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El capitalismo, sumergido en una crisis estructural, ha lanzado una nueva ofensiva contra los intereses de la clase trabajadora en defensa de su lógica de acumulación de riqueza. Organizaciones como el Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, OTAN y otros grupos de presión que defienden los intereses de las multinacionales utilizan las diferentes estructuras políticas (Unión Europea, Estados español y francés, instituciones locales, y muchos otros) para implementar diferentes medidas cuyo objetivo está en seguir precarizando las condiciones de amplios sectores populares para conseguir la maximización de sus beneficios.
Medidas de austeridad, aumento de la tasa de paro, declaraciones del FMI… nos siguen imponiendo condiciones laborales y sociales adaptadas a las necesidades de los grandes grupos económicos. Esta coyuntura, junto con el posicionamiento de la CEOE, Confebask y el CEN, nos lleva a la idea de que el sacrificio es necesario para salir de esta crisis impuesta. Pero nada más lejos de la realidad; estas medidas lo único que generan son unos buenos datos macroeconómicos para el capital financiero, a costa de una cada vez más explotada y oprimida clase trabajadora.
Ante la necesidad que contempla el capitalismo de blindar sus estructuras de dominación y garantizar que los estados respondan a los intereses de las trasnacionales, el TTIP (Tratado de libre comercio entre EEUU y la UE) crea e impone medidas de “vigilancia económica” como el ISDS, un tribunal privado que garantiza que los estados adscritos al acuerdo cumplan las condiciones del tratado, aunque estas supongan una pérdida sustancial de su soberanía económica, política y jurídica. Una vez más, el capital financiero se impone en su empeño de situarse por encima de los estados, obligando a estos a favorecer las condiciones para su expansión, ya bien sea ajustando la presión fiscal o “flexibilizando” el mercado de trabajo.
En paralelo, las guerras y la violencia son el reflejo de la agudización de las contradicciones del sistema y entre los bloques imperialistas. La internacionalización y concentración cada vez mayor del capital convierte el mundo en un tablero geoestratégico, donde las corporaciones pugnan por los cada vez más escasos recursos y mercados. Además, las fuerzas de seguridad se encargan de velar porque cualquier ataque o postura disidente al sistema sea reprimida de manera ejemplarizante, realidad que se va a agravar con la nueva legislación de “seguridad” (Ley Mordaza…). Todo esto con la finalidad de hacernos apartar la atención del saqueo constante de nuestros derechos.
El capitalismo, mediante el consumismo y el individualismo, fomenta nuestra alienación. Hemos perdido nuestra identificación como clase trabajadora, y la desmovilización legitima su statu quo. Tanto el modelo productivo como las formas de explotación han cambiado en interés del capitalismo, deslocalizando mucho sector industrial, implantando cada vez más las subcontratas, las ETTs, los falsos autónomos, etc., con el propósito de extraer más tasa de ganancia y debilitar el sentimiento de solidaridad de clase. Sin embargo, todxs seguimos siendo trabajadorxs en tanto los medios de producción no están en nuestras manos y seguimos generando beneficios a los patrones y empresarios a través de la venta de nuestra fuerza de trabajo.
Y por si esto fuera poco, el capitalismo consigue que la clase trabajadora confronte entre ella misma, en perjuicio de los sectores menos privilegiados de la misma, como las mujeres, las personas migradas, las disidentes sexuales etc. Uno de los exponentes más claros de ello el cada vez mayor apoyo electoral que reciben las tendencias ultraderechistas en el conjunto de Europa. Mientras estemos ocupadxs peleando y enfrentándonos entre nosotrxs, más lejos estaremos de organizarnos colectivamente para combatir la impunidad del capitalismo y su reproducción permanente de las contradicciones de género, clase, raza y nación.Creemos que todo espacio que no sea liberado del control del capitalismo acaba reproduciéndolo. Es por ello por lo que consideramos tan importante la lucha contra el capital en todas sus formas y en todos nuestros proyectos, dado que es imposible la lucha parcial por cambiar la sociedad si no se persigue la destrucción del sistema y la creación de uno nuevo.
Desde Maiatzak1egin entendemos que todas las luchas sectoriales o puntuales son de incuestionable importancia. Por ello, creemos necesaria la alianza y la unión de toda la clase trabajadora de Euskal Herria, así como la solidaridad internacionalista con la clase trabajadora de otros pueblos y naciones. En ese sentido nos pareció importante implicarnos en la lucha que durante más de 70 días desarrollaron lxs trabajadorxs de Movistar en Bizkaia, así como en la dinámica que están planteando para las próximas semanas. En aquella huelga quedó demostrado que a pesar de las relaciones sociales de producción tan complejas en las que están insertos (autónomos subcontratados por diferentes empresas que les llevan incluso a competir entre ellxs) y a pesar de las dificultades de conseguir el apoyo y la cobertura de las grandes centrales sindicales, es posible hacer frente a todos los obstáculos que nos pone el sistema y plantarle cara a una de las empresas más importantes del Ibex 35 y que históricamente ha representado al estado español en su expansión imperialista por todo el globo.
Maiatzak1egin pretende ser una herramienta para fortalecer los vínculos entre el movimiento popular de Bilbo y el movimiento obrero. Reivindicamos la asamblea, la recuperación de nuestra identidad y la organización clasista, para avanzar en la emancipación de la clase obrera.
KAPITALISMOAREN AURKA, LANGILEOK BAT EGIN!