Un cobarde crimen fascista perpetrado por un grupo neo-nazi contra un seguidor deportivista. Eso fue lo que pasó en Madrid por mucho que se intente negar intentando repartir culpas entre unos y otros.
Un grupo de seguidores del Depor acuden a ver a su equipo a Madrid, al Calderón, sabiendo que se juegan el tipo porque pertenecen a los Riazor Blues, y tienen malas relaciones con los ultras locales del Frente Atlético, de los que les separa básicamente la ideología, pues no hay rivalidad entre ambos equipos. En resumen, que nada tenía que ver, el fútbol no provocó por sí mismo la tragedia de este domingo, sino que ésta fue consecuencia de un largo enfrentamiento entre fascistas y anti-fascistas (lo que no convierte a éstos últimos en ejemplo pleno de conducta, ciertamente, de hecho son muy contradictorios; pero la cuestión central que separa a Blues y Frente es política. No se puede analizar lo ocurrido excluyéndola).
Esos seguidores llegan a Madrid y se bajan de los autobuses, se dirigen a bares. No están armados, aunque cuentan con algún material pirotécnico, totalmente legal ‑hay fiestas municipales en las que se utilizan- aunque, obviamente, pueden ser peligrosos. De pronto son atacados por 150 ultras, armados hasta los dientes. En vez de dejarse pegar o limitarse a huir, la mayoría de los seguidores del Depor deciden hacerle frente a la horda fascista. Llevan las de perder. Son superados. Pero no es una batalla entre iguales, como foros interesados tratan de decir, no, es una agresión que encontró respuesta.
Bravatas por las redes hay todos los días. Pero los Blues insisten en que no habían quedado para pegarse con nadie. La lógica indica que de haberlo hecho, habrían elegido un lugar más discreto que el aparcamiento pegado al Estadio. Y además resulta que quien filtra la posible existencia de una cita previa es la policía, que tardó mucho en actuar (hay quien denuncia que dejó hacer a los que tenían las de ganar) y que, en el caso de que conociese esa supuesta cita: ¿cómo es que no preparó un dispositivo para evitar un choque violento?
Extrañamente, los mismos periodistas que avalan esa versión policial no se hacen tan relevante pregunta. Ni hablan de como es posible que las Fuerzas del Orden no detectaran a decenas de neo-nazis armados por Manzanares desde las ocho de la mañana cuando los mismos vecinos/as estaban asustados/as por su presencia (por cierto, no sólo los Blues se vieron involucrados en el suceso, afectó a más deportivistas).
Los que son más numerosos y tienen armas ‑ciertamente que los coruñeses se defienden con lo que pueden- abusan durante los incidentes.
Golpean a un deportivista al que, inconsciente, lazan al río (pueden verse algunas imágenes). Se llama Jimmy. Fallece poco después (hay serias sospechas de que se retrasó el anuncio de su muerte para que se pudiese jugar el encuentro -show must go on- que el Depor aceptó disputar en una desafortunada afrenta a su afición). Lógicamente, quien lanza al Manzanares a finales de noviembre a una persona inerte que acaba de recibir una paliza lo que intenta es matar. O sea, que lo que sucedió fue un asesinato. Es importante que así se le llame.
Por lo tanto, tenemos nazis que atacan y consuman un crimen. La cosa es clara: asesinato fascista. Sin embargo, sigue hablándose de “pelea” o “reyerta”, siempre intentando situar en el mismo nivel a verdugos y a víctimas (hay quien tira de la teoría de la cita previa para sostener esa equivalencia).
Aunque así fuera, en los grupos hooligans existe una especie de normas de honra para esas ‑delirantes y condenables- batallas pactadas.
Por ejemplo, que al que está en el suelo se le deja en paz y que no se pueden usar armas blancas). Y no, no son comparables los neo-nazis con los que no lo son, como tampoco los que portan cuchillos con los que no.
Y aquí las esvásticas y las navajas sólo las había de un bando, del madrileño.
Así que Jimmy no es lo mismo que los que lo mataron. Y sostener ‑como entre otros hizo Javier Tebás, presidente de la LFP y ex-militante de Fuerza Nueva- que no merece condolencia por ser “un radical” es básicamente el mismo discurso de los que justifican los atentados del GAL porque eran contra miembros de ETA. O sea más fascismo. Demasiado.
Porque fue el fascismo el que asesinó a ese seguidor coruñés. Esa es la dramática verdad. Que no la manipulen, ni se olvide.