Unión Europea
- La gran depresión, la triple D, el caos sistémico, la multipolaridad, o como lo califiquemos sin mayores rigores, explica el endurecimiento de la injerencia de Estados Unidos en la Unión Europea, buscando fortalecer a sus aliados y debilitar cualquier supuesta «independencia» de la Unión Europea frente a Washington. Hemos visto cómo el capital yanqui ha extendido sus tentáculos desde 2008, también en Europa. Hemos visto como el G5 pierde terreno frente a los BRICS y cómo la fuerza productiva del imperialismo occidental se reduce frente a la del resto del mundo. Hemos visto cómo, pese a todo, avanza la «partida de ajedrez» entre Eurasia y Occidente.
- La crisis socioecológica y ambiental, y la reducción de los recursos naturales agudizan todos los problemas. En este contexto largo Estados Unidos ni quiere ni puede tolerar que la Unión Europea gire hacia el Este sin su permiso vigilante para asegurarse recursos energéticos, mercados y esclavos explotables más dócilmente que en el Oeste europeo. Washington tiene que asegurar sus intereses mundiales y también los de sus empresas en la Unión Europea, intereses que aun siendo los mismos en esencia se presentan bajo formas diferentes porque no es igual «negociar» con la burguesía hondureña que negociar con la alemana, por ejemplo.
- De entre los múltiples instrumentos que tiene Estados Unidos para controlar la Unión Europea ahora solo analizamos cinco: uno, la propia unidad de clase del imperialismo occidental, que si bien tiene lógicas diferencias nunca llegará al antagonismo; otro, la especial simbiosis entre fracciones del capital trasatlántico como se demuestra en el TTIP que analizaremos; además, la supremacía yanqui en el mercado financiero a pesar del euro; también su supremacía en tecnociencia; y la OTAN. Los cinco, además de otros menores, son activados en este contexto para vigilar que la autonomía de la Unión Europea no se convierta en «independencia», cosa por otra parte imposible dada la mundialización de la ley del valor.
- Disponemos de un dramático ejemplo: las férreas exigencias del Banco Central Europeo (BCE) a Grecia para que pague la mal llamada «deuda» no se entienden si no tenemos en cuenta la subterránea presión del FMI, Banco Mundial (BM) y Wall Street como albaceas de las ingentes masas de capital especulativo y buitre inseparables de los fondos que depredan a Grecia y a la Unión Europea, porque no debemos olvidarnos de los déficit y deudas alemanas, francesas, británicas, italianas, etc. Cuantitativamente, Grecia apenas es un riesgo para el capital financiero porque solo supone el 2% del PIB de la Unión Europea y va bajando, pero cualitativamente es un peligro que debe ser aplastado porque su digna resistencia ilumina y guía el malestar social creciente.
- Grecia cumple ahora el papel concienciador en la Unión Europea que tuvo Haití a finales del siglo XVIII, la Comuna de París de 1871, la revolución bolchevique de 1917, la China de 1949, la Cuba de 1959, el Vietnam de 1975, la Venezuela de 1999, etc. Grecia es un peligro político más que económico para el imperialismo occidental, y por eso la OTAN es un actor decisivo en el futuro de este asunto que la inconsciencia del reformismo reduce solo a «deuda» económica. Como sucede, es en las crisis cuando la esencia política de la explotación capitalista se muestra en su desnudez inhumana.
- Hay que partir del criterio leninista de que la política es la quintaesencia de la economía para comprender las tensiones entre Estados Unidos y la Unión Europea, y las del interior de Europa. Ucrania y Crimea, las «revoluciones naranjas», los intentos de la OTAN por avanzar hacia el Este acogotando a Rusia, esta política yanqui en la Unión Europea es inseparable de sus intereses globales: apretar la dependencia energética europea de la «protección» de la OTAN, llegar rápidamente al Cáucaso, ampliar los frentes de presión militar sobre Rusia e Irán, etc.
- Grecia sería un faro si Syriza se lanzase a movilizar a su pueblo contra la Unión Europea intensificando la larga experiencia de luchas sociales, como la ejemplar autogestión de las y los trabajadores de la cerrada TV oficial que la mantuvieron activa en otro edificio hasta su reapertura, pero el reformismo de Syriza está frenando esta necesidad. Pero en contra del masivo NO popular del referéndum, Syriza ha claudicado En toda la Unión Europea existen condiciones objetivas para el aumento de la lucha de clases pero además de otros impedimentos que la frenan ya conocidos, desde hace un tiempo un populismo reactivado también es el responsable del bajón de las movilizaciones de masas en el Estado español: el reformismo electoralista de Podemos tiene la virtud de haber «pacificado las calles» desde comienzos de 2014, junto a la intensa represión.
- El populismo es una «nueva» forma de reformismo adecuada a las condiciones sociales impuestas por la gran depresión. No es casualidad que la fama de uno de sus fundadores, Laclau, se potenciara a partir del corralito argentino de 2001, cuando todavía la izquierda revolucionaria arrastraba los terribles efectos de los 30.000 desaparecidos bajo la dictadura fascista que duró hasta 1983. La hueca demagogia reformista-radical de Laclau apenas encontraba contraargumentos en una izquierda que empezaba a reorganizarse sobre sus miles de asesinados.
- En el Estado español, el reformismo del PCE-IU y el colaboracionismo de los sindicatos CCOO y UGT barrieron toda capacidad teórico-crítica, pobreza intelectual agravada por la burbuja económica de 1997-2007. Los efectos reales de la gran depresión empezaron a sentirse seriamente a partir de 2009 y las famosa «mareas ciudadanas» surgieron entonces, pero a comienzos de 2014 todavía era débil la izquierda revolucionaria estatal, oportunidad aprovechada por el marketing político-televisivo descarado para aupar al reformismo de Podemos. La ambigüedad interclasista y polivalente de su demagogia basada en la tesis de los significantes vacíos, permitía cualquier juego de palabras.
- El fenómeno Podemos contó con el apoyo mediático e financiero de sectores de la oligarquía para amortiguar y disciplinar la lucha de masas por la vía electoral y frenar el avance de las luchas de liberación nacional de los pueblos oprimidos por el imperialismo español, con destaque para el proceso independentista catalán. Podemos es uno de los mejores y más eficaces instrumentos del régimen posfranquista para mantener la unidad del Estado español, mediante una actualización aparentemente más integradora del reaccionario discurso españolista. Más allá de la retórica vacía, Podemos, sin lugar a dudas, es una fuerza política sistémica que solo pretende ocupar el espacio socialdemócrata para regenerar el capitalismo español e imposibilitar la independencia de Catalunya, Galiza y el País Vasco.
- Si bien las huelgas en 2014 en el Estado español descendieron en un 21,9% con respecto a las de 2013, hay que tener en cuenta un montón de variables y en especial que las huelgas se producen generalmente en formas de oleadas. Aun así, la lucha de MWC en Barcelona, filial de Telefónica, la victoria de los trabajadores de Coca-Cola, la huelga desesperada de Movistar, o la victoria de los trabajadores y trabajadoras de Burger King en Gijón, etc., son ejemplos recientes de que cuando se unen las condiciones objetivas y subjetivas se recupera espectacularmente la lucha de clases. Lo mismos sucedió a finales de 2014 con la masiva marcha en Londres contra los recortes sociales, o la sostenida lucha de la Peugeot-Citroën en el Estado francés, o la actual oleada de huelgas en Alemania con una intensidad desconocida desde 2006, al igual que en Estados Unidos en donde hay que retroceder mucho hasta encontrar una oleada similar.
- El Acuerdo Trasatlántico para el Comercio y la Inversión (TTIP) negociado en secreto entre Bruselas y Washington además de obvios objetivos económicos al más puro estilo neoliberal de liquidación de todas las restricciones legales, jurídicas y sociales que deben refrenar la voracidad omnívora del capital incluso según los mismos criterios abstractos de los derechos humanos burgueses, también es un medio de uniformización política e ideológica de la Unión Europea bajo los intereses de Estados Unidos. La privatización absoluta que exige el TTIP destruirá conquistas sociales básicas sobre la salud, el trabajo, la cultura y la lengua, la democracia, la intimidad, la política, la información, la sexualidad.
- Si bien las primeras aproximaciones sobre el TTIP se realizaron a finales de 1990, esperando hasta 1998 y 2007 para dar más pasos, fue a partir de 2011-2013, en plena gran depresión, que el proyecto se concreta amenazadoramente. En mayo de 2015 el Senado de Estados Unidos aprobó acelerar el TTIP, anulando trámites burocráticos que se tenían como necesarios hasta ese momento. La gran depresión, los acuerdos entre otras potencias, el agravamiento de la crisis ambiental, la lucha de clases…, son factores que explican estas urgencias. Nos hacemos una idea del contenido reaccionario del TTIP viendo que un grupo de senadores del partido Demócrata votaron en contra argumentando que el TTIP favorece a las transnacionales y perjudica a la clase trabajadora.
- Hay que saber que, además de los datos ya vistos sobre el lento declive occidental, haciendo simples extrapolaciones económicas y sociopolíticas resultaría que, de existir en 1990 la unidad de comercio que hoy tendría el TTIP, su poder productivo en ese año significaría el 46,1% del PIB mundial, bajando al 44,2% en el 2000 pero desplomándose al 33,8% en 2013, un poquito superior al de los BRICS ese mismo año, el 29,3%: una caída del 12,3% en dos décadas.
- Los porcentajes nos explican por sí mismos la necesidad imperiosa del TTIP para el capitalismo occidental: disciplinar la fuerza de trabajo que ahora reactiva sus luchas; ampliar el sistema de control, vigilancia y represión; concentrar y centralizar negocios e industrias obsoletas alrededor de las poderosas; potenciar nuevas ramas productivas como la industria turística, cultural, informática, etc.; extender el fetichismo consumista; acelerar la implantación del dinero virtual y electrónico; fortalecer el nacionalismo imperialista pan-occidental dando una nueva cohesión a viejos Estados cuarteados por las reivindicaciones nacionales en su seno; penetrar más fácilmente en Nuestra América, África y Asia; y en síntesis, aumentar la productividad, los beneficios y el poder occidental para domeñar a Eurasia. La reciente victoria conservadora en Gran Bretaña es un ejemplo anticipado de las ventajas del TTIP.
- El TTIP es parte de una estrategia que se extiende geográficamente con tratados de libre comercio en Asia y a escala reducida en África. En Nuestra América la Alianza del Pacífico es la extensión del Tratado de Libre Comercio con México, por ejemplo. En lo que concierne al euroimperialismo en Nuestra América, hay que decir que el TTIP lo facilita sobre manera por razones fáciles de entender. De todas ellas, aquí vamos a ceñirnos a dos ramas industriales cada vez más rentables en lo económico y político: la industria turística o «peste blanca», y la cultural. Sobre la primera hay que decir que en 1950 hubo 22 millones de turistas pero en 2013 han llegado a 1.138 millones de una población de 7.200 millones.
- Aunque la triple D ralentice este vertiginoso ascenso son muchos los intereses económicos que presionarán para que se recupere. Ahora el turismo genera el 9% del PIB mundial y más del 30% del comercio y los servicios: uno de cada once empleos en el mundo lo genera la industria turística, y ese puesto de trabajo genera a su vez un 1,4 trabajos adicionales, o sea, un hotel con cien trabajadores general 240 puestos de trabajo directos e indirectos. El TTIP permitirá que muchos capitales excedentarios o con baja rentabilidad en otras ramas se vuelquen en el turismo en Nuestra América, como sueñan hacerlo sobre Cuba.
- La industria cultural está muy unida a la industria turística, y ambas tienen demoledores impactos sobre la identidad de los pueblos a los que atacan. Dejando de lado la industria sexual, las drogas y la corrupción, inseparables del turismo descontrolado, hay que decir que la aculturación y desnacionalización se aceleran si el tándem turismo-cultura no está reglamentado por el pueblo receptor. El subimperialismo español sabe que sus ganancias giran en buena medida alrededor de los beneficios económicos que obtiene con la industrialización de la lengua española: nada menos que el 16% del PIB español, siendo el del turismo el 10,9%. Son conocidos los directos lazos personales entre el magnate mexicano Slim y el expresidente español Felipe González, como representantes de fuerzas político-económicas muy poderosas y reaccionarias.
- El euroimperialismo tiene en la lengua española y portuguesa un muy efectivo instrumento de poder en Nuestra América, y basta ver su feroz beligerancia contra Cuba y Venezuela para comprenderlo. La industria político-mediática, educativa y religiosa de las sectas cristianas, unida a la industria turística, todas ellas en manos de capitales europeos y yanquis, es una terrorífica arma de alienación masiva.
- Analizada esta problemática desde una visión ampliada nos encontramos con que el imperialismo occidental puede activar una industria turístico-cultural impresionante no solo por sus fábricas de idiotez en Hollywood y en otros estudios, empresas e imprentas, agencias de desinformación, etc., sino porque activa un mercado de más de 1.815 millones de personas solamente sumando las cinco lenguas más habladas de Occidente: inglés, español, portugués, francés y alemán, sin contar las demás. Todavía falta mucho tiempo para que el proyecto euroasiático llegue a tener la larga historia de estrecho contacto económico, político, cultural, religioso e ideológico de más de quinientos durante los que se ha formado la civilización del capital que domina el mundo.
- Aunque forzásemos todo rigor lógico e histórico y sumásemos sin método algunos los hablantes estimados del chino, ruso. hindi y bengalí solo alcanzaríamos los 1.990 millones de personas, cifra algo mayor en cantidad pero sin vertebración interna alguna. El cierto que la ley del desarrollo desigual y combinado explica cómo y por qué procesos sociales «atrasados» pueden acercarse y superar en poco tiempo a los más «adelantados», saltándose etapas o fases y ahorrándose sus sufrimientos, aun así estas cuatro culturas tienen tan profundas diferencias históricas y presentes que resulta casi imposible esperar una rápida y sustancial confluencia entre ellas.