El artículo continúa con una exposición de cómo ha ido evolucionando el concepto de “pueblo” hasta llegar al de “Estado-nación” y en ese recorrido habla de la “…función de la integración de diferentes pueblos étnicos en un mismo Estado, que es el que propugnó realmente su cohesión y homogenización cultural…”. Desde luego, no es nuestro caso. No observo cohesión y homogenización cultural en ningún momento. Más bien (más mal, pero bueno…) se trata de un persistente intento de aculturización, de asimilación y llegado el caso de aniquilamiento por parte de las fuerzas de ocupación. (Supongo que conocerá la opinión de Manuel Castell, expresada en su obra “La era de la información” con respecto a la actitud de España frente a los pueblos de habla no hispana. Muy interesante también y aleccionadora, la descripción de Pablo Neruda en “Confieso que he vivido” de la aniquilación del pueblo araucano). Digo persistente porque todavía se siguen aplicando y desarrollando políticas que tratan de hacer desaparecer los testimonios que refuerzan nuestra identidad (también aquí hay que considerar la importancia que le da Manuel Castell [lo digo por tratarse de tan prestigioso sociólogo, no por que sea la única]), cultura, historia, y las demás características por las que resulta legítima nuestra aspiración al restablecimiento del Estado de Navarra. Llama la atención que un doctor en sociología presente tan intrincado recorrido y no haga ninguna alusión a la resolución de la Asamblea General de la ONU. Me cuesta admitir que sea por desconocimiento.
Continúa diciendo que “la nación ya no tiene derechos propios en cuanto a sujeto colectivo (etnos), sino que los derechos democráticos pertenecen siempre a los individuasen cuanto a ciudadanos de un Estado de Derecho (demos)”. En la resolución de la Asamblea General en todo momento se viene hablando del “Derecho de los Pueblos y dice, entre otras cosas, que “Consciente de los crecientes conflictos que origina el hecho de negar la libertad a esos pueblos o de impedirla, los cual constituye una grave amenaza a la paz mundial…” O sea, que nos corresponde el Derecho de Autodeterminación, tanto como pueblo como por Estado de Derecho. ¿Hay algún testimonio de renuncia democrática a cualquiera de las dos legítimas opciones? Llegado este punto, quiero manifestar que no trato de hacerle al Sr. Alútiz co-responsable de la “grave amenaza a la paz mundial”, ni mucho menos, (no soy yo quien para juzgar a nadie), pero no puedo dejar pasar por alto la consideración.
Cuestiona también el tamaño de la colectividad que aspira a la independencia. Pues bien, de los 28 países que pertenecen a la Comunidad Europea, 17 tienen menos de 10 millones de habitantes, y de ellos, 13 menos de 6 millones. De nuevo considerando su condición de doctor en sociología: ¿por qué evita citar a estas naciones, muchas de ellas independientes desde el pasado siglo y pone como ejemplo a Igeldo, que en realidad no ha presentado más que una separación administrativa de Donosti? No parece que haya habido ninguna proclamación de la República Independiente de Igeldo, o algo así.
Pero hay algo más en el artículo del Sr. Alútiz que es lo que de verdad me indigna (espero que sepa comprender este sentimiento y entienda mi estado de ánimo).y es cuando afirma que “no se hará campaña a favor de un nacionalismo independentista excluyente, que derivaría en la fractura de la ciudadanía, socavando los principios de la amistad y solidaridad cívicas que posibilitan la convivencia dentro de una misma comunidad política”. A este respecto, nuestra experiencia nos dice que ello sería posible si renunciáramos a todos nuestros derechos, incluido el lingüístico, e hiciéramos desaparecer todos los testimonios que confirman a Navarra como el Estado-nación de los vascos. Y, en todo caso ¿algún ciudadano del Estado de Navarra ha fracturado a la ciudadanía de España? Entonces ¿no fueron las fuerzas armadas castellanas las que fracturaron (¡y de qué manera!) a la ciudadanía del Estado de Navarra? Nuestra aspiración a la independencia del Estado de Navarra, legítimo Estado-nación de los vascos, no implica para nada socavar principios de amistad ni de solidaridad con nadie, sea Estado-nación, pueblo, grupo humano o lo que quiera. Es más, la única posibilidad de demostrar esa actitud, es tener la capacidad de poder hacerlo, o sea de ser independiente, puesto que de lo contrario seríamos solidarios y amigos de nosotros mismos. Es decir, para ser amigos y solidarios, se necesita “ser”, al menos, dos. ¿A lo largo de la historia encuentra algún pasaje que nos hable del afán expansivo del Estado de Navarra y de su intención de colonizar y hacer desaparecer otras culturas? Los vascos o los catalanes ¿se han dedicado a la destrucción de los elementos de identidad de los españoles, tanto del Pueblo español, como del Estado-soberano o del actual Estado-nación-franquista?
Termina su artículo diciendo “En definitiva: Autodeterminación democrática de los ciudadanos como derecho a decidir (sobre esta y cualquiera otra cuestión): sí; apostar por una autodeterminación nacional territorialmente excluyente: no”. Me pregunto qué quiere decir “autodeterminación democrática de los ciudadanos como derecho a decidir”. Cuando se habla de autodeterminación, ¿no se habla de independencia? Y el derecho a decidir ¿qué es el “derecho a decidir”? ¿Decidir lo que queremos ser? Ni Podemos, ni nadie, está legitimado a arrebatarnos el derecho, que de hecho ya lo estamos ejerciendo, a decidir el querer ser vascos. Pues sólo faltaba eso… No lo consiguieron ni el Cardenal Cisneros, ni el duque de Alba ni siquiera Franco. Pero, en todo caso, no traten de distraernos con cuestiones menores y desviarnos de nuestro objetivo. Insisto en que la autodeterminación implica la independencia, a lo que sí tenemos derecho. ¿Sabe por qué nuestra aspiración requiere una territorialidad excluyente? Pues se lo explico: porque tenemos muy marcadas las fronteras de las que no debemos pasarnos, para no invadir a territorios y ciudadanos que no lo desean y sobre los que no tenemos ningún derecho. Eso no quiere decir que nos vayamos a enfrentar por ser diferentes, sino todo lo contrario y así, se puede comprobar que no socavamos principios de solidaridad ni de amistad ni de buena convivencia. Y por último: si los vascos o los catalanes de manera pacífica y democrática nos declaramos independientes, ¿también al igual que el Sr. Bono le contestó a Carod Rovira, nos enviarían el ejército?
O sea, que autodeterminación si, pero no, no. O no, pero no, o sí, pero sí