Por Carlos «Vasco» Orzaocoa. Resumen Latinoamericano, 24 marzo 2020
A las y los 30.000 desaparecidos/as. A nuestros compañeras/os de
la «Imprenta Roberto Mathews del PRT»: Victoria Abdonur, Matilde
Sanchez, Héctor Martínez, Miguel Ángel Barberis, Luis Aguirre.
Por un 24 de marzo que reivindique la lucha revolucionaria de
los/as 30.000, sus sueños y anhelos, sus objetivos e ideología. Su
programa era derrotar al capitalismo y construir la “patria socialista”.
En este nuevo aniversario queremos recordar, para actualizar, ese
magnífico proyecto de transformación profunda que miles de argentinos/as
soñaron e iniciaron desde los finales los años ’60. Un proyecto que la
egoísta sociedad capitalista quiso ahogar en sangre.
Fueron trabajadores/as, estudiantes, campesinos/as, pobladores/as
originarios/as, trabajadores/as de la cultura, intelectuales quienes
entendieron que era hora de erradicar de la faz de la tierra toda
explotación y todas las opresiones, que era necesario y posible vivir en
libertad e igualdad. Para ellos y ellas, la cultura y ética del ser era
más importante que el tener. Buscaban desplazar la sociedad del
consumismo donde todo se compra y todo se vende, incluso ideas y
cuerpos, y reemplazarla por una ética del amor y la solidaridad.
Fue una época en la que se habló más del “nosotros”, de lo colectivo
y no tanto del “yo” ni del individualismo. El proyecto socialista era
subversivo, cuestionaba los intereses de los poderosos, de las
instituciones, del “orden establecido”, del Estado, de los gobiernos, de
los aparatos represivos, de la Iglesia.
Por eso la guerra de aniquilación y desapariciones: había que
erradicar la subversión, la justicia transformadora, la cultura y el
arte del compromiso, de lo social, del protagonismo, de los cuerpos y
las ideas libres.
Es gigante el mérito y esfuerzo de quienes mantuvieron presente el
sacrificio de nuestros y nuestras 30.000. Pero hoy es necesario avanzar
en explicar sus ideas y proyectos para Argentina y el mundo.
El genocidio empezó antes del 24 de marzo de 1976.
La “Masacre de Ezeiza” fue el 20 de junio de 1973; El “Navarrazo” de
Córdoba fue en febrero de 1974. El 21 de marzo de 1975 desaparecen
Mercedes Gómez y Norma Maorenzic, militantes del PRT. Quisieron detener
el avance de los trabajadores a la toma del poder, aniquilar sus
organizaciones político-militares y todas las formas de lucha y
organización de los trabajadores. Buscaron arrancar de cuajo la lucha
revolucionaria iniciada en el Cordobazo, para mantener el sistema
capitalista y la dominación de sus monopolios. Para hacerlo, acudieron
al asesinato, la cárcel, el exilio, el secuestro, la tortura y el robo
de niños/as.
Los gobiernos de “democracia” liberal que se sucedieron desde
1983 hasta nuestros días tuvieron y tienen estrechas continuidades con
la dictadura militar. Actualmente, el genocidio es contra los
pobres, indigentes y excluidos y excluidas; contra los pueblos
originarios, los/as defensores/as de nuestra casa común; las mujeres y
disidencias; los jóvenes de barrios populares víctimas del gatillo fácil
policial; las y los torturados y asesinados en las cárceles y
comisarías; las y los inmigrantes. Ellos y ellas son ahora los
“subversivos”.
La lucha popular enjuició y condenó a los jerarcas militares que hicieron el trabajo sucio, pero quedaron impunes sus cómplices e instigadores que planificaron y financiaron el genocidio:
los grandes empresarios, la oligarquía terrateniente, la burocracia de
los sindicatos y de los partidos políticos; los bancos y el poder
financiero, los jueces y el Poder Judicial, los grandes medios de
comunicación, la mayoría de la cúpula de la Iglesia Católica. Nuestra tarea es romper con esa impunidad.
Es interesante recuperar los datos de un informe que el diario La Nación,
vocero orgánico de la dictadura y de todo extremismo de derecha hasta
el día de hoy, publica en aquella época nefasta, basado en un estudio de
la propia inteligencia militar de la SIDE de 1978, en el cual se
informa que los 23 gobernadores militares de la dictadura militar
contaban con un 35% de intendentes de la Unión Cívica Radical (UCR, 310
intendentes); 20% del Partido Justicialista (PJ, 169 intendentes); 12%
del Partido Demócrata Progresista (PDP, 109 intendentes); 10% del MID –
liderado por Frondizi y Frigerio (94 intendentes); 9% Fuerza Federalista
Popular – liderado por Manrique (78 intendentes); Partidos
Conservadores provinciales, 8% (72 intendentes); neoperonistas 3% (23
intendentes); Demócrata Cristianos (DC, fuerza dirigida por el Vaticano)
2% (16 intendentes); Partido Intransigente de Oscar Alende, 0.5% (4
intendentes). (Diario La Nación, 25 de marzo de 1979, sección “Semana política”, titulada “La participación Civil”).
Si a esto le sumamos la activa participación de otros actores
políticos, como la burocracia sindical (todavía hoy con juicios
pendientes por complicidad en los secuestros de comisiones internas,
como en Ledesma y en la empresa Mercedes Benz o Ford) y el apoyo de las
altas jerarquías eclesiásticas a la dictadura; podemos comprender que el
golpe estuvo armado desde una estrategia político-militar, pero
acompañada de un apoyo y sustento también financiero, civil, mediático y
eclesiástico.
Por todo lo anterior sostenemos: nuestro repudio a Milani y Berni, a todos sus patrocinadores y encubridores. No hay “vuelta de página” ni reconciliación con las Fuerzas Armadas Genocidas.
Una de las tantas herencias que nos dejó la Dictadura Militar,
aceptada y acrecentada por los gobiernos sucesivos, fue la deuda externa
que es hoy la cadena de dominación sobre nuestra Patria y nuestro
Pueblo, por parte de los monopolios internos y externos como así también
por el capital financiero imperialista.
Hoy somos gobernados por un gobierno del Frente de Todos, cuyos
máximos representantes se han autotitulado “pagadores seriales”.
Efectivamente, el presidente y su Ministro de Economía se han expresado
públicamente sobre la necesidad de “honrar la deuda” y de “crecer para
pagar”. Es bueno conocer el itinerario de esta deuda eterna:
“Al momento del Golpe, Argentina debía a los organismos
financieros internacionales 7.800 millones de dólares, de los cuales
sólo la mitad eran del Estado y el resto de corporaciones privadas. El
Proceso Genocida llevó esa deuda a U$S 45.000 millones de manera ilegal y
fraudulenta, “gracias” –entre otras maniobras– a la estatización de las
deudas de las empresas privadas.
«El endeudamiento continuó acrecentándose: el gobierno del “prócer” Alfonsín elevó ese monto a U$S 65.300 millones; el cipayo Menem casi la duplicó: U$S 121.877 millones. La Alianza con De La Rúa a la cabeza la llevó a U$S 144.453 millones. En
el año 2000 se produce el fallo del juez Ballesteros, ante la causa
Alejandro Olmos, que declara ilegal y fraudulento el endeudamiento del
Estado Argentino. Duhalde desconoció el fallo y elevó la deuda a U$S 178.768 millones. El
kirchnerismo (sumados los gobiernos de Néstor y CFK), a pesar del pago
en efectivo al FMI (de sólo U$S 10.000 millones) y los famosos canjes de
deuda de Kirchner-Lavagna, dejó al país con un endeudamiento de U$S
227.703 millones.
«A través del macrismo, la burguesía argentina sumó más de U$S
115.000 millones a ese monto, elevando la deuda a más de U$S 327.267
millones a junio del año pasado, por lo que se sabe que a diciembre esa
cifra fue aún mayor. La fuga de capitales durante el gobierno de los
globos amarillos fue de U$S 88.371 millones, lo que deja bien en claro
que se llevaron casi la totalidad del endeudamiento que tomaron.
Semejante latrocinio no puede quedar sin castigo, mucho más a la vista
de las penurias que ha producido en las y los habitantes de este suelo.
Según el INDEC, en el segundo trimestre del 2019, “los
argentinos” atesoran más de U$S 304.097 millones de dólares en el
exterior, casi la totalidad de lo que se debe. Esos depósitos no son de
obreros/as ni campesinos/as, son las cuentas de la burguesía de este
país. Ese robo es lo que pretenden hacernos seguir pagando a los/as
trabajadores/as.” (Encuentro Antiimperialista Socialista- Documento por
el 24 de marzo).
La actual pandemia global llamada coronavirus es el detonante
de una compleja crisis del capitalismo, ahora agudizada, preanunciada
desde la anterior del 2008. La caída de la tasa de ganancia de
la producción y el comercio mundial hizo que los “mercados” acudieran a
las herramientas financieras y de derivados para contrarrestar esa
caída. Las masivas inyecciones monetarias, que ahora nuevamente se ponen
en práctica, tienen el objetivo entre otros de crear deudas soberanas
en los países dependientes y así con las rentas salvar a los países
centrales además de apoderarse de nuestros bienes comunes. El objetivo
principal es desarmar todo vestigio de Estado de Bienestar, precarizar
aún más el trabajo y la explotación asalariada para aumentar la
plusvalía y salvar el capital.
Es patética la fragilidad del capitalismo mundial. El coronavirus
contribuye dramáticamente, pero todos los elementos desencadenantes del
actual terremoto financiero son anteriores a la pandemia. Creemos que
es necesario dimensionar y tomar conciencia de la magnitud de esta
crisis capitalista global, para que todas las fuerzas “anti
neoliberales” entiendan la urgencia de romper con las burguesías
mentirosamente nacionalistas y progresistas. Necesitamos unir todas las
corrientes anticapitalistas para impedir la marcha inexorable de todas
las fuerzas burguesas en el camino al fascismo.
La cuarentena también sirve al ajuste y la represión
No es lo mismo hacer cuarentena en un country que en una villa. No es
lo mismo tener la seguridad del ingreso mensual de cientos de miles
(como el funcionario judicial, legislativo o de gobierno) que no
tenerla, como para el trabajador de changas o para los 6 o 7 millones de
argentinos/as que, si no trabajan en el día a día, no comen ni ellos/as
ni su familia.
La cuarentena destruye el país, corta la cadena de pagos y quiebra al
pequeño empresario y comerciante. Acrecienta la desigualdad social, se
concentra la riqueza y como siempre favorece a los que tienen más. El
coronavirus tiene tanto poder porque aniquilaron la salud pública, los
hospitales públicos, a favor de la medicina privada que hoy no quiere
recibir ningún infectado.
¡Cuánta razón tenían nuestros/as 30.000, que querían que la salud
y la educación estuvieran en manos de un Estado gobernado por las y los
trabajadores!
La cuarentena sirve al Estado, además, para reprimir a los/as pobres,
para desplazar sus cuerpos represivos, tanto policiales como Fuerzas
Armadas, en los barrios populares donde cunde la desocupación y el
hambre. La Ministra de Seguridad nos amenaza con el Estado de sitio y ha
mandado la Gendarmería para prepararse a reprimir posibles estallidos
sociales. Según los informes de Correpi, las detenciones en nuestro país
por fuerzas de seguridad provinciales y federales, en el marco del
DNU 297⁄2020 desde el viernes 20 llegan hasta el día de hoy a 16.000
personas.
¡Cuánta razón tenían nuestros/as 30.000 que querían destruir los
aparatos represivos del Estado y construir un Ejército Revolucionario
del Pueblo y Milicias Populares!
No olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos.
Ni un peso para el pago de la deuda externa. Ruptura con el FMI y demás organismos financieros del imperialismo.
Estatización de la banca y el
comercio exterior. Monopolio estatale de la energía. Expropiación de
todos los grandes terratientes.
HASTA LA VICTORIA, SIEMPRE