De muchas formas, el viaje de Barack Obama a Cuba y Argentina hizo mérito del escándalo que causó.
A partir del 18 de febrero de 2016, cuando anunció su viaje, hubo un torbellino de especulación acerca de lo que diría y haría Obama en la isla. Más de 1.400 periodistas estaban presentes para presenciar el arribo del presidente estadounidense a la Plaza de la Revolución, con la icónica imagen del Che Guevara en el Ministerio del Interior como fondo. Atraído por el significado simbólico de este evento, el mundo los miró con asombro.
Mientras que el aspecto visual de todo fue innegablemente impactante, no lo fue el contenido del discurso del líder estadounidense. Más bien, muchos cubanos quedaron impactados por lo que no dijo Obama: disculpas.
Era de conocimiento amplio que Obama se reuniría con activistas de oposición financiados por Estados Unidos y, por lo tanto, a nadie le sorprendió que no hizo mención alguna de poner fin a los intentos desestabilizadores contra el gobierno cubano. Y aunque ha dicho que su administración intentará cerrar el centro de detención de Guantánamo, ha guardado silencio en relación con lo que ha pedido Cuba por más de 50 años, es decir, la devolución de la base.
Así mismo, y a pesar de los compromisos de terminar con el bloqueo económico, aún no se ve un fin a esta política que por medio siglo ha demacrado la economía cubana. Por cierto, nadie esperaba que hiciera algún anuncio importante ‑aunque lo podría haber hecho- sin embargo, el hecho de que no reconociera la culpa de su país acerca de la mantener a Cuba pobre es revelador. Es más, lejos de pedir disculpas por una política que le cuesta miles de millones de dólares al año al país y que incluso hizo pasar hambre a su población para someterlo, siguió promoviendo el mito imperialista de que ¡Cuba arruinó su propia economía!
Unos días después, en Argentina, Obama repitió este mensaje, adaptándolo a la población de ese país.
A su arribo a la Casa Rosada para reunirse con el recién apuntado presidente Mauricio Macri, Obama llenó de halagos al millonario latinoamericano. Afirmó que su administración estaba “impresionada” con el trabajo realizado por Macri en sus primeros 100 días, incluyendo su trabajo por los derechos humanos, y que Argentina constituye un ejemplo para la región. Mientras tanto, Macri ha despedido a más de 100.000 empleados públicos y ha negociado con los prestamistas de los fondos buitre, entregándole una deuda de 10 mil millones al pueblo argentino, además de encarcelar a líderes de la oposición.
Sin embargo, los argentinos están mucho menos entusiasmados que Obama, con el ejemplo que Macri está dando a la región, dada la continua alza de las tasas de inflación, junto con la devaluación de la moneda y la eliminación de programas sociales y subsidios que han impactado de forma dramática y negativa los estándares de vida en el poco tiempo de su gestión. El gobierno de Macri incluso ha llegado al punto de decirle a la población que reduzca el consumo de carne ‑uno de los alimentos principales de la dieta argentina- luego de que se eliminaron los controles de los precios.
Por cierto, un inicio de gestión bastante impactante.
Nada de esto detuvo a Obama en su afán de hablar acerca de las virtudes del capitalismo que los Estados Unidos quiere impulsar en la región, utilizando la Argentina de Macri como modelo. «El mercado libre crea riqueza», le decía a un multitud de «jóvenes emprendedores», agregando que Cuba «se ve tal como se veía en los 50» debido a fracaso de su propio pueblo y gobierno. El mensaje a los argentinos: queremos que ustedes adopten políticas pro-mercado, aunque estas mismas provocaron el colapso de la economía en el 2001.
Al igual que el mensaje que le dio a los cubanos, Obama quiere que Argentina olvide su pasado, y esto no solo en relación con economía e ideología.
Durante su último día en el Cono Sur, Obama visitó el monumento a las víctimas de la brutal dictadura argentina, que hizo asesinar y desaparecer a 30.000 argentinos y que, además, colaboró con una operación regional para detener y desaparecer a militantes de izquierda. Nuevamente, Obama no sólo no pidió perdón por el rol que jugó su país en la masacre sino que, además, le bajó el perfil al papel «contraproducente» de Estados Unidos en la historia argentina.
Así también como le dijo a la audiencia en el Gran Teatro de la Habana que «es hora de que dejemos el pasado atrás», Obama pretende que Argentina olvide sus muertos y desaparecidos, y el colapso económico. Pero este mensaje no es solo para Cuba y Argentina. Queda más que claro que el último viaje de Obama a Latinoamérica no fue para generar más confianza con una región que rechaza la injerencia gringa. Mientras que se negocia el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (o TPP, por su sigla en inglés), Obama estaba en la región para promover justamente el capitalismo neoliberal que los latinoamericanos rechazaron durante la última década.
Dado eso, tiene perfecto sentido que el presidente de los Estados Unidos quiere que los pueblos de la región se concentren en el béisbol y el mate. Una buena memoria es mala para los negocios.
Pablo Vicanco
25 de marzo de 2016
Fuente: www.telesurtv.net/.