Federico Hauscarriaga /Resumen Latinoamericano /23 de marzo de 2020
«No estamos preparados para detener esta pandemia: no tenemos los recursos humanos, ni tenemos materiales», confiesa una enfermera del Gandulfo . Bautizados como héroes en las redes sociales pero con un sistema sanitario en crisis desde hace décadas, los trabajadores de la salud se presentan como el grupo de mayor riesgo. El reducido personal, los bajos salarios y falta de insumos son algunos de los reclamos que quedaron sepultados por la urgente «guerra» contra el Covid-19.
La amnesia colectiva es una necesidad recurrente en las democracias representativas. Hay que olvidar en corto plazo, crear enemigos, y disolver responsabilidades. La situación excepcional que en estos momentos estamos viviendo recrea todo esto pero potenciado por el miedo. Se viven pasajes de una guerra: calles desiertas, sirenas intimando a no salir, policías increpando a los desobedientes o quien debió salir. El ministro y ex- carapintada, Sergio Berni arenga «no hay lugar para los tibios».
Pero hay un enemigo y es invisible como eligió nombrar el Presidente a la amenaza del Covid-19. El virus reemplaza al oponente. Se levantan trincheras para recibir la ofensiva que tendrá su pico en abril. El lugarteniente en Salud, Ginés Mario González García, habló de 250 mil infectados en el mejor escenario. La lógica crece y se retroalimenta utilizando la coyuntura para abrir el paso a niveles de control social antes no aceptados pero necesarios ante una epidemia que apenas se conoce y ya está dispersa en el mundo.
A uno u otro lado de la grieta, la angustia se canaliza contra quien viola la cuarentena: puede ser el «cheto» que vuelve de Europa o el «negro» que toma birra en la plaza. Pero nunca será el Estado. En este orden, las médicas, enfermeros, y trabajadores de servicios que la población considera esenciales se han bendecido como «nuestros héroes». Los medios empresariales y las redes sociales los han inmaculado como nuestros «soldados del frente» en la guerra contra la pandemia. Toda esta retórica heroica encaja para dispersar a que la «opinión pública» vuelva sobre su memoria y se interiorice sobre los reales problemas de desfinanciamiento sanitario.
Las y los trabajadores de la salud no son héroes, son trabajadores expuestos desde hace años a bajos salarios y riesgos de salud, que improvisan cuando no hay insumos o se arriesgan cuando no hay la mínima seguridad. Son momentos donde la sociedad vuelve el interés por la Salud Pública y los promotores de la privatización y el achicamiento sanitario reculan para suplicar el salvataje del Estado.
Ante la noche que se acerca, el Gobierno otorgaría un plus salarial anual de 30 mil pesos a todo el personal de salud incluyendo a estudiantes del último año de medicina. El pagó se realizará en tres partes y busca retener a la mayor cantidad de personal posible ante la urgencia. El incentivo alcanzaría a unas 750 mil personas. Uno de los requisitos incluirá presentismo.
Trascribimos algunos testimonios de los «héroes» para mostrar la situación en la que se encuentra el área de Salud para enfrentar la pandemia. Dani, médica del hospital San Fernando, nos cuenta:
«En el hospital ya veníamos mal. Pocos recursos: faltaba guantes, toallitas, jabón, lo básico. En caso que se venga un brote epidémico no alcanzaría. Pero esto venía de antes. También hay una crisis de personal muy grave: desde trabajadores de limpieza, enfermería, médicas y médicos que faltan, primero por las condiciones de trabajo y segundo porque el pago es muy malo. Pensemos que un ingresante a un hospital provincial esta cobrando 35 mil pesos y si le restamos los descuentos mensuales no llegan a los 30 mil mientras que un médico en el sector privado cobra unos 60 mil pesos. Hay áreas críticas como pediatría o clínica. Falta gente en cocina, camilleros, incluso hay trabajadores tercerizados de empresas que no cobran desde noviembre. La cocina no da alimentos cárnicos por la falta de pagos. Hay una improvisación y se hace lo que se puede. En enfermería prometieron que iban a incorporar gente y en la provincia de Buenos Aires no hay intenciones de sumar. Por eso muchos trabajadores de la salud vimos el aplauso con pena.»
Por su parte, en el Hospital Gandulfo de Lomas de Zamora, la situación no es muy diferente. Natalia enfermera del establecimiento, nos cuenta:
«Venimos haciendo reclamos hace mucho tiempo en el Gandulfo, hay un faltante de personal en todos los sectores. Antes de esta pandemia ya faltaban 80 enfermeras, imaginemos ahora. No estamos preparados para detener esta pandemia: no tenemos los recursos humanos, ni tenemos materiales. Solo tenemos promesas desde el Ministerio de Salud pero todavía no llegaron los insumos (barbijos, antiparras, guantes, camisolines, etc.) Todavía no hemos recibido el kit y hoy en una habitación habría ingresado un posible positivo y nosotros no tenemos materiales. Nosotras estamos con la campaña «No somos héroes somos trabajadores» y si no tenemos las medidas de bioseguridad no vamos a entrar en esas habitaciones. No vamos a exponer la vida. Sabemos que es nuestra obligación estar ahí pero con las medidas de seguridad correspondiente. Estamos esperando que lleguen respiradores«.
El deterioro sanitario no tiene tinte político. Hace décadas se recorta, se precariza, se margina. El olvido es tal que muchos no recuerdan que el anterior gobierno se animó a degradar al área de Salud a una secretaría. Hoy se cuentan en el país con 160 mil camas (entre establecimientos públicos y privados) de las cuales sólo 8600 son de terapia intensiva, y el 80% de estas ya están ocupadas por las necesidades cotidianas. Se teme el colapso.
Facundo, médico en primeros niveles en Florencio Varela, describe la situación en esa localidad:
«En los primeros niveles de atención en Florencio Varela están empezando a llegar insumos para no contagiarse, pero lo importante es la precariedad que existía previamente que desde años que Varela no recibe inversión. Los Centros de Salud se vienen abajo, tiene goteras, problemas eléctricos, está muy mal de infraestructura como también de insumos: recién están llegando jabón líquido y servilletas descartables, esto para entender la precariedad previa. No se está tomando a los trabajadores de la salud como grupo de riesgo. Se está exponiendo a un sector con riesgo de morir y eso es porque el sistema de salud público tiene un promedio de edad alto (55 años) y esto producto de que no se realizan incorporaciones de nuevo personal. No hay concursos, los trabajadores se van por los salarios bajos y las condiciones de trabajo. Ahora que los trabajadores de la salud estamos en el centro de la escena se baja la línea que somos «héroes». En España el 10% de los infectados son personal de salud. Es decir, se apela a la subjetividad heroica para esta crisis pero sabemos que no es suficiente: necesitamos más estructura, mejores salarios. No podemos vivir de aire y exponernos y también a nuestras familias«.
Hablamos también con Eduardo Cayos, Secretario de Organización de ATE Almirante Brown en Presidente Perón. Expresó que la pandemia del COVID 19 expone las falencias que se vienen dando a los largo de los años en las distintas esferas de las políticas públicas del Estado.
«En diciembre de 2018, en Alte. Brown, sufrimos el incendio del Hospital Oñativia que dejó inoperativo gran parte del hospital, implicando la recarga en las tareas sanitarias del distrito al Hospital Lucio Melendez. Este hospital no fue acompañado con la ejecución de partidas presupuestarias que pudieran hacer frente a ese incremento en las demandas de manera adecuada. No hubo nombramiento de personal, ni desarrollo en la infraestructura como para atender a un nivel mayor de población. El Hospital Grierson también viene de sufrir años y años de políticas de vaciamiento y ajuste. Nos encontramos hoy con una situación de emergencia sanitaria que no borró mágicamente la situación deplorable en la que se encontraban los hospitales del territorio. Atravesamos problemas sanitarios como el rebrote de sarampión, brote de TBC tuberculosis, etcétera. La epidemia agudiza la pauperización, emergen en el contexto de esta cuarentena obligatoria todas las deficiencias que no han sido atendidas por los distintos gobiernos. Ayer en el Lucio Meléndez, el equipo directivo quiso obligar a los trabajadores a la internación de un paciente con un aparente cuadro de Covid 19 sin entregar los elementos de bioseguridad correspondiente a los trabajadores y sin las condiciones adecuadas de aislamiento para no poner en riesgo la salud del resto de los pacientes del hospital. Los trabajadores exigieron a la dirección del hospital los elementos necesarios, y dejaron en claro que no estaban dispuestos a poner en riesgo su propia vida y la del resto de la población. En las últimas horas trascendió la noticia del contagio de un anestesista que trabaja en el hospital que fue escondido por las autoridades del hospital y estuvo en contacto con otros trabajadores y no sabemos con qué cantidad de pacientes. Haber ocultado esto habla bien a las claras del nivel de negligencia e improvisación sanitaria con la que están encarando esta grave situación. Ahora una buena cantidad de trabajadores se encuentra en aislamiento para poder detectar si el virus se ha extendido a una mayor cantidad de trabajadores.»
En el caso del Hospital Grierson de Guernica, comentó Eduardo, hay varios casos probables de COVID-19 pero los exámenes y tests para confirmar los casos pueden llegar a tardar hasta 3 días. También mencionó el caso del Organismo Provincial de Niñez, donde nota un «altísimo nivel de improvisación y descuido» para con los jóvenes y trabajadores, ya que muchos chicos se enferman y no cuentan con médicos ni personal de salud para abordar el malestar.
ANRed*
Un comentario
alberto fernandex esta haciendo todo lo posible por mejorar la situacion de los trabajadores argentinos