue­vo gobierno cubano. Había un dog­ma has­ta aquel momen­to según el cual “Sin cuo­ta, no hay país”, esto es, si EUA deja­ban de com­prar la cota de azú­car cubano, el país se hundiría.

Cuan­do EUA sus­pen­dió la com­pra del azú­car cubano, una par­te de la bur­gue­sía del país cerró sus casas y se fue a Mia­mi a espe­rar la caí­da del régi­men de Fidel Cas­tro. Cuba sufrió dura­men­te esas medi­das. Todos los paí­ses lati­no­ame­ri­ca­nos –a excep­ción de Méxi­co, que man­tu­vo solo rela­cio­nes diplo­má­ti­cas– hicie­ron lo mis­mo que EUA, rom­pien­do rela­cio­nes con Cuba, hacien­do que, para cual­quier com­pra, el país tuvie­ra que ape­lar a algún país europeo.

Cuba tuvo que sufrir el inten­to de inva­sión de 1961, el cer­co naval de 1962, can­ti­dad innu­me­ra­ble de accio­nes de terro­ris­mo, de inten­tos de ase­si­nar a Fidel Cas­tro, san­cio­nes eco­nó­mi­cas que blo­quean su capa­ci­dad de desa­rro­llo eco­nó­mi­co. Pero Cuba logró resistir.

EUA no con­ta­ban con que la URSS los sus­ti­tu­ye­ra, com­pran­do el azú­car cubano, ade­más de pro­veer el petró­leo que Washing­ton tam­bién deja­ba de entre­gar a la Isla. La inol­vi­da­ble ima­gen de un inmen­so buque sovié­ti­co, con la hoz y el mar­ti­llo, entran­do al puer­to de La Haba­na, a 90 millas de los EUA, era un ges­to de auda­cia que empe­za­ba a rom­per el blo­queo a Cuba.

Con el paso del tiem­po, paí­ses de Amé­ri­ca Lati­na fue­ron res­ta­ble­cien­do rela­cio­nes con Cuba, pri­me­ro diplo­má­ti­cas, des­pués comer­cia­les, has­ta que la situa­ción se revir­tió. Si Cuba esta­ba ais­la­da al ini­cio del blo­queo, eran los EUA que pasa­rían a estar ais­la­dos, en las vota­cio­nes en Nacio­nes Uni­das, don­de, des­de 1992, pasa­ron a con­tar ape­nas con el apo­yo de Israel y de algu­na isli­ta leja­na en con­tra las abru­ma­do­ras vota­cio­nes de con­de­na del blo­queo. El ais­la­dor se vol­vía aislado.

Aho­ra, a la vez, Cuba logra dos gran­des vic­to­rias en un solo día: resis­te al blo­queo, rom­pe el blo­queo, no cede para nada fren­te a las ame­na­zas y ata­ques de la más gran­de poten­cia impe­rial de la his­to­ria de la huma­ni­dad, logra el res­ta­ble­ci­mien­to de las rela­cio­nes diplo­má­ti­cas, en los tér­mi­nos que siem­pre ha plan­tea­do –con el res­pec­to entre igua­les, como nacio­nes sobe­ra­nas e igua­les. Y, a la vez, logra el retorno de los 5 cuba­nos que esta­ban pre­sos en EUA.

Entre los temas de las den­sas dis­cu­sio­nes que se desa­rro­lla­ran a par­tir de aho­ra, esta­rá segu­ra­men­te Guan­tá­na­mo. Ese peda­zo del terri­to­rio cubano apro­pia­do por EUA cuan­do des­em­bar­có en Cuba con el pre­tex­to de paci­fi­car el con­flic­to entre la Isla y Espa­ña, cuan­do Cuba esta­ba cer­ca de expul­sar a los anti­guos colo­ni­za­do­res y vol­ver­se inde­pen­dien­te. La apro­pia­ción de Guan­tá­na­mo estu­vo en el mar­co de las san­cio­nes impues­tas a Espa­ña, jun­to con Fili­pi­nas y las Islas Guam.

Lo que debie­ra ser una ocu­pa­ción de un siglo impues­ta por los EUA, se ha vuel­to per­ma­nen­te –al con­tra­rio del Canal de Pana­má, que vol­vió a la sober­bia pana­me­ña. Como base mili­tar Guan­tá­na­mo no tenía nin­gu­na impor­tan­cia, pero per­ma­ne­cía como pre­sen­cia sober­bia de la poten­cia impe­rial derro­ta­da por los cuba­nos. Has­ta que recién se ha vuel­to la ver­gon­zo­sa pri­sión fue­ra de cual­quier cober­tu­ra jurí­di­ca inter­na­cio­nal para que EUA pro­ce­die­ra a los sal­va­jes tra­ta­mien­tos que die­ron a los acu­sa­dos de terrorismo.

Aho­ra no hay nin­gu­na razón más para que Oba­ma tras­fie­ra los más de 160 pre­sos que toda­vía que­dan, cie­rre la base naval y devuel­ta a Cuba el terri­to­rio que per­te­ne­ce por todo dere­cho a la Isla. Ahí si se habrán nor­ma­li­za­do total­men­te las rela­cio­nes entre Cuba y los EUA.

Oba­ma tuvo que con­fe­sar que la estra­te­gia nor­te­ame­ri­ca­na de inten­tar asfi­xiar a Cuba por el blo­queo eco­nó­mi­co y el ase­dio terro­ris­ta, ha fra­ca­sa­do. Los dos paí­ses vuel­ven a tener rela­cio­nes diplo­má­ti­cas, el inmen­so edi­fi­cio que mira hacia Mia­mi, en el Male­cón haba­ne­ro, abri­ga­rá de nue­vo un emba­ja­dor de EUA, mien­tras que Cuba ten­drá, en el mis­mo vie­jo casa­ron de la emba­ja­da del país de hace déca­das, en Washing­ton, un embajador.

Se cie­rra la últi­ma pági­na de la lar­ga gue­rra fría de la segun­da pos gue­rra. A lo mejor empe­za­mos otras, con carác­ter y dimen­sio­nes dis­tin­tas, pero aque­lla aho­ra está defi­ni­ti­va­men­te cerra­da. Y de la mejor mane­ra posi­ble para Cuba y para todos los que le apo­ya­ron en con­tra del injus­to bloqueo.

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