El Banco Central Europeo estrena nueva sede. Nada más que un flamante edificio terminado en 2014 y que será inaugurado el 18 de marzo de este año, ubicado en Franckurt, justo al lado del Banco Central Alemán, y que ha costado 1.300 millones de euros.
Si bien es cierto que la inauguración del edificio de la BCE, en el que van a trabajar 2.500 personas, no debería ser de gran importancia, dicha inauguración no deja de ser una representación de que el capitalismo europeo continúa en su proceso de afianzamiento y profundización de sus estructuras. Esta inauguración representa el poder del BCE, el papel que juega en la troika, su responsabilidad en la austeridad y en el empobrecimiento de la clase trabajadora en Europa.
El sistema capitalista para conseguir más ganancias está dispuesto a todo. La riqueza está cada vez en menos manos. Los Estados, siempre al servicio de los capitalistas, reducen los servicios sociales con la excusa de que no hay recursos para poder seguir garantizando los mínimos derechos humanos a la clase trabajadora y a toda la ciudadanía. Por otro lado estamos viviendo la profundización de los mecanismos de represión, en previsión de futuras explosiones de descontento. Un ejemplo lo tenemos en los nuevos controles en las fronteras, en los aeropuertos, las múltiples detenciones, el nuevo código penal en el Estado español, la nueva ley antiterrorista y así un largo etcétera de medidas represivas contra la clase trabajadora en su conjunto y más en concreto contra el pueblo trabajador con conciencia.
Los Estados, que defienden siempre los intereses de los capitalistas, han tenido que transferir algunas de sus decisiones a manos de las grandes multinacionales y sobre todo a la de los organismos económicos internacionales, como en este caso el que forman la troika europea, es decir, el BCE, el FMI y la Unión Europea. En realidad los Estados más débiles van perdiendo su independencia y pasándola a los Estados fuertes, es decir Alemania y Estados Unidos.
Un ejemplo de lo que decimos es el Estado griego. En Grecia Syriza planteó romper con la troika, pero no se planteó llegar hasta el final de sus decisiones, es decir buscar financiamiento para ser independiente frente a la troika y así poder plantarle cara, por ejemplo nacionalizando la banca y bloqueando todo el dinero que los capitalistas han sacado de Grecia desde que Syriza ganó las elecciones. Lo que ha intentado es iniciar un proceso de negociación para renegociar la deuda, pero eso no podía tener ninguna otra salida que la que ha tenido: o aceptaba lo que la troika (llamémosla como queramos, pues aunque la mona se vista de seda, mona que queda) o el país quebraba.
En Grecia, se ha podido ver que en el caso de quererse enfrentar a este tipo de organizaciones, no vale el tener la intención, sino que hay que querer cambiar realmente las cosas. El gobierno griego no se planteaba seriamente destruir el sistema o tomar decisiones que iniciaran ese camino, sino que optó por intentar lograr un capitalismo con cara humana, lo que a la troika no le interesa, puesto que eso haría disminuir sus ganancias.
Aunque al criticar a otros países que sí están intentando oponerse al imperialismo, al nivel que sea, por ejemplo Venezuela, Siria y otros países, los Estados occidentales clamen por la democracia, el derecho de expresión, etc., en sus países en cuanto sus objetivos económicos, ganar más, peligran se olvidan de sus bonitos discursos y pasan a utilizar los métodos mafiosos que hagan falta, amenazas, coerción, guerra, como en el caso de Ucrania, y un largo etcétera.
La clase trabajadora sigue desunida y lo que es peor desideologizada, principalmente por la culpa de las direcciones de partidos muy revolucionarios de boquilla, pero que en cuanto llegan a algún nivel de poder, por ejemplo al poder municipal, a lo que se dedican es a gestionar el sistema, queriendo demostrar a la burguesía local y estatal que lo pueden hacer mejor todavía que los que estaban anteriormente. Es lo que tiene el revisionismo y el reformismo.
Como ya hemos comentado en otros escritos, el capitalismo decretó su victoria hace años anunciando el fin de la historia, pensando que ya no tenía ningún rival, que la pesadilla del comunismo y la lucha de los oprimidos se había acabado y que tenía vía libre para hacer lo que quisiera. Ya no tenía que mostrar una cara amable, ya no tenía que gastar dinero en programas sociales, finalmente podía dedicarse claramente a aumentar su tasa de ganancia, a diseñar el mundo como le diera la gana, a oprimir, invadir, reprimir… a atacar y exprimir al máximo a la clase trabajadora y a los pueblos. Lo único que le interesa es ganar más dinero y si para ello tiene que destruir Estados, asesinar a poblaciones enteras, no hay ningún problema. Pero la lucha de clases no desaparece por decreto, la lucha de clases está siempre presente, a veces más abiertamente, a veces más soterradamente, pero siempre acaba por resurgir. Mientras exista la propiedad privada, la lucha de clases estará presente, aunque ciertas organizaciones oficialmente de izquierda no hablen de ella e incluso intenten convencernos de que ya no hay lucha de clases. Como decía Lenin la realidad es tozuda y siempre reaparece.
La solución es compleja. Mientras la clase trabajadora no recobre la conciencia de clase, mientras siga dejando el control de las organizaciones en manos de direcciones reformistas, seguirá estando a la merced de sus enemigos de clase. Hay que trabajar para que el pueblo trabajador vasco tome en sus manos la lucha contra los Estados opresores y sus lacayos en Euskal Herria. Hay que trabajar para reorganizar el movimiento popular. Sin estas dos patas no hay salida.
Si comprendemos que con el sistema económico-social que nos oprime, el capitalismo, no tenemos ninguna posibilidad de salir de la crisis, de salvar el planeta, de defender los intereses de las clases explotadas, de los pueblos oprimidos, tenemos que plantearnos acabar con él, destruirlo y construir uno nuevo que sirva a los intereses de las clases trabajadoras, que consiga salvar el planeta, que una a los pueblos en el internacionalismo para que se ayuden mutuamente. No hay otra solución y los que defienden otra vía mienten descaradamente.
Lo que nos estamos jugando es nuestro futuro y el de las siguientes generaciones, el que sean personas libres en camino hacia la persona nueva o esclavos en una sociedad al servicio de la propiedad privada, al servicio del Capital.
Boltxe Kolektiboa
16 de marzo de 2015