El hegemonismo de Estados Unidos siete años después de la crisis de 2008 depende de factores ajenos a la supuesta reanimación o crecimiento de su economía diagnosticados por varios organismos internacionales. Los más recientes pronósticos del Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) motivan a algunos a resucitar su apuesta por Washington como motor impulsor de la economía mundial, al anunciar un alza en su crecimiento por encima del tres por ciento en 2015 y 2016.
Si bien tras el estallido de la crisis las miradas se desplazaron hacia los países emergentes, hoy parecen posarse otra vez sobre la controversialmente llamada primera potencia en un contexto donde se anuncia su buena racha frente al escenario de desaceleración que afecta a China, Brasil y otros.
Téngase en cuenta que Estados Unidos fue el único punto brillante en un opaco reporte presentado por el FMI sobre las principales economías, con un crecimiento proyectado para 2015 de 3,4 por ciento. De cumplirse ese vaticinio, el país experimentaría la aceleración más significativa después de 2009, período en el cual la expansión ha promediado apenas 2,2 por ciento, muy por debajo de las ganancias habituales después de una recesión profunda.
Por su parte, el Banco Mundial señaló que tras el decepcionante 2014, este año los países en desarrollo pudieran experimentar alzas, entre otros factores, gracias al fortalecimiento de la economía estadounidense que en sus pronósticos del 2015 crecerá 3,2 por ciento.
Sin embargo, para varios estudiosos cubanos los diagnósticos de estos y otras organismos, incluida la Reserva Federal (Fed), desprenden exagerado optimismo, pues un análisis objetivo alberga muchas dudas sobre las posibilidades reales de semejante expansión.
Al decir de Faustino Cobarrubia, especialista del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM), quienes apunten a Estados Unidos como líder de la economía global sabrán que es un país con una deuda pública de 60 billones (millón de millones) de dólares, con profunda desigualad social y carente de estrategias para afrontar las burbujas que aun flotan sobre las finanzas.
Cobarrubia también advirtió de sus reservas respecto a las fuentes utilizadas para arrojar pronósticos de este tipo, ya que los datos mediáticos no son necesariamente los reales.
¿Números confiables?
La tasa de desempleo en Estados Unidos, por ejemplo, es muy discutible, dijo el economista, pues no toma en cuenta a las personas que dejaron de buscar trabajo y tampoco a aquellos que consiguen una labor a tiempo parcial, desprovistos de seguridad social y de remuneraciones justas. El presidente de la empresa de investigaciones de opinión Gallup, Jim Clifton, calificó este febrero de mentira la tasa oficial de desempleo divulgada en la gran prensa, pues obvia al 20 por ciento de los nueve millones de parados que viven allí sin acceso a un seguro.
Tales declaraciones debilitan el optimismo, muchos confían hoy en una economía que, según los datos verídicos muestra signos de vulnerabilidad y donde alrededor de tres millones de personas padecen desempleo de larga duración
Existen, además, fuertes vínculos entre la potencia y algunas de las instituciones voceras de las supuestas mejorías.
La influencia estadounidense sobre el FMI pudiera interferir en los tan favorables augurios divulgados por esa institución, pues luego de una racha de descrédito y escasos recursos cuenta con muchos fondos y gran capacidad de intervención global debido a la ayuda de la norteña nación.
Este foro auditor de las economías nacionales y supervisor de los ajustes define en Washington su agenda, al tiempo que el gobierno de la Casa Blanca goza de predominio en el directorio de la organización.
El gran motor y su deterioro
El FMI parece subvalorar ciertas condicionantes que Cobarrubias y sus colegas destacan entre los motivos para poner en tela de juicio el crecimiento por encima del tres por ciento.
La economía estadounidense sufre de un declive interno confirmado en el tímido crecimiento de los últimos años, el endeudamiento personal como recurso de supervivencia frente a la pérdida de ingresos y la baja inversión productiva representante del 12,6 por ciento del producto interno bruto (PIB).
El experto del CIEM subrayó que, aunque aparentemente esa economía salió de la crisis de 2008, aún muchas de sus causas, como la estructura bancaria, permanecen intactas y varias de las soluciones aplicadas, lejos de reanimarla, la deprimen más.
Por ejemplo, la Fed transfirió un caudal millonario de fondos a los bancos, pero los resultados de esa medida sobre el nivel de actividad económica son exiguos.
Tal es así, que según el economista argentino Claudio Katz, la Fed quedó atrapada entre la opción de mantener la liquidez y continuar alentando las transacciones de alto riesgo que condujeron al estallido del 2008, o desactivar ese peligro incrementando la tasa de interés, medida que asfixiará la débil recuperación y reabrirá el grifo para una recesión de envergadura.
Visto de este modo, pudiera hasta considerarse factible el regreso a los momentos críticos de siete años atrás, sentenció Katz.
Para Cobarrubia, a esta incierta coyuntura se suma la creciente desigualdad social que afecta a la nación, donde el uno por ciento más rico ha captado más del 95 por ciento de los ingresos desde 2009.
Las personas desconocen incluso- agregó el economista- que esa potencia califica en la lista de los países con elevados ingresos y de los salarios relativamente más bajos.
Todo ello, explicó, junto al fortalecimiento del dólar y el débil comportamiento de los principales socios comerciales en Europa y Asia, hace creer que no es tan fuerte la capacidad de Estados Unidos para mantener un crecimiento sostenido.
Por la ruta de los hilos
Sin embargo, este país cuya salida de la depresión aun causa duda entre los analistas por manejar una economía inestable, define en muchas ocasiones el ritmo y las características del ciclo financiero internacional por su influencia en varios terrenos.
Entre las causas que facilitan ese liderazgo destaca la supremacía del dólar, divisa en la que están nominadas el 62 por ciento de las reservas y el 85 por ciento de las transacciones globales, según el investigador argentino Claudio Kats en un artículo publicado por Rebelión.
No obstante, estudiosos del CIEM opinan que esa hegemonía de la moneda estadounidense es resultado de la ausencia de otra lo suficientemente fuerte para desplazarla, pues aunque desde la etapa de posguerra perdió su reinado, ni la moneda europea, ni la china la han podido sustituir.
Lo cierto es que durante los siete años transcurridos de crisis económica mundial, el dólar se mantuvo como refugio predilecto de los capitalistas.
Otra de las razones por las cuales una economía tan endeudada y con elevado déficit comercial oriente el sistema financiero global, es gracias al manejo de los grandes bancos y los turbios vínculos con sus directores.
La influencia en este sector se verificó cuando los financistas bloquearon las sanciones contra los causantes del crack del 2008 y consiguieron la continuidad de las escandalosas comisiones que cobraban los gestores de las burbujas, recordó Katz.
Estados Unidos conserva, además, un rol internacional protagónico pese a su pérdida de liderazgo industrial, pues no ha dejado de ser el sheriff del mundo, como lo calificó el economista e investigador argentino.
Suena irónico, pero la que se autoproclama primera economía del mundo y hasta lidera los Premios Nobel de Economía (de un total de 74 premiados, más de 50 tienen nacionalidad estadounidense) alcanza su protagonismo muchas veces por defecto y otras tan solo en imagen, débiles hilos para sostener a un gigante en la cima.