Como ya anticipamos en este diario, la marcha que finalmente tuvo lugar en las calles de París en repudio al atentado contra la revista Charlie Hebdo el pasado miércoles, tuvo un carácter reaccionario por el sentido de quienes la convocaron y encabezaron.
A la presencia de los principales líderes imperialistas europeos, como Hollande, el expresidentte Sarkozy, David Cameron, Mariano Rajoy, Angela Merkel, autoridades de Turquía y muchos otros, se sumaron, como para que no queden dudas del contenido, hasta el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu y el presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas.
No obstante, a muchos de sus participantes los puede haber motivado el sentimiento de repudio a los atentados. Nada de esto interesa realmente a los jefes de Estado de los países imperialistas más que el cálculo político de cómo hacer pesar en la balanza haber encolumnado a millones de personas detrás de lo más granado de la reacción mundial, mientras se diseñan y se escriben en estas horas numerosas iniciativas de reformas a los sistemas de inmigración para favorecer la expulsión de inmigrantes y refugiados y de ataques a las libertades de reunión, organización y hasta, incluso, de expresión, mal que les pese a los supuestos defensores de la libertad de prensa… siempre que esta sirva para atacar a los sectores más oprimidos de la población europea.
Como señala The New York Times hoy, Hollande se reunió previamente con el presidente de las instituciones de judías de Francia, donde le prometió que, de ser necesario, sacaría el ejército a las calles para “defender” a los 500 mil judíos de Francia. A la manera constante del discurso de las potencias imperialistas europeas, hay una campaña mediática feroz, “metiendo por la ventana” un nuevo y muy importante matiz a la campaña reaccionaria islamofóbica reinante: transformar el atentado en un “ataque antisemita” (utilizando como pretexto hechos derivados, como el asalto por parte de los supuestos perpetradores a un supermercado judío de París y el estallido de un coche bomba frente a una sinagoga) y así salir a la defensa del Estado de Israel, el gendarme número uno del imperialismo en Medio Oriente, que busca desde hace tiempo legitimidad para escalar sus ataques militares contra la Franja de Gaza y fortalecerse como agente regional del orden, en un momento en que EE.UU y la Unión Europea necesitan poner orden ante la emergencia del Estado Islámico y la debilidad general de los Estados en la zona. Ayer el presidente francés Manuel Valls declaró que Francia ya está “en guerra” con el Islam radical.
Por otra parte la prensa europea está transformando los famosos dibujos contra el Islam de Charlie Hebdo como un emblema legitimador para continuar y profundizar su campaña racista. El hebdomadario satírico francés, conscientemente o no, con este tipo de “humor” objetivamente venía llevando agua para el molino de esta campaña ya antes de los ataques. La republicación masiva de estas caricaturas a los largo de la prensa del continente está pensada como un burdo gesto provocador de parte del “racismo de Estado” de los países imperialistas contra los pueblos oprimidos de Medio Oriente, tratando de cubrirse con el discurso de “llevar al extremo” la libertad de expresión. Al mismo tiempo, según la policía, estas provocaciones ya han tenido sus primeros resultados (como sucedió contra un diario alemán que republicó los dibujos) llevando a ataques de menor escala atribuidos a grupos yihadistas, en una espiral totalmente funcional a los interesas de la derecha islamófoba de radicalizar los ataques contra los inmigrantes, los trabajadores y los pobres.
Hoy domingo, según The NY Times, el ministro del interior francés Bernard Cazeneuve está avanzando en medidas de seguridad para controlar más aún los flujos de información y datos vía internet y afiatar más el sistema de espionaje y represión.
En su cobertura de la marcha de hoy en París, The Guardian cita fuentes francesas que estiman que fue la manifestación más numerosa de la historia del país, con 3 millones de personas en la calle, más que la que se realizó en París tras la liberación de la ocupación nazi por parte de las tropas aliadas al final de la Segunda Guerra Mundial.
El corresponsal del Frankfurter Allgemeine Zeitung que cubre la manifestación escribe extasiado: “En la marcha por las víctimas de los ataques terroristas en París las masas apenas se mueven. El estado de ánimo aparece más aliviado y casi alegre. El hecho de que tantas personas hayan participado es un signo más de esperanza”. El diario de los bancos de Frankfurt establece la cantidad de participantes de la manifestación en 1,5 millones, la mitad de lo que dice el Guardian de Londres, y a renglón seguido publica una foto de Angela Merkel abrazándose con Hollande como en un gesto de “alivio”.
Continúa el diario alemán: “El Mekki, un químico de 47 años que trabaja en una gran compañía farmacéutica francesa discute con una mujer de piel oscura a su lado. La mujer le cuenta que en su trabajo fue cuestionada a causa de su fe musulmana. “Sí, ya sé lo que quieres decir, pero hoy estamos unidos contra los extremistas. La mayoría silenciosa dejó de ser silenciosa”, dijo el francés, que nació en Marruecos y llegó a Francia con cinco años de edad. Su mujer quería quedarse con sus tres hijos en el hogar, “tiene miedo”. Pero el padre fue para demostrar presencia. Como miembro de la central sindical CGT participa a menudo de manifestaciones rutinarias y organizadas, por trabajo o por conflictos políticos. Pero hoy es diferente: “Se trata de nuestros valores, los que los musulmanes aquí en Francia compartimos con todos los de los demás países”, dice Mekki y añade que preferiría olvidar y hacer a un lado la presencia del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a quien rechaza.”