La oposición burguesa en el Congreso y la dirigencia sindical están promoviendo una ley de emergencia laboral por la que se establecería la doble indemnización y se prohibirían los despidos por un lapso de tiempo determinado. El dictamen del Senado la extendería por 180 días a partir de su promulgación, en tanto que el dictamen de la comisión de Legislación del Trabajo de Diputados la establece retroactiva al 1 de marzo de 2016 y la extiende hasta el 31 de diciembre de 2017.
Como no podía ser de otra manera, mucha gente está ilusionada con que el drama de la desocupación creciente –la recesión se está profundizando- puede frenarse, o revertirse, si se aprueba esta ley. Frente a esto, hay que decir las cosas con toda crudeza: los parlamentarios están engañando al pueblo con espejitos de colores. Es que la desocupación es inherente a la crisis capitalista. Más precisamente, el despido es el recurso del capital para achicar costos, racionalizar y aumentar la explotación de los que conservan el empleo. En un plano más general, la desocupación comprime el campo de acción de la ley de la oferta y demanda de trabajo dentro de los límites que convienen de manera absoluta al ansia de explotación y afán de poder del capital
(Marx). En momentos en que la inflación está barriendo con los salarios, esta última cuestión pasa a primer plano. En otros términos, el aumento del desempleo es absolutamente funcional a la presión de las patronales y el Gobierno para que los trabajadores limiten sus demandas de recomposición salarial.
Esto explica que Mauricio Macri haya prometido vetar la ley, en caso que se apruebe. Es la expresión, cruda y descarnada, de los intereses del capital. Pero lo más importante es entender que el capital, de conjunto, defiende sus posiciones desde el poder que le otorga la propiedad de los medios de producción y de cambio frente a los millones que están obligados a trabajar como sus asalariados, o caer en la indigencia. Lo han dicho las cámaras empresarias –la Unión Industrial, la Cámara de Comercio, las agrupaciones de las Pymes y otras-: si se aprueba la ley vamos a despedir igual o, en todo caso, no vamos a invertir
. Esta perspectiva no se cambia con ninguna ley que puedan parir los partidos burgueses de la oposición. Podrán existir tensiones –la necesidad del capital no siempre encaja con las necesidades de las fuerzas políticas burguesas- pero no pasará de ahí. En tanto el capital conserve la facultad de invertir, o no, chantajeará con la amenaza del despido y del hambre de los que nada poseen. Y ni los parlamentarios del capital, ni los burócratas sindicales, modificarán esta situación.
Todo esto se ve incluso en la discusión sobre la eventual ley. Por empezar, los diputados y senadores ya están considerando que las pequeñas y medianas industrias sean exceptuadas. Lo plantearon Mendiguren, del Frente Renovador, e identificado con la UIA; Marco Lavagna, también del FR; y Pablo Kosiner, diputado del Bloque Peronista, vinculado al gobernador Urtubey y presidente de la Comisión de Pequeñas y Medianas Empresas. Esto en un cuadro de situación en que el 35% de los trabajadores están precarizados. Por otra parte, los proyectos en curso no dicen palabra sobre las suspensiones, que han sido generalizadas en algunas ramas, como automotriz. Pero además, hablan de despidos sin causa justa
. Lo cual abre numerosos agujeros, porque una empresa puede aducir, por ejemplo, que despide por razones de fuerza mayor e iniciar un procedimiento preventivo de crisis ante el Ministerio de Trabajo. Con lo cual el asunto se traba en litigios y procedimientos legales.
aturalmente, los partidos de la oposición burguesa tienen mucho interés en sembrar ilusiones, y presentarse a sí mismos como defensores del pueblo humilde. Pero la realidad es que por la vía parlamentaria no hay forma de que la crisis la pague el capital
. Es necesario romper con las ilusiones en el parlamentarismo burgués. Para esto, el primer paso es tomar distanciatanto del Gobierno como de las fuerzas burguesas de la oposición. Hay que apuntar al poder del capital y del Estado que defiende sus intereses. Y tomar conciencia de que solo la movilización revolucionaria de los explotados podrá barrer de raíz este estado de cosas.
Rolando Astarita
23 de abril de 2016
Fuente: Rolando Astarita