“El nivel de conciencia de los pueblos
se mide por el nivel de participación de la mujer en la lucha”.
Vladimir Ilich Lenin
El desempleo es un fenómeno propio de la sociedad capitalista que termina sirviendo a los intereses de los patronos que se valen de la necesidad de trabajo de los pobres para obtener un margen mayor de explotación de la fuerza de trabajo, especialmente de la mano de obra femenina. El actual porcentaje de la población desempleada supera el 21%, y en este porcentaje, cincuenta y cuatro de cada cien son mujeres; mientras que el trabajo del hogar es casi exclusivamente responsabilidad de la mujer, y no goza de reconocimiento legal, económico, ni social.
Adicionalmente, la mujer colombiana es víctima en proporción mayoritaria, de los graves problemas de hoy. Varios ejemplos nos sirven para ilustrar esta afirmación: El número de desplazados se acerca a los 6 millones y de esta cifra el 62% son mujeres; la mujer se ve afectada de manera más dura por la escandalosa situación padecida por la infancia; actualmente 6.5 millones de niñas y niños colombianos viven en situación de extrema pobreza y 1.5 millones padecen la miseria absoluta; dos y medio millones de infantes trabajan en condiciones de alto riesgo, y de ellos dos millones lo hacen en actividades informales; de cada cien menores que trabajan en la informalidad, únicamente tres van a la escuela; el índice de mortalidad infantil en Colombia dobla al de los demás países de la región.
Ese mismo capitalismo, llamado modelo ideal de vida para el hombre por los ideólogos del sistema, ha sometido a la mujer a doble explotación y sometimiento. En sus inicios, éstas eran obligadas a trabajar en las fabricas en duras jornadas de 16 y 18 horas; pero, poco a poco, con su vinculación a las luchas emancipadoras le han logrado arrancar a los patronos jornadas menores de trabajo; sin embargo, en la sociedad moderna las mujeres siguen vinculadas al doble trabajo, el laboral y el domestico.
La situación de la mujer no es ajena a la lucha de clases. Hay unas que por pertenecer a las clases privilegiadas, disfrutan de los beneficios que su posición económica les brinda; al mismo tiempo, en proporción numérica muchísimo mayor existen otras completamente desposeídas, entre estas últimas, se encuentran las perseguidas por adquirir un compromiso real con su pueblo.
Esta realidad es la que ha llevado a que un importante núcleo de mujeres se vea motivada a luchar por sus reivindicaciones y la igualdad de género, vinculándose a distintas organizaciones sociales y políticas, incluidas las guerrillas como las FARC-EP, a combatir hombro a hombro al lado de los hombres, decididas a enfrentar todas las dificultades, todos los sacrificios, todos los esfuerzos que sean necesarios para alcanzar la Nueva Colombia. Aquí encuentran un espacio para luchar, donde no existe ningún tipo de discriminación.
La historia de Colombia da testimonio, de la importancia alcanzada por la mujer en las más duras batallas por construir una Colombia independiente, soberana, justa, y democrática. Cacica Gaitana, Manuela Beltrán, Policarpa Salavarrieta, María Cano, las marquetalianas Judith Grisales y Miriam Narváez, o la luchadora comunista Yira Castro, para mencionar sólo unas pocas, labraron con su ejemplo una imborrable huella justiciera, enseñándonos que la participación femenina, es imprescindible para alcanzar los más nobles objetivos revolucionarios.
Los combatientes revolucionarios de las FARC-EP, rendimos homenaje a todas aquellas luchadoras que han ofrendado su vida por una mejor sociedad. Saludamos a todas las mujeres que con su granito de arena aportan a la construcción de una sociedad mejor, a las obreras, campesinas, profesionales, intelectuales, artistas, estudiantes, amas de casa y sobre todo a la mujer guerrillera vinculada a la lucha de las FARC-EP, que con su esfuerzo y sacrificio contribuyen a lograr un mañana mejor para Colombia.
se mide por el nivel de participación de la mujer en la lucha”.
Vladimir Ilich Lenin
El desempleo es un fenómeno propio de la sociedad capitalista que termina sirviendo a los intereses de los patronos que se valen de la necesidad de trabajo de los pobres para obtener un margen mayor de explotación de la fuerza de trabajo, especialmente de la mano de obra femenina. El actual porcentaje de la población desempleada supera el 21%, y en este porcentaje, cincuenta y cuatro de cada cien son mujeres; mientras que el trabajo del hogar es casi exclusivamente responsabilidad de la mujer, y no goza de reconocimiento legal, económico, ni social.
Adicionalmente, la mujer colombiana es víctima en proporción mayoritaria, de los graves problemas de hoy. Varios ejemplos nos sirven para ilustrar esta afirmación: El número de desplazados se acerca a los 6 millones y de esta cifra el 62% son mujeres; la mujer se ve afectada de manera más dura por la escandalosa situación padecida por la infancia; actualmente 6.5 millones de niñas y niños colombianos viven en situación de extrema pobreza y 1.5 millones padecen la miseria absoluta; dos y medio millones de infantes trabajan en condiciones de alto riesgo, y de ellos dos millones lo hacen en actividades informales; de cada cien menores que trabajan en la informalidad, únicamente tres van a la escuela; el índice de mortalidad infantil en Colombia dobla al de los demás países de la región.
Ese mismo capitalismo, llamado modelo ideal de vida para el hombre por los ideólogos del sistema, ha sometido a la mujer a doble explotación y sometimiento. En sus inicios, éstas eran obligadas a trabajar en las fabricas en duras jornadas de 16 y 18 horas; pero, poco a poco, con su vinculación a las luchas emancipadoras le han logrado arrancar a los patronos jornadas menores de trabajo; sin embargo, en la sociedad moderna las mujeres siguen vinculadas al doble trabajo, el laboral y el domestico.
La situación de la mujer no es ajena a la lucha de clases. Hay unas que por pertenecer a las clases privilegiadas, disfrutan de los beneficios que su posición económica les brinda; al mismo tiempo, en proporción numérica muchísimo mayor existen otras completamente desposeídas, entre estas últimas, se encuentran las perseguidas por adquirir un compromiso real con su pueblo.
Esta realidad es la que ha llevado a que un importante núcleo de mujeres se vea motivada a luchar por sus reivindicaciones y la igualdad de género, vinculándose a distintas organizaciones sociales y políticas, incluidas las guerrillas como las FARC-EP, a combatir hombro a hombro al lado de los hombres, decididas a enfrentar todas las dificultades, todos los sacrificios, todos los esfuerzos que sean necesarios para alcanzar la Nueva Colombia. Aquí encuentran un espacio para luchar, donde no existe ningún tipo de discriminación.
La historia de Colombia da testimonio, de la importancia alcanzada por la mujer en las más duras batallas por construir una Colombia independiente, soberana, justa, y democrática. Cacica Gaitana, Manuela Beltrán, Policarpa Salavarrieta, María Cano, las marquetalianas Judith Grisales y Miriam Narváez, o la luchadora comunista Yira Castro, para mencionar sólo unas pocas, labraron con su ejemplo una imborrable huella justiciera, enseñándonos que la participación femenina, es imprescindible para alcanzar los más nobles objetivos revolucionarios.
Los combatientes revolucionarios de las FARC-EP, rendimos homenaje a todas aquellas luchadoras que han ofrendado su vida por una mejor sociedad. Saludamos a todas las mujeres que con su granito de arena aportan a la construcción de una sociedad mejor, a las obreras, campesinas, profesionales, intelectuales, artistas, estudiantes, amas de casa y sobre todo a la mujer guerrillera vinculada a la lucha de las FARC-EP, que con su esfuerzo y sacrificio contribuyen a lograr un mañana mejor para Colombia.