El comunista belga Ludo Martens nos previno sobre el truco de la burguesía que consiste en hablar bien de Marx para después atacar con saña a continuadores de su obra como Lenin y Stalin. Hoy cuesta encontrar a un burgués culto que desprecie a Marx, pero la cruzada de la burguesía, la academia, pequeña burguesía y trotskismo es permanente contra la supuesta teoría maligna, totalitaria y dogmática que es, según ellos, el marxismo-leninismo.
En realidad, como dijo Stalin, el marxismo-leninismo es el marxismo de la época del imperialismo y de las revoluciones socialistas. Dado que estamos más que nunca en la época del imperialismo, la vigencia del marxismo-leninismo es más intensa que jamás antes. Es la síntesis planteada por Stalin en su obra Cuestiones del Leninismo, entre los descubrimientos geniales teóricos de Marx y Engels y las contribuciones de Lenin, no menos geniales, que son, a saber, una Teoría del Estado, del Partido de vanguardia, de la Revolución, de la transición y del imperialismo y, además, una práctica de carácter universal de la toma del Poder, la construcción del nuevo poder revolucionario, de una Internacional revolucionaria de la construcción económica del socialismo y la revolución cultural. El intelectual orgánico comunista Althusser distingue en la ciencia del marxismo-leninismo una ciencia de la Historia y del modo de producción que es el materialismo histórico y una filosofía que es el materialismo dialéctico.
El que autodenominados comunistas no hayan ni estudiado ni comprendido ni asimilado el marxismo-leninismo, cometiendo graves errores en su práctica, no lo invalida como “la gran teoría revolucionaria de nuestra época”, en expresión del comunista uruguayo Rodney Arismendi. Lenin, Stalin y Gramsci llamaron continuamente a la formación permanente de los cuadros y los militantes para apropiarse de la herramienta fundamental a fin de que un Partido Comunista pueda dirigir de alguna manera el proceso social hacia el socialismo y el comunismo. La validez del marxismo-leninismo ha sido refrendada en la práctica política y científica en toda ocasión. No así la validez de algunos Partidos comunistas que fueron incapaces de cohesionar sus filas, cortar desviaciones, entender los procesos, manejar las contradicciones y orientar a las masas. La vida es implacable con los que cometen errores.
Como insiste el Maestro Ramón Losada Aldana, la esencia del marxismo-leninismo es profundamente antidogmática. Se refresca continuamente en contacto con la realidad, con la lucha, la ciencia y las masas. Repetir “leninista” como un sonsonete no da a nadie ningún conocimiento especial. Losada señala agudamente que es al calor de la lucha política y social como se asimilan profundamente las leyes del marxismo-leninismo, de modo que conocerlo no es un ejercicio puramente académico sino militante. El Marxismo sin Leninismo es insuficiente y es una manera de negarlo al rechazar los aportes de Lenin.
Comprendemos bien el odio visceral de la burguesía contra el marxismo-leninismo. Comprendemos mucho menos semejante actitud en quien se dice revolucionario y desde sus publicaciones, editoriales y foros lo calumnia y falsifica para tratar de privar a la clase obrera y al pueblo de una herramienta filosófica y científica indispensable en su liberación plena.