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Sil­via Fede­ri­ci: «Los tra­ta­dos como el TTIP inten­tan esta­ble­cer el domi­nio del capi­tal sobre la vida cotidiana»

Tabla de contenidos

Femi­nis­ta, acti­vis­ta y pro­fe­so­ra. A sus 74 años, Sil­via Fede­ri­ci es una mujer menu­da que habla len­ta­men­te y cla­ro, no nece­si­ta gri­tar. Esta aca­dé­mi­ca mar­xis­ta, de ori­gen ita­liano, se mar­chó en 1967 a Esta­dos Uni­dos para doc­to­rar­se en Filo­so­fía. Des­de enton­ces ha sido pro­fe­so­ra en Nige­ria y cate­drá­ti­ca en la Uni­ver­si­dad de Hofs­tra (Nue­va York). En el cam­po del acti­vis­mo es una de las gran­des defen­so­ras del sala­rio en el tra­ba­jo domés­ti­co, ha tra­ba­ja­do con­tra los ajus­tes estruc­tu­ra­les en Áfri­ca y con­tra la pena de muer­te en Esta­dos Uni­dos. Una de las obras de Fede­ri­ci tra­du­ci­das al cas­te­llano es: Cali­ban y la bru­ja. Muje­res, cuer­po y acu­mu­la­ción ori­gi­na­ria (Tra­fi­can­tes de sue­ños, 2015), fun­da­men­tal para com­pren­der cómo el some­ti­mien­to de las muje­res ha sos­te­ni­do el capi­ta­lis­mo. Otro es una reco­pi­la­ción de artícu­los Revo­lu­ción en pun­to cero. Tra­ba­jo domés­ti­co, repro­duc­ción y luchas femi­nis­tas (Tra­fi­can­tes de sue­ños, 2010). Fede­ri­ci nos visi­tó recien­te­men­te en el Espai Con­tra­ban­dos como moti­vo de la feria Lite­ral, que empie­za hoy en el anti­guo com­ple­jo fabril Fabra i Coats· La char­la abor­da el papel del femi­nis­mo en la lucha con­tra tres tra­ta­dos que está nego­cian­do la Comi­sión Euro­pea en el ámbi­to del inter­cam­bio de bie­nes, ser­vi­cios e inver­sio­nes: el cono­ci­do TTIP (con Esta­dos Uni­dos), el CETA (con Cana­dá) y el TISA (acuer­do glo­bal para la libe­ra­ción de los servicios).

El des­plie­gue de los tra­ta­dos de libre comer­cio afec­ta­rá a las muje­res y al tra­ba­jo repro­duc­ti­vo. ¿De qué manera?

Las medi­das que intro­du­cen estos tra­ta­dos afec­tan los pro­ce­sos repro­duc­ti­vos y por lo tan­to afec­tan direc­ta­men­te a las muje­res. Son un pro­yec­to de des­re­gla­men­ta­ción gene­ral de las acti­vi­da­des más bási­cas de la vida coti­dia­na. Como los dere­chos labo­ra­les, que serán eli­mi­na­dos. Ima­gi­naos qué pasa­rá cuan­do una comi­sión eli­mi­ne todas las pro­tec­cio­nes intro­du­ci­das para garan­ti­zar comer sano, para defen­der el medio ambien­te y la agri­cul­tu­ra. A otro nivel, estos tra­ta­dos, que quie­ren la pri­va­ti­za­ción de la tie­rra y de los ser­vi­cios, des­trui­rán la agri­cul­tu­ra de sub­sis­ten­cia, una acti­vi­dad que inten­tan rea­li­zar las muje­res en muchos luga­res del mun­do. Por eso hay tan­ta vio­len­cia, direc­ta e indi­rec­ta, con­tra las muje­res: pro­te­gen la tie­rra con­tra la extrac­ción mine­ra o con­tra la pri­va­ti­za­ción en muchos luga­res del mun­do. Por este moti­vo, el Ban­co Mun­dial acu­sa a las muje­res de Amé­ri­ca Lati­na o de Áfri­ca de ser la cau­sa de la pobre­za de sus comu­ni­da­des. Esta ins­ti­tu­ción defien­de que la tie­rra no es fér­til, no es pro­duc­ti­va, sola­men­te lo es el comer­cio. Los tra­ta­dos se com­po­nen de la acti­vi­dad y de la ideo­lo­gía del neo­li­be­ra­lis­mo, para la que el dine­ro y el comer­cio son los que repro­du­cen la vida. Inten­tan eli­mi­nar cual­quier for­ma de inter­ac­ción con la rique­za natu­ral y por eso quie­ren poner­la en manos de las gran­des cor­po­ra­cio­nes. Se tra­ta de sepa­rar los pro­duc­to­res direc­tos, y sobre todo las muje­res, del uso de la rique­za natu­ral. Es una gue­rra real, que se com­ba­te en el cam­po, cuan­do las muje­res defien­den la tie­rra con­tra el uso de la mine­ría, y a esca­la ideo­ló­gi­ca. Estos tra­ta­dos inten­si­fi­can ten­den­cias ya de por sí muy perversas.

¿Se podría hacer un para­le­lis­mo entre el impac­to de los tra­ta­dos con­tras las muje­res y la caza de bru­jas a la que te refie­res en Cali­bán y la bru­ja. Muje­res, cuer­po y acu­mu­la­ción ori­gi­na­ria?

Las muje­res serán ata­ca­das por­que otra direc­ti­va que impe­ra es la de comer­cia­li­zar y pri­va­ti­zar todos los ser­vi­cios, de la sani­dad, de los cui­da­dos. Las gran­des com­pa­ñías, como las far­ma­céu­ti­cas, serán las que domi­nen el sec­tor. Los tra­ta­dos son una medi­da impor­tan­te de una nue­va olea­da de acu­mu­la­ción ori­gi­na­ria, por­que cam­bian la con­di­ción pri­ma­ria de la repro­duc­ción. Y la cam­bian de una mane­ra que sepa­ra, que no nos per­mi­te con­tro­lar las medi­das, los recur­sos, las acti­vi­da­des que son lo más impor­tan­te para la repro­duc­ción de nues­tra vida. Es nece­sa­rio luchar con­tra la adop­ción de estos acuer­dos y que las muje­res ten­gan un papel central.

¿De qué mane­ra el capi­ta­lis­mo y la vio­len­cia que gene­ra tie­nen impac­to en las masculinidades? 

Para expro­piar los recur­sos, la rique­za natu­ral, para rom­per tan­tos sis­te­mas pro­duc­ti­vos y crear una des­ocu­pa­ción de masas, se nece­si­ta una gran vio­len­cia. No es una coin­ci­den­cia que tan­tas gran­des empre­sas ten­gan un ejér­ci­to pri­va­do. Con el neo­li­be­ra­lis­mo se ha incre­men­ta­do enor­me­men­te el núme­ro de hom­bres (y tam­bién hay algu­nas muje­res) que están emplea­dos en el uso de la vio­len­cia: vio­len­cia pri­va­da, cár­ce­les, mafias, nar­co­trá­fi­co… Hay un deno­mi­na­dor común en todos estos apa­ra­tos: pro­te­ger la pro­pie­dad pri­va­da, garan­ti­zar el fun­cio­na­mien­to de acti­vi­da­des muy per­ver­sas que des­tru­yen la vida de miles de per­so­nas. La emer­gen­cia de nue­vos ejér­ci­tos de hom­bres arma­dos reafir­ma un mode­lo de mas­cu­li­ni­dad agre­si­va y crea una rela­ción entre hom­bres y muje­res lle­na de vio­len­cia, tam­bién en los espa­cios fami­lia­res. Como decía Frant Fanon, los que tor­tu­ran todo el día no se rela­cio­nan de mane­ra vio­len­ta con la fami­lia. Pero lo que pasa en el tra­ba­jo crea una men­ta­li­dad, una mane­ra de relacionarse.

En la char­la que hicis­te en Bar­ce­lo­na el 1 de abril lla­mas­te a estos acuer­dos comer­cia­les de «monar­quía abso­lu­ta». ¿Por qué los Esta­dos aca­ban fir­man­do su pro­pia sen­ten­cia de muerte?

No creo que los Esta­dos fir­men estas sen­ten­cias. La cla­se capi­ta­lis­ta euro­pea uti­li­za las estruc­tu­ras inter­na­cio­na­les para dis­ci­pli­nar a los tra­ba­ja­do­res que no son capa­ces de hacer obe­de­cer. La excu­sa es que la pro­duc­ción inter­na­cio­nal lo nece­si­ta. Es un pro­ce­so lar­go de con­cen­tra­ción del capi­tal, en el ámbi­to eco­nó­mi­co y polí­ti­co, que en Euro­pa empie­za a fina­les de la Segun­da Gue­rra Mun­dial, cuan­do se crea una úni­ca área eco­nó­mi­ca. La con­cen­tra­ción per­mi­te dis­tan­ciar el lugar de la deci­sión eco­nó­mi­ca, social, polí­ti­ca, de las loca­li­da­des. Y eso hace difí­cil que la gen­te pue­da influir en la deci­sión de las auto­ri­da­des. Estos tra­ta­dos per­mi­ten crear una espe­cie de inter­na­cio­nal capi­ta­lis­ta: el Fon­do Mone­ta­rio Inter­na­cio­nal, el Ban­co Mun­dial o la Orga­ni­za­ción Mun­dial del Comer­cio repre­sen­tan una nue­va for­ma de Esta­do que repre­sen­ta colec­ti­va­men­te el capi­ta­lis­mo en todo el mun­do. Esto da un gran poder a Esta­dos como el espa­ñol o el ita­liano que dicen: «No somos noso­tros, es Bru­se­las». Esta pre­ten­di­da pér­di­da de poder es, en reali­dad, un apo­de­ra­mien­to: los Esta­dos tie­nen los ins­tru­men­tos para redu­cir las rei­vin­di­ca­cio­nes de la gen­te y de los tra­ba­ja­do­res. Para­le­la­men­te a la con­cen­tra­ción polí­ti­ca y eco­nó­mi­ca del capi­tal, hemos vis­to un des­apo­de­ra­mien­to de la pobla­ción, ya ni se inten­ta man­te­ner la apa­rien­cia de democracia.

¿Qué papel les que­da a los Estados?

Por esto habla­ba de monar­quía abso­lu­ta: el Esta­do está satis­fe­cho pre­sen­tán­do­se como el ser­vi­dor del capi­tal. Aho­ra deci­den las gran­des com­pa­ñías: Mon­san­to, las com­pa­ñías mine­ras y petro­le­ras. Las com­pa­ñías ener­gé­ti­cas, sobre todo, son las que con­tro­lan el mun­do, el Esta­do ha adop­ta­do una posi­ción repre­si­va, ha per­di­do su cara demo­crá­ti­ca y se pre­sen­ta con su cara real. Es un ser­vi­dor del capi­tal y un repre­sor de la lucha.

¿Ante esta ero­sión de dere­chos, qué se ha de hacer para luchar con­tra este capi­ta­lis­mo que lla­mas «tota­li­ta­rio», tam­bién por­que afec­ta todas las par­tes de la vida?

La lucha con­tra el capi­ta­lis­mo tota­li­ta­rio nece­si­ta un fren­te muy amplio, con momen­tos de con­cen­tra­ción, de gran movi­li­za­ción, pero tam­bién de luchas en diver­sos espa­cios. Como hemos apren­di­do en estos últi­mos tiem­pos, no pue­de haber una lucha efi­caz que sola­men­te sea una lucha a la con­tra. Una par­te impor­tan­te es la cons­truc­ción de nue­vas rela­cio­nes de repro­duc­ción, nue­vas medi­das, nue­vos espa­cios, teji­dos socia­les recons­trui­dos. Estos tra­ta­dos des­tru­yen la soli­da­ri­dad y frag­men­tan las comu­ni­da­des. Por lo tan­to, todas las acti­vi­da­des que repon­gan víncu­los serán extre­ma­da­men­te impor­tan­tes. En muchas áreas y ciu­da­des de Amé­ri­ca Lati­na, los expul­sa­dos de los cam­pos lle­gan a las peri­fe­rias de las ciu­da­des, toman tie­rras, cons­tru­yen casas… Se pro­du­cen fenó­me­nos muy intere­san­tes que nacen de las luchas colec­ti­vas, que crean estruc­tu­ras nue­vas y autó­no­mas del Esta­do. La gen­te lucha para apro­piar­se de medi­das de repro­duc­ción, para apro­piar­se del agua, de la luz… Se auto­ges­tio­nan. Estar en con­tra de algu­na cosa no es sufi­cien­te, lo que nece­si­ta­mos es crear nue­vas mane­ras de rela­cio­nar­nos. Y esto nos per­mi­ti­rá reapro­piar­nos del espa­cio y de la vida.

En el libro For­tu­nas del femi­nis­mo, Nancy Fra­ser afir­ma que es nece­sa­rio que el lla­ma­do femi­nis­mo de la ter­ce­ra ola se ali­nee con otras causas.

¡Noso­tras ya había­mos dicho eso hace 40 años! El femi­nis­mo de los años 70 bus­ca­ba mejo­rar la con­di­ción de la mujer. Para con­se­guir­lo, decía que se habían de cam­biar las rela­cio­nes entre las muje­res, el Esta­do y el capi­tal, entre las muje­res y los hom­bres, pero den­tro de una ópti­ca más amplia. Com­pren­di­mos enton­ces, y no sola­men­te en la ter­ce­ra ola, que el cam­bio real de la con­di­ción de la mujer pro­le­ta­ria no lle­ga­ría si no cam­biá­ba­mos la socie­dad. Y esto siem­pre ha sido una nece­si­dad. ¿Qué sig­ni­fi­ca el femi­nis­mo hoy? Hay muchos. Exis­te un femi­nis­mo de Esta­do, por ejem­plo, que se creó en los años 70 y que ve la mujer en com­pe­ti­ción con el hom­bre, en igual­dad de opor­tu­ni­da­des, en los espa­cios del capi­tal o en el ejér­ci­to. Esto no es femi­nis­mo, es una uti­li­za­ción de la bús­que­da de la auto­no­mía de las muje­res. Se uti­li­za el tra­ba­jo feme­nino para relan­zar la acti­vi­dad eco­nó­mi­ca que esta­ba en crisis.

Enton­ces, ¿qué es el feminismo?

Un movi­mien­to de trans­for­ma­ción social amplio que pone en el cen­tro de esta trans­for­ma­ción social la pro­duc­ción de la vida. El capi­tal mira la pro­duc­ción de la vida en fun­ción de la acu­mu­la­ción de la rique­za pri­va­da, pero esto se ha de cam­biar de for­ma radi­cal. Aho­ra el pro­ce­so de la repro­duc­ción, el tra­ba­jo domés­ti­co, tie­ne como fina­li­dad impul­sar el mer­ca­do labo­ral, la acu­mu­la­ción. El femi­nis­mo, en cam­bio, da valor a una repro­duc­ción revo­lu­cio­na­da que pone en el cen­tro de las acti­vi­da­des huma­nas la impor­tan­cia de la vida. Me pare­ce que el femi­nis­mo y las femi­nis­tas son las más intere­sa­das en opo­ner­se total­men­te a los tra­ta­dos de los que habla­mos, por­que con ellos se inten­ta esta­ble­cer el domi­nio com­ple­to del capi­tal sobre todas las arti­cu­la­cio­nes de la vida coti­dia­na, un con­trol y domi­na­ción direc­ta. Es inte­rés no sola­men­te de las muje­res, pero empie­za en las muje­res en tan­to que suje­to tra­di­cio­nal de la repro­duc­ción y suje­to del pro­ce­so de trans­for­ma­ción de la riqueza.

¿Por qué los femi­nis­mos dicen que los cui­da­dos y la repro­duc­ción social son un trabajo?

Por­que con­ti­núan sién­do­lo. No esta­mos pasi­vas, no esta­mos com­ple­ta­men­te domi­na­das, pero los cui­da­dos y las acti­vi­da­des de la repro­duc­ción toda­vía se rea­li­zan en con­di­cio­nes que noso­tras no con­tro­la­mos com­ple­ta­men­te, que no deci­di­mos. Cuan­do mira­mos la fina­li­dad, a quién sir­ve el tra­ba­jo que hemos hecho, vemos que el tra­ba­jo que hacen las muje­res para repro­du­cir sus fami­lias y comu­ni­da­des es uti­li­za­do por los ocu­pa­do­res: sir­ve para repro­du­cir la fuer­za de tra­ba­jo, día tras día y de mane­ra gene­ra­cio­nal. Por eso toda­vía lo lla­ma­mos tra­ba­jo, por­que no se pue­de decir que la repro­duc­ción sea un tra­ba­jo de auto­rrea­li­za­ción, crea­ti­vo… ¡aun­que debe­ría ser­lo! El par­to, por ejem­plo, aho­ra es un pro­ce­so indus­trial que fun­cio­na como una cade­na de mon­ta­je. Todas las muje­res paren con mie­do. No van al hos­pi­tal con la expec­ta­ti­va de que será el pro­ce­so mara­vi­llo­so de pro­du­cir una nue­va vida, de cono­cer pode­res de tu cuer­po que no podrías ni ima­gi­nar­te. La figu­ra de la par­te­ra, de la dou­la, es el pro­duc­to de una lucha: la de ir al hos­pi­tal con muje­res que te per­mi­tan vivir esta expe­rien­cia de una mane­ra crea­ti­va, sin mie­do. Y poder cui­dar a los niños y las niñas tam­bién en un pro­ce­so muy crea­ti­vo: cuan­do edu­cas a tu cria­tu­ra has de tomar deci­sio­nes. No es tan solo lim­piar y dar un bibe­rón, es deci­dir qué tipo de mun­do que­re­mos crear, con qué valo­res, con qué prio­ri­da­des. Por eso es un tra­ba­jo crea­ti­vo. En cam­bio, ¿fabri­car un coche lo es? Muchas femi­nis­tas han cele­bra­do el tra­ba­jo fue­ra de casa, cuan­do hay muchí­si­mas muje­res en ofi­ci­nas que son unos cubícu­los sin luz, solas todo el día. Se ten­dría de des­mi­ti­fi­car esto y ver que el tra­ba­jo domés­ti­co, de repro­duc­ción se ha con­ver­ti­do en algo opre­si­vo por las for­mas, las con­di­cio­nes, el ais­la­mien­to, las limi­ta­cio­nes y la fal­ta de recur­sos. Esto ha hecho que las muje­res quie­ran escapar.

¿Cómo pode­mos poli­ti­zar el tra­ba­jo domés­ti­co, el cui­da­do de nues­tras criaturas?

Se pue­de poli­ti­zar de dos mane­ras. Una sería la lucha. Por ejem­plo, cuan­do defen­día­mos el sala­rio del tra­ba­jo domés­ti­co, la lucha mis­ma poli­ti­za­ba el tra­ba­jo por­que rede­fi­nía e ilu­mi­na­ba la fun­ción de este tra­ba­jo en el sis­te­ma polí­ti­co y social. Demos­tra­ba que tie­ne una fun­ción impor­tan­te en el capi­tal eco­nó­mi­co y polí­ti­co. Como decían las femi­nis­tas de la pri­me­ra ola. «Lo que es per­so­nal es polí­ti­co». Noso­tras hemos mos­tra­do por qué es polí­ti­co, por qué la casa y la fami­lia son luga­res de pro­duc­ción social. Otra for­ma de poli­ti­za­ción del tra­ba­jo domés­ti­co resul­ta cuan­do la lucha se extien­de a otras muje­res y a los hom­bres. En el pro­ce­so de la lucha se deci­de la nue­va estruc­tu­ra del tra­ba­jo domés­ti­co y en don­de se for­man las estruc­tu­ras que te per­mi­ten luchar. Se ins­tau­ra una coope­ra­ción en don­de tu cria­tu­ra tam­bién es mi res­pon­sa­bi­li­dad, y yo inten­to libe­rar­te un poco de tu tra­ba­jo. Creo que la poli­ti­za­ción se da cuan­do de for­ma con­jun­ta se empie­za a coope­rar y a deci­dir jun­tas las prio­ri­da­des a dis­cu­tir, que tipo de cui­da­dos que­re­mos, qué tipo de pro­duc­ción de comi­da que­re­mos, qué tipo de fami­lia, qué tipos de comu­ni­dad… Visi­té una «villa» en Bue­nos Aires que se lla­ma Villa 31bis: viven sobre todo muje­res, una gran par­te de ellas for­man par­te del movi­mien­to por la dig­ni­dad. Me ense­ña­ron las calles, el lugar para los niños, la casa de las muje­res, los come­do­res popu­la­res en don­de diez muje­res de for­ma rota­ti­va pro­du­cen en coope­ra­ción, colec­ti­va­men­te, la comi­da que ali­men­ta a 1.500 fami­lias. En la lucha han crea­do for­mas nue­vas, y cada vez que quie­ren crear una cosa nue­va hay una asam­blea, un espa­cio común en don­de se dis­cu­te. Esto es poli­ti­zar, y creo que en este sen­ti­do se han de pro­du­cir luchas que creen la nue­va socie­dad, la nue­va estruc­tu­ra. Y esta nue­va estruc­tu­ra no ha de salir de las men­tes sino de las posi­bi­li­da­des reales, de las con­di­cio­nes reales, de los cam­bios a los cua­les te enfren­tas cuan­do trans­for­mas la sociedad.

Cuan­do habla­mos de cui­da­dos, siem­pre nos olvi­da­mos de las per­so­nas mayo­res. En el artícu­lo «Sobre el tra­ba­jo de cui­da­dos de las per­so­nas mayo­res y los lími­tes del mar­xis­mo» (cogi­do del libro El tra­ba­jo de los cui­da­dos) habla­bas de la impor­tan­cia de incor­po­rar los cui­da­dos de las per­so­nas mayo­res en la agen­da política.

En los impor­tan­tes recor­tes de los ser­vi­cios públi­cos, las per­so­nas mayo­res han sido la víc­ti­ma prin­ci­pal. Según la lógi­ca capi­ta­lis­ta, los bebés son el futu­ro de los tra­ba­ja­do­res y por eso reci­ben cier­to res­pe­to y ser­vi­cios. Como las per­so­nas mayo­res no son pro­duc­ti­vas, se las ve como una pér­di­da. Los ser­vi­cios socia­les para la gen­te mayor es lo que pri­me­ro se recor­ta de los pro­yec­tos anua­les de los Esta­dos. Antes los hijos, sobre todo las hijas, podían ayu­dar a sus padres cuan­do esta­ban enfer­mos. Aho­ra, con la rees­truc­tu­ra­ción del apa­ra­to pro­duc­ti­vo, muchas per­so­nas viven solas. Hoy las muje­res que antes for­ma­ban par­te del gran tra­ba­jo de la repro­duc­ción, con la gen­te mayor tam­bién, están fue­ra de casa y luchan con dos tra­ba­jos. Sí, no se ha aca­ba­do el tra­ba­jo de las muje­res con las per­so­nas mayo­res, pero se ha redu­ci­do dra­má­ti­ca­men­te. En Esta­dos Uni­dos muchas per­so­nas mayo­res viven aho­ra en la sole­dad y la mise­ria a cau­sa de los recor­tes de muchos ser­vi­cios socia­les. En el pasa­do, asis­ten­tes socia­les iban a casa de la gen­te mayor que esta­ba un poco enfer­ma, pero que no que­ría ir a una resi­den­cia. Actual­men­te todo esto ha sido eli­mi­na­do o redu­ci­do, así que se pro­du­ce una gran mise­ria y ais­la­mien­to: el núme­ro de sui­ci­dios se ha incre­men­ta­do enor­me­men­te. Las per­so­nas mayo­res son una de las figu­ras prin­ci­pa­les de la pobre­za, y lo que denun­cié en ese artícu­lo era que este pro­ble­ma no está en el cen­tro de la lucha de los movi­mien­tos socia­les. En los femi­nis­mos se empie­za a abor­dar por­que las mis­mas femi­nis­tas se están hacien­do mayo­res. Con el capi­ta­lis­mo, la prio­ri­dad ha pasa­do a ser la des­cen­den­cia, no por un inte­rés en el bien­es­tar de la nue­va gene­ra­ción sino sola­men­te por­que será la nue­va gene­ra­ción de trabajadores.

13 de mayo de 2016

Fuen­te: Crí­tic

[Tra­du­ci­do del cata­lán por Boltxe Kolektiboa.]

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