Solo tenías el impulso de volar/Te adoraban los niños, te lloraron los mayores/una flor se apagó y brillo una estrella/Asfixiaron tu pecho/te cerraron tus ojos para siempre/Un ave de metal y la furia del imperio, ahogo en sangre tu respiración/ Hoy te llevamos en cada acto y en cada disparo hacia el tirano/Te recuerdo hoy día, a día como faro en el horizonte con tu uniforme, tu brazalete tricolor, nunca le faltaba, era el orgullo pleno de la indomable guerrillera/Un beso en la eternidad. (Fragmento poema a Carmenza).
Escribir la historia de una guerrillera o de un guerrillero resulta un reto, por cuanto siempre por seguridad se compartimenta este tipo de datos, sobre todo aquellos que tienen que ver con la vida civil. Los datos que nos llegan a la memoria como un chorro de miel caliente son los momentos vividos como militantes. Trataré de hilvanar con la puntada más precisa, un trozo de historia de la vida de Carmenza Chaurrá Uchima del frente Aurelio Rodríguez del Bloque Efraín Guzmán de las FARC-EP.
Carmenza murió en un bombardeo el 18 de julio de 2012 a las 04.45 horas, en la vereda la Palma jurisdicción de Bagadó Chocó. Tenía 45 años de edad. Fue herida y rematada luego de quedar atrapada bajo el follaje de un grueso árbol. La mencha como le decíamos cariñosamente, venia del pueblo Embera-Chamí, sus rasgos físicos eran bien marcados y definidos. De una belleza singular, con una hermosa cabellera y una personalidad muy sencilla, que le adornaba todo su entorno y la hacía muy especial, como ser humano y guerrillera.
Su familia ligada al trabajo de las comunidades indígenas, su padre dirigente destacado del resguardo indígena de Cañamomo Loma Prieta de Riosucio Caldas, además asiduo dirigente de la Unión Patriótica, era además compositor y músico autóctono de la región. Fue asesinado por los paramilitares en el año 2001. Con Carmenza eran cuatro hermanos, 3 mujeres y un hombre, todos pertenecían a la JUCO en la vida civil y como si fuera poco de esta familia emblemática para la revolución colombiana, todos ingresaron a la guerrilla.
La mencha ingresó en el año 1.987, al 9° frente, cuando la dirección del Bloque Efraín Guzmán, ordenó la creación del frente Aurelio Rodríguez en el Eje Cafetero, fue designada para hacer parte de los primeros combatiente que llegarían al occidente de Caldas a desarrollar este trabajo a finales del 1989. Tenía 20 años. Fue guerrillera por espacio de 25 años. Hizo toda la primaria y parte de la secundaria. En su vida guerrillera se destacó en el plano político y militar, cumplió varias misiones como correo a varios organismos superiores y algunas labores de logística en la ciudad.
Al tiempo reglamentario en filas para ser comandante, fue nombrada en el primer escalón que se otorga al guerrillero o guerrillera cuando se inicia en el mando, comandante de escuadra. Misión que la destacó como cuadro en formación. Se desempeñó como financiera, orden público, inteligencia de combate, organización, cuyo papel fue muy importante por cuanto, por esas áreas es población indígena en un 90%, cuya aceptación era total, también se desempeño como exploradora a nuevas áreas de trabajo del frente y como jefe de la emisora fariana Resistencia Eje Cafetero FM Estéreo. En el año 2002, fue promovida a integrante de Estado Mayor del Frente Aurelio Rodríguez.
En adelante estuvo participando en el cumplimiento de varias tareas militares, en las que se destacan: asalto al cuartel de policía en Santa Cecilia, asalto a la base de comunicaciones de Montezuma en Risaralda, asalto al cuartel de policía de San Antonio del Chamí, asalto al cuartel de policía del corregimiento de Santana, emboscada a patrulla de la policía en Apía, varias acciones de comando en la región en Risaralda, asimismo en el asalto al cuartel de policía en Bagadó y combate con los paramilitares en Tadó (Chocó).
La mencha fue una guerrillera muy querida por los y las guerrilleras, como mando iba mucho más allá de la relación comandante-combatiente, era amiga de todos, le llega al alma a cada combatiente y en ocasiones hacía de jefe y a la vez de mamá y consejera de muchos camaradas. Era dulce en el trato y vertical cuando ordenada, siempre decía y advertía, “yo los quiero y los amo, pero cuando yo ordene, no me vayan a mal interpretar o mamar gallo”, decía. Con una concepción de la solidaridad práctica siempre viva, amanecía junto a los heridos, les preparaba la comida, les lavaba la ropa, así no estuviera ella, en ese tipo de responsabilidades.
Muy crítica de las conductas negativas tanto internas y en la población civil, ella decía, que entre más se quiera a alguien, más debe criticarse, que no perdonaba, porque de esa forma, le ayuda a superar y que si no lo hacía, lo empujaba hacia el abismo. Cuando hacíamos reuniones de Estado Mayor de Frente, siempre sugería que colocáramos un punto en el temario que llamaba, evaluación de los miembros de dirección y ahí nos halamos la ropa de nuestros aciertos y errores. Uno sentía en su observación, un bálsamo reparador.
Definitivamente fue una vida muy valiosa y constructiva, una fortaleza física increíble, una disposición siempre positiva frente a las tareas revolucionarias, siempre alegre y altiva, aún en las peores ocasiones e incertidumbre de la guerra. Aquel 18 de julio en la tarde llegamos a un sitio donde pernoctaríamos esa noche, con su compañero hizo la caleta, luego fueron al baño, se uniformó, incluso se puso el brazalete tricolor. Siempre le gusta estar uniformada y nunca se quitaba el chaleco, era una característica en ella y reconocida por todos combatientes.
Aquel último día de su existencia física, luego de la hora cultural como a las 17 – 00 horas pasaron dos helicópteros y dijo ella, paradójicamente, “¿Para donde irán a atacar esos aparatos, contra quien será?”. Ni siquiera nos imaginamos que éramos nosotros el objetivo y que precisamente ella, morirá en aquella vorágine nocturna; noche oscura y de invierno total; en una acción criminal del gobierno utilizando el uso desmesurado de la fuerza. Así nos dejó la mencha su ejemplo y legado para seguir el camino hacia la victoria, como ella tanto lo soñó. Cuando el ejército se replegó de esta zona las comunidades indígenas organizaron una peregrinación en tributo a ella, llevaron flores donde había sido su caleta, cantaron alegorías, utilizando instrumentos musicales rústicos de yarumo, balso y totumo… Algunos lloraron. Se había ido para siempre la “Tata” como le llamaban.
Gloria eterna para ella y todos los que han caído en esta lucha en camino a la victoria.