Venezuela. 27 de febrero, la revolución que viene

Vene­zue­la. 27 de febre­ro, la revo­lu­ción que viene

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Por Geral­di­na Colot­ti, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 27 febre­ro 2020

Algu­nos cama­ra­das dicen que, des­pués de la rebe­lión cívi­co-mili­tar de 1992, en los barrios popu­la­res de Cara­cas, este escri­to apa­re­ció en las pare­des: 27 F + 4F = 31F, la revo­lu­ción que vie­ne. Una fór­mu­la que resu­me bien la impor­tan­cia que tuvo el levan­ta­mien­to popu­lar del 27 de febre­ro de 1989 para el socia­lis­mo boli­va­riano, en el que incu­bó el inten­to de Chá­vez de ter­mi­nar con las demo­cra­cias dis­fra­za­das de la IV República.

Uno de esos com­pa­ñe­ros, aho­ra per­di­do en la bús­que­da impro­ba­ble de un puris­mo que lo hizo ate­rri­zar en las cos­tas asfi­xian­tes de aque­llos que creen que son «más cha­vis­tas que Chá­vez», hoy se bur­la de aque­llos que reto­man ese hilo: «Toda­vía no quie­res con­ven­cer­te a ti mis­mo – él dice – que Madu­ro no es Chá­vez y que hemos vuel­to al neo­li­be­ra­lis­mo aquí? ¿No ves que el país está dola­ri­za­do y los sala­rios pul­ve­ri­za­dos por el aumen­to de los precios?

Sobre el estri­bi­llo de «Madu­ro no es Chá­vez» no vale la pena gas­tar ni una pala­bra: los hechos son sufi­cien­tes. Y los hechos dicen que, des­de el 5 de mar­zo de 2013, Madu­ro, y todo el lide­raz­go de la revo­lu­ción boli­va­ria­na, por supues­to, se ha resis­ti­do a todo tipo de ata­ques, inter­nos e internacionales.

Lo hizo en una situa­ción mucho más des­fa­vo­ra­ble que la exis­ten­te en los años en que la revo­lu­ción boli­va­ria­na esta­ba que­man­do todas las eta­pas de una libe­ra­ción a favor de los opri­mi­dos. Bas­te recor­dar el logro de algu­nos «obje­ti­vos del mile­nio» (derro­ta del ham­bre y el anal­fa­be­tis­mo) en la mitad del tiem­po espe­ra­do, y el avan­ce de la inte­gra­ción lati­no­ame­ri­ca­na. Para un capi­ta­lis­mo en cri­sis estruc­tu­ral que debe tra­tar de resol­ver sus con­tra­dic­cio­nes incu­ra­bles con las gue­rras impe­ria­lis­tas y a expen­sas de las cla­ses popu­la­res, fue una afren­ta inso­por­ta­ble que tuvo que ser eli­mi­na­da por cual­quier medio.

Por supues­to, Madu­ro podría haber lle­ga­do a un acuer­do, tal como le habían pro­pues­to a Chá­vez, inme­dia­ta­men­te des­pués de su elec­ción como pre­si­den­te. El men­sa­je le lle­gó alto y cla­ro. Bas­te recor­dar la noche de su pri­me­ra elec­ción en Mira­flo­res, cuan­do el opo­nen­te derro­ta­do, Hen­ri­que Capri­les Radons­ki, ya había des­ata­do a sus segui­do­res para “des­car­gar la arre­che­ra”. Fren­te a todas y todos los que, des­de el extran­je­ro o des­de el país, lo escu­chá­ba­mos en los esca­lo­nes del «pala­cio del pue­blo», Madu­ro habló de la lla­ma­da reci­bi­da por la oli­gar­quía para la par­ti­ción del país, y de su negativa.

Podría haber esta­do en silen­cio, en cam­bio, indi­có cla­ra­men­te qué lado de la barri­ca­da había ele­gi­do para luchar en la gigan­tes­ca gue­rra con­tra los pobres des­ata­da por el capi­ta­lis­mo des­de los años del Cara­ca­zo, a nivel mundial.

«Tene­mos que con­si­de­rar que hemos vivi­do cons­tan­te­men­te en una eco­no­mía de gue­rra», dijo Madu­ro recien­te­men­te, al anun­ciar la aper­tu­ra de un deba­te sobre las opcio­nes de polí­ti­ca eco­nó­mi­ca que se inter­pre­tan como un retorno a las «razo­nes de Car­los Andrés».

Vol­vien­do a refle­xio­nar sobre el Cara­ca­zo, 31 años des­pués de que la revuel­ta espon­tá­nea con­tra el aumen­to del pasa­je y del cos­to de la vida comen­zó des­de los barrios pobres de Cara­cas e inme­dia­ta­men­te se exten­dió a las calles de Mara­cay, Bar­qui­si­me­to o Méri­da, sig­ni­fi­ca refle­xio­nar sobre la ampli­tud y las con­se­cuen­cias de la gue­rra eco­nó­mi­ca con­tra Vene­zue­la. Un ata­que en múl­ti­ples nive­les que uti­li­za la retó­ri­ca de los dere­chos huma­nos como arma polí­ti­ca con­tra el gobierno, como el exper­to inde­pen­dien­te ONU Alfred de Zayas tam­bién ha seña­la­do en estos días.

Una gue­rra que, vis­ta des­de Euro­pa, toma una pers­pec­ti­va dife­ren­te. En 31 años, la glo­ba­li­za­ción capi­ta­lis­ta ha remo­de­la­do las socie­da­des occi­den­ta­les para los gana­do­res. En Ita­lia o Espa­ña, un sala­rio míni­mo no es sufi­cien­te para cubrir los altos cos­tos de los ser­vi­cios, el alqui­ler y el trans­por­te, la gaso­li­na. Y para lograr el equi­va­len­te a un sala­rio míni­mo, se nece­si­tan varios tra­ba­jos pre­ca­rios, que invo­lu­cran al cuer­po y la men­te en la bús­que­da y el chan­ta­je de subsistencia.

Una situa­ción que ocu­rrió des­pués de la derro­ta de ese gran ciclo de lucha que había obli­ga­do a la bur­gue­sía a ceder par­te de las ganan­cias a las cla­ses popu­la­res, des­ta­ca­das en el esta­do del bien­es­tar. Las con­quis­tas obte­ni­das a tra­vés de la lucha en los años del siglo pasa­do, cuan­do el comu­nis­mo no era una blas­fe­mia, la revo­lu­ción pare­cía tocar la puer­ta y el inter­na­cio­na­lis­mo era un deber indiscutible.

Cuan­do el Cara­ca­zo ocu­rrió en Vene­zue­la, se esta­ban difun­dien­do todas las teo­rías sobre el supues­to «fin de las ideo­lo­gías» y el supues­to fin del par­ti­do como con­cien­cia orga­ni­za­da de las masas, sobre el paci­fis­mo des­co­nec­ta­do de la dure­za del con­flic­to y sobre «cam­biar el mun­do sin tomar el poder «. La ira del Cara­ca­zo y el pre­cio paga­do, el pre­cio del con­flic­to, de la resis­ten­cia popu­lar, tuvie­ron que ser reti­ra­dos de la con­cien­cia de las masas occi­den­ta­les, cada vez más des­via­dos hacia la resig­na­ción o hacia fal­sas banderas.

El socia­lis­mo boli­va­riano sur­gió de los escom­bros del siglo XX para redi­mir esa memo­ria, que tam­bién es nues­tra. Lo hizo en con­di­cio­nes espe­cia­les, afir­man­do que que­ría hacer una revo­lu­ción, pero eli­gió «acos­tar­se con el enemi­go en casa». Una nove­dad en com­pa­ra­ción con la his­to­ria de todos aque­llos paí­ses que, como Chi­na o Viet­nam, lue­go die­ron vuel­tas «prag­má­ti­cas», pero solo des­pués de haber expro­pia­do a los expro­pia­do­res, des­pués de haber expul­sa­do el gran capi­tal inter­na­cio­nal y des­ac­ti­va­do los pla­nes – eco­nó­mi­cos, polí­ti­cos, mediá­ti­cos – de sus repre­sen­tan­tes locales.

Vene­zue­la no lo ha hecho, solo ha ras­ga­do las rela­cio­nes de pro­pie­dad, eli­gien­do empren­der una «gue­rra de posi­ción» per­ma­nen­te, entre jue­gos de azar, inven­tos y bus­can­do el con­sen­so. Pero, ¿podría haber­se hecho de mane­ra dife­ren­te en los pri­me­ros años del siglo XXI y sin ese poten­cial revo­lu­cio­na­rio que, en el siglo pasa­do, habría lle­va­do a los movi­mien­tos popu­la­res euro­peos a las calles en defen­sa de Vene­zue­la? «El mar­xis­mo requie­re el cálcu­lo de las con­di­cio­nes obje­ti­vas y de sus cam­bios», recor­dó Lenin, invi­tan­do a modu­lar la tác­ti­ca revo­lu­cio­na­ria sobre la nue­va posi­ción objetiva.

Duran­te el con­gre­so inter­na­cio­nal de la Comu­ni­ca­ción, que tuvo lugar en Cara­cas como par­te de la agen­da del Foro de Sao Pau­lo, un dipu­tado comu­nis­ta ruso entre­gó a Madu­ro la Orden de Lenin, el más alto honor esta­ble­ci­do en la épo­ca de la Unión Sovié­ti­ca. Los pue­blos que man­tu­vie­ron su memo­ria viva duran­te el devas­ta­dor regre­so del neo­li­be­ra­lis­mo, saben cómo eva­luar la impor­tan­cia del labo­ra­to­rio boli­va­riano, que ha resis­ti­do con­tra vien­tos y mareas duran­te vein­te años.

Don­de se entien­de de cer­ca la con­fron­ta­ción de cla­ses, don­de las sire­nas de la bur­gue­sía aún no han ador­me­ci­do los cere­bros de la izquier­da, el «paque­ta­zo» de Car­los Andrés Pérez no pue­de asi­mi­lar­se con las medi­das eco­nó­mi­cas de urgen­cia toma­das por el gobierno boli­va­riano 31 años después.

El poder popu­lar ejer­ci­do por Madu­ro en la demo­cra­cia par­ti­ci­pa­ti­va y pro­ta­gó­ni­ca, y a tra­vés del máxi­mo órgano ple­ni­po­ten­cia­rio que actúa en la Asam­blea Nacio­nal Cons­ti­tu­yen­te, no pue­de con­fun­dir­se con los gol­pes par­la­men­ta­rios de los dis­tin­tos Bolsonaro.

No se pue­de con­fun­dir, como lo hacen los medios de comu­ni­ca­ción euro­peos, los auto­bu­ses que­ma­dos en Bra­sil por los pobres que no pue­den subir­se a ellos por las altas tari­fas (como en los días del Cara­ca­zo), con auto­bu­ses públi­cos o simon­ci­tos incen­dia­dos por los fas­cis­tas vene­zo­la­nos que quie­ren regre­sar a la IV República.

Con las debi­das pro­por­cio­nes his­tó­ri­cas, cuan­do el pre­si­den­te vene­zo­lano habla sobre la eco­no­mía de gue­rra y el cho­que con el impe­ria­lis­mo que requie­re un ajus­te tác­ti­co nece­sa­rio, recuer­da la tabla de pro­ble­mas de las revoluciones.

Así, el 7 de mar­zo de 1918, Lenin dijo duran­te el “Infor­me sobre la gue­rra y la paz” (la paz de Brest-Litovsk que la Rusia bol­che­vi­que esti­pu­ló con los Impe­rios cen­tra­les el 3 de mar­zo de 1918): » Si no sabe­mos adap­tar­nos, si no esta­mos dis­pues­tos a avan­zar arras­trán­do­nos por el fan­go, enton­ces no somos revo­lu­cio­na­rios, sino char­la­ta­nes. Y yo pro­pon­go esto, no por­que me agra­de, sino por­que no nos que­da otro camino, por­que la his­to­ria no ha sido sufi­cien­te­men­te bon­da­do­sa para hacer que la revo­lu­ción madu­re en todas par­tes simultáneamente”.

La puer­ta angos­ta por la cual el pro­ce­so boli­va­riano inten­ta pasar hoy es recu­pe­rar­se de la eco­no­mía de gue­rra sin ser des­po­ja­do de la piel, sin hacer que las cla­ses popu­la­res paguen la crisis.

Con res­pec­to al Cara­ca­zo y el inten­to del impe­ria­lis­mo de pro­vo­car una revuel­ta simi­lar con­tra el gobierno de Madu­ro, la vice­pre­si­den­ta de la Comi­sión Pro­pa­gan­da y Comu­ni­ca­ción del PSUV, Tania Díaz recuer­da algu­nos datos: «Se redu­cen las impor­ta­cio­nes por asfi­xia. Solo con las medi­das coer­ci­ti­vas impues­tas por Trump a PDVSA, el ingre­so en divi­sas se redu­ce en un 96%. Pér­di­das que deben agre­gar­se a los daños cau­sa­dos por el blo­queo eco­nó­mi­co, comer­cial y finan­cie­ro. Según datos de la CELAG, por el perio­do 2013 – 2017, las pér­di­das de bie­nes y ser­vi­cios osci­la­ron entre una hor­qui­lla de 350.000 millo­nes y 260.000 millo­nes. En esto perio­do, los vene­zo­la­nos per­die­ron entre12.100 y 8.400 dóla­res per cápi­ta como con­se­cuen­cia direc­ta del boi­cot finan­cie­ro y comercial”.

¿El aumen­to des­pro­por­cio­na­do y espe­cu­la­ti­vo de los pre­cios? “Se refie­re a bie­nes y ser­vi­cios que están bajo el con­trol pri­va­do. A dife­ren­cia de otros paí­ses, el agua, la elec­tri­ci­dad, la tele­fo­nía, inter­net, el trans­por­te, la edu­ca­ción y la salud públi­ca con­ti­núan sien­do sub­si­dia­dos para com­pen­sar los efec­tos de la agre­sión eco­nó­mi­ca a nues­tro pueblo».

¿Y la dola­ri­za­ción? La vice­pre­si­den­ta de la Asam­blea Nacio­nal Cons­ti­tu­yen­te res­pon­de resu­mien­do las diver­sas for­mas de ata­que a la mone­da nacio­nal lle­va­das a cabo en los últi­mos años: «¿Recuer­das, dice, cuan­do los bille­tes vene­zo­la­nos fue­ron extraí­dos ile­gal­men­te por fron­te­ra terres­tre? ¿Cuán­do se encon­tra­ron camio­nes car­ga­dos de papel mone­da nacio­nal en Bra­sil, Perú y Colom­bia? ¿Cuál era el pro­pó­si­to? ¿Recuer­da la espe­cu­la­ción cam­bia­ria impul­sa­da por Colom­bia? El ex pre­si­den­te colom­biano Andrés Pas­tra­na apro­bó una nor­ma­ti­va para lega­li­zar el cam­bio dife­ren­cia­do del bolí­var en Bogo­tá y Cúcuta”.

¿De que se tra­ta­ba? “La Reso­lu­ción 8, apro­ba­da por el Ban­co Cen­tral de Colom­bia en el año 2000 como par­te del Plan Colom­bia, auto­ri­za el inter­cam­bio direc­to de mone­das con los paí­ses veci­nos, sin pasar por el dólar. Así esta­ble­ce una doble legis­la­ción sobre el inter­cam­bio de mone­das en Colom­bia: una legis­la­ción ofi­cial, deci­di­da por el Ban­co Cen­tral de Colom­bia; y una legis­la­ción espe­cial, solo para las fron­te­ras. De esta mane­ra se ha per­mi­ti­do un nego­cio en el mer­ca­do negro con la mone­da vene­zo­la­na den­tro de terri­to­rio colom­biano, fue­ra de cual­quier juris­dic­ción de las auto­ri­da­des vene­zo­la­nas (¿pira­te­ría, pilla­je, asal­to, cuál sinó­ni­mo le ajus­ta­rá?). Esta reso­lu­ción inten­tó des­de el pri­mer momen­to gene­rar un pro­ce­so de empo­bre­ci­mien­to del Bolí­var para tener un meca­nis­mo de con­trol de Vene­zue­la. De esta mane­ra los pro­duc­tos entra­rían a Colom­bia mucho más bara­to que por la vía del Tra­ta­do de Libre Comercio”.

Un gran nego­cio y un meca­nis­mo de incen­ti­vo para el con­tra­ban­do, por­qué, por ejem­plo, si el Ban­co de Colom­bia tie­ne una tasa de coti­za­ción del Bolí­var en 232 pesos, el mer­ca­do fron­te­ri­zo que quie­re gol­pear a Vene­zue­la, esta­ble­ce un valor de 4,8 pesos por cada Bolí­var. Como ha muy bien expli­ca­do con su tes­ti­mo­nio Juan Car­los Tanus, miem­bro de la Aso­cia­ción de Colom­bia­nos y Colom­bia­nas en Vene­zue­la, mien­tras el Ban­co de la Repú­bli­ca de Bogo­tá reco­no­ce que un Bolí­var vale 232 pesos, en Cúcu­ta y en el eje fron­te­ri­zo, pagan por un Bolí­var 4 pesos con 80 centavos. 

Lue­go – aña­de Tania Diaz -, “des­de el cam­bio de cupos y reme­sas, has­ta for­zar la migra­ción, todo resul­ta en bene­fi­cio para esa mis­ma ‘cau­sa’. Más allá de los erro­res que deben corre­gir­se, cual­quier aná­li­sis debe tener en cuen­ta que tene­mos una pis­to­la en la cabeza”.

Una pis­to­la en la cabe­za. El men­sa­je del impe­ria­lis­mo era y sigue sien­do el mis­mo: con armas o con sica­ria­to eco­nó­mi­co-finan­cie­ro, te verá obli­ga­do a sopor­tar una sola rece­ta, la del neo­li­be­ra­lis­mo, acep­ta­da por Car­los Andrés Pérez en 1989 y exten­di­da en Euro­pa. Enton­ces como aho­ra, en resu­men, no hay alter­na­ti­va, todo debe tener lugar den­tro de la com­pa­ti­bi­li­dad deci­di­da por esas 60 fami­lias que poseen la rique­za del pla­ne­ta y den­tro de los recin­tos de la socie­dad disciplinaria.

La pis­to­la en la cabe­za de Vene­zue­la es, por lo tan­to, un chan­ta­je diri­gi­do a todos los sec­to­res popu­la­res. La gue­rra des­ata­da con­tra Vene­zue­la es una gue­rra de labo­ra­to­rio con­tra la esperanza.

Itu­rria /​Fuen­te

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