Prohibición y después autorización, pero en un recorrido limitado: un gobierno en apuros que añade confusión a su voluntad de represión del movimiento social y su tropismo neoliberal.
El cambio de posición le salva la cara, pero no cambia la sustancia de una estrategia de tensión y obstinación. La decisión de prohibir la manifestación contra la ley El Khomri fue como un trueno … hasta el punto de obligar al gobierno a retractarse. Semejante prohibición nos devolvería a los tiempos de la guerra de Argelia, cuando el prefecto Papon prohibió la manifestación de Charonne, provocando nueve muertos. Bernard Cazeneuve ha alcanzado un compromiso in extremisin extremis con los sindicatos para autorizar un recorrido de menos de dos kilómetros, de Arsenal a la Bastilla. No es Perú, pero solo un poco menos autoritario de lo esperado.
¿Por qué la pareja ejecutiva quería que se prohibiese la manifestación y polarizar su enfrentamiento con los oponentes a la ley El Khomri, empezando por los sindicatos? Era necesario subrayar la gravedad de la situación, para que su proyecto político tenga un objetivo definido. Podemos burlarnos de la falta de preparación, del cambio de la decisión, y preguntar si hay un piloto en el avión, pero lo más importante no es eso, sino la evidente dureza de François Hollande y de Manuel Valls para imponer la ley El Khomri y avivar las llamas del conflicto entre la movilización social y el autoproclamado campo del orden y la razón, que no es otro que el orden dominante.
Con el apoyo del PS, Hollande y Valls eligieron la vía del artículo 49,3 al carecer de una mayoría parlamentaria para aprobar la ley El Khomri. Y la impondrán vía decreto aun cuando, según todas las encuestas, los franceses rechazan por amplia mayoría dicha ley. Desprecian la protesta social convocada por los sindicatos a pesar de que crece de manifestación en manifestación.
Liberalismo económico y control social
Poco importa que la ley El Khomri carezca de legitimidad, siempre que la apoye la patronal MEDEF cuente con el sostén de los medios de comunicación: solo en eso creen quienes están al frente del estado. Lo que importa es la reversión de la legislación laboral y que el gobierno aparezca como el garante del orden, por la fuerza y en violación de las libertades civiles en caso necesario. Que tal prohibición de manifestación haya podido surgir de unos dirigentes políticos que siguen reclamándose de izquierda es edificante. Pero cuando ya se defiende la retirada de la nacionalidad y reducir el coste de la mano de obra se convierte en una obsesión, todo es posible…
unque las comparaciones históricas son siempre delicadas, es difícil no pensar en la SFIO de Guy Mollet que, habiendo optado por la continuación de la guerra en Argelia y la liquidación del marxismo, terminó por morir. Ese episodio cristaliza el proyecto, perseguido desde hace mucho tiempo por François Hollande y Manuel Valls, que pretende liquidar cualquier conexión de la izquierda con sus principios fundacionales y la tradición del movimiento obrero. Su proyecto es el liberalismo económico y el control social, con coherencia y determinación inquebrantable. Desde esta perspectiva, no se puede decir que no haya piloto en el avión.
Clémentine Autain
22 de junio de 2016
Fuente: Regards.fr
[Traducido del francés por Enrique García y Lucas Antón para Sinpermiso.]