¿Por qué el PNV es hegemónico en la Euskal Herria occidental, lo sigue siendo en medio de la crisis de la que es co-responsable e históricamente siendo una fuerza residual en Nafarroa Garaia hoy su apuesta política encabezará el gobierno?
Se podría realizar esta misma pregunta a nivel local en el caso de Gasteiz.
¿Cómo es posible que una fuerza que ha quedado en tercera posición (PNV) se pase por el arco del triunfo a la segunda (EH Bildu) como si tuviera la lepra, la segunda le ofrezca la alcaldía gratis, y que las fuerzas consideradas de izquierda (EH Bildu, Hemen gaude, Irabazi) sumen el doble de votos que el PNV, y ninguna de ellas vaya a formar parte de la alcadía?
La respuesta indudablemente tiene que ser que los abertzales y de izquierda de este país estamos empanados. Y un observador neutro de otro país añadiría que terriblemente empanados. Y cuando hablo de los abertzales y de izquierda de este país no me refiero simplemente a la izquierda abertzale, ni a EH Bildu, sino a los que defendemos la autodeterminación y nos consideramos a la izquierda, que por si alguien no lo sabía somos mayoría en este país, pero institucionalmente no existe aún una fuerza política o una alianza que lo haya aunado completamente.
Entonces me pregunto ¿quién es el tontolnabo, Maroto o nosotros?.
Desde luego que Maroto lo es, pero nosotros también. Aquí el listo es el de siempre. El que recoge las nueces del árbol que otros mueven, como el del movimiento popular de Gasteiz.
En 1999, Azkuna accedió a la alcadía de Bilbo con la ayuda de Euskal Herritarrok. ¿Qué hacía la izquierda abertzale apoyando a este tipo?.
¿Para qué eran los votos…para mantener el orden, la gobernabilidad?. Si ya se, eran tiempos de Lizarra – Garazi. Pero lo que conocimos de verdad fueron los tiempos de Azkuna, que creo que no hace falta extenderse lo que significaron en retroceso nacional y social y en hegemonía jelkide.
Ahora va a ser el PNV, mano a mano con sus socios sociatas, los que van a gobernar Gasteiz con la ayuda del soberanismo de izquierda pese a que ese soberanismo de izquierda, junto a otras fuerzas de izquierda son escupidas en la cara y ninguneadas del ayuntamiento.
¿Es esto lo mejor para Gasteiz?. Puede que muchos afirmen que sí, que lo prioritario era echar al PP de Maroto y su discurso abiertamente xenófobo. Un discurso que por otra parte ha sido calcado al del PNV de Bilbo o de Sestao y de otros lugares. Pero mas allá de los discursos y de las apariencias está la realidad. Y la realidad es que el racismo y la xenofobia no es una simple cuestión de discursos o de que a alguien no le gusten los árabes, los negros, los magrebíes o los vascos. Sino que el racismo y la xenofobia básicamente es clasismo, lucha de clases camuflada. Y lo cierto es que el PNV o el PSOE están al otro lado de la barricada enfrentándose a la izquierda y a los de abajo en esa lucha.
Por lo que no va a existir ningún cambio apreciable en Gasteiz sino continuismo de políticas anti-sociales y decisiones vinculadas a los intereses del capitalismo vasco-español, que son los que tienen “derecho a decidir” y nadie mas.
Claro que alguien podría decir que no había otras opciones para echar a Maroto. Y lo cierto es que sí, si las había. Bastaba con llegar a un acuerdo entre EH Bildu (fuerza principal de la oposición), Hemen gaude e Irabazi con lo que se empataba a escaños con el PP. Estas tres fuerzas suman más que PNV y PSOE juntos. Así que la decisión de quien gobierna recaería en el PNV; entregar la alcaldía al PP de Maroto o hacer lo que muchas veces ha hecho la izquierda abertzale, como por ejemplo para aprobar el plan ibarretxe, o incluso, que leches, entrar a gobernar también junto a la izquierda . Pero claro, en Gasteiz no estaría al mando como en Nafarroa. Aceptémoslo ya, son muchísimo más listos que nosotros y encima les ayudamos.
Entonces ahora vendría alguien y diría… pero, pero… ¡responsabilidad!, si hacemos eso el PNV no nos ayudaría y Maroto seguiría siendo alcalde. Y así es, podría darse ese caso.
Pero entonces se abriría el siguiente escenario: Un PNV deslegitimado socialmente por permitir a Maroto, unas políticas reales de Maroto que no van a ser muy distintas a las del PNV y PSOE, la necesidad urgente de aunar esfuerzos para que una alternativa real se abra paso la siguiente vez. Cosa que en ese escenario podría surgir de una alianza de la izquierda, el movimiento popular y de los y las que quieren decidirlo todo de verdad. En resumen, la apertura de una confrontación más afilada con oportunidad de éxito.
Y sin embargo ahora tenemos este escenario: La derecha sigue controlando Gasteiz, el PNV es un héroe social, el mismo que llenó de palos la plaza de la virgen blanca hace nada, y los demás aplaudiendo porque se va Maroto pese a que los que aplauden tienen prohibido ser parte del cambio, que ni será tal. Es un poco esquizofrénico. Como decía un colega, la txapela no los hace mejores, acaso mas simpáticos para el amante del folclore, y por ello mas peligrosos en sus acciones.
En realidad creo que aquí se advierte un cortoplacismo institucional que rompe totalmente los lazos entre táctica y estrategia, que ayuda entre otras cosas a que el PNV siga manteniendo la iniciativa y una esperanza folclórica, ya malsana y que no hace gracia, de un supuesto PNV independentista y “progresista” que existe tanto como los personajes de cuentos de hadas y duendes.
En el fondo es miedo a ganar e inseguridad tanto en la fuerza propia como en alianzas de base. No hay mas que quitarse la txapela ante la ingeniería del PNV. Su hegemonía se la saben ganar a pulso.
O empezamos a darle la vuelta a esto, o se nos va a llevar la corriente a todos los sectores populares de este país. Tanto a los que somos abertzales como a los que no lo son tanto pero no se oponen a la autodeterminación. Reflexión.